Secciones
Referencias
Resumen
Fuente
Cómo citar
Buscar
Nuevos ejemplos de ficcionalización de materiales históricos en la narrativa virreinal: la Historia del Huérfano
History Becomes Fiction in Spanish Colonial Literature: New Cases from An Orphan’s Story

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 7, núm. 2, 2019

Instituto de Estudios Auriseculares

Belinda Palacios

Université de Genève, SUIZA, Suiza

Fecha de recepción: 10 Noviembre 2018

Fecha de aprobación: 17 Enero 2019

Resumen: Las relaciones geográficas de Indias, así como las cartas y otros documentos históricos menores que produjo el periodo de conquista y colonización de América pueden revelarse como fuentes primordiales de las composiciones narrativas de la época. Nuestro propósito es explorar cómo la ampliación creativa de dichos materiales termina por configurar diversas construcciones del espacio americano en el que se desenvuelven los personajes, tomando como punto de partida la Historia del Huérfano de Martín de León.

Palabras clave: Relacionesgeográficas, espacio, narrativa virreinal, Historia del Huérfano .

Abstract: Geographical relations of Indias, letters and other minor historical documents produced during the Spanish conquest and colonization of America might be principal sources for fiction works written by the same time. This article shows how the fictional expansion of this kind of historical material offers depictions of American spaces that are used as stages for fictional characters` development, and focuses mainly in Historia del Huérfano by Martín de León as an exemplary case.

Keywords: Geographical relations, American spaces, Colonial narrative, Historia del Huérfano .

Una de las características que más ha sido señalada por los críticos al respecto de la prosa colonial es su hibridez y la consecuente dificultad que supone su clasificación dentro de los géneros tradicionales, por hallarse a medio camino entre la historia y la ficción. A esto hay que añadirle la nueva sensibilidad narrativa que aportó la recuperación de la tradición ciceroniana a la historiografía renacentista, la cual dotó de una tangible dimensión literaria al texto histórico. Como resultado, han llegado a nosotros algunas obras que, hoy en día, difícilmente conseguimos identificar «ni con textos estrictamente históricos ni con obras literarias puras» 1 , como reflejan las distintas denominaciones existentes 2 .

A pesar de estas divergencias, los especialistas parecen haber llegado a un relativo consenso: el germen de la tradición literaria hispanoamericana se encontraría, más bien, en los diferentes documentos históricos que produjo el proceso de descubrimiento, conquista y colonización de América. No es poco lo que se ha escrito al respecto, pero podríamos intentar sintetizarlo bajo la premisa de que nuestra literatura evolucionó, en gran medida, a través de un proceso en el que la plasticidad inherente al discurso de tipo histórico (donde podemos incluir el discurso jurídico) fue entretejiendo hechos verificables y sucesos ficticios, muchos de ellos reconstruidos a partir de amplificaciones creativas de los acontecimientos historiados 3 .

Queda pendiente aún resolver cuáles y cómo son las obras de dicho corpus que merecen ser estudiadas como «literatura». Al respecto, Dante Liano identifica dos maneras distintas en las que se advierte la ficción en un texto que se supone historiográfico: la primera, a través de la interpolación de relatos (reales o ficticios) con apariencia de ficciones (como ocurre, por ejemplo, en El carnero) y, la segunda, al narrar un suceso histórico por medio de un «aparato narrativo asimilable a la literatura» (como vemos en los Naufragios) 4 . Hay, sin embargo, textos en los que conviven ambas formas de ficcionalización: es el caso de la Historia del Huérfano, por Andrés de León (1621), una obra del agustino Martín de León y Cárdenas 5 .

1. La Historia del Huérfano: una biografía ficticia

Comenzaremos resumiendo brevemente la obra. La Historia del Huérfano narra en tercera persona las aventuras de un joven apodado el Huérfano, que a la edad de catorce años decide viajar a las Indias y ordenarse sacerdote. Un día, el personaje es expulsado de su orden y entonces, se resuelve a huir disfrazado de soldado y viajar a Europa para pedirle al papa que le devuelva su hábito. Esto lo lleva a recorrer diversos territorios españoles en América del Sur y el Caribe, pero también, España e Italia, protagonizando una serie de aventuras antes de conseguir recuperar su hábito y retirarse a vivir su fe en un monasterio de Lima, donde habría conocido al autor del texto. El narrador asegura ser de Granada, al igual que el Huérfano, y justifica el haber puesto su historia por escrito tanto «para honrar a su patria» como «porque el olvido, encubridor de casos, no la oculte» 6 .

Ahora bien, como ya hemos señalado en otras ocasiones, la Historia del Huérfano se pretende en todo momento como «verdadera»; el protagonista, aunque no tenemos su nombre, se presenta como una persona «real», y el narrador afirma a lo largo del texto haber reconstruido la vida del héroe basándose tanto en información obtenida de individuos que conocieron al Huérfano, como a través de relatos orales y escritos que le habría proporcionado el héroe en persona 7 . Asimismo, las vivencias del protagonista se encuentran ancladas en un tiempo y un espacio concretos, que toman en cuenta los diferentes acontecimientos históricos y la geografía real de su época. Sin embargo, a pesar de que el texto aparenta cumplir con el «pacto referencial de Lejeune», al desmenuzar el texto y estudiar sus fuentes advertimos que el héroe de Martín de León parece remitir, más que a una persona real, al amplio bagaje cultural que manejaba el autor 8 .

Lejos de conseguir acercarnos al referente extratextual (el modelo) que se ocultaría bajo el sobrenombre del Huérfano, descubrimos que no solo el protagonista de la Historia había sido construido a partir de tópicos literarios 9 , sino que las aventuras del personaje, ancladas en hechos históricos y fácilmente comprobables, no provienen del Huérfano ni de sus conocidos, como pretende el narrador, sino de fuentes variadas. Así, cartas, relaciones de sucesos, textos históricos, relaciones de fiestas, etc., junto con diversas obras más o menos contemporáneas, han sido utilizadas por el autor para componer un entorno verosímil en el cual se desarrolla la acción del relato 10 . Desde esta perspectiva, pensamos que resulta mucho más interesante enfocar nuestra atención en los cambios precisos que opera el autor sobre sus fuentes y en las posibles motivaciones que pudieran esconderse detrás de esos cambios. Por supuesto, debido a la técnica con la que ha sido construida la obra, los ejemplos que encontramos en los 328 folios que componen la Historia del Huérfano son múltiples y resultaría imposible abordarlos todos en un artículo de estas características. Nos gustaría detenernos, por lo tanto, en dos elementos concretos: la geografía americana y el ambiente con el que se caracteriza la ciudad de Potosí.

2. El escenario americano

Una de las fuentes a las que parece recurrir nuestro autor son las llamadas «relaciones geográficas de las Indias», que utilizaría como modelo para enmarcar la narración en los capítulos que sitúan la acción en el continente americano. Estos textos provenían de una serie de preguntas que se oficializan en 1574 a partir del cuestionario que sistematiza Juan de Ovando y Godoy 11 . Walter Mignolo sugiere que estos cuestionarios, destinados en un primer momento a recoger informaciones objetivas destinadas a la administración de los territorios, terminarían por convertirse en una especie de «modelos» que determinaron el principio organizativo de algunos libros de asunto americano 12 . Asimismo, los veremos influir, también, en otros tipos de texto fuera del terreno específico de la historiografía. Ignacio Arellano llega a una conclusión parecida al respecto del Libro de la vida y costumbres de don Alonso Enríquez de Guzmán: «En el marco americano interesan particularmente sus aventuras en el Perú, que cuenta en una sección de la autobiografía bastante parecida a una crónica de Indias» 13 .

En el caso de la Historia del Huérfano ocurre algo similar. Para comprobarlo, basta con comparar, rápidamente, algunas de las preguntas del cuestionario con las descripciones que hace el narrador de cada ciudad que visita el Huérfano, que justamente parecieran buscar responder a algunas de ellas. Por ejemplo, para informar sobre los núcleos urbanos, señala el cuestionario de 1604 los siguientes elementos:

  1. 1. Primeramente, en los pueblos de los españoles se diga el nombre de la comarca o provincia que están, y qué quiere decir el dicho nombre en lengua de los indios y por qué se llama así.

  2. 2. Quién fue el descubridor y conquistador de la dicha provincia, y por cuya orden y mandado se descubrió, y el año de su descubrimiento y conquista, lo que de todo buenamente pudiere saber.

  3. 3. Y generalmente, el temperamento y calidad de la dicha provincia, o comarca, si es muy fría, o caliente, o húmeda o seca, de muchas aguas o pocas, y cuándo son más o menos, y los vientos que corren en ella, que tan violentos, y de qué parte son y en qué tiempos del año.

  4. 4. Si es tierra llana, o áspera, rasa o montuosa, de muchos o pocos ríos o fuentes, y abundosa o falta de aguas, fértil, o falta de pastos, abundosa o estéril de frutos, y de mantenimientos 14 .

Y si bien Martín de León no sigue a rajatabla estas indicaciones para cada ciudad, sí es posible advertir su influencia en las informaciones que ofrece el narrador sobre ellas. Por ejemplo, al mencionar la ciudad de Piura, vemos que responde a tres de los primeros cuatro puntos:

A pocas jornadas está la primera y más antigua ciudad del Pirú, llamada Piura. Pobláronla los primeros conquistadores y della salieron a conquistar todo el Pirú. Pusiéronla Piura por un río que tiene cerca de sus muros, llamado Piro y después, alterándole algo, llaman por este río a toda la tierra Perú y lo mismo la ciudad de Piura, a quien las mudanzas del tiempo tienen hoy apurada, tanto que es la más ínfima del Perú, dende la cual se va por unos estendidos arenales, tan despoblados y calurosos como los de Libia 15 .

Lo mismo puede decirse sobre la información que provee el texto de Martín de León de los conventos que hay en las Indias; o sobre la producción específica de bienes y alimentos en las diferentes regiones de la colonia. Los ejemplos son múltiples, e incluso preguntas tan específicas como «qué género de frutos y semillas tienen mayor fertilidad y abundancia», pueden encontrar un eco en los diferentes pasajes que componen la geografía americana de la obra 16 :

todo lo cual se sustenta de unas vainillas que caen, fruto de unos muy grandes y robustos árboles a quien llaman garrobos, que nacen en los más estériles arenales que hay en aquellos campos 17 .

Ahora bien, no sabemos si fue Martín de León el encargado de recolectar estas informaciones o si se limitó a copiar aquellas que caían entre sus manos 18 . Sin lugar a dudas, el recurrir a este tipo de materiales le facilitó la construcción de un espacio verosímil por el cual hace transitar a su personaje. Sin embargo, este terreno no se presenta siempre de forma objetiva, pues por momentos observamos en él una clara influencia de la estética propia a lo que Beatriz Pastor llamó el «discurso narrativo del fracaso», discurso que se manifiesta en esta forma de presentar la naturaleza americana como excesiva, amenazadora y hostil 19 . Tomemos, como ejemplo, el pasaje que describe parte del trayecto que el Huérfano debe realizar para ir desde Lima a Santafé, ciudad a la que se dirige para ordenarse sacerdote.

Embarcose, pues, el Huérfano para navegar este río, parecido en trabajos casi al Leteo y comenzó luego a padecer y a ser perseguido de todos estos trabajos, los cuales están dedicados generalmente para ricos y pobres. Es el sol ardentísimo; el calor, excesivo; lo que se navega, poco, por ser río arriba y serán escasas tres leguas cada día. Es fuerza ir desnudos cuantos le navegan por el mucho calor. Al fin de la tarde, toman tierra en unas estendidas playas que el río tiene y salen todos, no sin nuevos riesgos, no solo de indios alzados y huidos, pero de caimanes en tan excesivo número, que no puede tener tantos el Nilo; los cuales, si cogen alguna persona o bestia, se la llevan al fondo donde la ahogan y después la sacan a tierra, donde se la comen, y estos fieros lagartos están hasta muy cerca del nacimiento del río. En llegando la noche, hay otro entretenimiento bien singular y es, que se cubren todos de mosquitos sancudos y con tanto exceso se apoderan de un hombre, que al que hallan sin toldo (que muchos pobres no lo tienen y por eso pasan a las Indias), demás de no dejalle dormir, amanece labrado de taracea o cubierto de ronchas que parece que le ha dado tabardillo 20 .

Como se puede apreciar, la descripción de la travesía es todo menos idílica. El río aparece comparado con uno de los del Hades: no se disfruta, se padece debido al «exceso de calor», al «excesivo número» de caimanes y al «exceso de mosquitos», además del riesgo que se corre de ser atacado por los indios rebeldes (nótese la acumulación de la palabra exceso). Según Pastor, este tipo de tratamiento del espacio americano se venía perfilando desde la Carta de Jamaica de Colón (1503), y su huella seguirá marcando la configuración del espacio americano tiempo después de haberse asentado la colonia, aunque su función en el texto varía de una obra a la otra 21 . En este caso específico, es interesante observar cómo la descripción del territorio americano ha sido manipulada de manera consciente por el autor para crear un entorno que permita exaltar la fortaleza física y espiritual del Huérfano, quien se somete a todas estas molestias con el fin de ordenarse sacerdote.

Esta técnica habría facilitado al autor la construcción de un espacio verosímil (tanto geográfica como históricamente hablando) en el cual insertar a su personaje y forzarlo a desenvolverse en él. De esta manera, las decisiones y los actos del héroe se ven condicionados no solo por sus propias motivaciones personales, sino también por el ambiente al que debe enfrentarse. En consecuencia, su cuerpo padecerá los estragos del clima inclemente en Guayaquil (p. 382) o en la subida a pie por la sierra desde Lima a Chuquisaca (p. 252), sin que por tanto flaquee su fe. De esta manera, el contraste entre la dureza del territorio americano y la determinación y el brío del Huérfano conlleva a una exaltación de sus cualidades, que son, a su vez, aquellas que justifican el hecho de haber puesto su historia por escrito.

3. La construcción de Potosí

Una modalidad distinta es la que observamos en Potosí. Como corresponde al gusto por la variedad de la época, son varios los momentos en los que la vida del Huérfano parece convertirse en una excusa para incorporar otros temas y géneros narrativos en el interior del relato principal. Esto se hace especialmente patente a partir del capítulo XXIV, que coincide con el momento en el que el Huérfano recupera su hábito, y se mantiene tras el regreso del personaje a las Indias 22 . La presencia de dichos textos intercalados no debe sorprendernos, pues como ya ha sido señalado, a lo largo de los siglos XV al XVII «casi todas las formas genéricas de la ficción, y aún las de la no ficción, contemplan de un modo la posibilidad de aglutinar relatos más breves en su interior», algo que observamos también en la crónica de Indias 23 . En el caso del Huérfano, estamos convencidos de que estas narraciones, basadas en hechos reales, responden tanto al gusto por la variedad (y a esa necesidad de cautivar y asombrar al público tan propia del barroco), como a la voluntad de trasmitir un mensaje al lector 24 . Y es que, como señala Domingo Ledezma, un relato «puede tener una evidente sustancia histórica, pero ésta, al hacerse texto, tiende a ser modificada o disimulada bajo un manto retórico de fines discursivos específicos» 25 .

Veamos un ejemplo. Durante la segunda mitad de la obra, luego de haber conseguido recuperar su hábito, el Huérfano se ve obligado a dirigirse a Chuquisaca, donde es además designado «procurador general del districto de aquella Audiencia» (p. 277). Este nombramiento dará pie para que se incluyan, de forma natural, una serie de informaciones bastante precisas sobre Potosí y sus alrededores, con especial énfasis en las riquezas que produce el lugar (pp. 275-291) 26 . Este material objetivo, cuyo contenido corresponde al de las relaciones geográficas, aparece aquí intercalado una serie de historias escabrosas acaecidas en el virreinato peruano. Una de ellas es la del extremeño Juan de Arcos, señor principal de Potosí, que tiene como mayordomo a un mancebo de Extremadura. Cuando el joven acumula suficiente dinero y quiere salir de la casa de su amo para casarse, Juan de Arcos impide el matrimonio, inventando que «era judío de parte de padre y morisca su madre» (p. 282). El agraviado, entonces, «le da de palos» públicamente a su antiguo señor, y este último, azuzado por su mujer, decide vengarse asesinando al mancebo que se hallaba encadenado en la cárcel; pero, no contento con haberlo matado, se arrodilla y bebe su sangre «como si fuera una fiera hambrienta» (p. 283) a vista de los presentes 27 .

Contrariamente a lo que podríamos pensar, el suceso no es una invención del autor, pues aparece documentado en una carta escrita el 21 de febrero de 1596 por el licenciado D. Jerónimo de Tovar y Montalvo, fiscal de la Audiencia de Charcas. No obstante, su versión de lo ocurrido con Juan de Arcos es mucho más escueta que la de Martín de León:

Por el año pasado de 95, Joan Arcos Cortes hombre rico y hacendado en la Villa Imperial de Potosí, entró de noche en la cárcel pública de aquella villa e hizo pedazos los candados de las puertas de la cárcel, y con mano armada entró en ella y en un calabozo donde estaba preso un Alonso Rodrigues por haberle dado de palos, y le mató 28 .

Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela recoge el mismo caso en su Historia de la Villa Imperial de Potosí, aunque para entonces el relato aparece bastante distinto. En esta versión, cronológicamente mucho más tardía que las anteriores, Juan de Arcos intenta vengarse del asesino de su hijo, el capitán Riburdinzu, que se encontraba en la cárcel, con la ayuda de los criollos (que el narrador califica de «mortales enemigos de los vascongados»). No obstante, aquí De Arcos se limita a darle dos balazos y luego desaparecer de la Villa para no ser apresado 29 .

El conseguir identificar la fuente de este suceso es fundamental, porque los cambios operados nos permiten inferir la intención del autor 30 . En nuestro caso, constatamos que ni la mujer que instiga al marido a la venganza, ni el hombre animalizado existen en la versión oficial, lo que nos demuestra que Martín de León no se limitó a introducir este episodio en su prosa, sino que se tomó el trabajo de reescribir lo ocurrido desde una óptica un tanto más literaria que nos recuerda, precisamente, la forma de trabajar de Juan Rodríguez Freyle a partir de documentos jurídicos en El carnero 31 . Así, los distintos elementos agregados ayudan a completar el cuadro que presenta el autor sobre la ciudad de Potosí, un lugar violento y corrompido hasta la médula donde «preside Marte tan airadamente, no deja cosa en quien no infunda brío y furor» (p. 289), pues lo único que rige la vida de sus habitantes es la codicia y el dinero. El hecho de que sea la propia mujer de Juan de Arcos quien lo obligue a buscar venganza incrementa asimismo la sensación de caos y violencia en el relato, un recurso que también fue explotado por Juan Rodríguez Freyle 32 . El autor nos deja entrever, a partir de la reescritura de este suceso, una sutil crítica a la Corona, que parece incapaz de controlar la situación, ni a sus propios funcionarios: «Y así, con este y otros casos no son poderosos los jueces, alcaldes, ni corregidores, ni la Audiencia de Chuquisaca a estorbar tan sangrientas rencillas, las cuales no se ven tan atroces en otra ninguna ciudad del Pirú, ni con tan grande exceso» (p. 283). En consecuencia, vemos como un mismo hecho objetivo (un asesinato producto de una venganza) pasa a leerse y comprender de forma distinta según el rol que se le dé al suceso en el texto.

Creemos que es en esta misma línea en la que debe comprenderse el siguiente relato intercalado, a propósito de las «dos señoras principales de Potosí» 33 . En él, encontramos un «caso» que habría sucedido en 1612, que involucra a estas dos «señoras principales y de calidad» que, en medio de la misa en la iglesia mayor, comienzan una disputa en la que una le lanza un libro de rezos al rostro a la otra y esta última, en venganza, le desfigura la cara con un afilado cuchillo, un jueves santo en la noche. Al igual que el episodio de Juan de Arcos, la inclusión de este suceso se justifica para «ilustrar» al lector sobre la manera en la que el exceso de dinero tras-toca los valores cristianos y vuelve incontrolables a sus habitantes.

Y, sin embargo, el mismo episodio reaparece en el capítulo X de la Vida y sucesos de la Monja Alférez, salvo que esta vez, ya no se trata de una historia intercalada, sino que el suceso forma parte de la narración principal: ocupa todo el capítulo X, y la Monja Alférez se ve directamente involucrada en los hechos, pues había sido acogida en la casa de una de las señoras en cuestión. El contenido del relato es también distinto: en esta versión, en la que los personajes tienen nombre propio, la mujer agraviada en la iglesia (en este caso, con un chapín) no decide vengarse con sus propias manos, sino que encarga a un indio que desfigure a su oponente. Cuando la justicia viene a investigar lo ocurrido, el indio señala a Catalina de Erauso como la culpable, afirmando haberla visto «salir de casa con aquel vestido y cabellera de indio» y, como resultado, es torturada en el potro y puesta en prisión. Como se puede apreciar, el autor (o autora) de la Vida de la Monja Alférez toma un suceso histórico, lo desarrolla y lo amplía, aportando detalles y cambios suficientes que permitan hacer participar a su personaje de la acción 34 . En pocas palabras, se trata de la misma técnica con la que ha sido construida buena parte de la Historia del Huérfano.

4. Algunas conclusiones

Como podemos apreciar, este último ejemplo que extraemos de la Vida de la Monja Alférez va más allá de la simple amplificación creativa de un suceso histórico que observamos en el relato de Juan de Arcos del Huérfano. Más bien, constatamos que la forma de trabajo se asemeja a la que hemos identificado en Martín de León, donde relaciones de sucesos, cartas y documentos oficiales como las relaciones geográficas le sirven de base para armar la trama de su obra. Así, en caso de la Monja Alférez, la apropiación y ampliación de estos mismos sucesos históricos responde a una voluntad efectista de adecuar el entorno en el que evoluciona el personaje, tan extremo, malvado y – en el fondo- monstruoso, que encaja perfectamente en una ciudad tan corrupta, peligrosa y desleal hacia los valores de la corona como parece serlo Potosí.

En lo que concierne, en cambio, a los relatos intercalados en la Historia del Huérfano, comprobamos que se trata de sucesos reales reelaborados creativamente con el objetivo de, por una parte, poner en evidencia la ausencia de control que se vive en ciertas regiones de la colonia y, por la otra, despertar la compasión del lector hacia el Huérfano, que se vio obligado a ejercer de procurador general del distrito de aquella caótica Audiencia. Pero, además, la inclusión de dichos relatos tendrá un impacto sobre el mensaje global de la obra, que podemos relacionar con la estructura itinerante de la misma y la influencia de la novela picaresca. En efecto, del continuo peregrinar del personaje por los diferentes territorios de la corona parece desprenderse una cierta preocupación por el declive de los valores del imperio, y por el riesgo que podía suponer que algunos territorios se convirtieran en “tierra de nadie” debido a la violencia y la codicia de sus habitantes, como parecía estar sucediendo en Potosí. Esto nos lleva reafirmar la importancia de volver a centrar nuestra atención sobre las posibles fuentes de nuestros textos, pues su estudio y comparación puede ayudarnos a comprender tanto la evolución del texto historio-gráfico hacia la creación literaria como las intenciones de sus respectivos autores.

Bibliografía

Acosta, José de, Peregrinación de Bartolomé Lorenzo, ed. José Juan Arrom, Lima, Petroperú, 1982.

Arellano, Ignacio, «Rebeldes y aventureros en el Siglo de Oro en sus autobiografías», en Rebeldes y aventureros: del Viejo al Nuevo Mundo, ed. Hugo R. Cortés, Eduardo Godoy y Mariela Insúa, Madrid/Frankfurt am Main, Iberoamericana/ Vervuert, 2008, pp. 11-36.

Arzáns de Orsúa y Vela, Bartolomé, Historia de la Villa Imperial de Potosí, ed. Lewis Hanke y Gunnar Mendoza, vol. 1, Providence, Brown University Press, 1965.

Erauso, Catalina de, Cinco textos supuestamente autobiográficos, sobre la vida de Catalina de Erauso, conocida como La Monja Alférez, acompañados de la relación de los últimos años de su vida en la Nueva España, ed. Luis Íñigo-Madrigal, Ginebra, Université de Genève, 1997.

González-Echevarría, Roberto, Mito y archivo. Una teoría de la narrativa latinoamericana, México, Fondo de Cultura Económica, 2000.

Ledezma, Domingo, «Los infortunios de Pedro Serrano: huellas historiográficas de un relato de náufrago», en Renacimiento mestizo: los 400 años de los «Comentarios reales», ed. José Antonio Mazzotti, Madrid/Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert, 2010, pp. 31-50.

Lejeune, Philippe, Le pacte autobiographique, Paris, Seuil, 1975.

León, Andrés de, Historia del Huérfano, ed. y prólogo Belinda Palacios, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2017.

Levillier, Roberto, La Audiencia de Charcas. Correspondencia de presidentes y oidores, documentos del Archivo de Indias, vol. 3, Madrid, Impr. de J. Pueyo, 1922.

Liano, Dante, La prosa española en la América de la Colonia, Roma, Bulzoni, 1992.

Mignolo, Walter, «Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista», en Historia de la literatura hispanoamericana, coord. Luis Iñigo-Madrigal, Madrid, Cátedra, 1982, vol. 1, pp. 57-116.

Mora, Carmen de, Escritura e identidad criollas. «El Carnero», «Cautiverio feliz» e «Infortunios de Alonso Ramírez», Ámsterdam/New York, Rodopi, 2010.

Núñez Cabeza de Vaca, Alvar, Naufragios, ed. Juan Francisco Maura, Madrid, Cátedra, 1989.

Núñez de Rivera, Valentín, Ficciones en la ficción. Poéticas de la narración inserta (siglos XVI-XVII), Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 2013.

O’Gorman, Edmundo, La invención de América: investigación acerca de la estructura histórica el Nuevo Mundo y del sentido de su devenir, México, FCE, 1986.

Palacios, Belinda, «La Historia del Huérfano: un manuscrito colonial a medio camino entre Cervantes y Lope de Vega», Boletín Hispánico Helvético, 30, otoño 2017a, pp. 131-147.

Palacios, Belinda, «Introducción», en Historia del Huérfano, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2017b, pp. XI-L.

Palacios, Belinda, Entre la historia y la ficción: estudio y edición de la «Historia del Huérfano de Andrés de León» (1621), un texto inédito de la América colonial, tesis doctoral, Ginebra, Université de Genève, 2018.

Pastor, Beatriz, El segundo descubrimiento. La conquista de América narrada por sus coetáneos (1492-1589), Barcelona, Edhasa, 2008.

Pupo-Walker, Enrique, La vocación literaria del pensamiento histórico en América. Desarrollo de la prosa de ficción: siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, Madrid, Gredos, 1982.

Redondo, Augustin, Revisitando las culturas del Siglo de Oro, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2007.

Rodríguez Freyle, Juan, El carnero, ed. Darío Achury Valenzuela, Caracas, Editorial Ayacucho, 1979.

Sánchez, Luis Alberto, Proceso y contenido de la novela hispano-americana, Madrid, Gredos, 1953.

Sigüenza y Góngora, Carlos de, Infortunios que Alonso Ramírez, natural de San Juan de Puerto Rico, padeció, ed. Luis Íñigo-Madrigal, Ginebra, Université de Genève, 1991.

Solano, Francisco, Cuestionario para la formación de las relaciones geográficas de las Indias, siglos XVI-XIX, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988.

Vallejo Penedo, Juan José, Fray Martín de León y Cárdenas, Madrid, Revista Agustiniana, 2001.

Notas

1 Mora, 2010, p. 24.

2 Como recuerda Dante Liano (1982, pp. 9-26), la polémica en torno a la clasificación abarca la mayor parte del siglo XX, desde que Pedro Henríquez Ureña declarara de manera tajante en 1927 que «no hubo novelas en la época colonial», sino algunos «conatos de novelas» que destacaban por su fuerte referencialidad literaria. Diferentes críticos después de Henríquez Ureña fueron afinando y matizando estas ideas; sin embargo, pocos son los que llegarán a un acuerdo a la hora de denominar estos textos. Así, Reyes y Fernández Retamar los llamaron «novelas ancilares», mientras que Mignolo los califica de «textos mixtos», el propio Liano habla de «hibridez» y Luis Alberto Sánchez (1953) prefirió el término de «protonovela», que ha vuelto a ganar adeptos entre los estudiosos en los últimos años.

3 Pupo-Walker, 1982, pp. 125-129. En esta misma línea, sobresalen los trabajos de Edmundo O’Gorman (1986), Roberto González-Echevarría (2000) y Beatriz Pastor (2008), entre otros. Por supuesto, dicho proceso no fue exclusivo de la literatura hispanoamericana, pues se percibe con regularidad desde finales del siglo XV en las reelaboraciones ficcionales de los materiales históricos que se producen en la península. Sobre esto, ver Redondo, 2007, pp. 201-216.

4 Liano, 1982, pp. 42-43.

5 Sobre las razones por las que apoyamos la autoría de Martín de León, ver Palacios, 2017b, pp. XIII-XX. Para una biografía completa y detallada del autor, ver Vallejo Penedo, 2001.

6 León, Historia del Huérfano, p. 20. Citamos siempre por la edición de la Fundación Castro, cuya re ferencia completa puede consultarse en la bi bliografía.

7 Palacios, 2017b, pp. XXII-XXIII.

8 Como explica Lejeune, la autobiografía y la biografía en general difieren de los otros textos de ficción en la medida en que son textos referenciales que, al pretender reflejar la vida de una persona real, pueden someterse a una prueba de verificación. Esta última debería determinar hasta qué punto la trayectoria vital de un individuo (el modelo) coincide con el texto que pretende relatar su vida (Lejeune, 1975, pp. 76-78). En el caso de la Historia, si bien es posible verificar la validez histórica de los acontecimientos narrados, no se puede probar la participación del personaje en los mismos.

9 Como señalamos en el prólogo a nuestra edición, buena parte del capítulo en que se describe al Huérfano y sus habilidades tiene su origen en espejos de príncipes, de donde toma fragmentos enteros. Asimismo, muchas de las proezas físicas que realiza el protagonista, como romper barajas de naipes con los dedos, arrancar rejas con las manos, o levantar un caballo con un hombre encima, son las mismas que solían ser evocadas (ya fuese en la narrativa o en el teatro) cada vez que se buscaba hacer énfasis en la fuerza de algún individuo. Cabe destacar también la influencia que tienen las figuras del héroe renacentista, del soldado pretensor y del peregrino barroco sobre la caracterización completa del personaje. Sobre esto, ver Palacios, 2017a, pp. 135-142; Palacios, 2017b, pp. XXVII-XXIX y Palacios, 2018, pp. 42-48.

10 En pocas palabras, la obra de Martín de León ha sido construida como una suerte de miscelánea a partir de una serie de textos ajenos que el autor ha ido superponiendo y modificando para crear un producto nuevo. Las modalidades de préstamos e intertextualidades son variadas y comprenden tanto la copia literal (ya sea de párrafos enteros o de frases sueltas), como el intercambio del orden de los fragmentos, o el añadido de palabras propias dentro de un texto ajeno. Encontramos también casos en los que el autor introduce a su protagonista en medio de la acción, reemplazando para ello el nombre de personajes históricos por el del Huérfano en las fuentes originales. Sobre esto, ver Palacios, 2017b, pp. XXIX-XXXIV y Palacios, 2018, pp. 50-73.

11 Al respecto, explica Pupo-Walker que los cuestionarios, influenciados por la propia tradición historiográfica castellana y aragonesa, exigían un gran número de detalles y una minuciosidad narrativa que debían de apoyarse en una prolija recolección de fuentes, lo que se tradujo, en la práctica, en la inclusión de informaciones sumamente variadas e historias que podían tender a la ficción (Pupo-Walker, 1982, p. 70). Por lo tanto, no debe sorprendernos que nuestro autor, al presentar su texto como una biografía verdadera, haya procurado seguir las mismas pautas que regían el discurso histórico.

12 No obstante, Mignolo aclara que no era un requisito obligatorio responder a las cincuenta preguntas para cada relación (Mignolo, 1982, p. 74).

13 Arellano, 2008, p. 18.

14 Solano, 1988, pp. 81-82.

15 León, Historia del Huérfano, p. 247.

16 Solano, 1988, p. 103.

17 León, Historia del Huérfano, p. 248.

18 No descartamos la posibilidad de que fuese el propio Martín de León quien redactara algunas de las relaciones, pues lo cierto es que es muy poco lo que se sabe sobre su estancia en las Indias y las tareas que le fueron asignadas.

19 Como señala Pastor, este tipo de tratamiento del espacio americano permite enfatizar en las dificultades que experimenta el «hombre blanco» al enfrentarse a ella. Esto, sumado al hambre, la sed y el calor o el frío que lo aquejan, convierten la lucha por la supervivencia en el motor del relato (Pastor, 2008, p. 242).

20 León, Historia del Huérfano, p. 47. El énfasis es nuestro.

21 En efecto, encontramos el mismo patrón en textos tan disímiles como la Peregrinación de Bartolomé Lorenzo del padre José Acosta (1586), la Vida y sucesos de la monja alférez (1646) o los Infortunios de Alonso Ramírez de Sigüenza y Góngora. Sobre esto, ver Palacios, 2018, pp. 92-100.

22 Destacan especialmente en esta parte, además de los propios discursos y digresiones moralizantes del narrador, las relaciones de fiestas y acontecimientos históricos importantes como los desposorios reales, sucesos escabrosos ocurridos en las colonias, la biografía completa de Pedro Osorez de Ulloa, explicaciones científicas y la producción poética del Huérfano.

23 Núñez de Rivera, 2013, p. 13.

24 Siguiendo a González-Echevarría (2000, p. 77), cabe recordar aquí la importancia que tendrá la influencia de la escritura jurídica en la narrativa (tanto novelesca como histórica) durante el Siglo de Oro, y la facilidad con la que un texto de corte jurídico puede convertirse en un texto de ficción (como es el caso del Lazarillo de Tormes).

25 Ledezma, 2010, p. 33.

26 En efecto, además de las preguntas evocadas más arriba, advertimos en esta parte las respuestas a cuestiones como «273. Qué minas de oro, plata, azogue y otros metales hay en este pueblo y su distrito»; «274. En cuánta distancia las unas y las otras»; «275. Qué salinas hay en este pueblo y su distrito»; «280. Qué cantidad [...] se saca cada año en estas minas»; pero también «285. Con qué recuas se trajinan los metales desde las minas a los ingenios»; e incluso, «179. A qué precio valen la carne, el pan, el vino y las demás cosas que se venden en la plaza» (Solano, 1988, pp. 104, 107-108).

27 Acorde con los tópicos de la época, el autor justifica el haber introducido esta historia presentándola como un ejemplo del que se puede obtener una enseñanza: «Muchos dicen que es la causa andar los hombres pisando tan grandes tesoros como están debajo de aquellos suelos y que les infunden braveza y disensiones, pero yo digo que es la causa la ociosidad, que es la que ordena tan varios y indecibles delictos en el mundo como se ven y han visto y experimentado en Potosí» (León, Historia del Huérfano, p. 283). Lo ocurrido con Juan de Arcos funciona como contra-ejemplo: esto es lo que sucede cuando los pobladores de un lugar son ociosos: se calumnian, se animalizan y se matan entre ellos.

28 Levillier, 1922, pp. 285-286. Modernizo las grafías.

29 Arzáns, Historia de la Villa Imperial de Potosí, p. 247.

30 El cotejo de nuestra versión con la de Arzáns y la de Tovar nos muestra una evolución de la anécdota que responde con toda probabilidad a las diferentes necesidades de sus respectivos compiladores. Así, Hanke y Mendoza proponen, sobre las modificaciones de Arzáns, que «la desfiguración del nombre Rodríguez a Riburdinzu puede obedecer a la necesidad de hacer coincidir el episodio con las luchas entre naciones: Riburdinzu es un apellido vasco y Rodríguez no» (Arzáns, Historia de la Villa Imperial de Potosí, p. 247, nota g).

31 González-Echevarría 2000, pp. 132-137.

32 En El carnero de Juan Rodríguez Freyle, muchas de las situaciones de corrupción y caos político y social aparecen relacionados con la actuación de alguna hermosa mujer, lo que lo lleva a concluir que «las mujeres son las que mandan en el mundo» (Rodríguez Freyle, El carnero, pp. 244-245). Más allá de la burla, esto busca revelar que, en el Nuevo Reino de Granada y especialmente en la ciudad de Santafé, el caos político y social ha llegado a tal extremo que pareciera que son «las mujeres» las que gobiernan y toman las decisiones, algo que solo podemos interpretar como una mordaz crítica al gobierno colonial español.

33 León, Historia del Huérfano, pp. 289-290.

34 Alguno podría afirmar que Catalina de Erauso sí se vio involucrada en los hechos que cuenta. Sin embargo, como ya hemos señalado con anterioridad (Palacios, 2018, p. 91), pensamos que esto resulta poco probable, pues como apuntan Lewis y Hanke, la Historia de la Villa Imperial de Potosí, tan minuciosa y repleta de sucesos asombrosos y pleitos entre vecinos, no contiene ninguna alusión a Catalina de Erauso ni a su seudónimo masculino, Alonso Díaz Ramírez de Guzmán. Ver Arzáns de Orsúa y Vela, Historia de la Villa Imperial de Potosí, p. LXIV.

Buscar:
Ir a la Página
IR
APA
ISO 690-2
Harvard
powered by cygnusmind