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Raúl Marrero-Fente, «Obra nuevamente compuesta...» de Bartolomé de Flores (1571). Primer poema hispano de los Estados Unidos, presentación de Graciela S. Tomassini, Nueva York, IDEA (Colección Batihoja, 75), 2021, 107 pp. ISBN 978-1- 938795-81-7

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 10, núm. 1,

Instituto de Estudios Auriseculares

Guillermo Serés

Universidad Autónoma de Barcelona, España

Recibido: 24/01/2022

Aceptado: 29/03/2022

El profesor Marrero-Fente, catedrático de la Universidad de Minnesota, flamante miembro de número de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y correspondiente de la RAE, ha publicado en los últimos treinta años estudios fundamentales sobre épica colonial (Poesía épica colonial del siglo xvi. Historia, teoría y práctica. Madrid, Iberoamericana, 2017), historiografía (Trayectorias globales: estudios coloniales en el mundo hispánico. Madrid, Iberoamericana, 2013), o las relaciones literarias de las dos orillas (Al margen de la tradición: Relaciones entre la literatura colonial y peninsular de los siglos xv, xvi, y xvii. Madrid, Fundamentos, 1999), entre otros muchos trabajos de historia de la ciencia y del derecho coloniales. El excelente estudio y pulquérrima edición están presentados por la profesora Tomassini (pp. 11-16), que nos da cumplida cuenta de la importancia de las relaciones y de la literatura de cordel, en prosa y en verso, sigue el extenso estudio preliminar (pp. 19-59) que precede a la edición anotada del texto (pp. 61-85), a la reproducción facsímil (pp. 89-96) y al inventario cronológico de pliegos de Bartolomé de Flores (pp. 97-99). Una buena bibliografía (pp. 101-107) cierra el volumen.

La erudita introducción de Marrero-Fente rastrea las escasas referencias biográficas de Bartolomé de Flores, vecino de Sevilla y autor de siete pliegos de cordel donde relata «diversos temas contemporáneos como la guerra de las Alpujarras, el matrimonio de Felipe II y Ana de Austria, romances de chistes» (p. 19), entre otros; los describe y analiza (pp. 19-28). A continuación, con sumo rigor y copiosa documentación, contextualiza históricamente el texto de la relación en verso, que recrea poéticamente la rotunda victoria del adelantado Menéndez de Avilés sobre los hugonotes franceses al mando de Jean Ribault, en La Florida (1565), con la consiguiente toma del Fuerte Carolina. La condición reformista de los franceses implica que la victoria española vaya más allá del territorio americano, pues se inscribe en el marco de la Contrarreforma, liderada por Felipe II, siempre pugnaz contra Francia e Inglaterra. Así, aparte del valor del texto en sí, la relación en verso de Flores es el único documento que relata aquella victoria de los españoles, además de ser el primer poema de tema norteamericano escrito en español, como se subraya justamente en el título

Señala que la de Bartolomé de Flores es una relación de sucesos compuesta por 375 versos, dividida «en cuatro partes: invocación, proemio, 22 actos o secciones y un villancico» (p. 29), de la que el editor ha estudiado muy bien el trasfondo épico, a pesar del tono coloquial de la lengua, su objetivo propagandístico y la defensa a ultranza de la monarquía absoluta. Además del prioritario contenido apologético, en el poema también aflora el fin práctico de incrementar la leva o conscripción de voluntarios para la continuidad del proyecto colonizador. Para ello también se sirve de la portada, que «sigue la norma sobre la retórica visual en este género de poemas» y que «apela al deseo de aventuras en los lectores, porque el objetivo final es conseguir marinos para la expedición que organiza Menéndez de Avilés» (p. 31). Esa es la principal razón de que el poema esté escrito en un «registro popular del lenguaje que recrea la oralidad y formas de la poesía popular del romancero». De este modo, sigue señalando Marrero, el autor «amplía la audiencia a un lector más general y anónimo» y le da una «sensación de inmediatez, […] creando en el imaginario popular un sentimiento de emoción compartida» (p. 34), que contribuirá, sin duda, al reclutamiento de expedicionarios. El otro tópico, además del honor de la victoria sobre el hereje luterano, es el de la riqueza americana, señuelo siempre presente.

A partir de la inicial invocación a la Virgen, para que proteja la empresa y le inspire («Y vos, Virgen soberana, / despertad mi lengua ruda», pp. 61-62), la relación en verso se estructura mediante «un esquema bimembre que privilegia una lectura donde la historia se poetiza, es decir, donde los hechos históricos son transformados por la interpretación estética de la realidad» (p. 40), a la que no le falta un locus amoenus, que «ocupa varias secciones que imitan la técnica homérica del catálogo arbóreo, […] combina la tradición literaria clásica y renacentista de representar la naturaleza; y el verismo naturalista de las descripciones de las crónicas de Indias. […] El ‘estilo enumerativo’ empleado tiene como objetivo otorgar a la flora y fauna locales un protagonismo poético nuevo» (p. 44). Porque quiere resaltar subsidiariamente la excelsa, deleitable y feraz condición de aquel espacio recientemente descubierto: «es un nuevo mundo lleno / de deleites y frescuras / con muy diversas pinturas, / prado florido y ameno / con ave de mil hechuras. / Animales diferentes, / tunas, palmas y higueras, / avellanos y nogueras, / cinco maneras de gentes / y frutas de mil maneras» (pp. 76-77). Combina, así, estas descripciones paradisíacas con las de las batallas y con las etopeyas de los moradores. Tampoco deja de citar a los gigantes, cuya hiperbólica inclusión «tiene la función de incitar el espíritu de aventura y peligro que estos seres despertaban entre los europeos del siglo XVI, y de esta manera captaba mejor la atención de los oyentes y lectores» (p. 49). Antifrásticamente, tampoco puede faltar la mención de alguno de los pecados nefandos: idolatría, sodomía o canibalismo: «Otros bárbaros mayores / de condición inhumana / hay en tierra de Habana / que pasaban a los Azores / para comer carne humana» (p. 82). Su erradicación (y la consiguiente evangelización de los pecadores) siempre fue una de las principales justificaciones de la empresa ultramarina, que realza Bartolomé de Flores.

El villancico epilogal (pp. 84-85), de muy significativo estribillo («A la justa, cortesanos, / ganaréis joya de gloria / si derribáis con victoria / la cisma de luteranos») aquilata moralmente el final:



La joya del vencedor
del que mejor ha justado
es Cristo crucificado,
bien del triste pecador,
por donde la vanagloria
de los Luteros ufanos
destruye Dios con victoria
a fuerza de los cristianos.

Fuente:

Por la doble «limpieza»: las costumbres nefandas de los indígenas y las prédicas de los hugonotes, que quisieron desplegar su reforma en La Florida.

Para la fijación del texto, que ajusta a las normas actuales, parte de la versión de José Toribio Medina (Biblioteca Hispano-Americana, 1898), que ha cotejado con el único ejemplar impreso, de la Biblioteca John Carter Brown. Las exhaustivas, y bien documentadas, notas al pie son de diversos tipos: ecdóticas, filológicas, léxicas, etimológicas, o de realia (geografía, política, mitología, derecho, ciencia, navegación, economía...), y dan cuenta de los contextos histórico, político, económico y religioso. El libro enriquece la benemérita colección Batihoja, admirablemente dirigida por Victoriano Roncero, al abrigo del GRISO, de la Universidad de Navarra. Bienvenido sea.

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