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Edición de una loa desconocida escrita por Vaca de Alfaro a las fiestas celebradas en Córdoba en veneración de san Fernando (1671)
Edition of an Unknown «Loa» Written by Vaca de Alfaro to the Celebrations Celebrated in Cordoba in Veneration of San Fernando (1671)

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 6, núm. 1, 2018

Instituto de Estudios Auriseculares

María Ángela Garrido Berlanga

Universidad de Sevilla, España

Fecha de recepción: 04 Agosto 2017

Fecha de aprobación: 26 Septiembre 2017

Resumen: De la conmemoración en honor a san Fernando que tuvo lugar en toda España con motivo de su santificación en 1671, esta loa de Enrique Vaca de Alfaro (1635-1685) constituye un testimonio único de la celebración realizada en Córdoba por sus dos cabildos y se encuentra, hasta el momento, inédita. Resulta ser una loa cortesana escrita en romance de una extensión bastante considerable compuesta con la intención de vanagloriar los festejos cordobeses y, por ende, a la ciudad de Córdoba.

Palabras clave: Loa, Vaca de Alfaro, poesía circunstancial, san Fernando, Córdoba.

Abstract: Of the commemoration in honor to san Fernando that took place in all Spain on the occasion of its sanctification in 1671, this loa of Enrique Vaca de Alfaro (1635-1685) constitutes a unique testimony of the celebration realized in Córdoba by his two councils and finds, until now, unpublished. It turns out to be a courtesan loa written in romance of a quite considerable extension composed with the intention of boasting the celebrations from Córdoba and, therefore, to the city of Córdoba.

Keywords: «Loa», Vaca de Alfaro, Circumstantial poetry, San Fernando, Cordoba.

En la Biblioteca Nacional de España, en los folios 289r a 293v del manuscrito 13.599 titulado Manuscritos del Dr. Enrique Vaca de Alfaro, historiador de Córdoba, se encuentra una loa autógrafa de Enrique Vaca de Alfaro (Córdoba, 1635-1685) dedicada a la fiesta que los dos cabildos cordobeses realizaron en veneración del rey Fernando III 1 . El manuscrito, de tamaño folio, supone la continuación del manuscrito 13.598 y, como este, reúne un conjunto de apuntes y notas, en su mayor parte, autógrafos de Vaca de Alfaro. Perteneció a Ignacio María Martínez Argote, marqués de Cabriñana, y es donativo de su viuda a la Biblioteca Nacional de España. Por su parte, la Loa, del médico y poeta Enrique Vaca de Alfaro 2 , que editamos al completo es autógrafa, se encuentra inédita y constituye un testimonio único de la celebración por la beatificación del rey Fernando III. La composición ocupa cinco hojas del manuscrito y la distribución del texto es la siguiente:

  1. fol. 289r: Dedicatoria.

  2. fol. 290v: En blanco.

  3. fol. 290r-293v: Título y texto de la obra: Loa a las majestuosas fiestas que los dos cabildos, religiosísimo y nobilísimo, desta muy noble y muy leal ciudad de Córdoba dirigenen celebración del culto que Su Santidad concedió en veneración delsanto e ínclito rey de España don Fernando el Tercero.

Como puede deducirse por el título, es una composición circunstancial escrita con motivo del culto público que el papa Clemente X concedió al rey santo, Fernando III, el día 7 de febrero de 1671 por petición de los reyes de España. La decisión papal fue comunicada a Mariana de Austria, reina regente en la monarquía española durante la minoría de edad de Carlos II. De acuerdo con el texto de la bula, la reina regente ordenó a todas las iglesias de la monarquía que celebrasen el acontecimiento con el mayor esplendor y exhortó a los cabildos municipales a concurrir a los actos que cada iglesia programara.

En todos los territorios españoles, entre los que se incluye la iglesia de Santiago de Roma, se celebró dicho acaecimiento. Destacó, muy especialmente, Sevilla, ciudad en la que murió y está enterrado el monarca. Para la ocasión se celebraron magnas fiestas en esta ciudad y se publicaron numerosos escritos, como el de Fernando Torre Farfán 3 . Otras ciudades e iglesias de la monarquía también se sirvieron de la imprenta para hacer públicos los actos que, en honor al santo, se habían llevado a cabo en sus términos. Así, contamos con diversas relaciones, sermones y oraciones sobre la realización de dicha celebración en ciudades como Córdoba, Granada, Málaga, Madrid, Burgos o Roma 4 .

En el caso cordobés que nos ocupa, conservamos cuatro impresos datados en 1671 que abordan la beatificación de Fernando III. Estos impresos presentan distinta naturaleza. Tres de ellos son pliegos en los que se recogen sermones de misa y el cuarto es un impreso menor en el que se describe la celebración del culto que rindió el Santo Oficio de Córdoba al rey de Castilla y León, junto con un nuevo sermón. De entre los pliegos de sermones, el más temprano, fechado el siete de junio de 1671, fue escrito por Juan Antonio Rosado y Haro y se titula:

Oración evangélica en las solemnísimas fiestas que en ejecución del «Breve» de N. M. Santo Padre Clemente Décimo celebraron la S. Iglesia y ciudad de Córdoba al culto y beatificación del rey D. Fernando Tercero, díjola D. Juan Antonio Rosado, Córdoba, Andrés Carrillo Paniagua, 1671 5 .

Sigue a esta impresión la predicación que Alonso Muñoz dio el 21 de junio del mismo año en la Real Capilla de Córdoba:

Sermón en la fiesta que la ilustre Real Capilla de Córdoba celebró en ella a la adoración y nuevo culto que nuestro santo padre Clemente Décimo ha concedido a nuestro gran rey y señor, el glorioso san Fernando, predicole fray Alonso Muñoz, religioso de la orden de San Agustín, Córdoba, [s. t.], 1671 6 .

Por último, la homilía predicada en Córdoba sobre este asunto que se conserva es la de Pedro de los Escuderos, del 9 de agosto:

Oración panegírica en la solemne festividad del nuevo culto del santo rey Fernando, David español, capitán de los redentores ejércitos del dios de las batallas, díjola M. R. P. Pedro de los Escuderos, de la compañía de Jesús, en su colegio de Santa Catalina Mártir, a nueve de agosto de mil y seiscientos y setenta y un años, Córdoba, [s. t.], 1671 7 .

En cuanto al impreso menor, su título es el siguiente:

Descripción del culto que el santo rey don Fernando, tercero de Castilla, triunfador en el suelo, triunfante en el cielo, consagró el Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba por indulto de N. Santísimo Padre Clemente X y de orden del Supremo Consejo de la Santa General Inquisición, el día de la Visitación de María Santísima, dos de julio del año de 1671, Córdoba, [s. t.], 1671 8 .

Acompaña a esta Descripción el sermón que dio fray Pedro de Montes, sustituyendo al lector de vísperas fray Antonio Navarro, quien había enfermado inopinadamente. Este texto resulta especialmente interesante, no solo por la relación de la festividad, sino también por la reproducción minuciosa de las historias, inscripciones, quintillas, sonetos y poemas en latín que llenaban el claustro de la iglesia durante la celebración del culto, así como las «letras que se cantaron en las vísperas» y los textos de las «cédulas que se echaron con las estampas». No obstante, esta no fue la única festividad que se celebró en Córdoba por estas fechas para homenajear al ilustre rey, ya que, como atestigua María Palacios:

En las fechas en que la Inquisición celebra su fiesta de san Fernando, la población está suficientemente al tanto de aquella noticia. Antes de la Inquisición, tanto el Cabildo de la ciudad como el Cabildo eclesiástico habían celebrado sendas fiestas con el mismo objeto 9 .

Precisamente a la crónica de esas «sendas fiestas» celebradas por ambos cabildos obedece esta composición. Se trata de una loa cortesana escrita en romance, que, por su datación, así como por su carácter y extensión (unos 418 versos), podríamos pensar que pudo representarse como única pieza del festejo teatral para el que fue compuesta. La loa va adquiriendo protagonismo a medida que avanza el siglo XVII hasta llegar a desvincularse de la introducción puntual del argumento de la comedia o del auto que le sigue y pasar a convertirse en la pieza única del festejo teatral, de ahí que su extensión aumente. Este pudo ser el caso de la loa que nos ocupa, encargada quizás para una fiesta de carácter más íntimo con la intención de rememorar y vanagloriar las fiestas que Córdoba rindió al monarca. Como ocurre con el resto de textos que componen el manuscrito en el que se encuentra esta composición, no podemos afirmar que nos encontremos ante la versión más pulida del mismo, sino, más bien, ante un posible borrador en el que aparecen fragmentos perdidos o ininteligibles que indicamos, en la edición del texto, colocando tres puntos entre corchetes. En lo que respecta al esto de criterios de edición, hemos optado por modernizar acentuación, puntuación y grafías, conservando la vacilación vocálica de las átonas (en invidia, v. 61; recebirla, v. 25, por ejemplo) y las voces arcaicas (como proprio, v. 6 de la «Dedicatoria»). La Loa objeto de este estudio es la siguiente:

Loa a las majestuosas fiestas que los dos cabildos, religiosísimo y nobilísimo, de esta muy noble y muy leal ciudad de Córdoba dirigen en celebración del culto que su santidad concedió en veneración del santo e ínclito rey de España don Fernando el Tercero.




Ver notas 10 y 11 .

Loa a las majestuosas fiestas que los dos nobilísimos cabildos, pontificio y regio, dirigen a la beatificación del santo rey don Fernando Tercero.




Ver nota 12 .




Ver notas 13 y 14 .




Ver notas 15 , 16 y 17 .




Ver notas 18 y 19 .




Ver nota 20 .




Ver notas 21 , 22 , 23 y 24 .




Ver notas 25 , 26 , 27 , 28 , 29 y 30 .




Ver notas 31 , 32 , 33 , 34 y 35 .




Ver notas 36 , 37 y 38 .




Ver notas 39 , 40 , 41 y 42 .




Ver notas 43 , 44 , 45 , 46 y 47 .




Ver nota 48 .

Como comenta Farré Vidal, «la función esencial de la loa consiste en el encomio al personaje destinatario de la celebración a partir de una circunstancia concreta. Para ello, su argumento se desarrolla por medio de la metáfora encomiástica de la representación, cuyo referente inicial consiste en plantear la necesidad de un festejo que conmemore la ocasión» 49 . En lo que respecta a la loa que nos atañe, el planteamiento parece ser el inverso. Es decir, la función esencial de nuestra loa es, no ya el encomio al personaje destinatario de la celebración, sino la alabanza de la misma celebración, a juzgar tanto por el título de la composición como por el espacio que en el poema ocupa su crónica.

Al loar los festejos cordobeses, Vaca de Alfaro loa a su ciudad, Córdoba, y a sus ministros, quienes dispusieron y figuraron señaladamente en ella. Así, hace referencia a lugares y personalidades que tuvieron relevancia en el festejo como «el cabildo regio» (v. 203); la «puerta de la misma casa / de aquel que, por la hermandad / de Cristo, murió flechada» (vv. 216-218); «la lucida torre» (v. 251); «los ilustres senadores» (v. 269); «el circo de la iglesia» (v. 279); «el escriturario» (v.299); «el cabildo pontificio» (v. 363); «los consulares regios» (v. 369); el «ilustre cónsul» (v. 383); «la Catedral sagrada» (v. 400); «la Capilla Mayor» (v. 403); etc. El auditorio ante el que fue representada la loa, claramente, conocería y reconocería cada uno de los lugares y las personalidades a los que Vaca hace alusión. Puede que, por su brevedad y su carácter circunstancial, en ningún caso, Vaca albergara la esperanza ni tuviera la intención de publicar el texto que hoy editamos y que su fin terminara con la representación del mismo. De ahí lo extraordinario de su conservación y la fortuna de su hallazgo.

La alabanza a Córdoba y la crónica de sus fiestas se pone en boca del personaje principal y simbólico, la Fama. El resto de los personajes, el Soldado y el Peregrino, son personajes tipo que sirven para introducir el parlamento de la Fama. Ambos, Soldado y Peregrino, son extranjeros, se encuentran de paso por la ciudad y desean saber: «¿qué hay en Córdoba de nuevo / que gozosa toda la alma?» (vv. 13-14). El buen nombre, la gloria del lugar llega hasta ellos corporeizada en la diosa de la Fama que desembarca cerca de ellos y atiende a sus ruegos para darles respuesta (vv. 45-48):



La Fama soy, atendedme,
sabréis, en breves palabras,
de un prodigio mil prodigios
que provienen de una causa.

Fuente:

Una característica fundamental en la loa es la ausencia de trama. En palabras de Kurt Spang «la loa es más bien una narración dramática que un drama auténtico» 50 . De ahí que los personajes no ofrezcan ninguna complejidad ni desarrollo y se limiten a ser meros engranajes de una polea que simplemente pretende hacer llegar y avanzar la narración. En cuanto al estilo, el discurso dramático se organiza prácticamente de forma monológica, por medio de la única intervención de la Fama, y aunque en ocasiones se amplía la complejidad de la intriga con polílogos de dos o tres interlocutores, cuando participa el Soldado o el Peregrino, prevalece la forma monológica. Esto concuerda con el tipo de metro que se emplea a lo largo de toda la composición, el romance, por lo que existe unimetría. Los recursos retóricos más llamativos son el uso de paralelismos («si las fomenta y anima / si las procura y alcanza», vv. 123-124), enumeraciones («Hubo altares diferentes, / donde el primor y la gala, / la curiosidad y aseo», vv. 379-381) y repeticiones que alternan con eruditos circunloquios («Belona del sacro Betis / de su antiguo imperio, Palas, / que flechas son la hermosura / y con el recato matas», vv. 29-32). Se aspira, en definitiva, a plasmar un lenguaje culto y pulido emulando el estilo poético de la lírica.

En el eje temporal se mezcla la sincronía y la diacronía, ganando partido esta última ya que el objetivo principal de la loa es alabar «las majestuosas fiestas» que los dos cabildos de Córdoba dirigieron en veneración del rey santo, Fernando III. La loa comienza en presente (vv. 1-50) para que los personajes, por medio de este modo verbal, se presenten al auditorio. Continúa en pasado (vv. 51-176) para rememorar las razones que promovieron la beatificación y santificación del rey Fernando III, deteniéndose especialmente en la conquista del reino de Córdoba. A esto sigue un periodo de transición (vv. 177-200) que sirve para introducir la crónica de las fiestas. Así, uno de los personajes, el Soldado, que le pide a la Fama (vv. 181-186):



Y puesto que en ti solo
(a pesar del tiempo) se halla
lo que ha pasado presente,
haz presente lo que pasa,
porque quede satisfecha
cualquier duda obstinada […]

Fuente:

En este parlamento el Soldado le pide a la Fama que actualice los hechos, es decir, que traiga al presente el pasado y recree la ceremonia y los festejos que, en honor a san Fernando, se realizaron en Córdoba. La Fama accede y realiza la crónica de cuanto aconteció en la festividad (vv. 201-410) desde el día de la víspera («A las 6 del mes de junio», v. 201) hasta el día en el que culmina la celebración con una solemne procesión, el 9 de junio («martes fue 9 de junio», v. 345). Por último, se utiliza un pasado que lleva hasta el presente para cerrar la loa con la despedida de los personajes (vv. 411-418). Para Enrique Rull «la loa es muy simple, no posee apenas riqueza ni estructura argumental, sino una leve anécdota simbólica cuya virtualidad artística se agota en la mera desnudez con que muestra el mensaje» 51 . La loa de Vaca obedece a la perfección a este esquema. Su autor aprovecha una circunstancia particular como son los festejos por la santificación del rey Fernando III para vanagloriar a su ciudad, Córdoba, y por ende, a sí mismo.

Desde finales del siglo XVI y durante el siglo XVII, la ciudad adquiere un papel esencial en el panorama ideológico de la época. En este nuevo contexto comienza a afianzarse la ciudad como objeto específico de interés historiográfico no solo en los lugares de mayor relevancia histórica (Toledo, Madrid, Sevilla, Valencia, etc.), sino también en las más modestas localidades, tal y como nos explica Santiago Quesada 52 . Como consta en el título del cartapacio en el que se encuentra esta composición Manuscritos del Dr. Enrique Vaca de Alfaro, historiador de Córdoba, Vaca de Alfaro se preocupó por estudiar la historia de su ciudad, como prueban los numerosos manuscritos que sobre este tema nos legó, tales como el Libro de las grandezas de Córdoba, los Casos notables de la ciudad de Córdoba o los Varones ilustres de Córdoba. No contento con ello, Vaca ejercitó también como poeta cronista y quiso dejar constancia de la gloria de Córdoba en algunas de sus festividades. Así, entre sus publicaciones se encuentran dos relaciones de fiestas escritas en verso, una dedicada a la fiesta que se celebró en honor de la Purísima Concepción titulada Festejos del Pindo… (1662) y otra escrita en honor de un festejo taurino que lleva por nombra Poema heroico… (1669). Estas obras anteceden a la loa que editamos, escrita en 1671, y se relacionan con ella por su carácter circunstancial. No podemos saber si este es el único texto dramático que escribió el poeta, pero sí afirmar que es el único que, hasta el momento, conservamos. Su carácter, como hemos visto, no dista mucho de ser la crónica poética de un festejo y su fin no es otro que el de honrar a su ciudad. Esta obra es coherente, por tanto, con el resto de la producción del escritor, donde evidencia de una manera muy clara su intención de reclamar la gloria de su ciudad y recalcarse a sí mismo como contribuyente activo de su fama.

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Torre Farfán, Fernando, Fiestas de la S. Iglesia Metropolitana y Patriarcal de Sevilla al nuevo culto del señor rey S. Fernando Tercero de Castilla y León, Sevilla, en casa de la viuda de Nicolás Rodríguez, 1672.

Notas

1 Ver Farré Vidal, 2007 y López Poza y Pena Sueiro, 1999.

2 Ver Garrido, 2013 y Garrido, 2015.

3 Fernando de la Torre Farfán, Fiestas de la S. Iglesia Metropolitana y Patriarcal de Sevilla…, Sevilla, viuda de Nicolás Rodríguez, 1671.

4 Fiestas celebradas por la Real Capilla de Granada…, Granada, a expensas del Cabildo de dicha Real Capilla, [1671]; Noticias de las fiestas que la S. Iglesia Catedral de Málaga…, Málaga, Mateo López de Hidalgo, 1671; Bartolomé García de Escañuela, Trono de glorias…, Madrid, José Fernández de Buendía, 1671; Bernardino Carillo de Bedoya, Fiestas que la muy noble y muy leal ciudad de Burgos…, Burgos, Nicolás de Sedano, 1671; Francisco de Jerez, Oración panegírica…, [s. l., s. t.], 1671.

5 Existen dos ejemplares de esta obra en la biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid con las signaturas BH DER 8933(11) y DH DER 5911(8), así como un ejemplar en la Biblioteca Real de la Universidad de Granada con signatura BHR/A-031-209(14).

6 Se conservan ejemplares de esta obra en los siguientes lugares: Biblioteca Real de la Universidad de Granada, BHR/A-031-185(5); Biblioteca de la Universidad de Barcelona, 07 XVII-L-2441-10, y Biblioteca General de la Universidad de Sevilla, A 010/039 (9).

7 Contamos con dos ejemplares de esta obra en la Biblioteca Real de la Universidad de Granada: BHR/A-031-206(7) y BHR/a-031-209(1), y con uno en la Biblioteca General de la Universidad de Sevilla: A 112/070(3).

8 Existe un ejemplar de esta obra en la biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid: BH FOA 536(12).

9 Palacios, 1991, p. 213.

10 Justiniano (Macedonia, 482-Constantinopla, 565), conocido como Justiniano I, «el Grande» fue un emperador bizantino que, durante su reinado, conquistó gran parte del sur de la península ibérica, estableciendo allí la provincia de Spania. Para Vaca de Alfaro Fernando III «excede en prudencia» a Justiniano porque, durante su reinado, consiguió conquistar los reinos de Córdoba, Jaén y Sevilla reduciendo el territorio musulmán al territorio de Niebla, Tejada y el reino de Granada.

11 Se refiere al ave Fénix, símbolo de la inmortalidad, pues, tras su muerte, resurge de las cenizas y a vivir sin fin comienza.

12 Alude al río Betis a su paso por Córdoba, en el que consigue teñir la «rubia arena» por donde transcurre de «plata», por cuanto el agua del río se asemeja en el color y la proyección lumínica a este material.

13 En ocasiones se presenta a la diosa Fama sobre varios escudos, con un matiz belicista del concepto. De ahí que aquí se compare con Belona que, en la mitología romana, es la diosa de la guerra.

14 Se refiere a Palas Atenea, diosa de la guerra en la mitología griega.

15 Fernando III (1199-1252) desde 1217 fue rey de Castilla que, ya por entonces, incluía el reino de Toledo y en 1230, tras la muerte de su padre, Alfonso IX, fue rey también de León.

16 En 1236 Fernando III conquista Córdoba y el emir Abul Casán le entrega las llaves de la ciudad.

17 Fernando III, tras la conquista de Sevilla en 1248, mandó construir el templo cristiano más grande de cuantos existían y en él descansan incorruptos sus restos.

18 El papa Clemente X concedió al rey santo, Fernando III, el día 7 de febrero de 1671 fue canonizado y la reina regente, Mariana de Austria, ordenó a todas las iglesias de la monarquía que celebrasen el acontecimiento con el mayor esplendor y exhortó a los cabildos municipales a concurrir a los actos que cada iglesia programara.

19 Se refiere a los dos cabildos de la ciudad, el eclesiástico o pontificio y el municipal o regio.

20 Epíteto que se utiliza para aludir a Artemisa como diosa de la luna.

21 A la Fama se la suele representar como una figura femenina con alas de águila.

22 Marco Tulio Cicerón (106 a. C.-43 a. C.) jurista, político, filósofo, escritor y orador romano.

23 Apeles (352 a. C.-308 a. C.) es uno de los pintores griegos más afamados de la Antigüedad clásica.

24 Homero (siglo VIII a. C.) es el poeta griego autor de los principales poemas épicos, la Ilíada y la Odisea.

25 Probablemente hace alusión a alguna de las iglesias de Córdoba que llevan por nombre el de algún santo mártir, como la iglesia de san Lorenzo o la de san Hipólito ambas edificadas durante la Edad Media en Córdoba.

26 A Febo, como dios de la luz, se le representa recorriendo los cielos montado en un carro tirado por cuatro caballos blancos.

27 La noche en Homero es Erebea, esposa de Erebo, dios de la oscuridad y la sombra.

28 Apolo, dios de la luz y el sol.

29 Puede aludir a la Torre de la Calahorra, fortaleza de origen islámico ubicada en el Puente Romano de Córdoba.

30 Según Luciano de Samósata, Hipias, 2, Arquímedes, en defensa de la ciudad de Siracusa, utilizó un conjunto de espejos ustorios para hacer arder los barcos de la flota invasora.

31 Nemrod es un monarca mesopotámico a quien se le atribuye en el Génesis, 10 la creación de la Torre de Babel.

32 A Apolo se le conoce también por Pitio por ser considerado vencedor de la serpiente Pitón. Por tanto, aquí Pitio alude a Apolo y, por ende, al sol.

33 Con «la Noruega» se refiere al hemisferio norte. Aunque en los dos hemisferios el sol sale por el este y se esconde por el oeste, el movimiento diurno del sol parece variar, de manera que en el hemisferio norte es necesario mirar hacia el sur para ver el Sol y a la inversa en el hemisferio sur. Vaca alude a ese movimiento diurno del sol en estos versos.

34 Metáfora de las gotas de rocío que «derrama», a su salida, el alba.

35 Ovejas funciona aquí como sinónimo de fieles cristianos que siguen, en su grey, a su pastor.

36 Barcos de madera.

37 Juan de Austria (1545-1578), hijo ilegítimo del rey Carlos I, lideró a la tropa española que se enfrentó contra los turcos en 1571 en la memorable batalla de Lepanto, alzándose con la victoria.

38 El pastor al que se refiere Vaca de Alfaro es Argos. Júpiter, para disimular su adulterio, regaló una ternera a Juno y esta, sospechando el engaño, decidió encargar su custodia a Argos quien, según nos cuenta Ovidio en sus Metamorfosis, era un ser dotado con cien ojos en la cabeza. Vaca compara la bandada de pájaros con Argos por lo desmesurado de esta.

39 Morfeo es el dios del sueño, «viva imagen», según Vaca, de «la parca» que es la personificación de la muerte.

40 Se refiere a la madre de Aquiles, Tetis, que, en algunas ocasiones, como en esta, es confundida con Temis, encarnación de las leyes de la naturaleza.

41 Epíteto de Apolo, proveniente de su nacimiento en el monte de Cinto.

42 Templo sagrado situado en el monte Parnaso y dedicado principalmente a Apolo.

43 Las calles de Córdoba, por su esplendor, le recuerdan a Tiro y Sidón, ciudades costeras fenicias a donde Jesús viajó y realizó uno de sus milagros (Marcos, 7, 24-30).

44 Hace referencia al estaño, metal de que estaba hecha la rueda de la diosa de la Fortuna y del que era rica la villa de Potosí, en Bolivia.

45 Según el historiador griego Pausanias, uno de los primeros lugares en los que se estableció el culto a Venus fue en Chipre.

46 Puede aludir a Apolo quien, según el mito, se convirtió en delfín para atraer a un barco cretense y de ahí su apodo de «Apolo delfino».

47 Diana es la diosa virgen de la caza.

48 Mercurio calza alas porque es el mensajero de los dioses.

49 Farré Vidal, 2003, p. 59.

50 Spang, 1994, p. 13.

51 Rull, 1994, p. 31.

52 Quesada, 1992, p. 43.

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