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Antonio Enríquez Gómez, Política angélica, ed. Felice Gambin, Huelva, Universidad de Huelva, 2019, 294 pp. ISBN: 978-84-1776-60-2 1

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 8, núm. 1,

Instituto de Estudios Auriseculares

Sergio Montalvo Mareca

Universidad Complutense de Madrid/ Instituto Universitario Menéndez Pidal ESPAÑA, España

Recibido: 10 Enero 2020

Aceptado: 21 Enero 2020

La figura de Antonio Enríquez Gómez ha despertado el interés de la crítica por diversos motivos, especialmente por lo que Felice Gambin, responsable de esta edición crítica, denomina «laberinto de identidades y de máscaras» (p. 14). Este escritor criptojudío nacido en Cuenca, de padre converso y de madre cristina vieja, fue, entre otras facetas, un auténtico polígrafo. Escribió poesía, también novelas, así como numerosas comedias, algunas bajo el pseudónimo de Fernando de Zárate. Además, abordó la redacción de tratados morales y políticos; entre estos últimos se encuentra la Política angélica.

Dicha obra se imprimió en 1647 en la imprenta de Laurens Maurry, en Ruan, villa donde el autor pasó autoexiliado varios años. En cuanto a los testimonios conservados de esta edición, Gambin da noticia de siete ejemplares idénticos, aunque con diferentes estados de conservación. Estos se encuentran en España, Israel, Lisboa (tres en total), Versalles y Finlandia. Existió una segunda emisión que presentaba título y dedicatarios diferentes, además de otros cambios, y de la que solo se ha conservado un ejemplar, que también aparece convenientemente descrito.

La Política angélica ha permanecido inédita hasta ahora, aunque cueste creerlo. En su época ya gozó de un notable interés fruto de las diferentes controversias y críticas surgidas. Las más abundantes fueron aquellas que lo tildaron de ser un tratado utópico o de fundamentarse en una idea mal sustentada sobre el pensamiento arbitrista. La edición que propone Felice Gambin supone la culminación de otros estudios previos del investigador. Me refiero, por ejemplo, a ««Es doblar el vivir». La Política angélica entre escritura divina y satánica» (2015) o a la ficha publicada en Dialogyca BDDH (código BDDH329), accesible desde el siguiente enlace: http://iump.ucm.es/DialogycaBDDH/BDDH329/pol-tica-ang-lica/ [19/12/2019].

La edición consta, además de la propuesta de texto y de un índice onomástico final, de una introducción engalanada con el título de «Historia de un futuro perfecto: la Política angélica, nuevo Leviatán» (pp. 13-83). Está dividida en cinco subepígrafes. En el primero de ellos, «Engañar con la verdad: la trayectoria vital» (pp. 13-23), se presenta una cuidada biografía de Antonio Enríquez Gómez. Considero que el mayor éxito de esta radica en que el editor ha sido capaz de respetar la esencia del personaje descrito sin oscurecer aspectos a cambio de potenciar otros; así lo explica: «su obra entera se ha estudiado −y se sigue estudiando− en razón de su procedencia judeoconversa y de sus horizontes biográficos. Esta es sin duda una perspectiva legítima, pero limita la posibilidad de abarcar la complejidad literaria de un escritor interesante en sumo grado» (p. 13). A esta dificultad se le añade una segunda: las numerosas variantes que presenta el nombre y, por tanto, los diferentes rastreos necesarios para obtener los datos: «‘Enríquez’ o ‘Henríquez’, con sus versiones ‘Anr(r)iquez’, ‘Henr(r)iques’, ‘Enr(r)iques’, variaciones que tocan también el segundo apellido con su versión española (Gómez) y otra portuguesa (Gomes)» (pp. 22-23).

En el siguiente bloque, titulado «Una galaxia, y en expansión» (pp. 24-38), se examina la producción literaria de Enríquez Gómez. Como sucedía con la biografía, afrontar una descripción así es una cuestión compleja, pues escribió con una intensidad pareja a la que imperó en su vida. Además, Felice Gambin hace una revisión de las obras principales del autor, deteniéndose especialmente en aquellas que gozaron de una mayor difusión en la España de los siglos XVII y XVIII. Me refiero a las Academias morales de las musas, publicada en Burdeos en 1642, y a El siglo pitagórico y Vida de don Gregorio Guadaña, impresa en Ruan dos años más tarde. La primera supone una compleja miscelánea de géneros, estéticas y temáticas que se organizan a través de un marco narrativo común: la reunión de un grupo de muchachos y damas en un entorno agradable. Por su parte, el texto de El siglo pitagórico y Vida de don Gregorio Guadaña sigue la estela de los Sueños de Francisco de Quevedo; en palabras del editor, supone «un repaso a los defectos y vicios de la España de la época mediante los retratos de personajes ya tópicos, que son objeto de moralización: el ambicioso, el arbitrista, el malsín, la mujer, el valido, el hipócrita, el médico, el arbitrista, entre otros» (p. 28).

A la Política angélica dedica Gambin el tercer subepígrafe, «La Política angélica, o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil» (pp. 39-57). El bloque comienza con el recuerdo de la primera investigación que sirvió como asidero para las que surgieron después: «Han transcurrido más de cincuenta años desde que Israel Salvador Révah destacó en un artículo publicado en 1962 en la Revue des études juives la importancia de la Política angélica de Antonio Enríquez Gómez» (p. 39). A esto le sigue una reflexión sobre el subgénero al que pertenece la Política angélica: «La carencia y la incapacidad de una sistematización teórico-política se encauzan hacia el mundo de la ficción literaria, con sus elocuencias y sus múltiples inclinaciones que contagian las formas y los estilos. En la península ibérica abundan los tratados, las ficciones que discuten sobre el poder, su realidad, su legitimidad, sus desviaciones» (p. 42).

Igualmente interesantes resultan las consideraciones sobre el género dialógico que se hallan en este apartado. En los cinco diálogos que integran la Política angélica aparecen los mismos dos interlocutores: Filonio y Teogio. Entre ellos impera el ya conocido sistema de maestro-discípulo, aunque con matices propios, pues el papel del segundo, Filonio, no se limita a preguntar y a acatar las respuestas del mentor; de hecho, las voces de uno y otro llegan a confundirse, de manera que, en determinadas ocasiones, resulta complicado diferenciarlos. Por otra parte, en el nombre de Filonio se aprecia una reminiscencia de los Diálogos de amor de León Hebreo, protagonizados por Sofía y Filón. Otra posibilidad es que el apodo de este derive del filósofo Filón de Alejandría o Filón el Judío. En cambio, la etimología del nombre de Teogio es más sencilla e intuitiva: hace referencia a la teología. Además, y enlaza de manera directa con la línea abierta por Jaime Galbarro, Gambin evidencia que el diálogo es el recurso más valioso de los que muestra Enríquez Gómez en sus obras, independientemente de cuál sea el género al que estas pertenezcan. De esta manera, aporta luego una larga nómina de textos en los que dicho recurso está presente: El siglo pitagórico y Vida de don Gregorio Guadaña, La culpa del primero peregrino, Inquisición de Lucifer y visita de todos los diablos, El triunfo de la virtud y la paciencia de Job, etcétera. Por tanto, y como señala al final de ese párrafo, «el recurso del diálogo no es en absoluto una novedad, lo novedoso es su uso exclusivo en la Política angélica» (p. 45). En realidad, lo que tiene lugar en la Política angélica es un cambio de género, pues en las otras obras citadas el autor emplea solo la técnica o el formante literario, mientras que aquí se adentra en él como género pleno.

Los dos últimos bloques de la introducción los constituyen «La presente edición» (pp. 58-66) y la «Bibliografía» (pp. 67-83). A propósito de los criterios de edición, desde las primeras líneas se declara el problema que plantea la transcripción del texto: «el empleo confuso y arbitrario de las grafías es una constante, con incorrecta separación de las palabras, signos de interrogación no justificados, olvido de la tilde, empleo irregular de las consonantes (f/ ff; m/ mm; n/nn; p/ pp; r/ rr; t/tt; …). La lectura es difícil y tropieza a cada paso» (pp. 58-59). De acuerdo con esto, no debe extrañar al lector que la decisión del editor haya sido la de modernizar la ortografía y suprimir ese bagaje negativo. Lo mismo puede aplicarse al uso de tildes o de mayúsculas y minúsculas. En cambio, Felice Gambin opta por respetar los grupos cultos del tipo ‘delicto’ por ‘delito’ (p. 222), así como las oscilaciones en las vocales ‘mesma’ por ‘misma’ (p. 143). Las notas al pie son moderadas en número y aportan sucintos matices que mejoran el entendimiento de los fragmentos señalados. Para las informaciones más densas, como las comparaciones con otros textos o la explicación de las diferentes corrientes de pensamiento a las que aluden Filón y Teogio en sus intervenciones, se reserva un apartado final donde se incluyen explicaciones complementarias.

La recopilación bibliográfica es tan correcta como completa. Además, supone un punto de referencia para el estudio, no solo de la Política angélica, sino de la biografía del autor y de la totalidad de su producción literaria. Considero que la bibliografía puede resultar especialmente útil para quienes analicen el teatro de Enríquez Gómez/ Fernando de Zárate, pues encontrarán citados numerosos trabajos publicados recientemente, como los de Manuel Calderón Calderón (2016a, 2016b, 2017), Rafael González Cañal (2017, 2018) o Hélène Tropé (2017). En dicha recopilación también tienen cabida los estudios sobre el diálogo hispánico y sus relaciones con el pensamiento renacentista y barroco. Me refiero a las publicaciones de Jacqueline Ferreras (2002) y Ana Vian (2010).

A lo largo de estas páginas he abordado solo algunos de los aspectos que se tratan en esta edición. El estudio de Felice Gambin cubre de manera sobresaliente las necesidades de un texto tan intrincado como es la Política angélica; además lo hace de una manera directa y sintética. La calidad textual de la edición es notable, pues sigue con rigor el texto original impreso en Ruan. Por su parte, el estudio filológico que precede al texto tiene poco más de cincuenta páginas, bibliografía excluida. La misma fórmula parece que impera en el proceso de notación. Las notas al pie, aunque eruditas, presentan una información depurada y meticulosamente medida, por lo que no solo no entorpecen la lectura, sino que la completan en aquellos aspectos en los que es necesario.

Notas

1. Este trabajo se ha realizado durante el disfrute de un contrato predoctoral para la Formación del Profesorado Universitario (FPU17/02884) en el marco del proyecto “Dialogyca: Del manuscrito a la prensa periódica: estudios filológicos y editoriales del Diálogo hispánico en dos momentos” (DIALOMOM). Nº ref. PGC2018-095886-B-I00 (MCIU/AEI/FEDER) con sede en el Instituto Universitario Menéndez Pidal de la Universidad Complutense de Madrid.

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