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Secretarios, oficiales y literatos: mediación cultural en torno a los virreyes de Nápoles (c. 1650-c. 1700)
Secretaries, Officials and Literati: Cultural Mediation around the Viceroys of Naples (c. 1650-c. 1700)

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 6, núm. 2, 2018

Instituto de Estudios Auriseculares

José María Domínguez

Universidad de La Rioja, España



Fecha de recepción: 08 Noviembre 2017

Fecha de aprobación: 13 Febrero 2018

Resumen: Este artículo se centra en la actividad literaria de varios secretarios y oficiales de los virreyes de Nápoles a finales del siglo XVII. Se presentan como mediadores y agentes de transferencias culturales en el sentido definido por Michel Espagne y se exploran las pautas biográficas que compartieron. Metodológica­mente esta perspectiva permite ir más allá de los estudios de mecenazgo cultural de los virreyes, que por lo general se concentran en nobles de alto rango y acciones culturales de amplio impacto. Este artículo pretende por el contrario descender de nivel para hacerse preguntas sobre la competencia literaria de estos oficiales que solían pasar largas temporadas en Italia, que actuaban como traductores, como escritores y que tenían sus propios códigos de gusto y fruición de obras literarias. A partir de documentación de archivo muy variada, se profundiza en los casos de Manuel García de Bustamante, Diego Cabreros, Juan Vélez de León, Sebastián de Quirós y Antonio Díaz, entre otros. Por último se comparan estas trayectorias con casos de literatos italianos como Francesco Maria Paglia y Giacomo Badiale que tuvieron vínculos biográficos y profesionales más o menos intensos con los agen­tes de la diplomacia cultural española en Roma y Nápoles.

Palabras clave: Secretarios de los virreyes de Nápoles, diplomacia cultural es­pañola en Italia, transferencias culturales, mediación cultural, teatro y música en Nápoles siglo XVII.

Abstract: This article focuses on the literary activity of several secretaries and officials of the viceroys of Naples at the end of the seventeenth century. They are presented as mediators and agents of cultural transfers in the sense defined by Michel Espagne. The biographical patterns they shared are explored. Methodologically this perspective allows us to go beyond the studies of cultural patronage of the viceroys, which usually focuse in high-ranking nobles and cultural patronage of wide impact. This article aims instead to go down one step in order to consider issues as the literary competence of these officials who used to spend long periods in Italy, who acted as translators, as writers and who had their own codes of taste and enjoyment of literary works. Departing from very varied archive documentation, the cases of Manuel García de Bustamante, Diego Cabreros, Juan Vélez de León, Sebastián de Quirós and Antonio Díaz, among others, are studied in depth. Finally, these trajectories are compared with cases of Italian writers such as Francesco Maria Paglia and Giacomo Badiale who had more or less intense biographical and professional links with the agents of Spanish cultural diplomacy in Rome and Naples.

Keywords: Secretaries of the viceroys of Naples, Spanish cultural diplomacy in Italy, Cultural transfers, Cultural mediation, Theater and music in Seventeenth­century Naples.

El historiador francés Michel Espagne publicó en 2007 un artículo titulado «Más allá del comparatismo. El método de las transferencias culturales» en el que afir­maba lo siguiente: «para que haya importaciones culturales es imprescindible la existencia de mediadores. Creo que una constante de la historia cultural ha sido siempre la infravaloración de la mediación. Debemos observar con atención las diferentes categorías de mediadores. Por ejemplo, el papel de los traductores […]. Los traductores son los personajes menos conocidos de la historia intelectual o de la historia del libro» 1 . Partiendo de esta observación, este estudio profundiza en los secretarios y oficiales de secretaría de los virreyes de Nápoles en sus cír­culos italianos y españoles, para preguntarse sobre su carácter de mediadores y agentes de transferencia cultural, atendiendo a aspectos como la relación entre su trabajo, por una parte, y su competencia bilingüe y literaria, por otra. En relación con su oficio, interesa considerar las pautas biográficas (formación en España, larga permanencia en Nápoles, etcétera) que se repiten de unos a otros a lo largo del tiempo. El teatro y, en particular, el teatro musical, son espacios de observación privilegiados: secretarios y oficiales actúan unas veces en el entorno de la produc­ción (como libretistas, traductores, propagandistas) y, otras, en el de la recepción (valorando determinadas obras en su correspondencia, comparando los usos ita­lianos con los españoles).

Metodológicamente, los estudios recientes sobre la diplomacia cultural entre Italia y España han privilegiado a los virreyes como protagonistas de los procesos de transferencia 2 . En este contexto, mi artículo es novedoso porque desciende de nivel para subrayar el papel mediador de un cuerpo de la administración cuya ac­tividad es, ciertamente, más difícil de documentar que la de los propios virreyes. De hecho, para profundizar en los vínculos de estos personajes con la producción teatral y operística hay que cruzar información procedente de documentación muy diversa. Por otra parte, la cultura teatral y literaria (en general) en la Nápoles de finales del siglo XVII constituye un contexto privilegiado para explorar esta meto­dología. Esto tiene que ver con varios intereses de la historiografía reciente: desde luego con el estudio de las traducciones representado por las escuelas de Maria Grazia Profeti, en el ámbito literario, y por Lorenzo Bianconi, en el de la musicología interesada por los libretos de ópera 3 . Pero también tiene que ver con el interés por la prosopografía como forma de reconstrucción de las redes familiares y clientelares en el ámbito de la historia política y cultural 4 .

La primera parte del artículo se concentra en algunos secretarios que fueron autores de obras reconocidas para ilustrar a continuación la estructura de las se­cretarías y el papel de los oficiales que trabajaban en ellas. En la segunda parte se analizará la proyección pública de varios secretarios del entorno del IX duque de Medinaceli entre Roma y Nápoles profundizándose en un caso concreto, el de Juan Vélez de León. Se comparará su trayectoria con la de dos literatos italianos con­temporáneos suyos, uno relevante para la comedia, Giacomo Badiale, y otro para la ópera, Francesco Maria Paglia.

Algunos de los secretarios fueron directamente autores: escribieron comedias y libretos de ópera para la escena partenopea. Quizá el más conocido es Manuel García de Bustamante, autor del libreto de El robo de Proserpina y sentencia de Jú­piter, una ópera que se representó en 1678 con texto en español y música italiana de Filippo Coppola 5 . Estaba dedicada al virrey marqués de los Vélez (que gobernó entre 1675 y 1683) 6 . Unos años antes, en 1660, otro erudito del entorno del virrey Gaspar de Bracamonte y Guzmán, conde de Peñaranda (1658-1664), Pedro Sanz de Palomera y Velasco, había traducido el libreto de La Cloridea al español, deta­llando en la advertencia al lector del libreto que «el Autor tiene de Poeta sólo lo que le basta para divertirse» 7 . Sanz fue probablemente un consejero o burócrata de la administración virreinal con un buen dominio del italiano: la advertencia citada deja claro que sus ocupaciones eran muy distintas de las de un poeta. Todavía unos años antes, encontramos el caso de otro personaje similar en tiempos del virrey conde de Oñate (1648-1653), Jacinto de Aguilar y Prado, que llegó a ser gobernador de Trani en 1649. También él fue autor de poemas y textos literarios. Gracias a sus inquietudes literarias hoy podemos documentar dos representaciones de la ópera Chi soffre speri, con libreto de Giulio Rospigliosi y música de Virgilio Mazzocchi y Marco Marazzoli, que tuvieron lugar hacia 1650 en la ciudad de Andria. Se trata de una producción relevante por encontrarse entre los primeros melodramas ro­manos representados en el reino de Nápoles. Aguilar recogió sus ocios literarios en un manuscrito misceláneo, con versos propios y textos en italiano y español: una tipología de “mamotreto” o zibaldone sobre la que volveremos a propósito de Juan Vélez de León 8 . También está documentada la participación de muchos de estos secretarios y oficiales, criados de embajadores y virreyes, en las comedias y celebraciones festivas representadas privadamente para solaz de la corte. Hay múltiples casos bien documentados en la embajada de Roma, cuyos titulares, cada vez con mayor frecuencia durante el periodo que nos interesa, pasaban a ocupar el virreinato. En tanto en cuanto los secretarios formaban parte de la familia del embajador, solían acompañar a su señor en este periplo en el que la experiencia romana era una parte fundamental de su aprendizaje.

La larga permanencia de estos personajes en Italia es una de las pautas biográ­ficas determinantes en su actividad como mediadores. Es, por otra parte, un aspec­to que contrasta con la brevedad de las estancias de muchos nobles que ocupaban cargos en Nápoles y que se esforzaban por asimilar los códigos socioculturales locales, muchas veces sin conseguirlo. Por ejemplo, a finales de 1687 llegaron a Nápoles Baltasar de los Cobos y su esposa Isabel de Velasco y Carvajal, marqueses de Camarasa 9 . El marqués acababa de ser nombrado General de las galeras del reino napolitano, puesto en el que permaneció hasta 1696. El 30 de noviembre de 1688 la marquesa escribió desde aquella ciudad a su hermano: «se hizo la Comedia que se tenía para el día de los años del rey. Vi el ensayo, pero cuando la hicieron en forma, no la vi, porque los señores napolitanos dicen no me querían en el palque­te con la hija de la virreina» 10 . Del resto de la correspondencia de la marquesa se deduce que sufrió un considerable choque cultural y que no acabó de amoldarse a las convenciones sociales napolitanas: después del terremoto de junio de 1688 escribió que haber ido a Nápoles era un error del que se arrepentía más veces que cabellos tenía en la cabeza. Su estancia fue, por lo tanto, breve. En 1696 su marido fue nombrado virrey de Aragón, pero es probable que ella hubiera abandonado la ciudad antes. Esta actitud impermeable difiere del grado de aculturación que alcan­zaban los oficiales de secretaría, fruto de largas permanencias en la ciudad, como se verá a continuación.

¿Cómo se estructuraban los gabinetes en los que trabajaban, qué formación tenía su personal y dónde se ubicaban? El secretario de Estado y Guerra, tenía el rango de secretario real y era, en palabras de Parrino «specie di primo ministro del vicerè». Tenía a su cargo dos oficiales mayores, otros dos oficiales segundos (todos ellos con título de secretarios del rey), un continuo, tres escribientes, dos de registro, diecinueve diversi, un paje del virrey que actuaba como correo y otros sujetos de menor graduación. Como poco, treinta personas a su cargo expertas en papeles. Sus competencias atañían a los principales asuntos de gobierno: materias de particulares, administración de la caja militar (principal órgano económico al servicio del virrey) y de las gabelas, la correspondencia personal y pública del virrey con los ministros de todo el reino, la cifra y la cámara. La secretaría de Justicia era de menor entidad, pero incluía cuando menos quince subordinados 11 . Sendas oficinas procesaban toda la información que llegaba al virrey, la preparaban para despacharla con él y ejecutaban todas las decisiones adoptadas. Tres documentos del Archivio di Stato di Napoli, serie Segreterie de’ Viceré, nos ayudarán a visualizar esta realidad y a valorar su relevancia en relación con el tema que nos ocupa.

El primer documento es un memorial remitido por el alcaide del Palacio Real al virrey Medinaceli (embajador en Roma entre 1687 y 1696, virrey entre 1696 y 1702) el 12 de noviembre de 1700, adjuntando una nota con cantidades a pagar por las luminarias por la recuperada salud de Carlos II. La orden había sido enviada al al­caide el día 3 «por billete de la secretaría de guerra». Pero lo interesante es la nota adjunta, en la que se detalla el reparto de hachas que se hizo a todos los oficiales que trabajaban y habitaban en el palacio nuevo. Esta memoria ilustra la jerarquía y topografía de las secretarías. Según el documento, el reparto de las hachas fue así: al Secretario de Guerra, se entregaron doce hachas; al de justicia seis; a los oficiales mayores de sendas secretarías, que habitaban en el mismo cuarto, cuatro para cada uno. Otras cuatro se repartieron «en los cuartos que habitan Don Martín de Pagave, Don Bonifacio Andrada, Don Alonso de Llanos, Don Antonio Díaz, Don Joseph Fermín de Ripalda, Don Gerónimo de Ludeña, Don Joseph Gomes, Don Se­bastián de Quirós, don Juan Gómez de Llamosa, Don Pedro Meluccio» 12 . Destaca­remos los nombres de Díaz y Quirós, ya que los volveremos a encontrar en breve.

El segundo documento o, mejor dicho, grupo de documentos, son una serie de memoriales enviados al virrey por parte de las monjas de Santa Patricia y de los Padres Píos Operarios de la iglesia de San Jorge Mayor, generados por un conflicto entorno a la construcción de un teatro de comedias en el citado convento femeni­no. Los Operarios se opusieron con vehemencia al teatro, alegando el perjuicio que esto les causaría, «por impedirles la oración y demás ejercicios espirituales que de ordinario allí se hacen». Las quejas dieron lugar a una investigación que involucró a varios consejeros del Colateral. Pero lo que nos interesa es reconstruir el itinerario burocrático que siguió el memorial original redactado en italiano para entender to­das las instancias que influyeron en la decisión final. En primer lugar, se remitió al Secretario de Justicia, cuyos oficiales elaboraron un resumen en español. Una vez despachado con el virrey Medinaceli, dicho Secretario ordenó pasar el memorial «a la secretaría de guerra» y remitir copia al Auditor General solicitando la elaboración de un informe al respecto. La resolución final correspondió al Secretario de Justicia que, cuatro días después, ordenó «que lo fabriquen» y ejecutó la orden 13 . En tanto que las secretarías del virrey recibían memoriales sobre todo tipo de asuntos, la actividad teatral no escapaba a su control.

El tercer documento es una carta personal en español remitida desde Madrid por José Díaz de Isla el 29 de abril de 1700. Su destinatario es uno de los oficiales de la secretaría que veíamos antes en el reparto de hachas: Sebastián de Quirós. La misiva quizá quedó por descuido entre la documentación de las secretarías, ya que nada tiene que ver con la gestión política o económica a que se refiere el res­to de la serie donde se encuentra. Es por tanto un testimonio excepcional de una correspondencia privada que debía de ser bastante habitual y frecuente entre los personajes que estamos analizando. Dice así:

[…] Amigo mío. Ya que la distancia tiene en perenne entredicho a mis ojos y a mis oídos, me consuela el refrán de que entre dos que bien se quieren, el uno que goce basta. Vuestra merced lo disfrute por muchos años, que si yo fuera tan ligero como mi envidia, no lo hubiera vuestra merced logrado solo, pues sin duda me hubiera aparecido por algún rinconcillo en esas célebres deleitosas armónicas fiestas del carnaval pasado, pero para los desgraciados se hizo la horca. Yo le pasé aquí bien simplemente de intento, pero después acá lo he desquitado sin el riesgo de que le hiciesen a un hombre una sopa de agua. Y hablemos claro, que diversión no falta aquí y de tanta deferencia [es decir, con tanto respeto] en el sainete, o [de tanta] sal, cuanta hay entre los genios italianos y españoles. La gracia está en saber buscarla, pero si se encuentra, sepa vuestra merced que consta de muchas más cosas inge­niosas y de gran chiste. Y puedo decir a vuestra merced que, si anoche se hubiera hallado conmigo, creo que se hubiera satisfecho enteramente su grande genio sin echar menos nada de diversión en lo decente, y de esto hay tanto que falta tiempo.

Nuestras novedades se reducen a venir los Reyes del Escorial el día cuatro para pasar desde aquí el día seis a Aranjuez. Se hizo confesor nuevo del Rey al padre Torre, Provincial que era de Santo Domingo. Murió Montara en El Escorial y la gran falta que hay de agua tiene bien dudosa la cosecha, y el pan se ha subido y lo que es peor es que andan unos aires que son bien perjudiciales a la campaña y a la salud. Y andan agudísimas enfermedades; a mí me ha sacudido un corrimiento a las muelas, que solo porque vuestra merced vea que en la manera que puedo solicito merecer sus favores, puedo haberme delatado a tanto, porque me maltra­ta mucho. Téngame vuestra merced en su gracia y póngame a la obediencia de todos los amigos y con especialidad a la de mi caro Ilurdoz y Díaz. Dios guarde a vuestra merced muchos años como puede Madrid 29 de abril 1700.

Besa la mano de vuestra merced su mayor más seguro servidor e inalterable amigo,

Don Joseph Díaz de Isla.

[P. S.] Debajo de sobrecarta del conde mi señor podrá vuestra merced escribir siempre que gustare.

Díaz es con toda probabilidad Don Antonio Díaz al que también hemos visto en el reparto de hachas; a Ilúrdoz lo reencontraremos en breve. La misiva ilustra varia­das actitudes de fruición y un cierto sentido de emulación literaria entre lo italiano y lo español.

Teniendo en cuenta la importancia de los asuntos que debían tratar, uno de los criterios clave a la hora de elegir a estos secretarios era la confianza, lo que expli­ca que fueran a menudo hechuras del propio virrey y miembros de su familia. En cuanto a los oficiales, que ocupaban puestos de larga duración y que no eran tan fáciles de seleccionar ni formaban parte de las familias, los virreyes eran informa­dos por extenso de aquellos que encontrarían a su llegada. Así lo demuestra un papel de advertencias al virrey Medinaceli cuando pasó al gobierno de Nápoles muy probablemente escrito a principios de 1696 por Juan Vélez de León 14 . León había sido, quince años antes, secretario de Justicia del marqués del Carpio (virrey entre 1683-1687). Las advertencias informan a Medinaceli sobre la formación y preten­siones de cada uno de los oficiales en servicio en las secretarías. De Antonio Ortiz dice, por ejemplo, que era «hechura del señor don Pedro de Aragón. Es para poco, pero hombre muy de bien, limpio y sincero». Es decir, llevaba al menos 25 años en Nápoles. De Juan de Ilúrdoz y Villanueva, dice: «Desde el tiempo del señor marqués del Carpio corre con el manejo de las cifras, es otro Santiago de San Ginés, si bien despunta algo más por lo mucho que ha trabajado en negocios públicos de Roma y Nápoles […] es tan seguro que le llamábamos el Alcázar del Secreto». «El Alcázar del Secreto» bien podría haber sido el título de una comedia española, de la misma manera que la expresión con que se conocían las secretarías de los virreyes: «el corazón del Estado» 15 . Pero quizá la información más relevante de las advertencias es la que se refiere a Antonio Díaz: «Don Antonio Díaz, el nuevamente caballero, caerá luego en gracia como discípulo de sus habilidades de Don Manuel García de Bustamante. Es de servicio en la secretaría […], el que más entiende los papeles y que escribe con mejor aire, con que la cautela puede hacerle de provecho». Díaz era, por tanto, nada menos que discípulo del libretista de El robo de Proserpina y sen­tencia de Júpiter. Las redes letradas que conformaban estos oficiales se extendían no sólo en el espacio, sino también en el tiempo.

Si algunos de estos secretarios y oficiales con inquietudes literarias permane­cieron largo tiempo en Nápoles, otros dos rasgos biográficos que suelen compartir son la movilidad y la pertenencia a familias que habían desempañado cargos y honores en la corte de Madrid. Así ocurre con Domenico Fiorillo, que llegó a ser se­cretario de Estado y Guerra en 1708, o con su subalterno Luis de Velasco, hombre de confianza de Antonio Díaz 16 . Del propio Bustamante sabemos que, en 1693, tras más de cuarenta años al servicio real, solicitó la vacante de enviado en Génova 17. Estas trayectorias a caballo entre dos siglos recuerdan a las de literatos como Lo­renzo de las Llamosas, libretista de Destinos vencen finezas o el conde de las To­rres, autor de Decio y Ercalea, primera ópera española al estilo italiano representada en la corte de Felipe V 18 .

A diferencia de los oficiales, los Secretarios del virrey compartían algunos ras­gos biográficos como su rango noble (solían ser caballeros de Santiago o de otras órdenes) y la visibilidad pública. La Gazzetta di Napoli, por ejemplo, vincula estos dos aspectos a propósito de las celebraciones por la recuperada salud del rey en octubre de 1696. Con tal motivo, Medinaceli hizo desfilar por Nápoles un carro car­navalesco con una «magnífica y suntuosísima máquina» que representaba al Vesu­bio. En ella iban los dos secretarios del virrey y otros caballeros encabezados por el camarero mayor, Juan Bautista Villarreal y Gamboa, miembro de la Academia de la Arcadia 19 . Cada uno portaba una bandera representando un reino de los dominios hispanos. La noticia publicada dice así:

Il dopo pranzo [del 25 ottobre] poi, continuandosi le allegrie per la ricuperata salute del re […] tirò a sé l’ammirazione gratissima degli occhi di tutta Napoli […] la comparsa che fece magnifica e sontuosissima macchina di plausibile inven­zione, fatta da’ cavalieri della corte di Sua Eccellenza a proprio lor costo, sotto la direzione del suo cameriero maggiore signore Don Giovanni Battista Villareale e Gamboa, cavaliere dell’abito di San Giacomo […] Figurava egli il nostro Monte Vesuvio esalando dalla fumante bocca accese fiamme, ora in poca, ora in molta quantità eruttandone. […] Alle amene falde di questo monte giacevano in bella po­situra regolatamente ripartiti quattordici de’ suddetti cavalieri, vestiti con indicibil ricchezza e bizzarria all’eroica, con cimieri carichi d’infinità di svolazzanti e vaghis­sime piume, figurando il regno di Castiglia il mentovato signore marchese Azzolini; quello di Leone il signore Don Nicola Coppola capitano di una compagnia corazze del corpo; d’Aragona il signore commendator Saracini gerosolimitano, capitano dell’altra compagnia corazze; la Galizia il signore Don Diego Cabreros segretario di Stato e Guerra, dell’abito di San Giacomo; la Navarra il signore Don Bernardo Speleta, segretario di giustitia dello stesso abito; il signore Don Michele de Espino maggiordomo maggiore e del medesimo instituto l’Andalusia; il reame di Napoli il signore Don Giuseppe Sans de Geta cavallerizzo Maggiore e cavaliere di Montes­sa; quello del Perù il signore Don Giovanni Battista Iztueta cavalier di San Giaco­mo; il Messico lo rappresentava il signore Don Angelo Mauro; il signore marchese Matteucci il ducato di Milano; il tenente delle guardie alamanne signore Don Pietro Santa Coloma quello di Fiandra; la Sicilia il signore Don Giovanni Gonsales, ambe due dell’abito medesimo di San Giacomo; la Borgogna il signore Don Bernardo de Resusta ed il regno di Biscaia [sic] il preaccennato signore Don Giovanni Battista Villareale e Gamboa, portando ciascuno regno l’imprese e i colori degli abiti confa­centi a ciò che figuravano […] 20

Muchos de estos caballeros publicaron poesías en español y en italiano en un conocido volumen titulado Componimenti recitati nell’Accademiaragunata nel Real Palagio in Napoli per la ricuperata salute di Carlo II… que imprimió Domenico Antonio Parrino en 1697 con una colección de poesías y textos leídos durante las mismas celebraciones por la recuperada salud del monarca en las que se inscribió el carro apenas descrito. En el volumen (p. 57) se encuentra este soneto de Don Bernardo de Ezpeleta, secretario de Justicia del virrey Medinaceli:



Allá espiraba el Mundo ya inundado
del diluvio fatal y el Orbe estaba
cual globo de cristal, donde miraba
el Cielo su decreto ejecutado.

Aquí nuevo diluvio ha reparado
la ruina, que al mundo amenazaba,
pues la dolencia que la fatigaba
con diluvio de llanto se ha curado.

Tal fue del Mundo el llanto afectuoso
que detuvo el torrente furibundo
de catástrofes fiero y horroroso.

Allá en diluvio de rigor profundo
el Mundo parecía, aquí piadoso
otro diluvio da la vida al Mundo.

Fuente:

El carro napolitano recuerda, por su función, a otro que había desfilado por Roma poco antes en el carnaval de aquel mismo año (1696) y que el diario del Fondo Bolognetti del Archivio Segreto Vaticano describe así: «E comparve nel Corso entro due carrozze scoperte una mascherata nobile di quasi tutta la famiglia del signor duca di Medina in habito da pellegrini, che con quelli a piedi erano più di 30 dispensando due belli sonetti» 21 . Es seguro que Ezpeleta se encontraba entre esos familiares del duque de Medina, es decir, de Medinaceli. Los dos sonetos, que se recogen a continuación, son obra de Francesco Maria Paglia, poeta de cámara de dicho duque que estaba a punto de dejar la embajada de Roma para convertirse en virrey. Paglia, personaje sin duda cercano a Ezpeleta, fue libretista de numerosas óperas, serenatas y cantatas patrocinadas por Medinaceli:

I Pellegrini

Addio mura di Roma, al cui valore
di già più d’un eroe provò spavento;
addio memorie grandi, il cui stupore
converte in sasso il viatore attento.

Addiò beltà latine, al cui splendore
ogni ciglio atterrato è dal contento;
addio fasti, ch’un tempo al nostro core,
foste dolce magia, grato alimento.

Addio feste, addio pompe, addio piaceri,
addio fidi seguaci al cieco dio,
addio vaghe speranze, addio pensieri.

Addio gran Lazio, addio torbido rio,
gradite i pellegrini passeggeri,
ch’oggi pensano solo a dirvi addio.

Fuente:

Il genio de’ Pellegrini. Alle dame di Roma

Questi che voi mirate, aura novella
d’un altro cielo a respirar sen vanno,
e le amiche dimore in lor flagella
col togliere i momenti il dio dell’anno.

Benche di loro il piè segue la stella,
io so che pellegrino il cor non hanno;
anzi con l’alma al vostro merto ancella
ciascun di perder voi compiange il danno.
Belle ninfe del Tebro, il vostro oggetto
influisce al desio lume sovrano;
che nasce ossequio, e poi diventa affetto.

Onde è assai sventurato un genio umano,
che vien pellegrinando al vostro aspetto,
poi va pellegrinando a voi lontano.

Fuente:

Sin duda estos sonetos están copiados de folios volantes impresos. Vemos por tanto como dos personajes muy cercanos al virrey, pero de muy distinta formación, Ezpeleta y Paglia, uno aficionado, el otro profesional, recurren a una misma estra­tegia, la escritura y publicación de sonetos, en relación con momentos de máxima visibilidad pública de la corte ducal.

Nos detendremos por un momento en este diario del fondo Bolognetti, porque a pesar de ser un diario de Roma, tiene mucha relevancia para la historia del tea­tro en Nápoles y en cierto modo relación con el argumento que nos ocupa, por ser su autor representativo del oficio de poeta italiano que pudieron frecuentar los oficiales y secretarios de origen español, aunque sin llegar nunca a su grado de profesionalidad. Varios indicios internos del propio diario sugieren que el diarista es Giacomo Badiale 22 . Badiale fue un abate napolitano, autor de varias comedias y de, al menos, un oratorio musical, que pasó muchos años en Roma, coincidiendo con la cronología del diario (1691-1697). Parrino y Mutii publicaron varias obras suyas en Nápoles en las que se confirma su larga estancia en Roma.

Es interesante comparar el perfil de Badiale con los oficiales y secretarios que estamos tratando para valorar el papel de estos últimos como mediadores. Si ima­ginamos las transferencias culturales entre España e Italia como un continuum, Badiale estaría en el extremo más alejado de lo español o, dicho de otro modo, en el extremo más italiano: escasa movilidad y, probablemente, baja competencia en lengua española. No se conoce, de hecho, ninguna obra suya en español. En el me­dio estarían personajes como Francesco Maria Paglia, que comparte rasgos con la biografía de Badiale como por ejemplo el ser un abate de origen italiano. Pero pa­rece que la competencia poética de Paglia en español era mucho mayor que la de Badiale y esto les diferencia. Por otra parte, Paglia estaría en el medio porque com­parte rasgos biográficos con Juan Vélez de León cuya posición en el continuum estaría bastante alejada de Badiale, en algún lugar más próximo al extremo opues­to. Vélez era de lengua madre española, pero dominaba, como Paglia, el italiano, copiando y, quizá, escribiendo también obras poéticas en dicho idioma. Sea como fuere, resulta significativo que tanto Paglia como Vélez produjeron fuentes muy similares: mamotretos o zibaldoni con vistosos dibujos a tinta, con obras poéticas y teatrales en ambas lenguas y con abundantes textos per musica, reflejo de una misma realidad: la de la corte de un embajador y un virrey español en Italia 23 . Vélez, en un soneto suyo se describe a sí mismo como «poeta, historiador y secretario» 24 , una afirmación muy diferente de la de Palomera, aquella citada al principio según la cual «el Autor tiene de Poeta sólo lo que le basta para divertirse».

En realidad, Vélez y la mayoría de personajes aquí tratados, representan un es­píritu preilustrado, prototipo de esos mediadores sin los cuales, por volver a Michel Espagne, es imposible cualquier proceso de importación cultural. Acercándonos a estos personajes, podemos encontrar nuevas perspectivas sobre la circulación, producción y consumo o fruición de la literatura y en particular del teatro hablado y musical en Nápoles. Ellos fueron mediadores, en el sentido de Espagne, gracias a su alta movilidad y avanzada competencia bilingüe, indispensables para el desem­peño de sus tareas basadas en el dominio de la pluma.

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Minieri Riccio, Camillo, Notizie biografiche e bibliografiche degli scrittori Napoletani fioriti nel secolo XVII. I cognomi dei quali cominciano con la lettera B, Napoli, Tipografia di Raffaele Rinaldi e Giuseppe Sellitto, 1877.

Mogrobejo, Endika de, Diccionario Hispanoamericano de Heráldica, Onomástica y Genealogía. Adición al «Diccionario Heráldico y Genealógico de Apellidos Es­pañoles y Americanos», por Alberto y Arturo García Carraffa, Bilbao, Editorial Mogrobejo-Zabala, 1996.

Quirós, Roberto, Constantia et fortitudine. La corte de Carlos III y el gobierno de Italia, 1706-1714, tesis doctoral, Universidad Autónoma de Madrid, 2015.

Quirós, Roberto, Monarquía de Oriente. La corte de Carlos III y el gobierno de Italia durante la guerra de Sucesión española, Madrid, Marcial Pons, 2017.

Sanz de Palomera y Velasco, Pedro, La Cloridea, Nápoles, [1660].

Sartori, Claudio, I libretti italiani a stampa dalle origini al 1800, Cuneo, Bertola & Locatelli, 1990-1994.

Tedesco, Anna, «Música política: los embajadores en la vida musical de los siglos XVII y XVIII», en Música e História: estudos em homenagem a Manuel Carlos de Brito, ed. Manuel Pedro Ferreira y Teresa Cascudo, Lisboa, Edições Colibri/ CESEM, 2017, pp. 143-153.

Vichi, Anna Maria Giorgetti, Gli Arcadi dal 1690 al 1800: onomasticon, Roma, Arcadia-Accademia letteraria italiana, 1977.

Vidales, Felipe, El VII Marqués del Carpio y los libros, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2016.

Notas

1. Espagne, 2007, p. 9.

2. Colomer, 2009; Astarita, 2013; Galasso, 2013. Véase, no obstante, la novedad metodológica que supone a este respecto el volumen de Carrió-Invernizzi, 2016.

3. El resultado más actualizado en el que confluyen ambas líneas de investigación es el volumen Antonucci y Tedesco, 2016.

4. Quirós, 2015, p. 23; Vidales, 2016.

5. García Bustamante, 1996. Al analizar las estrategias de ascenso social de los letrados durante la Edad Moderna, Álvarez Ossorio afirma: «García de Bustamante […] obtuvo el marquesado del Solar a la vez que suscitó una viva hostilidad en el alto clero y una facción de la aristocracia durante la última década del reinado de Carlos II», Álvarez-Ossorio Alvariño, 2002, p. 81.

6. Una tabla con los nombres de los virreyes, sus títulos y su cronología puede verse en Antonelli, 2012, pp. 555-558.

7. Sanz de Palomera y Velasco, 1660, advertencia «al lettor», sin número de página. Para la datación de este libreto véase Bianconi, 1979, p. 52. Este artículo sigue siendo la referencia para cualquier estudio sobre libretos de ópera en la Nápoles española posterior a Masaniello (1650-1707), completado con el catálogo de Sartori, 1991-1994 cuyas referencias se obviarán en adelante por ser una herramienta sobradamente conocida. Gran parte de los libretos citados y de la información recogida en dicho catálogo pueden consultarse en versión digital en la siguiente dirección electrónica: http://corago.unibo.it/ [última consulta 17 de abril de 2016].

8. Domínguez, 2016.

9. Mogrobejo, 1996, vol. XXII, p. 325.

10. Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, Frías, caja 640, documento 87, Isabel de Velasco al duque de Frías, Nápoles, 30-11-1688.

11. La cita de Parrino, el detalle de la planta de la Secretaría y de las funciones del secretario se toman de Quirós, 2017 pp. 325-326.

12. Archivio di Stato di Napoli, Segreterie dei Viceré, Viglietti Originali (en adelante ASN, SV, VO), busta 1093, documento de Juan Bautista Festa, alcaide con fecha de ejecución 12 de noviembre de 1700.

13. El memorial de las monjas con fecha de ejecución 10 de octubre de 1697 y el resumen en español del memorial de los Píos Operarios ejecutado el 14 de octubre se encuentran en ASN, SV, VO, busta 1011, de los que se toman las citas literales. El original en italiano de este último, en la busta 1012.

14. El Papel de advertencias, del que se toman todas las citas siguientes, se encuentra en el Archivo Ducal de Medinaceli, sección Archivo Histórico, legajo 24, documento 3, publicado en parte por Tedesco, 2017, p. 153. Sobre Vélez de León y su papel como secretario de Carpio, ver López Torrijos, 1991. El estudio más completo hasta la fecha sobre el mecenazgo artístico de este virrey es el de Frutos, 2009.

15. Sobre esta expresión, ver Quirós, 2017, p. 315.

16. Sobre las trayectorias de Fiorillo y Velasco: Quirós, 2017, pp. 328-334.

17. Archivo General de Simancas, Estado, Legajo 3633, documento 191. Agradezco a Roberto Quirós que me señalara amablemente este documento.

18. Una reconstrucción de la trayectoria biográfica de ambos personajes en Domínguez, 2010, vol. I, pp. 349-354; sobre Lorenzo de las Llamosas y su papel en Destinos vencen finezas, Carreras, 1995.

19. Vichi, 1977, p. 154. Una síntesis del mecenazgo de Medinaceli con atención al contexto en el que se inscriben esta celebración y el carnaval romano que se menciona a continuación, en Domínguez, 2013.

20. Magaudda y Costantini, 2011, Apendice in CD-Rom, pp. 72-73.

21. La cita y los dos sonetos siguientes en Archivio Segreto Vaticano, Fondo Bolognetti, vol. 79, fol. 52.

22. Badiale pasó muchos años en Roma, «sempre stimato ed onorato», según Minieri Riccio, 1877, p. 1. El autor del diario, da pocos detalles sobre sí mismo pero algunos de ellos significativos: en el vol. 78 (correspondiente a 1695), fol. 253 dice que participó durante diez días en unos ejercicios espirituales y que vestía una «berretta da prete» lo que sugiere que era un abbate; en el fol. 316 dice de sí mismo: «chi scrive è legista» mientras que en el vol. 79 (correspondiente a 1696), fol. 214 afirma haber intervenido en una reunión de la Academia dei Pellegrini, confirmando que no era romano de nacimiento: «e l’altra [Accademia] de Pellegrini [si fece] al Giardino de Signori Principi Giustiniani, dove recitò anche lo scrittore, anch’ei povero Pellegrino fuori di Casa Sua». Los dos únicos abbati doctores en leyes no romanos que figuran en una lista de miembros de dicha Academia de 1695 son Giorgio Gizzaroni y Giacomo Badiale. Por otra parte, la edición de su comedia Il Lino generoso, publicada en Roma en 1699, confirma que Badiale fue promotor de los Pellegrini, mientras que otra edición posterior, de 1706, está dedicada a Vincenzo Giustiniani, Príncipe de Bassano.

23. De Francesco Maria Paglia véase las Rime varie en el manuscrito 2318 de la Biblioteca Angelica de Roma, con sonetos en italiano, capricci, sonetti eroici y sonetti sacri, canzoni, componimenti per musica (pp. 327-412) y una sección de rimas españolas (fols. 413-490). Agradezco a Chiara Pelliccia su ayuda

24. El soneto completo en Frutos, 2009, apéndice en CD-Rom, p. 270, tomado del manuscrito 7526 de la Biblioteca Nacional, fol. 1.

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