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«¡Que así del mal el bien tal vez se saca!»: el símil de la triaca en Primero sueño de sor Juana Inés de la Cruz
«In this matter, from evil, sometimes good is thown!»: Simile of «triaca» in First dream by sor Juana Inés de la Cruz

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 10, núm. 2,

Instituto de Estudios Auriseculares

Leonardo Sancho Dobles

Universidad de Costa Rica, Costa Rica

Recibido: 17 mayo 2022

Aceptado: 29 junio 2022

Resumen: Se proponen algunas claves para un posible acercamiento al poema Primero sueño de sor Juana Inés de la Cruz a partir de un fragmento de la misma silva, en el cual se establece un símil a partir del concepto del veneno y el antídoto; además, con el objetivo de ampliar la comprensión de este emblemático poema de la monja novohispana, se lleva a cabo una evaluación del aparato de glosas referentes a ese fragmento en algunas de las ediciones críticas.

Palabras clave: Primero sueño , sor Juana Inés de la Cruz, triaca, veneno, símil.

Abstract: This paper shows some keys to a possible aim to the poem First Dream by sor Juana Inés de la Cruz, a fragment taken from the same silva; it explores a simile using the venom-antidote concept. Besides, the objective of this paper is to enhance the comprehension of this emblematic poem of the Nov Hispanic nun, by evaluating a gloss corpus that refer to this fragment in critical editions.

Keywords: First dream , sor Juana Inés de la Cruz, «triaca», Poison, Simile.



«Cegar por mirar al sol es gloria del animoso
y es vanidad de la vista la ceguedad de los ojos.»

Fuente: Sor Juana Inés de la Cruz, «Encomiástico poema a los años de la excelentísima señora condesa de Galve», vv. 33-36, Segundo volumen, 1692

Los Afanes De La Apolínea Ciencia

El universo del Siglo de Oro se encuentra surcado por un sinnúmero de textos que pertenecen al canon literario; sin embargo, otros responden a referentes discursivos y sistemas retóricos diferentes como algunos tratados científicos de medicina, de farmacopea, de botánica o de herbolaria, por citar algunos. En ocasiones estos otros discursos pasan a formar parte de composiciones dramáticas, líricas o narrativas, como por ejemplo el difundido manual de farmacopea conocido como el Dioscórides 1 que es citado en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha con lo cual se evidencia que los referentes textuales del hidalgo ingenioso iban más allá de los libros de caballería o de los referentes literarios: «—Con todo eso—respondió don Quijote—, tomara yo ahora más aína un cuartal de pan o una hogaza y dos cabezas de sardinas arenques, que cuantas yerbas describe Dioscórides, aunque fuera el ilustrado por el doctor Laguna» 2 . Todo lo anterior da cuenta del complejo sistema textual literario, médico y farmacológico al que es justo agregar el denominado «salutífero» bálsamo de Fierabrás 3 .

Las referencias en los textos literarios auriseculares a las dolencias, las enfermedades, las pestes y a las sustancias tóxicas como los venenos, así como a sus curaciones mediante vacunas, triacas o antídotos, son bastante curiosas porque representan el triunfo definitivo de la vida sobre la muerte. Bosquejar un capítulo de esta hazaña es el fin de esta nota.

En esta oportunidad se toma en consideración un segmento del poema Primero sueño 4 de la poeta novohispana sor Juana Inés de la Cruz, en el cual se hace una referencia directa a la triaca y al veneno, de tal manera que en esos versos se conjuntan la poesía y la medicina como si se examinara algún afán de las ciencias apolíneas. Se trata del fragmento entre los versos 516 al 539 de la conocida silva sorjuanina, sobre el cual se lleva a cabo además un examen del aparato de glosas en algunas de las ediciones críticas del poema.

Con el objetivo de alcanzar una mayor comprensión del segmento y de su función en la silva, conviene hacer una serie de consideraciones previas.

«El sueño todo, en fin, lo poseía…»

Alrededor de Primero sueño hay una considerable cantidad de análisis, ediciones, lecturas e interpretaciones. Los trabajos de exégesis sobre el poema resultan cuantiosos, versan sobre el trasfondo filosófico de Santo Tomás 5 o sobre aspectos relacionados con la emblemática 6 así como la astrología 7 por citar algunos; recientemente se han publicado estudios sobre la historia de la transmisión textual 8 en el devenir de las publicaciones derivadas del Segundo volumen de las obras de soror Juana Inés de la Cruz del año 1692 y también han surgido otras iniciativas de edición y de anotación al texto 9 .

En cuanto al significado de esta silva en el devenir del corpus sorjuanino y en la lírica del Siglo de Oro, es pertinente traer a colación lo que planteara Alfonso Méndez Plancarte, hace poco más de siete décadas cuando saca a la luz el primer tomo del proyecto de la edición de las obras completas de la monja novohispana, pues el estado de la cuestión alrededor de esta silva gravita alrededor de lo que en aquel momento indicaba el editor, propone que se trata de un

Poema ciertamente muy arduo, y aun si se quiere «cuneiforme», pero «espléndido» —como ya Amado Nervo lo adjetivó—, preclaramente ha subrayado Chávez su alta «profundidad…, su poesía sutil y luminosa… y la más grande originalidad y fuerza»… Y su coetáneo, el P. Juan Navarro Vélez, Provincial de los Clérigos Menores de Andalucía, juzgaba certero: «Donde este Ingenio grande se remontó aun sobre sí mismo, es en este Sueño», por más que «ha menester ingenio bien despierto quien hubiere de descifrarle; y me parece desproporcionado argumento de pluma docta, el que con la luz de unos comentarios se vea ilustrado para que todos gocen los preciosísimos tesoros de que está rico»… «Obra maestra», en fin, y «logro poderoso» —proclama Vóssler—, cuyo hermetismo «viene de una necesidad psíquica ineludible» de Sor Juana, con la tan espontánea inspiración —y tan insospechable sinceridad en su gongorismo— que ella propia así hiperboliza:

«No me acuerdo haber escrito por mi gusto, si no es un papelillo que llaman el Sueño»… (Resp. a Sor Filotea) 10 .

En lo que se refiere al eje argumental del poema resulta común y siempre necesaria la referencia a la síntesis que realiza el padre Calleja en el prólogo al volumen Fama y obras póstumas de la poeta novohispana publicado en el año 1700 en donde plantea que «Siendo de noche me dormí; soñé que de una vez quería comprender todas las cosas de que el universo se compone; no pude, ni aun divisas por sus categorías, ni aun solo un individuo. Desengañada, amaneció y desperté» 11 . Al respecto del contenido de la silva también uno de sus más recientes editores señala:

En la silva la Décima Musa cuenta cómo, tras anochecer, los seres van sucumbiendo al embate del sueño hasta que, llegado el turno, describe el modo en que se apodera de su persona. A partir de entonces, la descripción se centra en el soñar propiamente dicho, o sea, en la aventura onírica. En el transcurso explica cómo, soñando que su alma se separaba de su cuerpo, ésta ascendió para encontrarse de pronto a una altura tal que intentó conocer, «de una sola vez», intuitivamente. Al intento siguió el fracaso, pues no consiguió entender nada; por lo cual se planteó la factibilidad de volver a ensayarlo, sólo que ahora recurriendo al método aristotélico, que va considerando las cosas singularmente. Mientras repasaba los «grados» de estas «cosas» por los que penosamente tendría que subir para, si fuese posible, acceder a la cima del conocimiento, su persona comenzó a despertar y en el mundo a amanecer 12 .

En efecto, a lo largo de sus 975 versos el poema se refiere al peregrinar del alma dormida por los intersticios del conocimiento y su fracaso en el afán de alcanzar el saber universal.

«En bien proporcionadas cantidades…»

La arquitectura verbal de la silva se construye a partir del andamiaje entre los versos heptasílabos y endecasílabos; sin embargo, al echar mano de la construcción sintáctica del hipérbaton, la voz lírica se modula en una secuencia de digresiones, paréntesis y pausas; en algunas oportunidades se da el caso del empleo de una digresión que contiene otra digresión, un fragmento insertado dentro de otro fragmento mayor y que, a su vez, está relacionado con la totalidad del poema. Lo anterior ocurre en el segmento 13 objeto de este estudio, en el que se hace referencia al veneno y a la triaca 14 :



Recurso natural, innata ciencia
que confirmada ya de la experiencia,
maestro quizá mudo,
retórico ejemplar inducir pudo
a uno y otro galeno
para que del mortífero veneno,
en bien proporcionadas cantidades,
escrupulosamente regulando
las ocultas nocivas cualidades,
ya por sobrado exceso
de cálidas o frías,
o ya por ignoradas simpatías
o antipatías con que van obrando
las causas naturales su progreso,
a la admiración dando, suspendida,
efecto cierto en causa no sabida,
con prolijo desvelo y remirada,
empírica atención examinada
en la bruta experiencia,
por menos peligrosa
la confección hicieron provechosa,
último afán de la apolínea ciencia
de admirable triaca
¡que así del mal el bien tal vez se saca! (vv. 516-539).

Fuente:

Como consecuencia de las características de la organización de la silva, la serie versos de este fragmento está inserta en una secuencia más amplia, que va entre los versos 495 y 559 15 la cual como lo plantea Soriano Vallès 16 bien se puede comprender en una secuencia entre el «El deslumbramiento», «El “Recurso”» y «El razonamiento» en los cuales, en el plano del contenido de la silva, se describe el asombro del alma al acercarse al conocimiento universal, el cual ha resultado de tal incandescencia que ciega la percepción del ánima y le impide percibir mediante la vista así que, por un acto reflejo involuntario, esta ha debido refugiarse entre las sombras. Entre los versos 405 y 515 del poema se describe la reacción del ánima encandilada y asombrada:



Mas como al que ha usurpado
diuturna obscuridad de los objetos
visibles los colores,
si súbitos le asaltan resplandores,
con la sobra de luz queda más ciego
—que el exceso contrarios hace efectos
en la torpe potencia, que la lumbre
del sol admitir luego
no puede por la falta de costumbre—,
y a la tiniebla misma, que antes era
tenebroso a la vista impedimento,
de los agravios de la luz apela,
y una vez y otra con la mano cela
de los débiles ojos deslumbrados
los rayos vacilantes,
sirviendo ya —piadosa medianera—
la sombra de instrumento
para que recobrados
por grados se habiliten,
porque después constantes
su operación más firmes ejerciten.

Fuente:

Esta oposición, a manera de dicotomía entre la luz y la oscuridad en la cual el alma debe recurrir a las sombras luego de haber sido deslumbrada y cegada por la «sobra de luz» (v. 499), es la que le permite a la voz lírica establecer la analogía por «el exceso contrarios» (v. 500) e insertar el símil de la triaca. Luego de haber sido expuesta a la refulgencia del conocimiento el ánima se resguarda en las tinieblas, literalmente se asombra, así es como encuentra refugio y resguardo y aprovecha para realizar una consideración sobre el veneno y su antídoto, de tal manera que resulta una reflexión especular entre refulgencia / sombra y veneno / triaca. Las dicotomías que contienen los contrarios del mal y el bien se ven reflejadas en la digresión, porque la oscuridad es equivalente al veneno y de él mismo se obtiene la cura, el antídoto o el asombro, para contrarrestar la ceguera que ha ocasionado el deslumbramiento.

Hacia el final del pasaje en el que está contenido el símil de la triaca, versos 540-559, la voz lírica plantea que el entendimiento se recupera en las sombras, «recobrase a sí misma del espanto» (v. 544) y lentamente asume su condición e imposibilidad de abarcar la totalidad del saber 17 y procura poner en práctica un nuevo método para aproximarse al conocimiento mediante un discernimiento y clasificación de los objetos 18 que lo conforman:



[…] no de otra suerte el alma, que asombrada
de la vista quedó de objeto tanto,
la atención recogió, que derramada
en diversidad tanta, aun no sabía
recobrarse a sí misma del espanto
que portentoso había
su discurso calmado,
permitiéndole apenas
de un concepto confuso
el informe embrïón que, mal formado,
inordinado caos retrataba
de confusas especies que abrazaba
—sin orden avenidas,
sin orden separadas,
que cuanto más se implican combinadas
tanto más se disuelven desunidas,
de diversidad llenas—,
ciñendo con violencia lo difuso
de objeto tanto, a tan pequeño vaso
(aun al más bajo, aun al menor, escaso).

Fuente:

La secuencia de los versos que van del 495 y 559 responde al eje central sobre el que se sustenta temáticamente la totalidad de la silva y es el que tiene que ver con la luz y la sombra, por consiguiente el día y la noche, el dormir y el despertar, el sueño y la vigilia y, finalmente, el conocimiento y la ignorancia, oposiciones sobre las que se articula el carácter dicotómico 19 de Primero sueño. Por otra parte, el segmento de versos entre el 516 y el 539, en los cuales se incluye el símil de la triaca y es el objeto de esta aproximación al poema, hace referencia precisa a elementos de la medicina 20 y la farmacología del momento, estas analogías poéticas y alusiones concretas al discurso médico permiten un acercamiento con mayor detalle al contexto científico y clínico del Siglo de Oro dentro del cual también se inserta la silva de sor Juana Inés de la Cruz.

«… maestro quizá mudo, / retórico ejemplar inducir pudo / a uno y otro galeno…»

Con el propósito de escudriñar y de esclarecer las referencias al discurso médico en el segmento de la triaca y el veneno, se cotejan a continuación las glosas de cuatro de las ediciones críticas del Primero sueño y se observan, además, las modalidades de aproximación a la silva sorjuanina que han prevalecido a lo largo de siete décadas. Se trata de la edición de Alfonso Méndez Plancarte, correspondiente tomo primero Lírica personal (1997), de las obras completas de la monja novohispana publicado en el año 1951; El precipicio de Faetón. Nueva edición, estudio filológico y comento de «Primero sueño. de sor Juana Inés de la Cruz , edición a cargo de Alberto Pérez-Amador Adam del año 1996; la edición del tomo de la Lírica personal de sor Juana Inés de la Cruz elaborada por Antonio Alatorre (2012) publicada en el 2009 y, finalmente, Primero sueño , edición, introducción, apéndice y anotación realizadas por Alejandro Soriano Vallès y publicado en el año 2019.

Como punto de partida, en el primer tomo de las obras completas de la monja novohispana, en la nota ilustrativa correspondiente al verso 520 en el cual se dice «a uno y otro galeno», Alfonso Méndez Plancarte indica que se trata de una referencia

a Claudio Galeno, de Pérgamo, cuyas obras con las de Hipócrates figuran en la biblioteca de Sor Juana, en el óleo de M. Cabrera. —También el P. Granada cita sobre todo a «Galeno, príncipe de los médicos… que escribió esta admirable fábrica del cuerpo humano»… (op. cit., I 23). Y sus tratados capitales al respecto son los «De usu partium», «De anatomicis administrationibus» y de «locis affectis» (Laín Entralgo, 134) 21 .

En cuanto al verso 534, en el cual la voz lírica menciona a la «bruta experiencia», el primer editor de la obra de sor Juana Inés de la Cruz anota «el experimento médico hecho en los brutos, “in anima vili”» 22 y, finalmente, al respecto de la alusión a la «Apolínea ciencia» Méndez Plancarte explica que se trata de «la medicina de la que —al par que de la Poesía— era dios Apolo…: cfr. Horacio, Carmen Secular: «Phoebus / qui salutate levat arte fessos / corpore artus”» 23 . En estas tres glosas se observa el referente médico que va a prevalecer en las ediciones y en los comentarios a estos versos de la silva: los galenos, la apolínea ciencia y la experimentación clínica en los animales.

En el «comento» de El precipicio de Faetón Pérez-Amador Adam también observa la referencia a Claudio Galeno y plantea que se trata de un médico célebre de la Antigüedad a quien «se le atribuyen las obras De anatomicis administrationibus, De usu partium . De locis affectis» 24 seguidamente agrega que «Según el retrato de Miguel Cabrera —basado a su vez en un autorretrato perdido— sus obras se encontraban en la biblioteca de Sor Juana. En el poema, su nombre cumple una función metonímica haciendo referencia a todo aquél dedicado a la medicina» 25 . Con respecto a la alusión a la «bruta experiencia» anota que «Los experimentos en animales, mencionados en el v. 534, se consideraban en la antigüedad de menor peligrosidad por realizarse in anima vili, es decir en almas menores» 26 ; sin embargo, este editor amplía la glosa a partir de la distinción cartesiana entre humanos y animales 27 e indica que

La idea del alma animal persistió hasta que Descartes desarrolló la idea de las máquinas animales donde declaraba la imposibilidad del animal de percibir dolor. Según él, sus reacciones a la tortura tan solo eran una cuestión mecánica. Tales ideas criminales han caracterizado el concepto de investigación científica desarrollado durante toda la modernidad 28 .

Por otra parte, y al igual que su predecesor, se refiere al dios Apolo como uno de los dioses protectores de la medicina 29 ; ahora bien, en esta otra edición crítica, hay una llamada que resulta bastante significativa, pues en esta oportunidad se glosa por primera vez el término «triaca» sobre el cual el editor anota:

En el v. 538 Sor Juana menciona la triaca. Esta era un remedio medicinal de la antigüedad supuestamente creado por Andrómaco, el médico del emperador Nerón y descrito en un poema citado por Galeno en su escrito De antidotis. Constaba de setenta sustancias diferentes entre las cuales sobresalía el opio, el vino, diversos vegetales, raíces, canela, mirra y miel. Fue utilizado hasta el siglo pasado cuando se le preparaba con gran ceremonia en las farmacias venecianas, holandesas y francesas bajo la severa mirada de magistrados correspondientes. Se le aplicaba contra el efecto ponzoñoso de las mordidas de las bestias 30 .

Con esta primera referencia al concepto de triaca las ediciones críticas del Primero sueño amplían el referente del discurso médico puesto que los antídotos contrarrestan los efectos de los venenos, con lo cual a partir de la silva se profundiza y se extiende el espectro clínico hacia la toxicología.

Por su parte, en la edición del tomo Lírica personal de la poeta novohispana, Antonio Alatorre hace una observación precisa al pasaje como tal y señala:

516-539: éste es, para mí, el más sorprendente, el más extraño de los muchos «excursos» del Sueño: ya el enlace con lo anterior es raro: la luz vale ahora como salud y vida, y la sombra como enfermedad y muerte: con estos elementos elabora la sabia monja un elogio del arte de la medicina, ese logro estupendo de la inteligencia humana: así como el pobre encandilado por la luz del mediodía tiene que hacerse sombra con la mano, así el arte médica ha descubierto remedios cuya eficacia consiste en tener, sabiamente estudiadas, ciertas dosis de «mortífero veneno». No cabe duda de que el deseo de exhibir estos conocimientos fue irresistible para sor Juana. (El elogio, en nuestros días, sería para la química farmacéutica más que para la medicina.) 31 .

Conviene prestar atención a que Alatorre ubica el sentido del segmento dentro de la digresión en la cual se encuentra inserto y, a partir de ahí, teje nexos de significado. Al igual que las ediciones precedentes, en esta oportunidad también se glosan conceptos como «bruta experiencia» y se explica que «antes de darle a un ser humano la nueva medicina en que hay ingredientes peligrosos, es prudente dársela a un animal» 32 , también se anota «apolínea ciencia» pues el dios «Apolo se asocia con los logros más altos de la civilización, uno de ellos la medicina; pero el dios de la medicina es más bien su hijo Esculapio» 33 . Finalmente, es necesario resaltar que este editor anota que en el verso 539 la locución «tal vez» posee el significado de «a veces» 34 , es decir que en lugar de adverbio de duda significa una locución adverbial de tiempo y frecuencia es decir en esta glosa registra el sentido de las palabras en el propio contexto de la enunciación.

En la edición más reciente elaborada por Soriano Vallès, se amplía el corpus de anotaciones y se detallan con mayor precisión algunas llamadas con otras referencias bibliográficas, por ejemplo, la del verso 520 referente a los galenos, anota

Sabat y Rivers: «Galeno es conocido médico griego, cuyo nombre aquí se convierte en sustantivo común, “médico”». Méndez Plancarte: «a muchos médicos, según la notoria alusión a Claudio Galeno, de Pérgamo, cuyas obras, con las de Hipócrates, figuran en la biblioteca de Sor Juana, en el óleo de M. Cabrera». Entre esos «muchos médicos» podemos incluir, cual se aprecia en el libro del famoso cirujano de Felipe II, Dionisio Daza Chacón (op. cit.), al enciclopedista latino Aulo Cornelio Celso; a los griegos Aecio de Amida, Pablo de Egina, Serapión de Alejandría y Juan Zacarías Actuario; y a los persas Rasis (Al-Razi) y Avicena 35 .

En el corpus de las ediciones críticas de la silva sorjuanina, la edición de Soriano Vallès es la que con mayor detalle elabora una glosa alrededor de «mortífero veneno» y su correspondiente «triaca». A propósito, el editor transcribe una cita de Martín Arredondo, quien fue el exponente del galenismo aplicado a la medicina animal, considerado el mejor médico albéitar, o veterinario, del siglo xvii a quien el editor cita textualmente

Y es esto exactamente a lo que Sor Juana se refiere: el veneno mortal, en dosis adecuadas en las que se regule lo nocivo —es decir, ora lo «frío», ora lo «caliente»; las «simpatías o antipatías»—, puede llegar a ser algo provechoso. Martín Arredondo (Obras de albeitería, Madrid, Bernardo de Villadiego, 1669, pp. 302-303): «Todos los que persuaden y alaban el uso de la triaca traen en su defensa por autor a Andrómaco, que dice este verso en alabanza: Así como el fuego por su grande actividad y potencia consume y purifica las cosas, así la triaca los malos humores del cuerpo, y le da vigor y fuerza, preservando a los malos [sic] para no enfermar de peste, y a los que cayeron malos, sanándolos. La razón parece que lo confirma, pues como un contrario se expele y vence con otro, así la mala calidad pestilente por ser venenosa, y la triaca contra el veneno, peleando la una contra la otra, será causa de opugnarla y vencerla, estando naturaleza siempre de parte del remedio, cuando la pelea de los contrarios es igual […]. Ni a los sanos parece es lícito usar de la triaca, pues teniendo este medicamento tanta fuerza y eficacia, no hallando contrario o contra quién pelear en el cuerpo sano, de necesidad ha de hacerse daño, obrando en los humores que están templados, alterándolos con la fortaleza que tiene hasta volverlos venenosos. Para entender bien esta dificultad, como dice Nicolao, se ha de saber que la triaca tiene virtud contra las enfermedades pestilentes de atraer para sí el veneno y consumirle, y en los sanos de preservar que no caigan; y esto, fortaleciendo el calor natural y consumiendo los excrementos del cuerpo, le deja bien dispuesto para resistir las causas externas; pero hase de advertir que, aunque tenga tantas virtudes este medicamento, no por eso se ha de dar en cualquier enfermedad, por hacer diferencia de cantidad, de tiempo y complexión». Asimismo (ibidem, p. 304): «Ya que he tratado de la triaca y su virtud, trataré de otra tan excelente cuanto alabada de Plinio, el cual dice que es contra todos los animales venenosos, esculpida con versos a la puerta del templo de Esculapio en una piedra. Es su composición ésta: de serpol, dos dracmas; opopónax y mijo, de cada cosa, otro tanto; de trébol, una dracma; de eneldo, simiente de anís y de hinojo, ameos, apio, de cada cosa, seis dracmas; de harina de yeros, doce dracmas. Todas estas cosas molidas y cernidas, mezcladas con vino blanco añejo, hecho en forma de pastillas y secas; molerlo y darlo en ayunas, desatado en vino» 36 .

Esta llamada relativa al «mortífero veneno» se amplía con mucho mayor detalle con otra referencia los experimentos de Galeno de Pérgamo, para lo cual el editor recurre también a otra cita textual, en esta oportunidad tomada de Práctica y teórica de cirugía, en romance y en latín de Dionisio Daza Chacón publicado en el año 1673:

Hablando de la cura de las heridas venenosas, explica Daza Chacón (op. cit., p. 119): «La otra manera de cura que nos propuso Galeno es aplicando remedios contrarios a lo que el enfermo sintiere, no sólo en la herida, pero en todo el cuerpo; porque a unos les parece que se abrasan la herida y todo el cuerpo, y otros están helados; y los unos y los otros se han de curar con alexifármacos [“que son medicinas que del todo se contrarían a los venenos mortíferos, como dijo Galeno, y socorren sus accidentes”] contrarios; aunque hay algunos que socorren a los unos y a los otros, como es la triaca, que a los que sienten aquel fuego los enfría, y a los que sienten el frío los calienta». Sor Juana (núm. 228, vv. 53-55): «que Ella es la dulce Trïaca / que todo el veneno saca / y cura de todos males» 37 .

Con respecto a la mención a la «bruta experiencia» Soriano Vallès incorpora en sus glosas algunas referencias textuales de la época relativas al contexto médico experimental aplicado a los animales, lo cual ofrece una explicación sobre los límites del veneno y los alcances de los antídotos o triacas. Al respecto de las triacas en su fase experimental en animales el editor comparte una cita textual de Alonso Díez Daza en la que también se menciona a Galeno:

Alonso Díez Daza (Avisos y documentos para la preservación y cura de la peste, Sevilla, Clemente Hidalgo, 1599, II, 12): «dice Galeno [en De theriaca ad Pisonem, II] que siendo este medicamento tan celebrado y estimado por el efecto suyo que, queriendo experimentar la facultad deste medicamento, dice que hacía traer gallos monteses y les daba a comer animales ponzoñosos como víboras y otras fieras, y dice que los tales gallos que bebían el dicho medicamento todos vivían, y a los que no se les daba todos morían, cosa cierto digna de hacerse para averiguación de su bondad y efecto particular» 38 .

Esta llamada finaliza con otra referencia textual que también hace mención a este tipo de pruebas «Antonio de Escobar y Mendoza (Examen y práctica de confesores y penitentes, París, Antonio Bertier, 1665, V, 8): “Es lícito tomar el artífice de la triaca veneno para hacer la confección. Si concurriendo estas condiciones: 1.- Que el que la compuso sea perito en su arte. 2.- Que primero se haga la experiencia en algún bruto”» 39 .

Finalmente, esta edición consigna una glosa en la cual se amplía la referencia a la «apolínea ciencia». A partir de una cita de la Filosofía secreta (1599) de Juan Pérez de Moya, el editor anota lo siguiente:

Dicen que Apolo fue inventor de la medicina porque el sol, entendido por Apolo según Ovidio, [Las metamorfosis, I] da virtud a las yerbas y a los demás simples de que la medicina se sirve. Y las yerbas que más les da el sol son de más virtud que las que están en lugares sombríos, húmedos, que menos participan dél. O porque el sol, entendido por Apolo, es un planeta que, según astrólogos, a los que nacen en su ascendente les inclina a saber ciencias. O porque este Apolo en cuanto hombre fue, según Teodoncio, el primero que conoció muchas virtudes de yerbas, y el que las aplicó a las enfermedades; por lo cual, y por la consideración de que muchos enfermos con sus remedios y saludables consejos alcanzaban la salud, no sólo le tuvieron por inventor de la medicina, mas aun por dios de la sabiduría 40 .

En el devenir de las ediciones críticas que se han venido sucediendo se puede observar una progresión, a manera de in crescendo, en el proceso de anotación textual. A partir de la edición de Méndez Plancarte que vio la luz en el año 1951 el aparato crítico se vuelve más preciso en los términos y conceptos, las voces y sus respectivos significados, así como las referencias a otros documentos bibliográficos que amplían el contexto de la enunciación y favorecen una mayor comprensión de los avances de las ciencias y los experimentos médicos, farmacológicos y toxicológicos, lo cual posibilita comprender con mayor claridad el universo de pensamiento de la poeta novohispana y el complejo sistema retórico, semántico, referencial, científico y filosófico sobre el cual se fundamenta Primero sueño.

Llama la atención que ninguna de las ediciones críticas consultadas se refiere a las definiciones de algunos vocablos específicos como «triaca» según se consigna en el Tesoro de la Lengua Castellana o Española 41 de Sebastián de Covarrubias o bien la definición que ofrece el Diccionario de Autoridades 42 sobre esa misma palabra. De igual manera en estas ediciones no se echa mano de otros términos afines como «veneno», cuya definición también se relaciona con textos del Siglo de Oro 43 pues se utiliza en ocasiones en sentido figurado 44 , así tampoco se asocia el fragmento con otros términos como «ponzoña» 45 . Estos aspectos de carácter léxico semántico y también lírico resultan también de utilidad para profundizar en el espectro semántico y también para ampliar el contexto de la enunciación de la silva sorjuanina.

«… efecto cierto en causa no sabida…»

En la silva de la poeta novohispana se plantea el deambular del alma por los intersticios del conocimiento con tal de alcanzar la Summa del conocimiento, el saber absoluto. En ese viaje asciende, se aproxima al conocimiento, se deslumbra, fracasa y se despeña; sin embargo, el poema deja una serie de interrogantes por resolver.

Ahora bien, teniendo en cuenta lo anterior, ¿qué puede decirse, grosso modo, de Primero sueño? Apuntemos brevemente que la Fénix nos habla de un oscurecimiento inicial que, apoderándose del mundo y de ella misma, produce un sueño (y la polivalencia de la palabra en español, enriqueciendo la obra al adensarla, permite el paso entre planos cual si de universos se tratara) que se sueña como pletórico de luz y posibilidades cognoscitivas; sueño en que, sin embargo, lo soñado, a pesar de hallarse «presente» ante quien sueña, se aleja de él en cimas y abismos de incomprehensibilidad; sueño en que la luz y las posibilidades no son sino soñadas y, por consiguiente, con el avance de la verdadera luz, reconocidas como insustanciales 46 .

Inserto en el sentido de la totalidad de la silva, el segmento sobre el símil de la triaca permite plantear algunos aciertos en ese afán de alcanzar esa Summa. Como se ha planteado, se trata de una digresión dentro de otra mayor que cumple la función de comparar o de contraponer el efecto de la triaca sobre el veneno de la misma manera que la sombra sobre el deslumbramiento pues, por un reflejo involuntario, el alma debe recurrir a la tiniebla misma para recuperarse luego de haber sido expuesta a la refulgencia del conocimiento, el alma se resguarda en la sombra, se asombra; en este mismo sentido Georgina Sabat de Rivers observa que la «luz y la oscuridad se aplican alternadamente para curar la deslumbrada potencia visual del alma» 47 . Así como los ojos deslumbrados se resguardan en las tinieblas para adecuarse a la luz, los antídotos neutralizan los efectos del veneno, es decir «del mal el bien tal vez se saca» porque la cura se encuentra en la enfermedad misma. José Miguel Oviedo afirma que Primero sueño es un «Poema nocturno, que comienza con la noche y termina cuando ella acaba, traza una trayectoria que es un paréntesis, una suspensión, una interrogante que todavía nos devela» 48 ; se trata entonces de una incógnita sobre la cual el símil de la triaca bien podría ofrecer las claves de uno de los sentidos de esta silva y, en tanto espejo y reflejo en la estructura del poema, esclarecer definitivamente el enigma del conocimiento que persigue el alma durante el sueño.

El hidalgo ingenioso don Quijote de la Mancha afirmaba que con el salutífero bálsamo de Fierabrás «no hay que tener temor a la muerte» 49 , otros textos del universo literario del Siglo de Oro también dan cuenta de otros métodos, otros fármacos y de otras recetas como la triaca, formulación antigua también cercana a los bálsamos 50 , que procuraban mitigar con los antídotos los efectos nocivos de los venenos o las ponzoñas y así vencer definitivamente a la muerte.

La silva Primero sueño establece dicotomías como día y noche, vigilia y sueño, luz y oscuridad, fulgor y sombra, ignorancia y conocimiento, ascenso y descenso. En el segmento objeto de esta aproximación a la silva, el símil de la triaca, se plantean otras oposiciones que se suman al juego de contrarios del poema como bien y mal, nocivo y beneficioso, veneno y antídoto, con lo cual es posible comprender que las tinieblas son el refugio ante el deslumbramiento, así como del veneno se extrae la cura misma y se procura el triunfo de la vida sobre la muerte porque del mal el bien también se alcanza y así el antídoto provoca un efecto en una causa desconocida. El compuesto de Fierabrás que imaginó Cervantes sí existe, en palabras de sor Juana Inés de la Cruz es el «último afán de la apolínea ciencia de admirable triaca» y es la respuesta ante el deslumbramiento y el enceguecimiento que causa acercarse a la totalidad del saber.

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Notas

* Este artículo se ha desarrollado dentro del proyecto «Enfermedades y epidemias en el mundo hispánico del Siglo de Oro. Realidades médicas y percepciones sociales en el Perú virreinal» (VRI- UP), del Vicerrectorado de investigación de la Universidad del Pacífico (Perú)

1. «…sin duda, se trata del Pedacio Dioscorides anazarbeo, Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos / traducido de lengua griega en la vulgar castellana & illustrado con claras y substanciales anotaciones, y con la figura de innúmeras plantas exquisitas y raras del segoviano Andrés Laguna (Amberes, 1555). Como se sabe, la Materia Medica de Dioscórides fue el principal manual de farmacopea utilizado durante la Edad Media y el Renacimiento» (Martínez, 2010, p. 206, énfasis en el original).

2. Cervantes, Don Quijote de la Mancha, pp. 214-215.

3. Ver Sancho, 2015.

4. Para los efectos de este trabajo se toma como base la edición de la silva realizada por Alfonso Méndez Plancarte (1997), pp. 335-359.

5. Soriano Vallès, 2000.

6. Olivares, 2012.

7. Olivares, 2015 y Larralde, 2011.

8. Gutiérrez, 2019 y Ruiz, 2020.

9. Alatorre, 2003 y Olivares, 2011.

10. Méndez Plancarte, 1997, p. xxxiv.

11. Paz, 1985, p. 471.

12. Soriano Vallès, 2019, pp. 12-13.

13. Gutiérrez (2020) lo denomina «Intermezzo del antídoto» y agrega que se trata de un elogio a la industria farmacéutica.

14. «Esta rehabilitación “por grados” describe precisamente el proceso de razonamiento discursivo que luego será tema principal del poema. Pero dentro de la primera mitad del símil hay otra paradójica comparación basada en la ciencia empírica médica, que es el uso del veneno en pequeñas cantidades como antídoto eventual contra el mismo veneno»(Sabat de Rivers, 1977, s.p.).

15. «A partir de aquí el poema adquiere un carácter narrativo, donde las dificultades de comprensión surgen de su estructura y menos de su contenido, resolviéndose muchas de ellas al reordenarse sintácticamente sus elementos e indicarse el orden de sus ideas subordinadas. El presente fragmento está constituido por un discurso principal que abarca los vv. 495-556. Se observan cuatro interrupciones: vv. 500-503; 510; 516-539; 552-556. La idea intercalada, que constituye la tercera de estas interrupciones, posee, a su vez, un fragmento subordinado constituido por una frase explicativa que abarca los vv. 530- 535» (Pérez-Amador Adam, 1996, p. 183).

16. Soriano Vallès, 2000, pp. 238-248.

17. «En este pasaje se observa el primer fracaso ocurrido durante el viaje intelectual: el alma es confrontada con el infinito conocimiento manifiesto en la multiplicidad del cosmos que no logra comprehender. Las magnitudes del espectáculo ofrecido la enceguecen. Tal momentánea ceguera deberá entenderse no tanto de forma óptica, es decir física, sino como de origen intelectual. En este instante el alma, menos por reconocer la osadía implícita en su ensayo como obligada por su incapacidad de aprehensión intelectual de las partes constituyentes del universo retrocede intimidada hasta precipitarse de su primera ambición» (Pérez-Amador Adam, 1996, p. 180).

18. «En este pasaje, Sor Juana sigue apelando a la explicación aristotélico-tomista de la operación de la inteligencia humana, cuyo objeto es la esencia de las cosas. La aprehensión es el primer estadio del proceso. El conocimiento se realiza inicialmente a través de un concepto, en el cual, a diferencia de lo que ocurrirá luego con el juicio, no se afirma ni se niega nada. El concepto, pues, es el punto de arranque de la operación de la inteligencia, en tanto a partir de él puede empezar a conocer el ser. Sobra decir que, sin concepto, no hay conocimiento (cf. Bases tomistas, pp. 243-248)» (Soriano Vallès, 2019, p. 98).

19. «Tomando como referencia el mecanismo ascendente del alma planteado en el poema, es necesario incidir en el aspecto dialéctico dentro del cual éste se mueve. Podemos hablar de campos semánticos escindidos y, a veces, irreconciliables. Los universos creados a partir de los pares opuestos: día / noche, cuerpo / alma, ascenso / caída, conocimiento / desengaño» (Zegarra, 2012, pp. 16-17).

20. «La medicina de sor Juana, como su cosmografía y su astronomía son las de su tiempo (en España y en sus posesiones). Méndez Plancarte dice que sigue a fray Luis de Granada. Tal vez. En todo caso, leyó libros de medicina aunque no a Harvey, como supone Vossler. Con mayor verosimilitud Emilio Carilla menciona a Galeno y a sus sucesores. Debe haberse enterado de estas ideas en los manuales de la época, aunque en los retratos de Miranda y Cabrera se ven, en los estantes, volúmenes de Hipócrates, Galeno y otros tomos en latín de anatomía, cirugía y farmacia. Su ciencia médica venía, en realidad de la filosofía y la teología. Gaos observa que las imágenes de esta sección aluden a las artes mecánicas: el corazón, volante del reloj humano; el pulmón, fuelle; la tráquea arcaduz. Se pregunta: “¿Las máquinas animales de Descartes?”. Me parece, más bien, un eco literario: la poesía del siglo xvii usó y abusó de las metáforas científicas casi tanto como de las mitológicas. Pero la afición de sor Juana a esas imágenes es mayor que la de los otros poetas hispanos; está más cerca, en esto de Marvell y Donne que de Quevedo y Góngora. Es otro rasgo que la distingue de la tradición hispánica» (Paz, 1985, p. 487)

21. Méndez, 1997, p. 595, énfasis en el original.

22. Méndez, 1997, p. 595.

23. Méndez, 1997, p. 595, énfasis en el original.

24. Pérez-Amador Adam, 1996, p. 183, énfasis en el original.

25. Pérez-Amador Adam, 1996, p. 183.

26. Pérez-Amador Adam, 1996, p. 183, énfasis en el original.

27. Ver Enríquez, 2010.

28. Pérez-Amador Adam, 1996, p. 183.

29. Pérez-Amador Adam, 1996, p. 183.

30. Pérez-Amador Adam, 1996, pp. 183-184, énfasis en el original

31. Alatorre, en su edición de Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz, vol. I, Lírica personal, pp. 515-516.

32. Alatorre, en su edición de Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz, vol. I, Lírica personal, p. 516.

33. Alatorre, en su edición de Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz, vol. I, Lírica personal, p. 516.

34. Alatorre, en su edición de Obras completas de sor Juana Inés de la Cruz, vol. I, Lírica personal, p. 516.

35. Soriano Vallès, 2019, p. 95.

36. Soriano Vallès, 2019, pp. 95-96, énfasis en el original.

37. Soriano Vallès, 2019, p. 96, énfasis en el original.

38. Soriano Vallès, 2019, p. 97, énfasis en el original.

39. Soriano Vallès, 2019, p. 97, énfasis en el original.

40. Soriano Vallès, 2019, p. 98, énfasis en el original.

41. «Triaca, vel atriaca, lat. teriaca, cæ, es un medicamento eficacísimo compuesto de muchos simples, y lo que es de admirar, los más dellos venenosos, que remedia a los que están emponzoñados con cualquier género de veneno; díjose del nombre griego therion, bestia venenosa, y por excelencia la víbora, o por ser remedio contra las tales, o porque sus mesmas carnes se hace esta composición, como está dicho para remedio» (Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, segunda parte, fol. 195r).

42. «thriaca, s. f. Composición de varios simples medicamentos calientes, en que entran por principal los trociscos de la víbora. Su uso es contra las mordeduras de animales e insectos venenosos, y para restaurar la debilitación por falta del calor natural. Llámase así de la voz griega therion, que significa víbora, por ser ella misma antídoto contra cualquier veneno. Lat. theriaca» ( Diccionario de Autoridades, tomo VI, 1739, https://apps2.rae.es/DA.html).

43. «veneno, s. m. Cualidad de alguna cosa maligna, nociva y opuesta à la vida, y con particularidad se toma por la bebida, polvos u otra composición de simples de esta cualidad, que se prepara para matar a alguno. Es del latino venenum, i. Lag. Diosc. lib. 6. Pref. El veneno en griego se llama phármaco, el cual nombre es común, así a las medicinas santas y salutíferas como a las malignas y perniciosas. Cald. Com. La fiera, el rayo y la piedra. Jorn. 3: “Y cuando aquesto no baste / a moverle, ¿faltará / un veneno que le acabe, / una cuerda que le ahogue / o un acero que le mate?”» ( Diccionario de Autoridades, tomo VI, 1739 (https://apps2.rae.es/DA.html).

44. Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, segunda parte, fol. 205v.

45. «ponzoña, s. f. La substancia o materia mineral, vegetativa o elemental que tiene en sí cualidades nocivas a la salud o destructivas de la vida. Covarr. dice se llamó así a pungendo, porque punza el corazón y se va a él como una saeta. Latín venenum, i. Virus. Sandov., Hist. Ethiop., lib. 3, cap. 17. No son menos maravillosas las culebras que hay en la isla de Ceilán que llaman Capelo […]. Son muy corpulentas, y de ponzoña que mata en veinte y cuatro horas. Squarz. Vid. de Seyan., pl. 75. Acusada de adulterio con Furnio, hechizos y ponzoña contra Tiberio Domicio Afro, que, con razón o sin ella, quería mejorar su fortuna, fue el acusador» ( Diccionario de Autoridades, tomo V, 1737); «Ponzoña: cualquier género de veneno, y díjose así a pungendo, porque punza el corazón, que va a él como una saeta, o porque se daba en bebida. Hay muchas maneras de ponzoña en yerbas, y en otras cosas, y animales ponzoñosos. Emponzoñar, echar ponzoña» (Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, segunda parte, fol. 145v).

46. Soriano Vallès, 2019, p. 14.

47. Sabat de Rivers, 1976, p. 32.

48. Oviedo, 2014, p. 25

49. Cervantes, Don Quijote de la Mancha, p. 125.

50. «Si actualmente tenemos medicamentos “milagros” como la aspirina o el ibuprofeno, la triaca lo fue durante siglos, coexistiendo con aceites y bálsamos, enjundias de animales e incluso con la momia pulverizada de Egipto» (Puerto, 2009, p. 109)

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