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Horacio en las Empresas morales de Juan de Borja. La empresa XCIV
Horace and Juan de Borja’s Empresas morales. The XCIVth Device

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 10, núm. 2,

Instituto de Estudios Auriseculares

Alejandro Martínez Sobrino

Universidad del País Vasco-UPV/EHU ESPAÑA, España

Recibido: 04/02/2022

Aceptado: 04/05/2022

Resumen: Juan de Borja publica en 1581 las Empresas morales, obra en la que, a través de la combinación de texto e imagen, ejercita el disimulo, estrategia nacida entonces que posibilita el juego político y el cumplimiento de dogmas religiosos. El presente trabajo, con él como clave de lectura, interpreta el uso de Horacio de la empresa XCIV.

Palabras clave: Juan de Borja, Empresas morales , disimulo, alegoría, emblemática, Felipe II.

Abstract: In 1581, Juan de Borja published the Empresas morales where, through the combination of text and image, he applied the dissimulatio, a new-born strategy which enabled the politicians to comply with the religious dogmas and the political measures that contradicted those. Taking the dissimulatio as a reading key, this paper analyses the use of Horace in the XCIVth device.

Keywords: Juan de Borja, Empresas morales , Allegory, Dissimulatio, Emblems, Felipe II.

Es sabido que, en las artes, las referencias y usos de elementos comunes es frecuente. Asimismo, lo es que los objetivos que se persiguen son diversos por lo que los destinos que alcanzan pueden ser insospechados durante la creación. En cambio, en ocasiones, sucede que el creador utiliza una referencia concreta con un propósito muy concreto 1 , lo que restringe su campo semántico. En estos casos, la vinculación entre autor y obra resulta crucial para entenderla, y, por ello, nos parece necesario comenzar hoy por aquí.

Juan de Borja nace en Bellpuig en 1533 y muere en El Escorial en 1606 tras haber dedicado su vida a las labores de diplomático para Felipe II, a quien brindó sus Empresas Morales 2 . Hasta entrada su juventud, Juan vivió junto a su padre Francisco de Borja, primero caballerizo imperial y después Duque de Gandía (1543). Tras el nombramiento, Juan se trasladó a la ciudad ducal para, hacia 1547, ingresar en su recién fundada por los jesuitas Universidad, donde completó sus estudios 3 . De allí partió junto con su padre a Roma (1550-1551) 4 para regresar juntos en su peregrinación por Oñate (Guipúzcoa) tras el ingreso paterno en la Compañía de Jesús. Finalizada ésta, ingresó en la Universidad Complutense a concluir sus estudios de filosofía 5 . En 1552, retornó a Gandía y desposó a Lorenza de Oñaz y de Loyola, nieta del hermano de s. Ignacio. A partir de entonces y hasta su muerte, desarrolló una extensa y dilatada carrera diplomática.

Como se ve, Juan de Borja, que desde niño frecuentó la corte, recibió una formación orientada a la administración pública. Una instrucción de carácter primordialmente jesuita que se reflejará tanto en su vida, como en su obra, las Empresas morales 6 , espejo de las disposiciones que siempre defendió. Prueba de ello es que, a pesar de no ser miembro de la Orden, se le enterró, en un inicio, en la iglesia de los jesuitas de Madrid, y poco después sus restos se trasladaron al panteón de la capilla mayor de la iglesia de San Roque en Lisboa, cuyo patronato era de la Orden 7 .

Con estos antecedentes, no se puede sino concluir que se trata de una obra fruto de su dilatada carrera diplomática, por lo que no persigue ofrecer contenidos didácticos y, mucho menos, limitarse a fines lúdicos o de entretenimiento. Al contrario, se trata de una composición de una gran practicidad, la del propio autor desde su experiencia en quehaceres diplomáticos y desde su carácter forjado bajo la batuta de la Compañía de Jesús. Es una obra que aspira a ser la guía que posibilite un excelente desempeño diplomático 8 , y que, cual empresa, es «un reflejo de las intenciones, deseos o aspiraciones personales de quien las portaba» 9 .

Por ello, es fácil percibir en ella, en más de un lugar y en más de un aspecto, el peso de su formación 10 . Así, por ejemplo, en la elección del emblema como medio de transmisión. Los jesuitas veían en su forma y objetivos de composición el modo óptimo de difusión de conceptos morales, pues su naturaleza triple permitía fusionar las estructuras técnicas de la meditación con las textuales propias 11 . A ello hay que añadir la aspiración de la obra a ser morales, recogida ya en el título 12 . Una moralidad concebida, no, como ideal al que aspirar, sino para ser puesta en acción a diario, lo que explicaría la carencia de un fin memorístico para estas empresas 13 . Por otra parte, esta practicidad relaciona la obra con otra de las preocupaciones de la Compañía, el aprovechamiento del tiempo. De hecho, su importancia en ella era tal que las rationes y constitutiones detallaban hasta lo mínimo el qué hacer y cuándo. Idea que Borja recoge en la empresa 39 14 :


Fig. 1.
Empresa 39, en Juan de Borja, Empresas morales, p. 90

Otro de los rasgos en que se ve el peso de la Compañía es en la aparente falta de erudición. Un atributo esperable en quien se ha moldeado en un ambiente que sembraba la humildad y el servicio a Dios 15 , y que en su funcionamiento está vinculado al disimulo, recurso surgido en la época como respuesta procedimental a la colisión nacida entre el cumplimiento de los dogmas de fe y la realidad política 16 y cuyo dominio se tornó en ineludible, hasta el punto de convertirse en arte, como comprobó el propio Juan de Borja, pues de su manejo pendía incluso la supervivencia, como insinúa en distintas empresas, por ejemplo en la IC, res est magna tacere, donde Tántalo aparece castigado en el infierno 17 .


Fig. 2.
Empresa 99, en Juan de Borja, Empresas morales, p. 210

Así pues, no puede relegarse el disimulo a la hora de interpretar la obra, ya que, con él, las Empresas morales no constituyen un mero programa defensor de una visión moral del mundo, sino que se convierten en el instrumento que testimonia cómo realizarlo. Y es desde esta perspectiva de donde mejor se comprenden la desnudez de sus grabados, la elección de la lengua, la claridad y simplicidad de sus empresas, el calculado desorden y la falta de erudición, tal y como vamos a mostrar con el ejemplo de la empresa XCIV.

La apariencia de falta de erudición se debe a la directa aplicación de la dissimulatio, pues su uso hace que las cuatro referencias expresas a autoridades clásicas, de tres autores clásicos, Horacio (en dos ocasiones) 18 , Virgilio y Marcial, sea muy relevante. Borja, con seguridad, conoció a los tres poetas en su formación, pues, si bien es cierto que formó parte de las primeras promociones del Colegio de San Sebastián de Gandía 19 , y de que, entonces, el currículo de los centros jesuitas estaba por fijar 20 , su estudio, como auctores optimi, era obligatorio 21 . Los tres se estudiaban en los primeros cursos, en el acceso a la gramática, detrás de Ovidio, que, por su sencillez sintáctica, era el primero. Horacio, tras el preferido Virgilio, era el tercero y, como Ovidio, purgado. Suyas se preferían las obras de mayor popularidad durante la Edad Media y comienzo del Renacimiento, esto es, sus Sermones, su obra lírica, y en último lugar sus epístolas 22 .

Con esto quedarían justificadas sendas referencias en la empresa 94 Fortiter occupat portum (Carm. 1. 14. 2-3) y la 95 Celsae graviore casu decidunt (Carm. 2. 10. 10-11). Sin embargo, no se explica que pertenezcan ambas a las Odas 23 . La respuesta, pensamos, se encuentra no en las empresas, sino en los poemas a los que remiten 24 . Pues Borja, sabedor de la disimulada vinculación de los poemas horacianos con el comportamiento moral general y el desenvolvimiento en la vida política, pone en juego los mismos mecanismos que aquél 25 . Dota así a sus empresas de los mismos rasgos al tiempo que los vuelve perceptibles sólo a través de la lectura alegórica 26 . Una interpretación sancionada desde temprano por la tradición, en el caso de Horacio, y que estuvo vigente hasta, al menos, el siglo xvi al recogerse en los manuscritos escolares 27 . Lícito es, por tanto, leer a Borja del modo en que se hace con el poeta, es decir, en clave alegórica.


Fig. 3.
Empresa 94, en Juan de Borja, Empresas morales, p. 200

Explica Borja en la narratio que sus pictura y mote aconsejan al hombre prudente actuar como el buen y práctico piloto que, ante toda ocasión, hace un alto para reabastecerse y reparar los desperfectos de su nave a fin de proseguir, seguro, su travesía. Lo cardinal es, afirma, llegar al destino, esto es, alcanzar la Salvación Eterna 28 . Esta lectura de cariz religioso no puede aislarse de su contrapartida política, pues ambas distinguen a Borja. Esta confluencia, ya se ha dicho, caracteriza también a Horacio, quien, por romano, se define como la puesta diaria en funcionamiento en favor de la Ciudad de los valores rituales religiosos, jurídicos y normativos. Y en hacerlo, además, «en abrazar fuertemente el puerto», añade, radica el valor. Es esta traducción del mote la que sugiere que donde radica la nuez de la empresa y la que habilita su lectura alegórica según la recepción en la época del pasaje. Sírvannos dos muy conocidas exegesis, la de Jodoco Badio Ascensio y la de Antonio Mancinelo de los Horatii Odae Carmen Epodon et Seculare cum exactissima Antonii Mancinelii et cum familiari lodoci Badii Ascensii explanationii, París, Iehan Petit, 1503 29 .


Fig. 4.
Jodoco Badio Ascensio, Horatii Odae…, París, Iehan Petit, 1503, fol. 23r

Quartadecima oda navim alloquitur hortans illam ne iterum aestuosum mare ingrediatur: sed portum fortiter occupet. Cum eius latus remigio careat. Malus et antemnae ventis concussi fuerint, funesque desint: nec vela integra maneant. Nec dii sint: quos iterum naufraga invocet. […]. Revera tamen, ut sciribit Fabius [Quintiliano] libro VIII (44), per allegoriam, id est, inversionem qua aliud verbis aliud sensu ostenditur populum romanum alloquitur ne iterum bella civilia sequatur […].

La decimocuarta oda habla sobre una nave, a la que exhorta a no internarse de nuevo en el mar tormentoso, si no a que valerosamente ocupe el puerto, pues carece de un remo poderoso, han sido batidos por los vientos sus mástiles y antenas, carece de sirgas, sus velas están dañadas, y no asisten tampoco los dioses a los que invocar de nuevo lo naufragado. Con todo, en verdad, como escribe Fabio en su libro octavo, a través de la alegoría, es decir, de la inversión por la que se indica algo con la palabra, otra distinta en el sentido, se dirige al pueblo romano para que no se interne de nuevo en guerras civiles […] 30 .

El comentario, columna izquierda, se inicia con la descripción de aspectos formales de la oda (metro y clave de lectura), y con su tema, Marco Bruto. La columna derecha, la explicación de Macinelo, analiza el tema y explica la alegoría 31 , señalando que la oda habla de y a Marco Bruto 32 , es decir, del hijo adoptivo de Julio César partícipe del tiranicidio que tras caer derrotado en Filipos por Octavio pretendió, según Horacio, embarcarse en una nueva confrontación. Según, Mancinelo, sería el pueblo romano a quien por extensión se dirige el poeta 33 .

Badio, por su parte, habla en términos similares (fol. 23v, columna derecha):


Fig. 5.
Jodoco Badio Ascensio, Horatii Odae…, París, Iehan Petit, 1503, fol. 23v

O Navis etc.] Per allegoriam sumptam a navi quae tempestate concussa temere priusquam instaurata fuerit mare ingreditur: quinadeo ut Publius in mimis ait frustra Neptunum invocat qui secundum patitur naufragium: dehortatur Marcum Brutum ab Augusto in Philippis devictum a diluvio & turbine bellorum absistat, nec nominis aut generis sui splendoribus confidat: cum et pictae submergantur naves. Principium autem mihi vim habere videtur si sub forma interrogandi ex admiratione legatur sic: O navis referent te novi fluctus in mare, id est, o Brute trahent ne te novi tumultus in discrimen belli? O quid agis, quasi dicat inconsulte agis, et ideo occupa portum fortiter, id est strennue et celeriter priusquam te tempestas, id est, belli diliuvium obruat.

O Navis, etc.] A través de la alegoría tomada de una nave que batida por la tempestad temerariamente se interna en el mar antes de ser reparada. En efecto, como dice Publio en sus mimos, cuán en vano invoca a Neptuno quien acaba de sufrir un naufragio. Pretende disuadir a Marco Bruto, vencido por Augusto en Filipos, de que desista de un diluvio y un remolino de confrontaciones, y de que no confíe ni en el esplendor de su nombre ni en el de su linaje, cuando también se hunden las naves pintadas. Con todo, este comienzo creo que tendría fuerza si se leyera bajo la forma de una interrogación admirativa de este modo: «Oh, nave, nuevas corrientes te arrastran al mar, esto es, ¿oh Bruto, no te conducen los nuevos tumultos al crimen de la guerra? Oh, ¿qué haces? Como si dijera, actúas a la ligera, y por ello ocupa con valor el puerto, esto es con energía y rapidez, antes de que la tempestad, esto es, el diluvio de la guerra, te sepulte […]».

Así, abre directamente con la clave de lectura: «a través de la alegoría de una nave…», y sigue con que el poeta habla a Marco Bruto para aconsejarle que tras su derrota no se inicie nuevas aventuras, sino que ocupe valerosamente el puerto, esto es, que abrace la paz. Lectura que reitera en la explicación del sentido del texto (fol. 23v):


Fig. 6.
Jodoco Badio Ascensio, Horatii Odae…, París, Iehan Petit, 1503, fol. 23v

O quid agis] Interiectio est exclamantis vel admirantis; ac si coepisset ingredi mare ipsum. Occupa] retine ac posside; si enim milites suos pugnare cupientes Brutus fortiter] continuisset uti optabat: nec cladem accepisset: nec caedem. Portum] id est pacem. Sic enim Fabius hunc locum exponit.

O quid agis] Es una interjección de quien exclama y/o está atónito; y como ha comenzado a adentrarse en el mismo mar, Occupa] retén y controla; ciertamente, como si Bruto, tal y como deseaba, hubiera seguido a sus soldados ansiosos por luchar, fortiter], para que no sufriera una calamidad o muerte cruel, Portum], esto es la paz. Así en verdad explica este lugar Fabio [Quintiliano].

Una advertencia que no cae en saco roto, pues, al dirigirla Horacio al perdedor de la batalla, avala su cumplimiento y certifica lo incierto e inconveniente de aventurarse en empresas para las que no se está debidamente provisto. Con todo, como a quien verdaderamente habla la oda es al Princeps, que la escuchó 34 , es a él a quien por extensión se invita a su puesta en marcha. Y en esto también sigue Borja al poeta, pues es Felipe II destinatario de su obra, y por tanto a quien convida a abrazar la paz 35 .

Vemos, pues, que el uso intertextual que el diplomático realiza del pasaje dota de actualidad a un poema compuesto más de milenio y medio antes, al tiempo que identifica a las figuras a las que están dedicadas ambas composiciones. Bien es cierto que, de forma inversa, pues el lector sabedor de que la oda está dedicada a Augusto, fundador de la nueva Roma, creador de la Pax Augusta / Pax Romana, y encarnación de la Ciudad, parte de él para llegar a Felipe II.

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Notas

1 Acerca de la intertextualidad y sus funciones, ver Segre, 1982.

2 Para la relación de Felipe II y la Compañía, ver López Arandia, 2012.

3 García Mahíques, 1998, pp. 19 y 21.

4 Sobre la peregrinación de Francisco de Borja, ver Ruiz Jurado, 2013.

5 Su ingreso en ella se debe a que fue el centro en el que los fundadores de la Compañía acudieron antes de partir a París y a que era la única Universidad en España que ofrecía el modus Parisiensis. Modelo elegido por los jesuitas porque, por un lado, a diferencia del modus Bononiensis, que perseguía la pro­fesionalización, acentuaba el aspecto científico y se centraba en el estudio de la Teología; y por otro era un sistema en el que los profesores alquilaban sus servicios ofreciendo un canon común que facilitaba la organización curricular (Codina Mir, 2004).

6 En todo momento, nos referimos a la primera parte de la obra, ya que la segunda, completada por su nieto (1680), es seguro que contiene empresas de este último.

7 García Mahíques, 1998, pp. 22 y 32. La estancia en Lisboa es relevante, en nuestro caso, porque en ella conoció a Juan de Holanda quien, se supone, le animó a la composición de las Empresas morales (García Mahíques, 1998, p. 37 y Ledda, 2015, p. 61).

8 López Poza, 2000, p. 224; García Mahíques, 1998, p. 79.

9 García Arranz, 2010, p. 30. Se ha apuntado en otros lugares (Martínez Sobrino, 2017 y 2018) que la obra es reflejo de la pedagogía de la Compañía y muestra el modelo de hombre inspirado por ella. Por otro lado, estos rasgos se trasladan de la obra al género y destacan la emblemática hispana de la del resto de Europa, que no aspira tan claramente a fines ético-políticos (Bouzy, 2007).

10 La comprensión total de la obra resulta complicada sin tener en cuenta el peso de la Compañía (García Mahíques, 1998, p. 18).

11 Por ello se convierte en el método adecuado para la formación, difusión y transmisión de saber, por lo que los jesuitas se entregarán a ella en cuerpo y alma (Chatelain, 1992, p. 349). Entre otras razones por la capacidad inherente del emblema a interpretarse y reinterpretarse a partir de las tensiones y dis­continuidades nacidas de las creencias de escritores y lectores (Daly, 2001, p. 416).

12 Un deseo que expresa así «de aprovechar en algo a los que las leyeren, por ser lo que se trata materia de buenas costumbres que es lo que tanto nos importa» (Borja, Empresas morales, p. 13). Idea recogida por su nieto en el prólogo a la edición de 1680, Bruselas, fol. B: «sacó sin duda los sólidos provechosos documentos que dejó a la posteridad en estas empresas».

13 López Poza, 2000, p. 224; García Mahíques, 1998, p. 43.

14 García Román y Martínez Sobrino, 2007.

15 De hecho, en la misma obra se predica la necesidad de ser humilde, ver Martínez Sobrino, 2013, 2015, 2018 y García Román y Martínez Sobrino, 2017.

16 Los gobernantes y teóricos, conscientes de que la política requería de soluciones conflictivas con los principios de su fe, empeñaron sus esfuerzos en dar con una solución que los compatibilizara y encon­traron el disimulo (López Poza, 2000, pp. 221-224).

17 Entre sus afrentas destaca el divulgar los secretos escuchados a los dioses en los banquetes en que estaba invitado. Así han de leerse también otras empresas, por ejemplo, la 9, Bis pereo, la 44, que con un Procul en su mote aconseja alejarse del poder (Borja, Empresas morales, pp. 30 y 100 respectivamen­te). No ha de sorprender esta prevención, los monarcas, en especial Felipe II, llevaban a cabo misiones simultáneas sin el conocimiento de sus servidores oficiales, con lo que ello suponía (Deswarte-Rosa, 1987, pp. 163-164).

18 Esto no quiere decir que sean los únicos lugares en que se percibe su presencia en la obra; ver García Mahíques, 1998.

19 Tras Goa y Mantua, el primero.

20 De hecho, incluso cuanto la Ratio (1591) establezca un currículo unificado, los centros gozarán de cierta independencia, ya que la adquisición de obras es desigual. De otra parte, las mismas tribulaciones del momento harán que aquél permanezca en continuo debate. Por ello, los autores y obras recogidas en las constituciones y rationes son más bien desideranda (Codina Mir, 2004, p. 56).

21 Junto a Cicerón, César, Terencio (no siempre), Ovidio, Tácito, Salustio, Homero, Sófocles, Demóste­nes, Quintiliano, ver por ejemplo Disposición y orden del Estudio General del padre Jerónimo Nadal, S. I. (ed. Lukàcs, 1965, pp. 137-138). Conviene apuntar que la orden siempre prohibió el uso de autores cris­tianos por el riesgo de interpretaciones heréticas (Laspalas y Martínez Sobrino, en su ed. de Francesco Sacchini, S. I., Sobre el provecho y los peligros de la lectura, p. xxxii).

22 Ludwig, 1993; Dauvois, 2012.

23 De hecho, afirma en el Arte de hablar el Brocense, al definir la alegoría con esta oda (Carm 1. 14. 2-3), lo que se activa en el lector no son sólo los versos citados, sino el poema completo (Merino Jerez, en su ed. de El arte de hablar, p. 152).

24 Apunta Segre (1982, pp. 17-18) que el dialogismo entre textos no relaciona intenciones anónimas por generales, sino específicas, las del autor con las del citado.

25 La identificación entre dissimulatio y alegoria aparece en los tratados de la época, porque la alegoría (Fletcher, 1964, pp. 120 y 121) se ha utilizado tradicionalmente para la formación moral al tiempo que para animar a la acción al censurar y/o alabar ciertas conductas. Así Puttenham, en su Arte of English Poesie(III, 18) de 1589, identifica con la alegoría las figuras de metáfora, sinécdoque, inversión, enigma, proverbio, ironía e hipérbole. Una relación que establece desde el aforismo latino qui nescit dissimulare nescit regnare y ejemplifica con anécdotas biográficas de Enrique VIII, Carlos V, Francisco I, etc. En España, lo mismo hacen Nebrija en su Diccionario latino-español (1492) y el Brocense en su Arte de hablar (1556).

26 El pensamiento de Horacio, como el de Virgilio y Livio, entroncaba con el programa de restauración política de Augusto a través de las formas oficiales de culto, esto es, la religio.

27 Para la suerte posterior de las lecturas, ver Fraenkel, 1980, pp. 154-158, Cremona, 1982 y Encinas Martínez, 2001.

28 Objetivo establecido en los inexcusables Ejercicios Espirituales. Comparten este fin empresas como las 60 y la 39, ver García Román y Martínez Sobrino, 2007 y Martínez Sobrino, 2008, 2013 y 2015.

29 Para la relevancia de Ascensio, ver Renouard, 1908, Weinberg, 1955 y White, 2013; sobre su suerte entre los jesuitas en España, ver Madrid Castro, 2016a, 2016b, 2018.

30 Las traducciones son todas nuestras.

31 No se debe al azar su interpretación, la nave, en la época, metaforizaba el estado y la vida propia (en especial en su aspecto amoroso); así Quintiliano (8. 6. 44): «Allegoria, quam inversionem interpre­tantur, aut aliud verbis, aliud sensu ostendit, aut etiam interim contrarium. Prius fit genus plerumque continuat,is tralationibus, ut “O navis, referent in mare te novi fluctus: o quid agis? Fortiter occupa por­tum”, totusque ille Horati locus, quo navem pro re publica, fluctus et tempestates pro bellis civilibus, portum pro pace atque concordia dicit».

32 Mancinelo añade que hay quienes creen erróneamente que tras la metáfora se oculta Pompeyo (fol. 23v). Lectura exitosa posteriormente, ver Cremona, 1982, pp. 71-75.

33 Idea repetida de nuevo en fol. 23v: «O navis per allegoriam ut diximus populum romanum intelligit vel potius Marcum Brutum».

34 Cremona, 1982, pp. 274-276.

35 Desconocemos a qué conflicto se refiere, ya que España tenía muchos frentes abiertos entonces.

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