Secciones
Referencias
Resumen
Fuente
Cómo citar
Buscar
Julia D’Onofrio, Cervantes frente a la cultura simbólica de su tiempo. El testimonio de las «Novelas ejemplares», Buenos Aires, Eudeba, 2019, 467 pp. ISBN 978-950- 23-2930-7

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 8, núm. 1,

Instituto de Estudios Auriseculares

Mariano Saba

Universidad de Buenos Aires / CONICET ARGENTINA, Argentina

Recibido: 18 Marzo 2020

Aceptado: 01 Abril 2020

«Mas nosotros no estamos haciendo aquí literatura, ni nos importa la letra sonora, sino el espíritu fecundo aunque silencioso» (Unamuno, 1938, p. 61), decía Unamuno 1 en su comentario al discurso quijotesco sobre la Edad de Oro. Es evidente —tal como explica Julia D’Onofrio en su libro— que los autores del siglo XIX y XX que Anthony Close 2 identificó en su momento dentro de la crítica ‘simbólica’ del Quijote, no invocaban un concepto de simbolismo semejante al propio de la cultura del Siglo de Oro. Sin embargo, puede opinarse que solo la capacidad radiante de una poética compleja con respecto a lo simbólico pudo haber ocasionado tal diversidad de interpretaciones en esa línea, siglos después. Así —y a sabiendas incluso de su desvalorización de Cervantes—, la idea de Unamuno parece seguir resonando como clave persistente para pensar la vinculación de Cervantes con lo simbólico.

El volumen de D’Onofrio sienta sus bases en la necesidad de pensar justamente la particular relación de Cervantes con las prácticas simbólicas de su época. Si bien la autora expresa que el origen de la investigación tuvo como objeto el vínculo específico entre el género emblemático y la obra cervantina, su decisión de acotar el corpus a las Novelas ejemplares y de revisar allí el abordaje “disidente” de la generalidad de lo simbólico por parte de Cervantes, resulta acertada. A modo de estrategia, su elección le permite analizar —en un campo de límites claros— los rasgos esenciales de la obra cervantina frente a las prácticas simbólicas de su tiempo, lo que es decir su contienda oblicua —pero evidente— contra la ideología dominante de una sociedad que se servía de ciertas formas simbólicas «sostenidas por el efectismo y cuyo objetivo era conducir al público con estímulos precisos hacia respuestas preconcebidas» (D’Onofrio, 2019, p. 14).

Apoyándose en un sólido marco teórico (de Maravall a Rodríguez de la Flor), D’Onofrio describe las perspectivas canónicas en torno a la posición cervantina, situándola en las coordenadas de un Barroco originado por el cuestionamiento mismo que había surgido con el humanismo renacentista, y sin desentenderse por supuesto de la pulsión conservadora que intentaba resguardar la hegemonía de cierta organización socio-política y religiosa. El estudio enfatiza que —tal como aludió Foucault en Las palabras y las cosas— la idea fundante del simbolismo del Siglo de Oro se erige sobre una concepción teológica para la cual el mundo exhibe rastros de su Creador. Desde este encuadre, la autora señala para la época un uso cada vez más frecuente del carácter persuasivo de la imagen —con fines políticos o religiosos— y propone así entender el desengaño cervantino a partir del rechazo a las formas de manipulación y dirigismo enquistadas en las prácticas corrientes de la cultura específicamente simbólica durante esos inicios del Barroco. De ese modo, y sin desconocer en Cervantes cierta melancolía por aspectos de la visión humanista endurecidos por la Contrarreforma, D’Onofrio afirma la necesidad de comprender la obra cervantina como inmersa en el Barroco, aun hallando distancias con las definiciones más aceptadas del período. En el contexto de esa fortificación instrumental de la imagen, la emblemática se consolida como género particular y vehículo privilegiado de persuasión. El artefacto logoicónico que es el emblema —con sus avatares desde Alciato a los repertorios vigentes durante la vida de Cervantes— permite la codificación de una estrategia capaz de garantizar la transmisión a través suyo de ideas edificantes y didácticas. Los emblemas terminan por constituir un nuevo formato estético para la confirmación de antiguas verdades éticas, por lo cual su función pasa a ser rápidamente el de un reservorio persuasivo de tópicos conductuales aceptados de antemano. Considerando los aportes de la emblemática a la filología española, D’Onofrio apela al género sin someterse a preeminencia alguna del emblemista sobre el poeta. Desechando el interés por ligar la literatura cervantina con antecedentes emblemáticos precisos, la autora prefiere optar por el contraste entre el emblema verbal y la imagen poética, considerando la tensión que se da entre el carácter plurisignificante de la segunda y el didactismo unívoco del primero. En este sentido elige «considerar los emblemas como un lexicón del pensamiento simbólico de la época» (D’Onofrio, 2019, p. 121) y así poder establecer entre las Novelas ejemplares y el mencionado thesaurus ‘simbólico’ nuevas relaciones que iluminen la posición cervantina frente a las prácticas de representación y manipulación social de su época.

Tras la introducción de sus hipótesis más abarcadoras, el libro se desarrolla en cuatro secciones generales. En la Parte I la investigación se propone dar un panorama abarcador del concepto de ‘cultura simbólica’ en el Siglo de Oro, considerando aquellos principios respectivos que resultan naturalizados por la época y que por ello mismo puede suponerse que habrán gravitado sobre las disensiones cervantinas. En este mismo segmento se enuncian las características más significativas de la disciplina emblemática, entendiendo su importancia para la metodología del estudio y su carácter de estímulo inicial para el tratamiento que se despliega.

En la Parte II el estudio capitaliza el diálogo con pareceres previos de la crítica especializada (desde Aurora Egido e Ignacio Arellano a Alicia Parodi) para asentar ciertas interpretaciones renovadas sobre los aspectos simbólicos de la escritura cervantina y en especial de las Novelas ejemplares. La lectura pormenorizada del soneto de 1598 «¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza!» —dedicado al fastuoso túmulo de Felipe II en Sevilla— consigue que el libro proyecte alcances originales en torno a la ironía cervantina en su enfrentamiento con la fuerza persuasiva de la transmisión simbólica de los valores monárquicos.

La Parte III del volumen se centra en el estudio concreto de las Novelas ejemplares interpelando problemas diversos cuyo aglutinamiento sigue el vector de lo simbólico y el carácter complejo de su dimensión ejemplar en el ejercicio ‘selectivo’ de la ficción cervantina. En este sentido se evoca el juego con la ausencia del retrato autoral en el prólogo mismo de las novelas como procedimiento de erosión de la posición autoritaria de la figura de autor y del culto a su imagen. En claro contraste con usos de la imagen autoral como los ejercidos por Lope de Vega, el prólogo cervantino parece equivaler a la modalidad de la propuesta ejemplar de la colección: interactiva y no concluyente. Por eso participa a su manera de la detracción del ut pictura poesis, y —en un modo barroco casi ‘emblemático’— se rehúsa al aval directo de la imagen para con lo dicho, complejizando con la descripción verbal del escritor entradas mucho más variadas a la imaginación del lector. Al respecto opina D’Onofrio: «Quizás justamente porque su ética literaria dictaba que, para no engañar al lector, la mejor respuesta es la que no es única, monolítica ni patente, como resultaría una imagen concreta» (p. 200). Asimismo, en los capítulos siguientes se objetivan motivos simbólicos recurrentes en la colección, como los desfiles y procesiones, que permiten al volumen expresar ejemplos significativos del posicionamiento de Cervantes frente a las prácticas simbólicas de su contexto. D’Onofrio intenta «mostrar una síntesis que permita apreciar globalmente de qué modo se hallan manifestaciones cercanas al simbolismo en las Novelas ejemplares» (p. 207). Y de esta manera va listando motivos recurrentes —desde la fortuna a la vid y el olmo, o a las comparaciones con el mundo animal—, acompañando sus menciones con ejemplos extraídos de las Novelas y emblemas que vienen a iluminar con nueva luz la utilización de esos motivos. Posteriormente, con un recorrido de conjunto por la colección, el libro va constituyendo un perímetro de asedio al asunto de lo simbólico en Cervantes, consignando problemas múltiples surgidos de las lecturas focalizadas de las novelas y asociándolas con emblemas tomados de los repertorios de Juan de Horozco y Covarrubias y de su hermano Sebastián de Covarrubias Horozco, entre otros.

Por mencionar algunos de los contenidos de los capítulos subsiguientes: El licenciado Vidriera, por ejemplo, remite al conflicto del individuo con la sociedad, en tanto la transparencia de sus objetivos cimentarían una ‘locura’ debilitante, cuestión que pudiera estar refiriendo en el plano de lo escriturario a las propias interrelaciones entre el autor y el público; el trasfondo de El celoso extremeño —con la casa como símbolo— habilita a pensar el problema de la ejemplaridad en contraste con su carácter elusivo del final; La ilustre fregona pone en relación a la emblemática misma con la construcción narrativa del relato, con su fragmentación y su abierta ejemplaridad. Estos y otros abordajes terminan por generar entonces una metodología concreta que le permite a la autora vincular emblemática y novelas ejemplares. En sus palabras:

no pretendemos una equiparación perfecta entre estructura novelesca y estructura emblemática, sino proponer la idea de que un género tan importante para la cultura de la época pueda servir como caja de resonancia donde cobren mayor sentido o claridad las elecciones artísticas de Cervantes en lo que concierne a la forma de relato (p. 324).

Toda una serie de hipótesis vinculantes alrededor del tema le permiten a la autora arribar al capítulo de cierre del tercer segmento, en donde se produce una lectura englobante de toda la colección bajo la recurrente emergencia del tema de la admiración y de la manipulación en casi todas las novelas, consiguiendo de esa manera —al igual que con los abordajes de la doncella como polo de atracción— una relación simbólica de esos nodos con el acto mismo de la creación artística. Y es, en esta línea, que el libro termina por diseñar un arco conclusivo pertinente, localizando en las Ejemplares, personajes que suelen armar —con diferentes grados de artificio— situaciones que les permiten observar efectos y manipular a otros según esa misma observación. Considerando la resonancia que esas escenas pueden tener como simbolización misma de la práctica creadora, el volumen consigue reafirmar su valor como relectura de la ejemplaridad cervantina y de su modernidad en promover pactos de lectura activos, los cuales todavía siglos después continúan estimulando lecturas tan diversas como la unamuniana en su momento o las más rigurosas de esta nueva actualidad.

Notas

1. Unamuno, Miguel de, Vida de Don Quijote y Sancho, Buenos Aires, Espasa Calpe, 1938.

2. Close, Anthony, La concepción romántica del Quijote, Barcelona, Crítica, 2005.

Buscar:
Ir a la Página
IR
APA
ISO 690-2
Harvard
powered by cygnusmind