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Algunas claves para el análisis de la posición «criollista» de Martín de León y Cárdenas en la Historia del Huérfano (1621)
Some Keys to Martín de León y Cárdenas’s Approach to «Criollo» Culture in An Orphan´s Story (1621)

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 8, núm. 1,

Instituto de Estudios Auriseculares

Belinda Karen Palacios

Université de Genève SUIZA, Suiza

Recibido: 20 Diciembre 2019

Aceptado: 03 Febrero 2020

Resumen: A lo largo de sus 328 folios, la Historia del Huérfano (1621) presenta un buen número de estrategias discursivas destinadas a revalorizar la figura de los criollos en las Indias. Sin embargo, hoy sabemos que su autor, el malagueño Martín de León y Cárdenas, fraile agustino, no pasó más de seis años en tierras americanas, lo que nos lleva a interrogarnos sobre la presencia de dichos discursos en el texto. En el presente artículo, recuperamos varios ejemplos del criollismo del autor y proponemos algunas pistas para su posterior estudio, como su amistad con el marqués de Montesclaros, que podrían ser la clave para desvelar algunos de los misterios que aún encierra la obra.

Palabras clave: Martín de León, Montesclaros, criollismo, narrativa colonial.

Abstract: 328-pages An Orphan´s Story (1621) praises «Criollo» culture in Spanish America throughout many discursive strategies and extensively in spite his author Martin de León, a Spanish augustinian friar, only lived around 6 years there. In this article, I offer some clues about León’s «criollismo», partly based on his friendship with the Marquis of Montesclaros, which could work as a key to some of the mysteries that the work still holds.

Keywords: Martín de León, Montesclaros, Criollo, Criollismo, Spanish America colonial prose.

La Historia del Huérfano, por Andrés de León, vecino de la ínclita y nobilísima ciudad de Granada. Describe en ella muchas ciudades de las Indias, de tierra firme y del Perú, con muchas y nuevas curiosidades, con varios y excelentes sucesos del Huérfano es el título completo que ostenta un curioso manuscrito de 1621 1 . Se trata, en muy resumidas cuentas, de una obra bastante peculiar que narra las aventuras y desventuras de un joven fraile granadino, apodado el Huérfano, por los territorios españoles de América del Sur y el Caribe, además de España e Italia, y que recoge los más de cien poemas que habría escrito el personaje a lo largo de su vida 2 . El texto, redactado a medio camino entre los usos novelescos más populares del momento (la novela picaresca y la bizantina) y la crónica histórica (con una especial influencia de las «relaciones geográficas de Indias»), había desconcertado a los críticos, que no conseguían ponerse de acuerdo ni en el género de la obra ni en la cuestión de su autoría 3 . No obstante, fueron una serie de coincidencias textuales entre esta y un impreso anterior las que nos permitieron corroborar la pista que lanzaran Antonio Rodríguez-Moñino y María Brey en los años sesenta, a saber, que el verdadero autor del manuscrito era un tal Martín de León y Cárdenas, un fraile agustino nacido en Archidona, Málaga, en 1584 4 .

El conseguir aclarar el asunto de la autoría fue bastante provechoso para descartar la posibilidad de que el texto fuera una autobiografía, pues la vida del autor se alejaba visiblemente de la de su personaje 5 . Sin embargo, algo que sí nos interpeló a raíz de esta constatación fue el identificar en la obra discursos relacionados con ciertas reivindicaciones que solían sostener los criollos en los virreinatos (o los españoles ya largamente afincados en las Indias), sobre todo teniendo en cuenta que nuestro autor no pasó más de seis años en el territorio americano 6 . Nos interesa desarrollar entonces, en las páginas que siguen, algunos ejemplos en los que percibimos una clara postura «criollista» en el autor, poniéndola en relación con gente a la que pudo frecuentar durante su estancia en el virreinato peruano, y las tempranas ideas pro-criollas que ya parecían circular en la literatura a inicios del siglo XVII 7 .

1. El nacimiento de la conciencia criolla

Tanto para Lavallé como para Mazzotti, uno de los sucesos que marcaron los inicios del criollismo peruano fue la proclamación de las llamadas «Leyes Nuevas» en 1542 8 . Como es ya bien conocido, aunque los conquistadores lograron contrarrestar los efectos de dichas leyes, su promulgación derivó en que estos sintieran sus derechos vulnerados por la corona, derechos que creían haberse ganado tras su heroica actuación en las guerras de conquista. La lucha por mantener sus privilegios fue, a su vez, asumida por los descendientes de aquella nueva aristocracia colonial que veía con muy malos ojos el encontrarse relegada a un segundo plano, ya que España continuaba dando prioridad a los peninsulares recién llegados.

Recordemos que a esto hay que añadirle el discurso negativo que se teje alrededor de la figura del criollo, un fenómeno que se percibe desde que comienza a utilizarse esta palabra para referirse a los hijos de los españoles nacidos en América. Como apunta Lavallé, el término se usó al inicio de la colonización para diferenciar a los esclavos negros nacidos en las Indias de aquellos venidos de África 9 . Asimismo, señala que en algún momento entre 1560 y 1570 la palabra criollo pasó a servir, también, para designar a los propios descendientes de los españoles en las colonias, protagonizando, como dice Mazzotti, un «bautismo insultante» 10 .

Cabe recordar, además, el componente de «impureza de sangre» con el que solían asociar los peninsulares a los criollos, juzgándolos inferiores por el simple hecho de haber nacido fuera de España, y que terminó cristalizándose en una serie de prejuicios que se mantendrán vigentes durante todo el periodo colonial 11 .

Como consecuencia de estas ideas, los criollos no solían alcanzar puestos de jerarquía eclesiástica o civil importantes, pues estos se otorgaban normalmente a los peninsulares, y virreyes y gobernadores recibían mejores encomiendas y cargos más altos que los nacidos en América, a pesar de los reclamos de estos últimos 12 . Así, como ha sido ya bastante estudiado, con el pasar del tiempo se irá formando una conciencia en los criollos de constituir un grupo social distinto al de los peninsulares, una conciencia que, tal y como señala Moraña, no surge solo de sus logros, sino, sobre todo, de los límites y restricciones que se les había impuesto 13 .

2. Criollismo y literatura

Esta compleja dinámica social va a verse reflejada en la literatura. Valiéndose de los códigos culturales metropolitanos, la clase letrada criolla creará textos que le permitan, por una parte, participar de la republica humanitas en igualdad de condiciones, buscando afirmar, por este medio, su legitimidad cultural; y por la otra, plasmar a través de este mismo lenguaje sus propias preocupaciones, reclamar sus derechos y cuestionar el sistema imperial 14 . Por supuesto, este proceso se dio gradualmente y se manifestó de forma distinta dependiendo de la época, el lugar y el género literario en cuestión. Ya que no cabe en el marco de este trabajo hacer un estudio pormenorizado del tema, nos limitaremos a evocar algunas características relativas a los años en los que fue escrita la Historia de Huérfano.

Dice por ejemplo Mazzotti que

a principios del siglo XVII coinciden tanto en México como en Perú algunas voces que se encargan de establecer el traslado del axis mundi a tierras americanas, operando tropológicamente al identificar majestad territorial con insuperable calidad moral entre los españoles nacidos en Indias 15 .

Menciona también, entre otras particularidades,

una temprana barroquización literaria y de una corografía novomundial, de la articulación de la élite criolla en términos de su altura intelectual, su dominio de la caballería, el esplendor de su arquitectura, el vigor de su comercio, la benevolencia de su clima y la eficiencia de su gobierno local 16 ,

además de un marcado interés por resaltar «las virtudes poéticas locales» 17 .

Ahora bien, como hemos señalado líneas más arriba, nos sorprendió, una vez identificado el autor del Huérfano, constatar la presencia de aquellos elementos evocados por Mazzotti tanto en la prosa como en los poemas que componen nuestro manuscrito. Así, por ejemplo, el narrador de la Historia no escatima en alabanzas a la clemencia del clima en las Indias y a la belleza de sus damas 18 . También es recurrente el énfasis en la generosidad sin límite de los criollos y su desprendimiento en comentarios como «porque la generosa costumbre de los nobles de aquella ciudad es tanta […] que casi han quedado pobres por lo mucho que en esto gastan cada año» 19 , elogios que apuntan claramente a contrarrestar la imagen negativa que solía circular de los criollos en España, percibidos como individuos codiciosos, poco considerados y de mala fe 20 . Se ensalza, asimismo, la calidad de sus poetas, pues como apunta el narrador en más de una ocasión, los criollos son capaces de componer «en elegancia, estilo, facilidad, dulzura, agudeza y altos conceptos en todo género de verso» 21 .

Por otro lado, es posible percibir en la obra una clara voluntad de equiparar las ciudades de las Indias a las grandes ciudades europeas y una constante «exaltación de la patria local» 22 , algo que se consigue con naturalidad gracias a los desplazamientos del protagonista, motor del relato. Así, se puede leer a propósito de la llegada del Huérfano a Santo Domingo, que el personaje:

Saltó en tierra en las riberas de un caudaloso río que aquella ciudad tiene y le sirve de puerto, tan famoso como el Betis sevillano. Vido en él muchos navíos, filipotes, fragatas y todo género de bajeles y, en sus riberas, todo el estruendo y tráfago que hay en los muelles de Barcelona y Génova 23 .

Otro ejemplo bastante notable se da tras la llegada del protagonista a Lima. En efecto, el autor consigue plantear, a través de las actividades que desarrolla ahí el Huérfano, una descripción sumamente positiva de la Ciudad de los Reyes, presentándola como un lugar que nada tiene que envidiarle a cualquier corte europea en cultura, educación y destrezas nobiliarias:

Iba cada día cobrando más amigos, hijos de aquellos señores a quien pagan feudo los naturales, que todos eran profesores de galas y bizarrías […]. Y como en aquella ciudad como en mayor corte de las Indias asisten los mejores maestros de todo arte y facultad, y estos iban a las casas destos caballeros, los maestros de armas, música, danza y jineta, cada día se platicaba estos ejercicios, en que el Huérfano ya hablaba más que como principiante, haciendo muy buenas demostraciones de todo, y así afinó más lo que sabía […] 24 .

Sin embargo, quizás uno de los elementos más llamativos de la Historia es la manera en la que el texto logra sugerir, por medio de las peripecias de su protagonista, que los vecinos de Puerto Rico (y Cartagena) estaban mejor entrenados que los españoles en Cádiz para hacer frente a los ataques de corsarios y piratas 25 . Para lograrlo, la Historia del Huérfano propone dos situaciones similares (desventaja numérica para los españoles frente a los ingleses, un consejo de guerra donde se toman decisiones tácticas, un enfrentamiento directo con el enemigo, etc.), cuyo desenlace termina siendo positivo en Puerto Rico y desastroso en Cádiz. Interpela también, en este sentido, la inevitable comparación que se genera en el texto entre los habitantes criollos y los peninsulares, pues mientras que los vecinos de Puerto Rico «mostraron bien su valor en las ocasiones que se ofrecieron a pie y a caballo, con tanta disciplina militar como si entonces hubieran llegado de Flandes a defender la tierra» 26 , en los capítulos relativos a la pérdida de Cádiz se deplora el triste espectáculo que ofrecen los soldados echando a correr en dirección contraria al encontrarse con el enemigo, y se condena la falta de preparación militar que ostentaron los caballeros del lugar, lo que lleva al narrador a lamentarse de que no «estuvieran más briosos y bien instruidos los vecinos y tratantes de Cádiz como lo están los de Cartagena» 27 .

Esta forma de plantear el asunto resulta de sumo interés porque contradice muchos de los prejuicios que circulaban en la época a propósito del criollo en tanto que versión «degradada» del peninsular y su supuesta tendencia a la sedición 28 . De esta manera, el texto comulga claramente con una propensión de los escritores criollos que advirtiera Mazzotti a propósito de la épica y la poesía culta cultivada a inicios del siglo XVII en el virreinato peruano: la de querer comprobar, a través de la literatura, que los descendientes de los conquistadores nacidos en las Indias «engrandecían a España tanto o más que la nobleza peninsular» 29 .

El ejemplo más explícito al respecto de la posición criollista del texto, sin embargo, lo tenemos en el discurso que inserta el narrador a propósito de la visita del Huérfano a la ciudad de Cuzco, donde comienza admirando la catedral y a sus «diestrísimos cantores criollos» 30 y luego, se pregunta:

Mas, ¿qué deja de obrar naturaleza en los criollos? ¿O qué les queda ya que ser que ya no son? ¿O por qué les había de faltar nada de lo que tienen, si por sus padres de España fueron y a lo más largo, sus agüelos? Si por el cielo, la parte más benévola tienen; si por la tierra, la más poderosa y rica del mundo es; si por el regalo, ¿dónde tanto como en las Indias se halla? Si por dotrina, pulicía y letras, respecto de la grandeza de España (siendo como son las Indias menos), muchos más letrados hay hijos suyos que en España 31 .

La reflexión al respecto de la grandeza de los criollos se prolonga a lo largo de dos páginas, en las que prevalece la idea de que estos son igual de capaces en todas las áreas que los peninsulares. Para demostrarlo, el narrador cita a una serie de personajes históricos cuya conexión con el autor del texto sería propicio explorar, pues podría abrir nuevas pistas sobre las conexiones que estableció Martín de León durante su estancia en el virreinato 32 . No obstante, hay una relación que fue fundamental para él de la que sí tenemos constancia, y que puede resultar un excelente punto de partida para investigaciones posteriores: su amistad con el marqués de Montesclaros, el «primer virrey poeta» 33 .

3. Martín de león y el marqués de montesclaros

La amistad entre Martín de León y el marqués de Montesclaros, virrey del Perú entre 1607 y 1615, se dio probablemente por medio del confesor personal del virrey, el agustino fray Pedro Ramírez 34 . Esta nos interesa particularmente en este contexto pues, como ha sido estudiado por Pilar Latasa, Juan de Mendoza y Luna «alcanzó un alto grado de compenetración con los intereses criollos» llegando incluso en ocasiones a contradecir las disposiciones metropolitanas para favorecer a los residentes del virreinato 35 . Así, por ejemplo, leemos en la carta que le dirige en 1615 a su sucesor, el Príncipe de Esquilache, una serie de alabanzas a los criollos que nos recuerdan a los discursos de nuestro narrador:

Entre los españoles de estas provincias conocerá V. E. mucha nobleza y buena sangre de caballeros; son muy dependientes de la voluntad del virrey y deseosos de agradarle; pide la obligación y su calidad tratarlos con agasajo y blandura, y satisfácense con poco si conocen amor y acogida en el semblante de quien los gobierna 36 .

Esta no es, sin embargo, la única postura que comparte el autor del Huérfanocon el virrey. Otra, bastante sugestiva, la encontramos a propósito de la supuesta visita del Huérfano a las minas de Huancavelica y Potosí en 1608. Curiosamente, este viaje coincide en la realidad extraliteraria con el desplazamiento del marqués de Montesclaros a los mismos yacimientos mineros con el objetivo de aumentar su rendimiento, una de las primeras tareas a las que se consagró el virrey 37 . A propósito de esta visita escribirá Montesclaros a su sucesor:

De propósito he dejado para este lugar hacer mención a V. E. de los mineros, otros vasallos, los más fructuosos que Su Majestad tiene en estos reinos, cuya conservación merece el principal cuidado del gobernador; y digo de propósito porque […] por aquí habíamos de comenzar las advertencias del gobierno: son, pues, los que con su trabajo y porfía han sacado y van sacando de las entrañas de la tierra, envuelto en su provecho, el tesoro y materia de que podemos decir se renovó la Corona de Castilla, tan gastada y estrecha por uso de tantos años, que pudiera mal, sin este nuevo gajo, lucir a abrazar las sienes de la soberanía de tal monarca 38 .

Como se puede constatar, lejos de un verdadero interés filantrópico por los naturales, lo que mueve al marqués a escribir estas líneas es su comprensión de la importancia que tiene la conservación de los indios para la corona desde un punto de vista económico. La verdadera riqueza de las Indias estriba en la abundancia de su mano de obra gratuita que hace posible la enorme extracción minera que se da en aquellos años. No podemos dejar de advertir esta misma lógica en algunos pasajes de la Historia del Huérfano:

Muere en lo alto de la mina otra cantidad que no llegan al hospital, todo lo cual no se advierte, viendo que por la misericordia de Dios no falta cada año la grandiosa cantidad de plata que España ve, sin advertir que como es a costa de la sangre y vidas de tantos naturales, van faltando y presto se echará de ver su falta, pues yendo cada día a menos se ven las poblaciones, yermas respeto de cómo estaban agora veinte años; y de aquí a otros veinte (si falta el remedio) se conocerá esta falta, que será grande y parecerá mayor cuando por ella las Indias no envíen tantos millones como Sevilla ha visto en su Contratación. Pero dejemos esta verdad al tiempo que, como padre del desengaño, la dirá mejor y entonces se sentirá más 39 .

Resulta claro que ambos hombres son conscientes de que la desaparición de los indios (en claro declive demográfico desde la conquista y peor aún con la institución de la mita y las encomiendas) acarrearía terribles consecuencias para la corona. Así, es en esta misma línea que podemos interpretar aquellos pasajes en los que el narrador hace énfasis en que los lugares son «más ricos» cuando están poblados de naturales, mientras que se empobrecen cuando los indios desaparecen del territorio:

Fue en el tiempo de su conquista riquísima, porque tuvo muchos naturales y así, no duran ni durarán más las Indias que duraren los indios, porque su trabajo las hace tan poderosas. No tiene hoy Santo Domingo uno tan solo, que los consumió el tiempo y el trabajo como ha hecho en otras ciudades y está hoy pobrísima, como lo están todos los lugares y aun provincias donde han faltado 40 .

Esto no quiere decir que Martín de León no se preocupe en lo absoluto por el sufrimiento de los indios, pues de hecho, reconoce que una de las causas de su desaparición es la sobrecarga de trabajo a la que los exponen los españoles y criollos, e incluso, los compara con los cautivos de Argel, los penitentes descalzos y los padres del yermo 41 . No obstante, su verdadero pesar parece inclinarse más hacia la pérdida de los pueblos españoles que a la de los naturales en sí. No nos encontramos, evidentemente, ante un nuevo Bartolomé de las Casas, sino más bien ante un hombre que se pliega a los intereses de la corona y de la tierra americana de la misma manera en que lo hace el marqués.

4. Conclusiones

La relación que se establece entre Martín de León y el marqués de Montesclaros nos permite entender en buena parte la proveniencia de las tesis pro-criollas que ostenta la Historia del Huérfano, a pesar de que su autor haya pasado solo alrededor de seis años en tierras americanas. Pensamos así que el joven Martín de León debió empaparse de estas ideas mientras frecuentaba los grupos poéticos de la corte de los que se rodeó el marqués, trabando amistad con ellos y compartiendo su indignación frente al desprecio y la discriminación a la que debían enfrentarse los nacidos fuera de la península, que nuestro autor reconoce como sus iguales. No obstante, queda aún mucho por investigar sobre la estancia del fraile en las Indias y los juegos de poder en los que pudo verse implicado, y que podrían esconderse entre las líneas de su manuscrito. Asimismo, queda por dilucidar si Martin de León fue realmente autor de toda la poesía que acompaña la obra, o si ciertos poemas fueron escritos por algunos de los poetas criollos con los que comunicó en la corte del virrey. Esperamos que estas sumarias pistas puedan servir de punto de partida para nuevos análisis.

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Notas

1. Citamos la obra por nuestra edición, publicada recientemente bajo el sello de la Biblioteca Castro (2017).

2. Se trata de cincuenta y seis sonetos, trece romances, dos jeroglíficos, una redondilla y cincuenta y cinco décimas.

3. Nos referimos a las opiniones de Rodríguez-Moñino, 1976; Bryant, 1977 y 1981; Íñigo-Madrigal, 1996 y Messer, 2005. En efecto, como explicamos en el prólogo a nuestra edición, la crítica oscilaba entre la idea de que se trataba o de una autobiografía encubierta o de una biografía histórica (Palacios, 2017, pp. XV y XXI-XVI). No obstante, luego de un minucioso cotejo entre nuestra obra y diferentes documentos de su época, descubrimos que, en realidad, el texto que teníamos entre manos había sido construido como un collage a partir de préstamos y reescrituras de fuentes muy diversas (relaciones oficiales o de fiestas, textos históricos y literarios, espejos de príncipes, etc.) que se articulaban en torno a la figura del Huérfano, pero que este último parece encontrarse ausente de las fuentes oficiales. Sobre esto, pueden consultarse Palacios, 2017 y 2019.

4. La obra en cuestión se titula la Relación de las exequias que el excelentísimo señor don Juan de Mendoza y Luna marqués de Montesclaros, virrey del Pirú hizo en la muerte de la reina nuestra señora doña Margarita, un tributo literario a la reina compilado por fray Martín de León y Cárdenas e impresa en Lima en 1613. Desarrollamos los detalles de esto en Palacios, 2017, pp. XIII-XV.

5. Para una biografía detallada de fray Martín de León, conviene consultar a Vallejo-Penedo, 2001.

6. E incluso menos. Aunque queda mucho por esclarecer a propósito de la estancia de Martín de León en las Indias, todo parece indicar que llegó a la capital del virreinato peruano en algún momento entre 1611 y 1612, y que residió en el monasterio agustino de Lima hasta 1616, puesto que se sabe que entre 1617 y 1620 se encontró viviendo en Sevilla (Vallejo-Penedo, 2001, pp. 41-42).

7. Cabe señalar que entendemos aquí al «criollo» y al «criollismo» en la misma línea en la que lo han venido estudiando autores como Bernard Lavallé, Mabel Moraña, José Antonio Mazzotti, entre otros; es decir, no en tanto que grupo social uniforme, sino más bien, como condensan Coello de la Rosa y Paulina Numhauser, como «un fenómeno cultural que caracterizó los moldes discursivos utilizados por las élites hispanocriollas del seiscientos […] con el fin de igualarse a los españoles y reivindicar sus intereses sociopolíticos y económicos» (2012, p. 14).

8. Lavallé, 1978 y Mazzotti, 2016, respectivamente.

9. Lavallé, 1982, p. 338.

10. Mazzotti, 2016, p. 16. Lavallé recoge el uso del término, con la acepción que nos interesa, por primera vez en las Indias en 1563, en Guatemala, y en 1567 por primera vez en Perú. Como bien lo resume este autor, el problema radica en que la palabra misma deja traslucir la discriminación peninsular: «Dans la mesure où il existe, le mot tend à établir une différence entre les éléments de la population d’origine européene. Or […] cette différenciation se transforme bientôt en discrimination, ou plutôt se révèle comme telle» (1982, p. 344). Para una visión de conjunto de la evolución del término, su recepción y sus acepciones, consultar «A propos de quelques termes du vocabulaire colonial» en Lavallé, 1982, pp. 337-353.

11. Un ejemplo concreto de discriminación desde fechas tan tempranas como 1570 puede consultarse en Mazzotti, 2016, p. 17.

12. Como recuerda Mabel Moraña, en la escala administrativa, por ejemplo, existía un cuerpo legal destinado únicamente a regular el permiso de cargos públicos a criollos (que debían alternar con los peninsulares), además de que «se consideraba que la santidad del grupo era dudosa» por lo que encontraron muchas veces resistencia para integrarse al clero regular (Moraña, 1988, p. 238).

13. Moraña, 1988, p. 238. Cabe resaltar sin embargo que, al consolidarse la mentalidad y las reivindicaciones criollas en las Indias en el siglo XVII, este grupo abarca no solo a los “blancos” descendientes de españoles, sino también a algunos mestizos y mulatos (de clase alta y educados en la cultura occidental), que se habían adherido a los intereses particulares del grupo criollo.

14. Este es un tema que ha despertado un gran interés entre los estudiosos de la literatura colonial en las últimas décadas. Al respecto, hemos encontrado especialmente interesantes (y esclarecedores) los estudios de Chang-Rodríguez, 1982, Moraña, 1988, Mora, 2010, Mazzotti, 2016 y Valero Juan, 2019.

15. Mazzotti, 2016, pp. 23-24.

16. La cita va a propósito de la Grandeza mexicana de Balbuena (Mazzotti, 2016, p. 24), pero la traemos a colación porque las características mencionadas aplican en buena medida a muchos pasajes del Huérfano.

17. Mazzotti, 2000, p. XVI.

18. Leemos por ejemplo, a propósito de Santafé, que «es célebre y famosa esta ciudad en damas, tanto que en belleza y perfección pueden ser ejemplo de la antigüedad» (León, Historia del Huérfano, p. 53).

19. León, Historia del Huérfano, p. 73.

20. Sobre esto Lavallé recoge varios ejemplos, como: «Generalmente los más dellos y casi todos son ya criollos, gente mal templada y poco considerada» (1978, p. 51); o bien: «[…] aunque tengan partes y valor para merecer vuestros oficios y cargos, no se los quieren dar solo por decir son hijos de la tierra, porque han informado a V. Md. que son son incapaces y que en ellos no hay virtud ni cristiandad ni bondad […]» (1982, p. 387).

21. León, Historia del Huérfano, p. 33.

22. Tomamos la expresión de Mazzotti, 2016, p. 44.

23. León, Historia del Huérfano, p. 58. El énfasis es nuestro. Esta misma tendencia queda patente en la poesía. Tomemos como ejemplo algunos versos del siguiente romance, que describe «la iglesia más ilustre» de la Ciudad de los Reyes: «Un retablo tiene insigne, / de tanto costo y primor, / que si en Roma hay quien le iguale, / en Indias es superior» (León, Historia del Huérfano, p. 351).

24. León, Historia del Huérfano, pp. 40-41. El énfasis es nuestro. Resulta interesante constatar que se trata, en gran medida, de los mismos valores que se buscarán poner en evidencia por medio de las «relaciones de fiestas» de Lima producidas a lo largo del siglo XVII, como señala Valero Juan, 2019, p. 890.

25. Como hemos estudiado ya (ver Palacios, 2017 y 2019), Martín de León reconstruye algunos sucesos históricos reales y los modifica para insertar a su personaje en medio de la acción. Dos de ellos están relacionados con la piratería: la victoria sobre Francis Drake de Puerto Rico (1595) y el saqueo de Cádiz por los herejes (1596). A estos dos eventos nos referimos en las líneas que siguen.

26. León, Historia del Huérfano, p. 97.

27. León, Historia del Huérfano, p. 133. Cabe resaltar que, a diferencia de lo que sugiere Cervantes en su poema satírico «A la entrada del duque de Medina en Cádiz», Martín de León intenta limpiar el nombre de este último, atribuyéndole la responsabilidad del desastre a Pedro Girón, corregidor de Cádiz. Critica asimismo al «desbocado vulgo» que insiste en que Cádiz se hubiera podido salvar. Sobre esto, ver Palacios, 2017, pp. XXXIII-XXXIV.

28. Ver, por ejemplo, Lavallé, 1978, pp. 51-54.

29. Mazzotti, 2016, p. 25.

30. Sobresale en esta parte la mención a Juan Pérez Bocanegra (c. 1560-1645), músico y gran conocedor de lenguas indígenas (Léon, Historia del Huérfano, p. 269).

31. Léon, Historia del Huérfano, p. 270.

32. Se trata de fray Diego Pérez, agustino natural de Panamá que leyó la cátedra de escritura en la Universidad de Lima (hoy Universidad Nacional Mayor de San Marcos); de Melchior Urbina, originario de Chile y catedrático en la misma universidad; de fray Luis de Bilbao, de la Orden de Santo Domingo y lector de la cátedra de prima también en Lima; de Rodrigo de Orozco, criollo de Chuquisaca que desarrolló una notable carrera militar en Europa (ver Odriozola, 1864, p. 41); de Lope Díez de Aux y Armendáriz, originario de Quito y primer criollo que conseguirá convertirse en virrey de la Nueva España, entre 1635 y 1640; y, finalmente, de Ana María Coya de Loyola, nieta del príncipe Sayri Túpac y de doña Beatriz Cusihuarcay, marquesa de Oropesa por Felipe III y esposa de Juan Henríquez de Borja, hijo del marqués de Alcañices (ver Mendiburu, 1876, p. 428). Otra relación que valdría la pena explorar es la que mantuvo con Pedro Osores de Ulloa, cuya biografía aparece intercalada en los capítulos XXXIV y XXXV.

33. Miró Quesada, 1962. Como es bien sabido, Juan de Mendoza y Luna gustaba muchísimo de la poesía, y patrocinó todo tipo de actividad artística o literaria, incluso actuando de mecenas de diversos hombres de letras con los que se relacionó durante su mandato (Miró Quesada, 1962). Entre ellos, Pedro de Oña y Bernardino de Montoya, este último con toda seguridad amigo también de Martín de León (Palacios, 2017, p. XIX).

34. Como señalamos en Palacios, 2017, p. XIX, Pedro Ramírez había sido prior de Martín de León durante su año de noviciado en Sevilla, y fue quien probablemente propició su encuentro con el marqués, que llegaría a nombrar a nuestro autor como uno de sus albaceas ante la inminencia de su muerte en 1628 (Miró Quesada, 1962, p. 249).

35. Latasa, 1999, s. p. De igual manera, se sabe hoy en día que el marqués mantuvo una política de favor para con sus criados que será bastante criticada al final de su mandato. Para una visión detallada de lo que fue el gobierno de Montesclaros en el Perú, ver Latasa, 1997.

36. Montesclaros, Relación del estado, p. 169.

37. Para Latasa, 1999.

38. Montesclaros, Relación del estado, pp. 173-174.

39. León, Historia del Huérfano, p. 274.

40. León, Historia del Huérfano, p. 58. El énfasis es nuestro.

41. El ejemplo lo encontramos a propósito de la desaparición de los pobladores originarios de las riberas <del río Magdalena: «hoy, con la priesa que les han dado a bogar las canoas, se han muerto y ellos se han quedado sin indios y las riberas con sólo tres pueblos de españoles […]» (León, Historia del Huérfano, p. 48).

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