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Aproximación al vocabulario de la Navegación del alma, de Eugenio de Salazar 1
An Approach to the Vocabulary of Navegación del alma, by Eugenio de Salazar

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 6, núm. 1, 2018

Instituto de Estudios Auriseculares

José Ramón Carriazo Ruiz

Universidad Nacional de Educación a Distancia , España

Fecha de recepción: 18 Enero 2017

Fecha de aprobación: 08 Marzo 2017

Resumen: El presente trabajo se centra en el análisis lexicológico del vocabulario de la Navegación del alma, de Eugenio de Salazar. A partir de distintos repertorios lexicográficos históricos y etimológicos, así como de corpus lingüísticos, se realiza una aproximación al léxico más peculiar del poema heroico alegórico novohispano: la terminología náutica y el vocabulario poético (mitológico, arcaizante, etc.). Se presenta una caracterización general de la obra en cuanto al empleo del léxico específico y del estilo sublime (propio de la poesía épica-heroica), para mostrar su intento de equilibrio entre ambos registros y sus posibles fuentes.

Palabras clave: Vocabulario poético, léxico técnico, Eugenio de Salazar, Navegación del Alma, literatura virreinal.

Abstract: The present work focuses on the lexicological analysis of the vocabulary of the poem entitled Navegación del alma, by Eugenio de Salazar. From different historical and etymological lexicographical repertoires, as well as linguistic corpora, an approximation to the most peculiar lexicon (nautical terminology and poetic vocabulary: mythological, archaic, etc.) of the heroic mexican allegorical poem is made. The paper presents a general characterization of the poem in terms of the use of the specific lexicon and sublime style (typical of epic-heroic poetry), to show its attempt to balance between both records and its possible sources.

Keywords: Poetic Vocabulary, Technical Lexicon, Eugenio de Salazar, Navegación del alma, Colonial Spanish Literature.

1. Eugenio de Salazar y su Navegación del alma por el discurso de todas las edades del hombre

Eugenio de Salazar (Madrid, 1530-Valladolid, 1602) constituye un prototipo de servidor de la Corona como funcionario en España y América. Tras cursar estudios en Salamanca, Alcalá y Sigüenza y residir unos años en la Corte como pretendiente a un puesto en la administración, pasó por varios destinos en Galicia y Asturias, antes de ser nombrado gobernador de Tenerife y La Palma. De Canarias fue trasladado a las audiencias de Santo Domingo, primero, Guatemala, después, y, finalmente, México, donde recibió el nombramiento como miembro del Consejo de Indias 2 . En sus cartas en prosa describió vívidamente el ambiente de la corte en sus años como pretendiente a cargos públicos (carta de los catarriberas) y la travesía a América con su familia, entre otras circunstancias vitales 3 . También fue autor de obras jurídicas en latín, así como de una extensa Silva de poesía analizada de modo pormenorizado por Jaime J. Martínez Martín 4 . De sus andanzas americanas queda abundante documentación en el Archivo General de Indias, en el Archivo General de Centroamérica de Guatemala y en el Archivo General de la Nación de México 5 . Asimismo se conservan su testamento 6 , varias cartas inéditas 7 y el extenso poema heroico alegórico en tercetos encadenados sobre la Navegación del alma (BNE, Ms. 3.669 8 ), a cuyo vocabulario vamos a aproximarnos aquí.

Respecto a su poesía, Salazar ha sido caracterizado como «uno de los autores más importantes y representativos para poder conocer el desarrollo de la lírica en el Nuevo Mundo» 9 . La relevancia de su obra para el conocimiento del desarrollo de la poesía hispana en América implica también a la historia de la lengua poética, en especial en cuanto al léxico pero también a la grafemática 10 , así como al tratamiento de formas y temas líricos 11 . Su poesía representa tanto los inicios de la influencia de Boscán y Garcilaso en América, como la pervivencia de la tradición castellana anterior: «basta realizar un análisis somero de su lengua poética para darse cuenta de las notables influencias cancioneriles que sobreviven en ella» 12 . Mi intención con esta aproximación al vocabulario de la Navegación es contribuir, desde el análisis lexicológico, a confirmar las supervivencias cuatrocentistas en la lengua poética de Salazar, así como aportar nuevos argumentos para la clasificación de la obra como poema heroico alegórico dantesco castellano en la línea del Laberinto de fortuna de Juan de Mena, aclarando la filiación genérica de la composición salazarina más extensa como poema épico o heroico 13 . Conviene recordar aquí que, para Salazar, Juan de Mena y sus Trescientas son representativos, junto a Homero, Virgilio, Ovidio, Dante y Ariosto, de lo que él denomina «Otra especie de poesía [que] es lo heroico» 14 , caracterizada por el componente narrativo («Esta es para proseguir una historia»). El papel del vocabulario en este género de poemas es fundamental, pues «esta poesía heroica ha de ser copiosa, distinta, grave, ilustre y ha de tomar de todas las poesías su verso» 15 y, en concreto, se da «entre españoles en coplas de arte mayor, que decimos, como hizo Juan de Mena en sus Trescientas, y en tercetos, como don Hieronimo de Urrea en la traducción de El caballero determinado».

2. Las glosas, notas y escolios en el manuscrito de la Navegación del alma

El manuscrito que analizamos incluye acotaciones marginales con indicación del tema de cada estrofa, sin llamada o indicación similar, junto a glosas o anotaciones explicativas, acompañadas de una cifra o una letra que sirve de referencia o llamada y remite al término o términos del verso correspondiente que se explica o glosa. Las notas marginales con llamada numérica suelen enviar a términos o locuciones náuticas, mientras que las que van acompañadas de una remisión en letra se refieren a personajes o lugares mitológicos e históricos, generalmente de la Antigüedad, a los que se identifica y describe. Ambos tipos de escolios sirven para aclarar el significado de las voces técnicas o nombres propios que aparecen en el cuerpo del poema. Además, hay un buen número de notas o glosas cuya función es remitir a otras aparecidas anteriormente que contienen la definición completa del término cuyo sentido se quiere aclarar. Jessica C. Locke distingue, en su edición, las glosas autógrafas de Salazar de otros escolios añadidos a posteriori (posiblemente en el siglo XIX), recogidos en un apéndice 16 .

Según mi recuento, el manuscrito presenta 425 glosas marginales o anotaciones, que he clasificado en clases de palabras o categorías gramaticales y campos semánticos, distinguiendo las que contienen información lexicológica o enciclopédica de las que solo sirven para remitir a otras glosas anteriores. Las remisiones sin información semántica son ciento treinta, por lo que los escolios explicativos se reducen a 295. De estos, la mayoría son sustantivos o nombres comunes (133), seguidos de verbos (65), nombres propios (51), locuciones (25), adjetivos (17) y adverbios (2: abante y bien, en la frase «gobierna bien»). Algunas glosas están repetidas (Argo, Marte, Mercurio o Venus, por ejemplo), mientras que hay otras, registradas en el listado final de vocablos glosados, que no aparecen en el manuscrito (arrodo, dar resguardo, viento fresco 17 ).

Para hacernos una idea de lo que interesaba a Salazar a la hora de glosar su manuscrito, lo más relevante es, sin duda, la clasificación en campos semánticos. El más representado es el de la navegación (156 glosas), donde se han incluido anemónimos y términos meteorológicos (bóreas, borrasca, calma, celaje, fortuna, galerno, huracán, levante, leveche, marea, nordeste, norte, norueste, poniente, sur, temporal, terral, travesía y virazón; se ha excluido de la categoría navegación el favonio, definido sin referencia a la marinería como «Favonio viento que hace brotar las flores en los campos» (fol. 40v) e incluido en la categoría filosofía e historia de la Antigüedad), designaciones de accidentes geográficos (arrecife, bajío, cabo o punta, caleta, corriente, ensenada, estrecho, golfo, hondable, laja, paraje, playa y restinga), zoónimos como broma o el poético leño.

Los otros campos semánticos relacionados con la marinería que están representados en los términos glosados por Salazar son las partes del navío (45: amurada, antena, aparejo, árbol, babor, bandera, barlovento, bauprés, bomba, bordo, brea, briol, buco, cabo, casco, cevadera, codaste, comento, contramesana, costado, costura, de popa a proa, embornal, escobenes, escota, escotillones y escotillas, espolón, estoperol, fogón, gavia, gilovento, jarcia, lastre, leme, masteleo, obencadura, paño, pañol, popa, portañola, proa, quilla, roda, trapo, triquete, vaso y vetas), pertrechos (11: aguja de marear, amarra, ampolleta, áncora, astrolabio, ballestilla, carta de marear, estrenque, farol, regimiento y sonda), oficios (8: calafate, contramaestre, gente de abajo, gente de cabo, maestre, patrón, piloto, pirata y timonero), voces relacionadas con el comercio y el transporte de mercancías (7: arrumar, avería, contrabando, formejar, rescatar, sobordo y tonelada) y tipos de embarcaciones (6: adornado —navío—, bajel, navío de mal hacer, velero, zabra y zorrero —navío—). Junto a estas categorías marineras, se encuentran los escolios referidos a mitología (37) y filosofía e historia de la Antigüedad (22), donde se han incluido el dedicado al sol, a Bernardo del Carpio, aunque propiamente no sea un personaje de la Antigüedad clásica: «Bernardo, el bravo castellano Bernardo del Carpio, que dicen haber muerto a los doce pares de Francia en Roncesvalles» (fol. 33r), y los zoónimos tiburón y caimán, que designan realidades americanas: «Tiburones y caimanes son dos géneros de pejes grandes y voracísimos, que tienen muchos órdenes de dientes y se comen cuanto cae a la mar de los navíos, y también a los hombres, si caen al agua» (fol. 66r).

3. El vocabulario del cuerpo del poema

Para abordar el análisis y descripción del vocabulario empleado por Salazar en los versos de la Navegación del alma, se ha recopilado la información lexicográfica disponible en repertorios y corpus lingüísticos de carácter normativo (DLE: Diccionario de la lengua española 18 y NTLLE: Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española 19 ) e histórico (DECH: Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, de Joan Corominas y José Antonio Pascual, edición electrónica, 2012; CDH: Corpus del nuevo diccionario histórico 20 , DHLE (1933-1936) 21 , DHLE (1960-1996) 22 y Peter Boyd-Bowman, Léxico hispanoamericano 1493-1993 23 ). En una primera aproximación al léxico del poema, se han seleccionado algunos términos relevantes para la caracterización y edición del texto, bien por su carácter marcado (poético, desusado, americano), por su extrañeza (términos poco usados) o porque están anotados en la edición de Jessica C. Locke, quien emplea generalmente Aut. o el DRAE para anotar el vocabulario que considera relevante, así en arrumar 24 , conorte 25 , docible 26 o seno 27 ; o bien para explicar ciertos usos sintácticos, como la transitividad de incurrir 28 , disuadir con acusativo objetivo y dativo de persona 29 o renunciar sin preposición 30 . Otras voces anotadas lexicográficamente son: accidente 31 , aleve 32 , aýna ‘aína’ 33 , bufo 34 , colar 35 , cuidoso 36 , dar de ojos 37 , émulo 38 , entrego 39 , éthnico ‘étnico’ 40 , lasto 41 , leso 42 , linaloé ‘lináloe’ 43 , menearse 44 , prejudiciales 45 , rebotado 46 , serao ‘sarao’ 47 y zampuzar 48 .

En un primer acercamiento, se han clasificado estas voces y expresiones a partir de la información contenida en la última edición del DLE (23.ª, 2014) y en la edición de Locke para algunos usos, sean gramaticales (empleo intransitivo de verbos transitivos, como colar), semánticos (acepciones raras o poco frecuentes), estilísticos (palabras poéticas y términos de la navegación) o pragmáticos (usos dialectales, diatécnicos y diacrónicos: voces marcadas como regionales, técnicas, desusadas o de poco uso en el diccionario académico). De acuerdo con esta primera clasificación, frente a una mayoría de palabras y expresiones no marcadas en la última edición del DLE se pueden distinguir las clasificadas como de poco uso (cinco: cuidoso, sa; descoger, estotro, ra; laso, sa y zampuzar), desusadas (quince: aprender; astroso, sa; atesar; avieso; caudal; chirriado; conhorte; derecera; despenar; docible; empós; escuro, ra; esquiveza; estrena y hondable), poéticas (2: alígero y leño) y marinerismos (3: abrojo, demarcar y lo).

En muchos casos, la marcación del diccionario académico se muestra insuficiente para la caracterización de las voces, por lo que se han agrupado también en campos semánticos, según el sentido que adquieren las palabras y expresiones en el poema de Salazar, para intentar afinar el análisis. Así, se distinguen los términos y sintagmas especializados relacionados con la navegación (nueve: a rodo, abrojo, atesar, contramarca, demarcar, hondable, leño, lo y represa) y las designaciones de partes de la nave (dos: flámula y veta); de los propiamente poéticos, de acuerdo con el uso que les da Salazar en la Navegación (treinta y siete: a tiento; alígero; aprender; astroso, sa; aviar; avieso; caudal; chirriado; cojijo; colar; conhorte; cuidoso, sa; derecera; descoger; despenar; dilección; docible; empós; émulo, la; engazar; escuro, ra; esquiveza; estotro, tra; estrena; estribar; galano, na; ganoso; hora; laso, sa; lerdo, da; preparamento; protervo; remecer; rociada; trueco; vario, a y zampuzar). A estos vocablos deben sumarse los dos fitónimos murta y terebinto; los tecnicismos legales aleve, lasto, leso y prejudicial; los ornitónimos aura y bufo; y las voces de uso más o menos general (tres: amadrigar, cerviguillo y prestar).

De estos grupos, además de los tecnicismos marineros, cuya presencia se justifica por la construcción de la isotopía que vertebra la alegoría náutica 49 , las voces poéticas y raras (poco usadas y desusadas en la actualidad) son, sin duda, las más interesantes para la caracterización del vocabulario de la Navegación de Salazar. Especial atención merecen las tres palabras de uso más o menos general, según los diccionarios consultados, pero que poseen un claro valor poético en el poema: amadrigar, vocablo taurino en el verso de la Navegación 50 ; cerviguillo, empleado asimismo en la descripción de una escena de toreo o, más bien, rodeo 51 ; y el uso intransitivo de prestar 52 , como el de los latinos PRAESTARE o PRODESSE.

También son muy interesantes las entradas lexicográficas caracterizadas por un empleo marcadamente americano en la actualidad, como son aura, derecera («U. en Arg. y Méx.»; DLE, 2014) y estribar en su tercera acepción («Arg. y R. Dom. Dicho de un jinete: Calzar el pie en el estribo»; DLE, 2014). En la entrada aura 2 del DLE (2014), correspondiente al ornitónimo, no aparece una marca geográfica explícita, aunque su origen americano («De or. amer.» es la etimología aportada por el DLE) y la mención de América en el cuerpo de la definición («Ave rapaz diurna americana…»), nos pueden servir para considerar la voz implícitamente marcada como un americanismo. Esta designación de la volátil americana aparece una sola vez en la Navegación, junto al arcaísmo bufo 53 , el cultismo estriges 54 , harpías 55 y otros ornitónimos espantables:



Cuervos, cornejas, bufos, la frecüentan,
auras con hambre, estriges temerosas,
Celeno y sus harpías que lamentan (fol. 66r).

Fuente:

El término no se registra en Aut., y se incluye en el DLE a partir de la tercera edición de 1803, definido como: «Ave del reino de México, parecida al cuervo, aunque algo mayor: el pico es encarnado por la punta, y semejante al del papagayo: tiene la frente llena de arrugas, y de una especie de vello rozado: huele muy mal, no grazna, ni canta, y se mantiene de comer culebras, ratones, y sabandijas. Avis quaedam».

Definición que en la siguiente edición, de 1817, se corrige y enmienda así: «Ave indígena de Nueva España, especie de buitre, de dos pies de altura, cuyo cuerpo es de color negro con aguas verdes y encarnadas, las alas negras, la cabeza roja, y los pies y pico de color de carne. Es ave de rapiña, que vive en sociedad con los perros, y despide un olor sumamente fetido. Vultur Aura».

La obra académica que más datos registra sobre la historia y el uso de la voz es el DHLE (1933-1936), que la caracteriza como voz americana y la define así: «Ave del orden de las rapaces diurnas, del tamaño de una gallina de plumaje negro con visos verdes, cabeza desnuda, y tarsos y pico de color de carne. Despide olor hediondo, vive en grandes bandadas y se alimenta con preferencia de animales muertos. En ciertos puntos de América, de donde es indígena, se la llama gallinaza». La información más significativa aportada por este repertorio, además del sinónimo gallinaza, es la constituida por las citas recogidas, todas ellas referidas al reino del Perú (Cobo, Historia del Nuevo Mundo; Gutiérrez Santaclara, Historia de las guerras civiles del Perú; Cieza, Crónica del Perú). Se trata del gallinazo peruano, por lo que resulta sorprendente encontrarla en la navegación en lugar del aztequismo equivalente zopilote. Corominas y Pascual (DECH, s. v. aura II) datan la primera documentación del término en el padre Las Casas (h. 1560, Hz. Ureña, Indig., 109), indicando: «Otros cronistas de los siglos XVI Y XVII citan el vocablo, pero nadie dice si es voz indígena americana ni de qué país; vid. Friederici, Am. Wb. 63. El hecho es que el vocablo hoy es popular en Cuba, pero no en España, ni en Méjico, donde se dice zopilote; en América central, Venezuela, Colombia y Perú corren otros nombres. A. de Molina (1571) emplea aura, pero como voz española (o sea antillana) para traducir el náhuatl tzopílotl». Estaríamos, posiblemente, ante una voz antillana llegada a ambos virreinatos en el primer siglo de la colonización y es muy posible que Salazar aprendiese la denominación caribeña durante su estancia en Santo Domingo, donde residió entre 1574 y 1576.

En cuanto a los otros dos americanismos contemporáneos, derecera 56 y estribar 57 , habría que determinar su uso americano antiguo, para lo cual resulta relevante su documentación en la Navegación del alma, en los folios 20r y 24r, y 29v, respectivamente. El caso de estribar es bastante discutible, pues hay sentidos generales que permiten una correcta interpretación del verso salazarino: «Atento estribé al razonar discreto / de la Ignorancia…» puede leerse como «Atento me fundé o me apoyé al razonar…» y entonces estaríamos ante la segunda acepción del DLE (2014): «intr. fundarse (|| apoyarse)», pues parece claro que Salazar no habla, en este verso, de un jinete (acepción tercera: «intr. Arg. y R. Dom. Dicho de un jinete: Calzar el pie en el estribo») ni de una cosa (primera acepción: «Dicho de una cosa: Descansar en otra sólida y firme»). La aparición de derecera en la Navegación resulta mucho más significativa para la historia de este americanismo, muy bien descrito por Corominas y Pascual 58 y con una historia bien documentada en los corpus históricos (CDH y Boyd-Bowman).

Por último, entre las voces y expresiones anotadas por Jessica C. Locke en su edición, resultan especialmente significativos los tecnicismos legales (aleve, lasto, leso y prejudicial), pues la mayor parte de la obra de Salazar, y la que él tenía por más importante, es jurídica. Esta especialización, junto a su amplia cultura clásica y su conocimiento del latín, marcan la lengua poética de Eugenio de Salazar y el vocabulario de la Navegación del alma, poblado de latinismos gráficos como illustre 59 o rebellado 60 , morfológicos («Salazar opta por el género femenino de fraude, como era en latín» 61 ), sintácticos («disuadir con acusativo objetivo y dativo de persona» 62 ) y semánticos (alta ‘profunda’, divertir ‘desviar’), cuyo estudio ya quedará para un próximo trabajo.

4. Ideas de Salazar sobre la propiedad de los vocablos, su oscuridad y la erudición del poeta plasmadas en el léxico de la Navegación del alma

Tras esta breve aproximación a la historia de algunos de los vocablos oscuros empleados por Salazar en su Navegación del alma, podemos caracterizar el léxico del poema, siguiendo las afirmaciones del propio poeta madrileño y mexicano en su Suma del arte de poesía. En el capítulo IV de la Suma, dedicado al «estilo de la poesía y de sus partes» 63 , enumera Salazar catorce «partes» o cualidades de la buena poesía 64 . Más o menos referidas al léxico son la octava 65 y la undécima 66 ; de ellas se deduce que, para él, las palabras en un buen poema deben ser buenas, claras, pulidas y usadas, además de blandas y nunca ásperas ni desabridas. El buen poeta debe huir de las voces no usadas, con dobles sentidos, oscuros o malos, y asimismo preferirá aquellos vocablos fáciles de pronunciar (blandos y polidos), huyendo de los de difícil pronunciación (ásperos y desabridos). Esto explica que prefiera a veces escuro a obscuro, cuidoso a cuidadoso, docible a dócil, empós a detrás, laso a desfallecido o falto de fuerzas, vario a inconstante o mudable…

Pero el poeta, además, debe ser estudioso y erudito, según la Suma 67 . Esto explica el uso del vocabulario que hace Salazar en la Navegación, pues demuestra, una vez más 68 , que tiene amplios conocimientos del arte de navegar y de la vida a bordo de un navío. Parafraseando la Suma se puede decir que Salazar entiende «lo que ha de decir, y por qué términos, sin engañarse» y posee, además, «principios y términos de todas las facultades y artes», o al menos de la construcción naval, la navegación, la cosmografía, el comercio, la flora y la fauna americanas. Muy significativos al respecto son tanto los tecnicismos insertos y glosados en su poema, ya que nos permiten hablar de poesía lexicográfica, puesto que se trata de un auténtico lexicón náutico como el «Vocabulario de los nombres que usa la gente de mar en todo lo que pertenece a su arte por el orden alfabético», inserto en la Instrucción náutica de Diego García de Palacio (México, Pedro Ocharte, 1587); así como el vocabulario no glosado del cuerpo del poema, que muestra también una amplitud y selección digna de un buen poeta tal como el propio Salazar lo describe en la Suma.

En un trabajo anterior 69 señalaba yo huracán como indigenismo destacado en la Navegación del alma, glosado por Salazar con palabras muy parecidas a las empleadas por García de Palacio en la Instrucción 70 , y prueba, en mi opinión, de que Salazar «comunicó con» García de Palacio, a quien seguro tenía por persona «avisada y docta» en el arte de navegar y la construcción naval. Ahora deben añadirse al significativo elenco de americanismos los zoónimos tiburón, caimán y aura, además de derecera y, quizás, estribar, como pruebas de la indudable riqueza léxica del poema Salazar, así como del americanismo de su vocabulario.

Conclusiones

La Navegación del alma resulta una composición difícil de clasificar según la preceptiva poética del momento: se ha caracterizado como poema épico renacentista (aunque no canta hazañas bélicas: «por más flexible que sea la definición de la épica renacentista, hay algunos aspectos que apartan la Navegación de este género» 71 ); como poesía autobiográfica 72 y como alegoría o epopeya cristiana; así, se ha señalado el argumento de la métrica, pues los tercetos se reservaban para los poemas alegóricos de tradición dantesca, como apunta Locke 73 o incluso Díaz Rengifo 74 . El propio Salazar distingue, dentro de los poemas heroicos (poemas narrativos en estilo sublime), los heroicos propiamente dichos y otros, entre los que se encuentran los alegóricos. La Navegación se inscribe claramente entre estos últimos, tanto en cuanto a la temática como al estilo, por lo que tenemos que considerarlo un texto alegórico; es decir, y según la caracterización de Salazar, un tipo de poema épico. La copiosidad, distinción, gravedad e ilustración, propias de la poesía heroica de tema alegórico según el poeta novohispano, implican tanto riqueza de vocabulario como elevación en el estilo. El estro salazarino explica, en conclusión, el uso de los términos náuticos, que nos recuerda la Odisea homérica, la Eneida virgiliana, la Farsalia de Lucano, algunos pasajes de la Commedia del Dante y el canto XI de las Trescientas («Como los nautas que van en Poniente…»), donde la navegación representa uno de los componentes temáticos y conformadores del estilo y vocabulario poéticos más característico.

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Notas

1 Este trabajo se terminó de escribir en la Universidad del Pacífico (Lima, Perú), gracias a una ayuda de movilidad concedida por la Facultad de Filología de la UNED (convocatoria 2016), y forma parte de los resultados del proyecto de investigación «Léxico y gramática en el siglo XVII: edición y estudio lingüístico de textos técnicos de navegación y astronomía», con referencia FFI2012-36768, financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (España) y concedido en la convocatoria 2012 de ayudas para la realización de proyectos de investigación, subprograma de proyectos de investigación fundamental no orientada.

2 Cionarescu, 1968, pp. 9-22; Martínez, 2002, pp. 9-46; Tenorio, 2010, pp. 13-15; Locke, 2011, pp. 23-25.

3 Cionarescu, 1968.

4 Martínez Martín, 2002.

5 Martínez, 2002, p. 243.

6 Maldonado, 1992.

7 Fradejas, 1998; Maldonado, 1990.

8 Digitalizado en la Biblioteca Digital Hispana, fecha de la última consulta: 6 de abril de 2017.

9 Martínez, 2002, p. 244.

10 Carriazo, 2006.

11 Carriazo, 2004.

12 Martínez, 2002, p. 246.

13 Ver Locke, 2011, pp. 36-40, «La Navegación del alma ¿poema épico?».

14 Salazar, Suma del arte de poesía, ed. Tenorio, 2010, p. 107.

15 Salazar, Suma del arte de poesía, ed. Tenorio, 2010, p. 108.

16 Locke, 2011, pp. 243-244.

17 Locke, 2011, pp. 231-236.

18 23.ª ed., 2014 http://dle.rae.es/, fecha de consulta: 10 de enero de 2017.

19 http://www.rae.es/recursos/diccionarios/diccionarios-anteriores-1726-1992/nuevo-tesoro-lexicografico, fecha de consulta: 10 de enero de 2017.

20 http://www.rae.es/recursos/banco-de-datos/cdh, fecha de consulta: 10 de enero de 2017.

21 http://www.rae.es/recursos/diccionarios/diccionarios-anteriores-1726-1992/diccionario-historico-1933-1936, fecha de consulta: 10 de enero de 2017.

22 http://www.rae.es/recursos/diccionarios/diccionarios-anteriores-1726-1992/diccionario-historico-1960-1996, fecha de consulta: 10 de enero de 2017.

23 https://textred.spanport.lss.wisc.edu/lexico_hispanoamericano/index.html, fecha de consulta: 10 de enero de 2017.

24 Locke, 2011, p. 74.

25 Locke, 2011, p. 91.

26 Locke, 2011, p. 89.

27 Locke, 2011, p. 91.

28 Locke, 2011, p. 102, con referencia al Diccionario de construcción y régimen, de R. J. Cuervo.

29 Locke 2011, p. 106, con remisión también al diccionario de Cuervo.

30 Locke, 2011, p. 112.

31 Locke, 2011, p. 133.

32 Locke, 2011, p. 220.

33 Locke, 2011, p. 147.

34 Locke, 2011, p. 208, donde se remite al DECH.

35 Locke, 2011, p. 153.

36 Locke, 2011, p. 142.

37 Locke, 2011, p. 161.

38 Locke, 2011, p. 173.

39 Locke, 2011, p. 123.

40 Locke, 2011, p. 195, sic en Aut.

41 Locke, 2011, p. 214.

42 Locke, 2011, p. 220.

43 Locke, 2011, p. 209.

44 Locke, 2011, p. 147.

45 Locke, 2011, p. 127.

46 Locke, 2011, p. 182.

47 Locke, 2011, p. 169, con una cita del Tesoro de Covarrubias, que registra la variante con vocal palatal pretónica.

48 Locke, 2011, p. 171.

49 Carriazo, 2004.

50 «Cual madrigado toro, que herido / de garrochas agudas en el coso, / en muy rabiosa cólera encendido» (fol. 40r). «3. prnl. Esconderse o protegerse en una madriguera» (DLE, s. v. amadrigar). «1726 Ac.: Amadrigarse: Abrigarse y recogerse el conejo en la madriguera» (DHLE, 1960-1996, s. v. amadrigar).

51 «Le echan el lazo por mejor asillo, / sobre los cuernos a la dura frente, / para que baje el tieso cerviguillo» (fol. 48r). «Parte exterior de la cerviz, cuando es gruesa y abultada» (DLE, s. v.). «CERVIGUILLO. s. m. Elevación, o crassitud, que suele hacerse encíma de la cerviz, ocasionada de haver engordado el que la tiene: la que es común a racionales, y irracionales. […] ERCILL. Arauc. Cant. 22. Oct. 44. Volviendo acá y allá espaciosamente / El duro cerviguillo y alta frente» (Aut., 1729, s. v.).

52 «Del Erebo nocturno mira luego / esas escuras y ásperas moradas, / do no hay piedad, ni presta don, ni ruego» (fol. 66r). «5. intr. Aprovechar, ser útil o conveniente para la consecución de un intento» (DLE, s. v. prestar). «PRESTAR. Significa assimismo aprovechar, ser util o conveniente para la consecución de algún intento. Latín. Praestare. Prodesse. MARIAN. Hist. Esp. lib. 22. cap. 18. No prestó nada la mudanza de lugar, rindió el alma a veinte y siete de Junio, al quebrar del alba. MARQ. Gob. lib. 2. cap. 34. No hai sabiduría, ni consejo que preste contra los intentos de Dios» (Aut., 1737, s. v.).

53 Que merece la siguiente anotación de Locke (2011, p. 208): «Corominas explica que, aunque a partir del siglo XIII, «la forma con -h- se halla y es la más común, bufo se halla también en lo antiguo».

54 ‘Lechuzas’, glosada por Salazar como «aves lúgubres y nocturnas que dan unos cherriados muy temerosos, según los poetas» (fol. 66r).

55 Con el escolio salazarino: «aves monstruosas y muy hambrientas y sucias que tienen la cara de mujer, según los poetas; y una destas se llamó Celeno» (fol. 66r).

56 «1. f. desus. derechera. U. en Arg. y Méx.» (DLE, 2014, s. v. derecera); cf. «3. f. Vía o senda derecha, a distinción de la que toma rodeo» (íb., s. v. derechero, ra).

57 «3. intr. Arg. y R. Dom. Dicho de un jinete: Calzar el pie en el estribo» (DLE, 2014, s. v. estribar).

58 «Derecera, ant y dial., ‘vía o senda derecha’, ‘vereda, trillo o camino’ (en docs. cubanos del S. XVII: Pichardo; hoy en el Norte Argentino: Leop. Lugones, La Guerra Gaucha, 213), ‘dirección, nivel, altura’ (como término de orientación, estar en dereceras o en la derecera de algo, en doc. de 1729, Chaca, Hist. de Tupungato, 162; Sarmiento, Facundo, ed. Losada, p. 54; Guiraldes, D. S. Sombra, 126; Justo P. Sáenz, La Prensa de B. A. 12-X-1941), junto con el cat. drecera ‘atajo’, supone un lat. vg. *DERECTIARIA» (DECH, s. v. derecho).

59 Locke, 2011, p. 98.

60 Locke, 2011, p. 186.

61 Locke, 2011, p. 114.

62 Locke, 2011, p. 106.

63 Tenorio, 2010, p. 46.

64 Tenorio, 2010, pp. 115-118.

65 «[…] la clareza del sentido, así por la buena orden y compostura de las razones, como por los buenos vocablos, claros, polidos y usados, que en el verso se ponen» (Tenorio, 2010, p. 117).

66 «[…] la blandura y suavidad del verso, que se causa mediante la buena compostura de él, haciéndole bien medido y rodado y tejido de vocablos blandos y polidos, no ásperos ni desabridos» (Tenorio, 2010, p. 118).

67 «Comunique [el poeta] con gente avisada y docta, porque siempre se toma y aprende algo bueno de la comunicación de los tales. […] Así que el poeta ha de ser erudito, para que entienda lo que ha de decir, y por qué términos, sin engañarse […] y tener principios y términos de todas las facultades y artes, por que cualquier materia que se le ofrezca la trate acertada y propiamente por sus términos: lo moral, lo natural, los astrológico, lo cosmográfico, lo geométrico, lo medicional y lo legal» (Tenorio, 2010, pp. 120-121).

68 Ya lo había hecho hacia 1570 en la carta que escribio al licenciado Ron sobre su travesía desde Canarias a La Española: «un acertado antecedente literario» (Maldonado, 2009, 216) de la Navegación del alma.

69 Carriazo, 2004.

70 Cf. «Huracán: es un concurso de vientos contrarios que en un momento combaten el navío de todas partes, y muchas vezes lo pierden y çoçobran» (García de Palacio, 1587, fol. 146r) y «Huracán es concurso de vientos contrarios que se encuentran y luchan uno con otro en remolino al derredor y ponen en gran peligro los navíos» (Locke, 2011, p. 138).

71 Locke, 2011, p. 36.

72 Maldonado, 1995, p. 144.

73 Locke, 2011, p. 37.

74 Díaz Rengifo, Arte poética española, p. 61.

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