Secciones
Referencias
Resumen
Fuente
Cómo citar
Buscar
Navegar en el (a)mar: una talasología de los afectos en el «Persiles»
Navigating the Sea and/of Love: A Thalassology of Affect in the Persiles

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 7, núm. 1, 2019

Instituto de Estudios Auriseculares

Paul Michael Johnson

DePauw University ESTADOS UNIDOS, Estados Unidos

Fecha de recepción: 09 Mayo 2018

Fecha de aprobación: 06 Junio 2018

Resumen: En contraste con el paisaje mayormente deshidratado de Don Quijote, Los trabajos de Persiles y Sigismunda es lo que podría llamarse una novela “húmeda”. Gran parte de la Historia setentrional tiene lugar en el mar y la acción narrativa depende estrechamente de la incertidumbre de las fortunas marítimas, sea en aguas del Norte o del Mediterráneo. Aunque la comparación entre la navegación y la composición literaria ha sido un lugar común desde la Antigüedad, últimamente los críticos literarios de otras disciplinas se han interesado mucho por lo que se ha acuñado «los estudios oceánicos» o «las humanidades azules». Propongo explorar cómo el mar interviene específicamente en las relaciones afectivas de los personajes del Persiles y cómo las emociones se nutren de su ambiente náutico. El amor, la tristeza, el miedo y la ansiedad están ligados íntimamente a metáforas e imaginería hidráulica o marítima en la novela. Como análogo exotizado del Mediterráneo que tan bien conocía Cervantes, los mares septentrionales le permitieron experimentar con emociones todavía más intensas, que a su vez nos invitan a reflexionar sobre cómo navegar un paisaje o un texto que depende tanto del agua.

Palabras clave: Miguel de Cervantes, mar, océano, emociones, Humanidades azules, Mediterráneo.

Abstract: In contrast with the largely desiccated landscape of Don Quijote, Los trabajos de Persiles y Sigismunda represents what we might call a “wet” novel. A large part of the Historia setentrional takes place at sea, and the narrative action intimately depends on the uncertainty of maritime (mis)fortune, whether in waters of the North or of the Mediterranean. Although the comparison between navigation and literary composition has been a commonplace since Antiquity, literary critics from other disciplines have recently given rise to what has been coined «oceanic studies» or the «blue humanities». I propose to explore how the sea intervenes specifically in the affective relations of the characters of the Persiles and how emotions are nourished by the nautical environment. Love, sadness, fear, and anxiety are deeply linked to hydraulic or maritime metaphors and imagery in the novel. As an exoticized analogue of the Mediterranean that Cervantes knew so well, the Septentrional seas allowed him to experiment with even more intense emotions, which likewise invite us to reflect on how to navigate a passage or text that depends so much on water.

Keywords: Miguel de Cervantes, Sea, Ocean, Emotions, Blue Humanities, Mediterranean.

Los trabajos de Persiles y Sigismunda es lo que podría llamarse una novela “húmeda”. En contraste con el paisaje mayormente seco de Don Quijote, gran parte de la Historia setentrional tiene lugar en el mar y la acción narrativa está empapada de un ambiente acuático, por así decirlo. De hecho, el impulso de la novela misma depende estrechamente de la incertidumbre de las fortunas marítimas, sea en aguas del Norte o del Mediterráneo. Tal inestabilidad produce a su vez toda una serie de emociones intensas en los personajes, emociones cuya resolución a menudo se encuentra ligada inevitablemente a las fortunas del mar. Aquí propongo explorar, sin pretensión de ofrecer un análisis exhaustivo, cómo el mar interviene específicamente en las relaciones afectivas de los personajes del Persiles y cómo las emociones se nutren de su ambiente náutico. En esta novela la relación paranomástica entre mar y amar, un tópico nacional al que he aludido en el título de este ensayo 1 , nunca está lejos de la superficie. Pero la relación entre el mar y los afectos llega a ser mucho más que meras figuras felices para explorar lo que de otro modo podrían parecer motivos aislados, porque hay una panoplia de formas en las que el mar viene a servir como un significante común pero altamente potente de la afectividad en el Persiles. Así, partiendo del trabajo reciente de eruditos con un enfoque interdisciplinario, me gustaría sugerir que la novela representa un terreno fecundo para reflexionar sobre las relaciones entre las emociones humanas, el mar y la materialidad líquida en general 2 .

Una de las preguntas de mayor calado para los cervantistas ha sido por qué decidió Cervantes situar gran parte de su última obra literaria en las latitudes desconocidas del Septentrión, sobre todo teniendo en cuenta lo bien que conocía el Mediterráneo. Sin descartar la evidencia filológica e histórica de posibles fuentes de inspiración y otros acercamientos críticos 3 , me gustaría argüir que las aguas del Norte, junto con los eventos poco verosímiles que ocurren allí, desempeñan ya otra función. Al subrayar algunos momentos en la novela en los que las emociones y el mar surgen como metáforas complementarias, espero demostrar que para Cervantes los mares septentrionales le sirvieron como análogo exoticizado del Mediterráneo que tan bien conocía. Como un medio de introducir elementos extranjeros y fantásticos, las aguas del norte le permitieron no solo establecer un contraste entre civilización y barbarie —un tópico en el que más se ha fijado la crítica del Persiles—, sino, y acaso de manera más fundamental, desfamiliarizar y reflexionar sobre los fuertes afectos experimentados en aguas más cercanas. En definitiva, al escudriñar la representación de las emociones en el texto se aprecia que el Septentrión no sirvió para el alcalaíno un fin meramente práctico en cuanto a «las necesidades internas del libro» 4 , sino que está ligado a la variada experiencia marítima y afectiva del autor mismo.

Como demostró hace tiempo Ernst Robert Curtius, la comparación entre la navegación y la composición literaria ha sido un lugar común desde la Antigüedad, el cual ha dado lugar a identificaciones entre obra y nave, poeta y marinero, y la página y la superficie del mar, entre otras 5 . De manera semejante, ciertas acciones o eventos náuticos disfrutan de una larga historia comparándose con pasiones como el amor, el deseo o la ira. Se podría sostener fácilmente que los seres humanos, especialmente aquellos que habitan sus orillas o dependen de él para ganarse la vida, han mantenido siempre una relación afectiva innata y poderosa con el mar y, de hecho, la investigación científica ha empezado a confirmar esta hipótesis 6 . Sea de miedo, pavor, reverencia, regocijo, alborozo o asombro, no se puede negar que los mares y los océanos han ejercido una influencia incalculable sobre la psique. Y esto es así a pesar de que Freud descartó el así llamado «sentimiento oceánico» de eternidad y auto-fortalecimiento como nada más que los síntomas de un ego subdesarrollado 7 , y aun si bien la dinámica de esta influencia ha seguido transformándose según las condiciones geográficas, culturales, históricas y tecnológicas de un momento dado.

Más allá de cualquier reacción natural o biológica que se pueda percibir, la literatura y otras formas de producción cultural han jugado un papel central en la construcción del mito, la atracción y las asociaciones afectivas que se tiene del medioambiente marino. En la Antigüedad, la Odisea de Homero relató los diversos obstáculos marítimos con los que Ulises se enfrentó durante su largo viaje a casa. La novela griega, como Las etiópicas de Heliodoro que había inspirado el Persiles de Cervantes, se vertebra asimismo por viajes y peripecias que a menudo acontecen en el mar. Varios siglos después, con su amplitud ilimitada, horizonte absoluto, profundidad indescifrable y manantial de fuerza natural, el mar fue la fuente de gran inspiración para los Románticos y un objeto primordial de lo sublime estético. Lo que se ha acuñado como el género de la ficción náutica, popularizado por autores decimonónicos como Herman Melville, Robert Louis Stevenson, Joseph Conrad o Édouard Corbière, es otro testimonio de la perdurable llamada del mar abierto 8 . Su análogo de la temprana edad moderna más cercano no es Cervantes, desde luego, sino su conciudadano ibérico Luís de Camões, cuya epopeya Os Lusíadas encomió la época del descubrimiento portuguesa y lo estableció como claro heredero de Homero y Virgilio 9 . A pesar de que sus personajes más famosos son naturales del árido interior manchego y que lo estrictamente marítimo está lejos de ser su preocupación central, la obra cervantina sí anticipa el enfoque de la ficción náutica en las aventuras y los desafíos psicológicos de la navegación marítima, sobre todo en el Persiles 10 . Estos elementos delatan no solo el ojo de un autor con amplia experiencia náutica —un currículo que Cervantes compartía con sus coetáneos Cristóbal de Virués, Luis Carrillo y Sotomayor, Luis Vélez de Guevara y aun Lope de Vega—, sino un profundo interés en las maneras en las que la voluntad individual y colectiva responde emocionalmente a las dificultades o los trabajos que, sea en la historia de la temprana edad moderna o en la ficción, surgen casi necesariamente en alta mar 11 .

Más recientemente, sin embargo, los críticos literarios de otras disciplinas se han interesado mucho por lo que se ha venido llamando «los estudios oceánicos» o «las humanidades azules» 12 . Siguiendo pautas establecidas en distintos campos teóricos, estos críticos han procurado recuperar la materialidad de los cuerpos marinos y enfatizar los límites lingüísticos y miméticos con los que uno se enfrenta al intentar aprehender las dimensiones y la naturaleza de las aguas marinas. Según el crítico Philip Steinberg, «la combinación de intensidad emocional con distancia material que caracteriza nuestro entendimiento del mar ha producido un corpus literario excelente». Y sin embargo, continúa diciendo que «el encuentro desde la orilla, la nave, la superficie, o aun desde la profundidad, a pesar de estar cargado de sentimientos afectivos, capta tan solo una fracción de la compleja materialidad de las cuatro dimensiones del mar» 13 . Lo que tenemos aquí, pues, son dos aspectos que se resisten a ser entera o satisfactoriamente captados por el lenguaje: por un lado, el mar y por otro, las emociones. Debido a su amplitud o intensidad, los dos desafían los límites expresivos de las palabras. Es por eso que para Cervantes cada uno —mar y afecto— sirve como una figura complementaria potente para acercarse a implicar el sentido del otro. Están ligados recíprocamente mediante varias imágenes y metáforas, algunas de las cuales voy a pasar a considerar ahora, que en su conjunto dejan constancia de su relación vital. En definitiva, narrar una experiencia en el mar es para Cervantes hablar ya siempre de una experiencia emocional.

Tal relación vital entre Cervantes y el mar se anuncia ya en el prólogo del Persiles cuando el autor nos confiesa que padece la hidropesía, una condición que no podría ser curada ni por el «Mar Océano, que dulcemente se bebiese» 14 . Después de su comienzo in media res, dentro de pocas páginas encontramos el primer naufragio de la novela, con una descripción vívida de las olas que vencen al joven Antonio, quien es dejado en la alta mar durante tres días pero salvado milagrosamente de un peor destino 15 . Las lágrimas representan ya otro ejemplo de la íntima relación entre las emociones, el mar y la materialidad líquida en general, desempeñando una función extraordinariamente activa en la novela hasta constituir un verdadero leitmotiv o lo que Carlos Romero Muñoz ha acuñado como una «hipérbole de las lágrimas» 16 . Tal fenómeno no podría estar más claro que cuando Antonio dice que «aumenté las aguas del mar con las que derramaba de mis ojos» 17 . Otro ejemplo llamativo ocurre más tarde cuando los celos consumen a Auristela por los intentos de Sinforosa de seducir a Periandro. Después de que Auristela trata de explicarle razonablemente a su amado los afectos que siente, el narrador nos informa que: «Aquí dio fin Auristela a su razonamiento y principio a unas lágrimas que desdecían y borraban todo cuanto había dicho» 18 . Es como si sus lágrimas hubieran empapado la página y hecho que la tinta se desdibujara, negando la inteligibilidad de sus palabras. La fuerza hiperbólica e hidráulica de estas lágrimas amenaza con ahogar el desecado significante con una inundación de materialidad, neutralizando la lógica discursiva del texto.

Una situación parecida en la que existe una negación o inversión de la palabra escrita surge en lo que Joaquín Casalduero consideró un microcosmos de la novela entera 19 , el soneto «Mar sesgo, viento largo, estrella clara», recitado por el enamoradizo soldado portugués Manuel de Sosa Coitiño en el Libro I del Persiles:

Mar sesgo, viento largo, estrella clara,

camino, aunque no usado, alegre y cierto,

al hermoso, al seguro, al capaz Puerto

llevan la nave vuestra, única y rara.

En Scilas ni en Caribdis no repara

ni en peligro que el mar tenga encubierto,

siguiendo su derrota al descubierto,

que limpia honestidad su curso para.

Con todo, si os faltara la esperanza

del llegar a este puerto, no por eso

giréis las velas, que será simpleza.

Que es enemigo amor de la mudanza

y nunca tuvo próspero suceso

el que no se quilata en la firmeza 20 .

Aquí la metáfora de la nave de amor, un concepto petrarquista cantado por Sosa, representa otro ejemplo de la relación mutua que existe entre el mar y los movimientos del alma en el Persiles. Evocado en medio de los perpetuos peligros náuticos a los que se enfrentan los distintos personajes, el poema insta a los amantes a cobrar la constancia y resolución de un capitán naval, sin que su gratuito “giro de las velas” haga que la relación se hunda o naufrague. Irónicamente, sin embargo, cuando Sosa comparte los detalles de su vida se revela que sus consejos le han fallado completamente. Aunque esperando casarse con Leonora, la chica más bonita de Lisboa, es llamado al servicio militar en Berbería por dos años. Al volver a Portugal, mientras otros muchos pretendientes presencian la ceremonia matrimonial, Leonora le revela su compromiso con Dios (en vez de con él), tomando las devotas órdenes de la vida monástica y dejando plantado a Sosa en el altar. Al concluir su narración, Sosa cae muerto, su amor y su vida acabando cual un naufragio en las orillas del deseo no correspondido 21 .

Michael Armstrong-Roche observa correctamente que «El episodio de Sosa se ocupa de anular las promesas anunciadas por el soneto, que es como decir que la prosa en Persiles rectifica el verso enunciador del ideal» 22 . Es decir, hay una disonancia entre los valores elogiados por Sosa en el poema y el resultado final de la acción narrativa, similar a cómo las lágrimas de Auristela habían negado su propio discurso. Isabel Lozano Renieblas, por su parte, interpreta esta disonancia o lo que ella llama una «actitud distanciada» por parte de Cervantes en clave didáctica, arguyendo que el soneto no se refiere al amor entre Sosa y Leonora sino el que siente ella por Cristo: «En efecto, el soneto no propone un pathos lírico. No hay una retórica de sublimación de la amada. Ni siquiera la voz lírica remite a la pasión o el sentimiento del poeta» 23 . Con esta evaluación es casi como si Lozano hubiera mezclado el soneto cervantino con la tradición de la narrativa de naufragios más amplia, la cual efectivamente se ha considerado «la expresión más alta de escritura realista, un modelo de la exterioridad en la que el sentimiento no cabe» 24 . Aunque Lozano subraya con acierto las importantes diferencias que el soneto mantiene con sus precedentes petrarquistas, no puedo estar de acuerdo con estas limitaciones de pathos o sentimiento, aun si bien existe una especie de cortocircuito entre lírica y prosa. De hecho, yo propondría que lo que hay es precisamente un exceso de afectividad aquí, el cual lleva, eso sí, a consecuencias sorprendentes y no esperadas (a saber, el cambio de actitud de Leonora). Hay que recordar que una experiencia mediterránea de alejamiento (el servicio militar de Sosa en Berbería) precede y media tales consecuencias. Esto es significativo porque sugiere que en la profunda incertidumbre del mar la perseverancia y la determinación son frecuentemente cualidades futiles 25 . Por lo tanto lo que tenemos no es un distanciamiento de Cervantes sino todo lo contrario: una reflexión profunda sobre los resultados y las repercusiones afectivas del Mediterráneo por parte de un autor cuyos propios objetivos también se habían visto frustrados debido a una estancia inesperada en Berbería.

El emparejamiento de peregrinatio vitae y peregrinatio amoris respalda el mismo fundamento narrativo del Persiles, pero el amor no es el único afecto que disfruta de una interrelación tan vital con el mar en el texto cervantino. Gracias a una imaginería hidráulica o marítima, la envidia, la tristeza, el miedo y la ansiedad salen a flote, por así decirlo 26 . Metáforas de navegación de este tipo quizá no sean tan sorprendentes, sobre todo entre tradiciones literarias de países con costas extensas. Por lo formulaicas o trilladas que puedan parecer, no obstante, estos ejemplos de lo que Hans Blumenberg en su libro Shipwreck with Spectator [Naufragio con espectador] llamó «las metafóricas náuticas de la existencia» revelan preocupaciones filosóficas, éticas y existenciales más profundas 27 . En la obra cervantina, son informadas por la propia experiencia del autor y vienen a ser lo que le permite esforzar el lenguaje aprovechando la doble fuerza de dos metáforas complementarias. Todo esto nos invita a recordar que Cervantes fue un viajero mediterráneo también. Su obra da fe de las profundas topografías emocionales de la vida en, a través y alrededor del mare nostrum. Como el escritor que seguramente tuvo la experiencia más extensa y variada de viajes mediterráneos de su época —sea por elección o por fuerza— Cervantes puede contribuir bastante a nuestra comprensión de la historia cultural del Mediterráneo moderno temprano 28 . Varios críticos han analizado la incorporación en su obra de eventos históricos y experiencias autobiográficas, pero el hecho de que Cervantes imbuye su escritura de una afectividad correspondientemente profunda todavía no se ha explorado de una manera sostenida. El trabajo investigativo de los así llamados giro afectivo y humanidades azules debe animarnos a rescatar las emociones cervantinas que se han perdido a la deriva.

Como he intentado demostrar en otro momento, al emplear ciertos tropos como la inefabilidad, Cervantes desafía de forma innovadora las limitaciones de la representación mimética y la capacidad del lenguaje de expresar emociones intensas 29 . La naturaleza inherentemente irresoluta de estas emociones evoca las interrupciones, digresiones y aplazamientos que constituyen la estructura narrativa del Persiles mismo. Más importante aún, estas cualidades reflejan la incertidumbre histórica de la experiencia vivida en el Mediterráneo moderno temprano, donde la fortuna de uno —tal y como la de los personajes de la novela— podría verse fácilmente interrumpida, diferida o invertida. Cervantes sabía de sobra que los trabajos del Mediterráneo podían producir desafíos emocionales no solo para quienes como él se encontraban sujetos a sus infortunios, sino también para los amigos, familiares y amantes que esperaban noticias en tierra firme con una ansiedad parecida. Concluyo volviendo sobre los medios retóricos, lingüísticos y estéticos mediante los cuales Cervantes logra expresar las intensas emociones que inevitablemente acompañan la inestabilidad de la vida en el mare nostrum: ¿Cómo se puede transmitir tal intensidad e incertidumbre emocionales a los lectores, sobre todo aquellos que jamás habían abandonado la relativa seguridad de tierra firme española? ¿Cómo consigue el lenguaje poético expresar sentimientos tan mutables y turbulentos como el mar mismo? Como el tropo del mundo al revés que aparece repetidamente a lo largo de la novela, el hecho de que esté ambientada en los mares septentrionales, junto con los eventos fantásticos y poco verosímiles que parecen surgir allí a cada paso, hace que las emociones y reacciones afectivas ante estos eventos resuenen con mayor fuerza. Como análogo exotizado del Mediterráneo que tan bien conocía Cervantes, los mares septentrionales le permitieron experimentar con emociones todavía más intensas, que a su vez nos invitan a reflexionar sobre cómo navegar un paisaje o un texto que depende tanto del agua.

Bibliografía

Armstrong-Roche, Michael, Cervantes’ Epic Novel: Empire, Religion, and the Dream Life of Heroes in «Persiles», Toronto, University of Toronto Press, 2009.

Armstrong-Roche, Michael, «Un replanteamiento paradoxográfico de la ortodoxia religiosa, política y social en Cervantes: el mito gótico y el episodio de Sosa y Leonor en el Persiles», en Ortodoxia y heterodoxia en Cervantes, ed. Carmen Rivero Iglesias, Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 2011, pp. 15-32.

Blackmore, Josiah, Manifest Perdition: Shipwreck Narrative and the Disruption of Empire, Minneapolis/London, University of Minnesota Press, 2002.

Blum, Hester, «The Prospect of Oceanic Studies», PMLA, 125.3, 2010, pp. 670-677.

Blumenberg, Hans, Shipwreck with Spectator: Paradigm of a Metaphor for Existen-ce, trans. Steven Rendall, Cambridge/London, MIT Press, 1997.

Burningham, Bruce R., «Os Manchíadas», en USA Cervantes: 39 cervantistas en Estados Unidos, ed. Georgina Dopico Black y Francisco Layna Ranz, Madrid, CSIC/Polifemo, 2009, pp. 251-272.

Casalduero, Joaquín, Sentido y forma de «Los trabajos de Persiles y Sigismunda», Madrid, Gredos, 1975.

Cervantes, Miguel de, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, ed. Carlos Romero Muñoz, Madrid, Cátedra, 2004.

Cohen, Margaret, The Novel and the Sea, Princeton/Oxford, Princeton University Press, 2010.

Curtius, Ernst Robert, European Literature and the Latin Middle Ages, Princeton/ Oxford, Princeton University Press, 2013.

De Armas Wilson, Diana, «“De gracia estraña”: Cervantes, Ercilla y el Nuevo Mundo», en En un lugar de la Mancha: Estudios cervantinos en honor de Manuel Durán, eds. Georgina Dopico Black y Roberto González Echevarría, Salamanca, Almar, 1999, pp. 37-55.

Delpech, François (ed.), L’imaginaire des espaces aquatiques en Espagne et au Portugal, Paris, Presses Sorbonne Nouvelle, 2009.

Fernández Mosquera, Santiago, La tormenta en el Siglo de Oro. Variaciones funcionales de un tópico, Madrid/Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert, 2006.

Freud, Sigmund, Obras completas, Vol. 21 (1927-31): «El porvenir de una ilusión», «El malestar en la cultura» y otras obras, ed. James Strachey y Anna Freud, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1992.

Heliodoro, Las etiópicas o Teágenes y Cariclea, ed. Emilio Crespo Güemes, Madrid, Gredos, 1979.

Horden, Peregrine, y Purcell, Nicholas, «The Mediterranean and “the New Thalassology”», The American Historical Review, 111.3, 2006, pp. 722-740.

Hutchinson, Steven, Cervantine Journeys, Madison, The University of Wisconsin Press, 1992.

Johnson, Paul Michael, «The Trials of Language: Apophasis, Ineffability, and the Mystical Rhetoric of Love in the Persiles», en «Si ya por atrevido no sale con las manos en la cabeza»: el legado poético del «Persiles» cuatrocientos años después, eHumanista/Cervantes, 5, 2016, pp. 297-316.

Lozano Renieblas, Isabel, Cervantes y el mundo del «Persiles», Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1998.

Lozano Renieblas, Isabel, «“Mar sesgo, viento largo, estrella clara” o la metáfora de la nave de amor en el Persiles», Anales cervantinos, 36, 2004, pp. 299-308.

Martorell, Joanot y Martí Joan de Galba, Tirant lo Blanc i altres escrits de Joanot Martorell, ed. Martí de Riquer, Barcelona, Ariel, 1979.

Mentz, Steve, At the Bottom of Shakespeare’s Ocean, London/New York, Continuum, 2009.

Navarro González, Alberto, El mar en la literatura medieval castellana, La Laguna, Universidad de la Laguna, 1962.

Nichols, Wallace J., Blue Mind: The Surprising Science that Shows How Being near, in, on, or under Water Can Make You Happier, Healthier, More Connected, and Better at What You Do, New York, Little, Brown and Company, 2014.

Pinet, Simone, Archipelagoes: Insular Fictions from Chivalric Romance to the Novel, Minneapolis/London, University of Minnesota Press, 2011.

Raban, Jonathan (ed.), The Oxford Book of the Sea, Oxford/New York, Oxford University Press, 1992.

Sánchez Jiménez, Antonio, «Cervantes y los pueblos del norte: un acercamiento imagológico», Atalanta, 6.1, 2018, pp. 129-148.

Steinberg, Philip E., «Of Other Seas: Metaphors and Materialities in Maritime Regions», Atlantic Studies, 10.2, 2013, pp. 156-169.

Notas

1. Tal vez el ejemplo más notable sea el de Tirant lo Blanc, una obra admirada por Cervantes que llega a evocar a «tots aquells i aquelles que en la mar d’amor navegaran» (Martorell, Tirant lo Blanc, p. 201). Cabe notar además que en catalán los dos lexemas son homófonos y casi homógrafos (la mar / l’amar). Agradezco a los evaluadores anónimos de este ensayo esta observación y otras que lo han enriquecido.

2. De ahí que la otra parte de mi título se refiera a lo que, basado en el término griego antiguo que se le dio al mar, thalassa, ha venido llamándose «la nueva talasología». Ver Horden y Purcell, 2006 y, para una bibliografía más extensa, Mentz, 2009, pp. 101-106.

3. Más allá del modelo más general de Heliodoro, se ha demostrado la probabilidad de que la Historia de gentibus septentrionalibus de Olao Magno, el Dello scoprimento dell’isole Frislanda, Eslanda, Engrovelanda, et Icaria de los hermanos Zeno o la recomendación de Torquato Tasso de explotar el Septentrión como fuente narrativa influyeron en la génesis del Persiles. Otros críticos han interpretado la novela como una reflexión sobre otros espacios geográficos, entre ellos las Américas (de Armas Wilson, 1999) o la propia España (Sánchez Jiménez, 2018, pp. 139-40).

4. Junto con el «afán por el exotismo», así resume Sánchez Jiménez (2018, p. 136, n.) la postura de Lozano Renieblas (1998, pp. 82 y 89) ante la cuestión del motivo de Cervantes al elegir el Septentrión como espacio geográfico desconocido.

5. Curtius, 2013, pp. 128-130.

6. Ver, por ejemplo, el popular libro de Nichols, 2014.

7. Freud, en El malestar en la cultura, respondía a Romain Rolland, quien le había sugerido en una carta que tales sentimientos «oceánicos» de grandeza constitutían una «fuente de la energía religiosa». «Yo no puedo descubrir en mí mismo ese sentimiento “oceánico”», admitió Freud, añadiendo reveladoramente que «No es cómodo elaborar sentimientos en el crisol de la ciencia» (Freud, 1992, pp. 65-66).

8. Sobre la relación robusta que existe entre el mar y la novela, ver el estudio cabal y reciente de Cohen, 2010, tanto como la colección de lecturas editada por Raban, 1992.

9. En su artículo «Os Manchíadas», Bruce Burningham, sin embargo, encuentra ecos satíricos de Camões en Cervantes, particularmente en el episodio del barco encantado en Don Quijote (Burningham, 2009).

10. Por supuesto, el mar está presente en otras muchas obras cervantinas, entre ellas El viaje del Parnaso, varias de las Novelas ejemplares (La española inglesa, El amante liberal, Las dos doncellas) y piezas teatrales (La gran sultana, El gallardo español, El trato de Argel) e incluso en el mismo Quijote, como cuando al final de la novela de 1615 los protagonistas contemplan por primera vez el mar en Barcelona o en los episodios intercalados de «La historia del cautivo» o la de Ana Félix y Gaspar Gregorio.

11. Dicho esto, un autor no tiene porque haber viajado en el mar, claro está, para poder escribir sobre él, tal y como demuestra una gama de romances sentimentales y de caballerías. Los autores catalanes y gallegos eran, por razones obvias, especialmente atraídos al mar pero los castellanos se enamoraron cada vez más de su atractivo en la edad media, a pesar de que algunos críticos tempranos habían descartado la importancia del mar a quienes habitaban regiones interiores. En su estudio completo El mar en la literatura medieval castellana, Alberto Navarro González rectifica esto y discute varios escritores de tierra adentro que reflexionaron sobre el ambiente marino en textos ficticios o religiosos, entre ellos Garci-Ordóñez de Montalvo, el Tostado, Alfonso X, Juan de la Encina, Juan de Padilla y el autor anónimo del Libro de Apolonio (Navarro González, 1962). Para acercamientos más recientes, ver Delpech, 2009 y Pinet, 2011.

12. Respectivamente, Blum, 2010 y Mentz, 2009.

13. Steinberg, 2013, pp. 157 y 156. Las traducciones son mías.

14. Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, p. 122.

15. En cuanto el tópico de la tormenta, otro motivo recurrente en el Persiles, ver el estudio de Fernández Mosquera, 2006.

16. Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, p. 171, n.

17. Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, p. 169.

18. Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, p. 301

19. Casalduero, 1975, p. 46.

20. Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, p. 196.

21. Estoy de acuerdo con la sugerencia de Armstrong-Roche que la pareja literaria de Sosa y Leonor podría ser inspirada no por el Manuel de Sousa Coutinho que conoció Cervantes durante su cautiverio en Argel, sino por Manuel de Sousa Sepúlveda y su esposa, Leonor de Sá, cuyo naufragio en el São João en 1552 se hizo legendario en la Europa del siglo XVI (Armstrong-Roche, 2009, pp. 220-222). «Son — según Josiah Blackmore— la experiencia náufraga personificada» (Blackmore, 2002, p. XIX; traducción mía).

22. Armstrong-Roche, 2011, p. 27.

23. Lozano Renieblas, 2004, pp. 304-305.

24. Blackmore, 2002, p. XXIV. Blackmore se refiere precisamente al naufragio del São João, aun si bien la idea de la ausencia de sentimiento es, aun aquí, «exagerada» (Blackmore, 2002, p. xxiv; traducción mía).

25. En una explicación llamativamente directa de simbolismo semejante, el narrador comenta que «la inconstancia de nuestras vidas y la del mar simbolizan en no prometer seguridad ni firmeza alguna largo tiempo» (396).

26. «Miserables son y temerosas las fortunas del mar, pues los que las padecen se huelgan de trocarlas con las mayores que en la tierra se les ofrezcan» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, pp. 253-254). Valga mencionar que Romero Muñoz, siguiendo a Corominas, se plantea que «fortuna» aquí en su acepción como tempestad es «un vocablo esencialmente mediterráneo» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, p. 252, n.). Para otros ejemplos, ver Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, pp. 168-169, 218, 248-256, 396 y 566.

27. Blumenberg, 1997, p. 7 (traducción mía). Para un acercamiento alternativo, remito a Blum, quien al reclamar unos «estudios oceánicos» que no recaigan en tropos familiares declara inequívocamente que «El mar no es metáfora» (Blum, 2010, p. 670; traducción mía).

28. La obra cervantina ha sido explorada con agudeza mediante la óptica de la literatura de viajes, sobre todo en Hutchinson, 1992.

29. Johnson, 2016.

Buscar:
Ir a la Página
IR
APA
ISO 690-2
Harvard
powered by cygnusmind