Secciones
Referencias
Resumen
Fuente
Cómo citar
Buscar
Análisis de la beatificación de Teresa de Jesús a través del «Compendio» de Diego de San José. ¿Relación de fiestas o propaganda religiosa?*
Analysis of the Beatification of Teresa de Jesús through the Compendio of Diego de San José: A Relationship of Festivities or Religious Propaganda?

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 9, núm. 1,

Instituto de Estudios Auriseculares

María Moya García

Universidad de Granada, España

Recibido: 18 Noviembre 2020

Aceptado: 21 Diciembre 2020

Resumen: El anuncio de la beatificación de Teresa de Jesús trajo consigo la organización de diversos festejos por todos los rincones de España. El Compendio de las solemnes fiestas que en toda España se hicieron en la beatificación de N. B. M. Teresa de Jesús, de Diego de San José, constituye un testimonio excepcional del fervor con el que el pueblo español celebró la noticia. En este artículo, trataremos de demostrar cómo el Compendio fue concebido como una obra que pretende ir más allá de mera relación de fiestas, de manera que, gracias a la inclusión de una serie de relatos sobre los milagros y prodigios que tuvieron lugar durante las fiestas,el padre carmelita construye un espacio literario propagandístico que busca claramente ofrecer una imagen de Teresa de Jesús cercana a la santidad, preparando así el camino a su futura canonización.

Palabras clave: Beatificación, Teresa de Jesús, relaciones de fiestas, Diego de San José, fiestas religiosas.

Abstract: The announcement of the beatification of Teresa de Jesús brought with it the organization of various celebrations throughout Spain. The work titled Compendio de las solemnes fiestas que en toda España se hicieron en la beatificación de N.B.M. Teresa de Jesús, written by Diego de San José, is an outstanding evidence of the enthusiasm with which the Spanish people celebrated the announcement. The aim of this paper is to demonstrate how the Compendio is more than a simple news pamphlet, so that, thanks to the account of some miracles and wonders that took place during the festivities, the carmelite father builds a propaganda literary space that clearly seeks to offer an image of Teresa of Jesus close to holiness, in order to pave the way for her future canonization.

Keywords: Beatification, Teresa de Jesús, News pamphlets, Diego de San José, Religious festivals.

El 24 de abril de 1614 el papa Paulo V firmaba en Roma el Breve de beatificación de Teresa de Jesús, poniendo un punto y seguido a un proceso que finalizaría con la canonización de la Santa en 1622. La noticia se celebró en España con júbilo y fueron muchos los conventos y localidades que no dudaron en organizar festejos para venerar y, sobre todo, reivindicar a la que muchos consideraban su Santa. En mayo la noticia recorrió todas las ciudades de España, que ordenaron repicar las campanas de iglesias y conventos e inundar sus calles con luminarias y fuegos artificiales. Sin embargo, el grueso de los programas celebrativos se aplazaron hasta mediados octubre, cuando, coincidiendo con la onomástica de Teresa, se organizaron actos religiosos y profanos destinados a todos los estamentos y autoridades 1 .

La fórmula de las fiestas con motivo beatificaciones y canonizaciones había quedado cristalizada desde principios de siglo, de forma que, aunque con su propia idiosincrasia, la mayoría de los actos se articularon de una manera similar 2 : en primer lugar, se procedía al anuncio del acontecimiento y a la convocatoria de certámenes y concursos, que generalmente se resolvían a final de la fiesta; posteriormente, se organizaban procesiones, octavas de sermones y actos públicos para exaltar la vida y milagros de la Santa; no podían faltar las dramatizaciones, fuegos y mascaradas, que generalmente tenían lugar después de los actos litúrgicos y cuya finalidad era servir de contrapunto a las fiestas religiosas. Así, durante ocho días, las procesiones, sermones y misas se combinaron con justas, certámenes poéticos, representaciones teatrales y parateatrales que hicieron las delicias del pueblo. Además, todas las ciudades engalanaron sus fachadas con colgaduras, tapices y telas de gran riqueza, mientras que en las iglesias y conventos se erigieron magníficos altares en honor a la homenajeada.

Todo ello evidencia el fervor que el pueblo español sentía por la madre Teresa apenas treinta y dos años después de su muerte. Sin embargo, no hay que olvidar que la beatificación de Teresa de Jesús ofreció a la Orden del Carmelo una ocasión excepcional para enaltecer y dignificar la figura de la beata y, como era lógico, no dudaron en aprovecharla. De esta forma, todos los conventos carmelitas sin excepción trataron de ofrecer una imagen de la madre Teresa muy cercana a la santidad, que ayudase a reforzar y acelerar su futura canonización. Así se desprende de algunos sermones 3 y poemas dedicados a la beata, con claros matices propagandísticos, pero también de muchas de las representaciones teatrales y parateatrales, que dejaban patente su santidad y su labor como reformadora de la Iglesia y contendiente de la herejía. Por ejemplo, en Alba se dispuso un tablado en el que se exhibían cinco figuras de gigantes condenados al infierno que representaban a cuatro de los más famosos heresiarcas «con traje de sus naciones» y «[al] padre de todos, Satanás, de horrible y artificiosa compostura» 4 , que se movían y volaban por todo el tablado, provocando el horror del vulgo. Justo enfrente emergía la figura de la madre Teresa, dispuesta a arrojar rayos de fuego que terminaron por incendiar a los gigantes y al demonio, constituyendo un «maravilloso jeroglífico del valor y la fuerza de sus oraciones, del celo de nuestra santa fe y propagación del santo evangelio, deseos que siempre ardían dentro de su pecho» 5 .

Si los festejos trataron de apoyar la canonización de la madre Teresa, la literatura no quedó atrás. Prueba de ello es el libro de la fiesta publicado por el padre carmelita Diego de San José, definidor y secretario general de la orden, quien en su Compendio de las solemnes fiestas que en toda España se hicieron en la beatificación de N.B.M. Teresa de Jesús (en adelante, Compendio) reunió, compiló y publicó las relaciones de los distintos conventos carmelitas que participaron en las celebraciones teresianas 6 . Nos encontramos ante un extenso libro de la fiesta que se divide en dos partes, cada una con su propia paginación 7 : la primera, de 62 folios, se dedica íntegramente a la descripción de los festejos organizados en Madrid en los conventos de San Hermenegildo y Santa Ana, que tuvieron el honor de contar además con la presencia de Felipe III y de los duques de Lerma y de Uceda. También se incluye la relación completa (y la transcripción de los poemas) del certamen poético que se celebró en la capital, célebre por la participación de Lope de Vega como tribunal. La segunda parte, con 230 folios, describe las fiestas de las 87 ciudades restantes seleccionadas por el autor, comenzando por las de Ávila y Alba, por ser las más vinculadas con la Santa.

Como trataremos de demostrar, el padre carmelita consigue diseñar un espacio literario que se aleja de la función informativa o descriptiva de la relación y que se acerca más a un firme elogio y una clara propaganda de la beata. Una lectura atenta del Compendio evidencia cómo la descripción más o menos exhaustiva de los fastos, los espacios, las decoraciones y los concurrentes (todos ellos elementos que en un principio identificaríamos con una crónica informativa) se ponen aquí al servicio de un dispositivo encomiástico, de un discurso laudatorio que busca claramente deslumbrar e influenciar al lector. Y no es casualidad que la obra esté dedicada al papa Paulo V, porque su intención, claramente, será la de «fortalecer los méritos de la madre Teresa en la obtención de la triple aureola […], y que no tardarán en llegar, puesto que ocurrirá en 1622, después del patronazgo de España, junto al apóstol Santiago, obtenido por Teresa de Jesús en 1617» 8 .

Así se aprecia desde el propio prólogo, en el que ya se promulga y defiende la santidad de Teresa:

[…] despertó los piadosos ánimos de los fieles para dar tan excesivas muestras de gozo en esta beatificación, sino que ayudó mucho la atención a una Santa propia, Santa española, que ayer la vieron tratar y conservar con los mismos que hoy ven los divinos loores que la Iglesia católica le da; Santa, cuyos escritos han dado tanta luz en la misma Iglesia y poblado sus religiones de varones ilustres en virtudes y letras; Santa a quien Dios tomó por instrumento y puso por piedra fundamental de la fábrica de nuestra reforma; y finalmente Santa tan queriday regalada del mismo Dios como testifican los grandes favores y extraordinarias mercedes que de su mano recibía 9 .

Manero Sorolla advierte que se constata así el deseo de la orden de potenciar la imagen de «la nueva Teresa “oficial” impuesta por la Iglesia y por la orden, apoyada en la concepción de la santidad contrarreformística, basada en los milagros, virtudes heroicas y pureza genealógica» 10 . Sin embargo, Diego de San José es consciente de que para difundir esta imagen no son suficientes los poemas y los sermones, sino que hace falta algo más, y por ello, a la descripción de las fiestas incorpora el relato de una serie de fenómenos y prodigios que se atribuyeron a la intervención milagrosa de Teresa de Jesús, que ayudan a terminar de perfilar esa imagen de santidad que pretendían ofrecer tanto al Papa como a un pueblo que ya la sentía como tal.

A la hora de presentarlos, hay que tener cuenta que a lo largo del Compendio se incluyen más de una docena de relatos, razón por la que hemos decidido sistematizarlos en tres grandes grupos: el primero estaría formado por aquellos «milagros menores» o hechos circunstanciales y ajenos a la intervención de la Santa que tuvieron lugar en Burgos y Medina del Campo; un segundo grupo, el más numeroso, lo conformaría el relato de una serie de personas que escaparon de situaciones peligrosas durante las fiestas que se celebraron en Zaragoza, Sevilla, Corella, Soria, Pamplona, Calatayud y Lucena; y, finalmente, los milagros de Toledo y Burgos, que, además, fueron recogidos en otras relaciones posteriores.

El primer grupo de “milagros menores” lo conforma el relato o la mención a una serie de circunstancias fortuitas que llegan a provocar la sonrisa en el lector. Por ejemplo, en Burgos las autoridades religiosas trataron de impedir que se celebrasen algunas de las fiestas planificadas por los caballeros de la ciudad (entre ellas, un torneo y una fiesta de toros), por considerarlas poco apropiadas para la ocasión. La decisión quedó finalmente en mano divina, puesto que «vino tan a tiempo el agua que cayó jueves y viernes que de muy buena gana perdonaron las fiestas con gran gusto, porque en estos mismos días se remedió la tierra» 11 . De esta forma, el clero impedía la celebración de las fiestas y la nobleza quedaba conforme porque había sido deseo de la Santa, todo ello al mismo tiempo que se ponía fin a una sequía que había tenido en vilo a la ciudad durante meses. La llegada del agua tuvo también un efecto rebote, porque la mejora de los cultivos hizo que también bajase el precio del pan, atribuyendo todos esta merced a la Santa Madre. Algo similar ocurrió en Medina del Campo, donde el relator cuenta que todo el pueblo estaba padeciendo por una intensa sequía, pero durante estos días «llovió en abundancia y se moderaron los precios del pan y de las demás cosas, atribuyéndolo todos a nuestra Santa» 12 .

En el segundo grupo, incluimos el relato de hombres, mujeres y niños que sufrieron atropellos, accidentes pirotécnicos, caídas y heridas por astas de toros, etc., derivados de la propia fiesta y de los que salieron ilesos gracias a la intervención divina.

En Zaragoza, el encargado de relatar las fiestas fue el prior de la orden, que envió una carta que se transcribe íntegramente en el Compendio. En ella, el prior se refiere a la decoración de iglesias y conventos, además de los fuegos artificiales, luminarias y artillería que se sucedieron durante varios días. Asimismo, da cuenta de las demostraciones religiosas y de las fiestas de carácter más popular (como las representaciones parateatrales, un certamen poético y un torneo en el que participó toda la nobleza). Concluida la descripción de las fiestas, el relator añade que «sucedieron algunas cosas milagrosas estos días, atribuyéndolas la voz común de todos a nuestra Santa Madre»:

Venía de un soto un carro cargado de ramas de álamos para enramar una calle donde se había de correr carrera, y estando jugando unos muchachos, pasando el carro muy recio y muy cargado, cogió a un muchacho una de las ruedas, viéndolo claramente muchos hombres. Todos acudieron pensando hallar hecho dos pedazos al niño, y halláronle sin daño alguno, alzaron todos la voz diciendo: “¡Milagro, milagro que ha hecho la Santa Madre Teresa!”. Un día de los de las fiestas llevó un caballero a otro muchacho media carrera entre los pies del caballo, creyeron todos que le había muerto, y también quedó sin daño alguno (Compendio, fol. 40v).

Como veremos, prácticamente todas las relaciones que incluyen alusiones a alguno de estos fenómenos van a seguir esta misma estructura: se hace hincapié en la presentación de los espacios, se procede a la descripción de los festejos (tanto civiles como religiosos), y se deja para el final la narración de estos milagros, que se introducen con un enunciado del tipo ‘ocurrieron/sucedieron muchos/algunos sucesos/hechos milagrosos estos días, atribuyéndose todos ellos a nuestra…’. Todo ello nos hace pensar que, quizá, cuando Diego de San José solicitó a los distintos conventos carmelitas que enviasen sus relaciones, requirió específicamente que los relatores incluyesen este tipo de relatos, que ayudasen a terminar de perfilar su universo encomiástico y propagandístico. Asimismo, resulta curioso cómo muchos de ellos (como es este caso), fueron incluidos en los sermones de los predicadores, de manera que todo el pueblo fuese a la vez testigo y cronista de los milagros obrados por la Santa.

Algo diferente es el caso de Sevilla, para el que se escribieron dos relaciones distintas, una que se refiere a las fiestas que se celebraron en mayo, los días posteriores a la llegada de la noticia, y otra que corresponde a los festejos de octubre. El autor inicia su relato el 28 de mayo, momento en el que se recibe la noticia y se comienzan a organizar las fiestas, de manera que «no quedó convento, ni comunidad que no se esforzase en la fiesta con sus luminarias, fuegos y campanas; ni casa, ni calle tan excusada, ni plaza o edificio público donde no ardiese fuego» 13 . Hubo fuegos y artificios, y una lucida máscara de a caballo que se prolongó más de tres horas. Con una estructura muy similar a la relación de Zaragoza, una vez concluida la descripción de la ciudad y de los festejos, el relator advierte que «sucedieron algunos casos milagrosos, que todos lo atribuyeron a nuestra Santa Madre», si bien es cierto que emplea un lenguaje mucho más hiperbólico, que busca engrandecer la figura de la beata:

Al conde de Salvatierra, asistente de esta ciudad, se le desbocó el caballo y se le embraveció a ocasión de un cohete que le cayó entre las manos, y le puso sin duda en grande aprieto; mas gloria a Dios, salió tan felizmente de este peligro, que sin caer se halló a pie en tierra […]. Otro paje del señor obispo de Canaria traía en la fiesta llenas las calzas de cohetes y se le pegó fuego en ellos, que fuera poco maltratarle mucho o dejarle muy herido y lastimado, hiciéronle mil pedazos el vestido y en lo demás de su persona no recibió daño alguno. A otro muchacho le dejó totalmente ciego el fuego de un cohete, de modo que sus padres y todos los que lo vieron afirman que lo estaba, y aplicándole un liencecito de olio de los que andan de nuestra Santa Madre, al punto cobró la vista […]. Otra religiosa del Carmen Calzado estaba en la cama y muy enferma, cuando las demás andaban en el ruido de las fiestas y arrojose de la cama, como si estuviera sana, para asistir a ellas […] (Compendio, fol. 147r).

Por su parte, las fiestas de Corella, aunque tuvieron menos boato que otras de ciudades principales, «reflejan muy bien este tipo de celebraciones de ámbito local, que no dispone de medios capitales, pero que se esfuerza en desarrollar con el mayor empeño la estructura y objetivos de la fiesta» 14 . La noticia se recibió con repique de campanas y se dispusieron luminarias en todas las calles, plazas y calles. La iglesia se adornó con colgaduras, jeroglíficos, cuadros, carteles con poemas dedicados a Teresa de Jesús y una imagen de la beata ricamente vestida junto a un escudo de la orden del Carmelo adornado con joyas preciosas. Además de las misas y los sermones habituales, se convocó un juego de sortija, un certamen poético y se exhibieron danzas después de los oficios. Además, se representó una comedia de la que no se dan demasiados detalles, espectáculos pirotécnicos y representaciones parateatrales en las que se representó a la madre Teresa venciendo a unos demonios. La descripción de los milagros también se deja para el final. Comienza describiendo cómo:

Corriendo uno de los caballeros, se le desbocó el caballo y vino a topar con una buena mujer que estaba con una criatura en los brazos. Echole las manos casi en los hombros y dio con ella en el suelo, la cual dio una voz diciendo: «¡Ay, Santa Madre, valedme!». Acudió mucha gente, pareciéndoles que habría muerto a la madre y al hijo; y los hallaron sin daño alguno, más que con algún polvo en el rostro. Y en los pechos de la madre aparecieron las señales de las manos y herraduras del caballo.

Durante la segunda noche, en uno de los espectáculos de pirotecnia:

Estando unas señoras retiradas al un lado de la iglesia, la noche segunda, cuando se disparaban los ingenios de fuego y del tormento que hicieron en un paredón […] cayó un grande madero y dio a una de ellas en medio de la cabeza. Fue cosa de maravilla no la quitar la vida o hacerle algún daño grande, y tampoco le recibió, invocando todas: «Santa Madre, Santa Madre».

Y por fin:

Por entre gran muchedumbre de gente corrió desmandado un caballo casi media carrera, y vino a parar impetuosamente en un coche. Dicen que dio el caballo una vuelta entera en el aire y que salvó la lanza del coche, y los caballos que lo tiraban, derribando entre ellos al cochero, el cual no recibió daño alguno, ni le recibió el caballero; y pudiendo muy bien haber muerto y lisiado algunas personas, por encima de las cuales había pasado corriendo, tampoco las hizo daño alguno (Compendio, fols. 118v-119r).

En Pamplona, durante la primera semana de octubre, se decoraron las iglesiasy las calles y se dispusieron varias noches de luminarias. El problema surgió cuando el ingeniero que debía hacerse cargo de ellas se cayó desde una cerca y se rompió una pierna. Finalmente, el portero del convento se apiadó y le aplicó un paño de la Santa, curándose inmediatamente y continuando la fiesta:

Y sucedió que, preparando uno de los ingenieros los que tenía en la cerca de nuestra huerta, dio una grande caída al suelo y a lo que él dijo, quejándose por grande rato, le parecía haberse quebrado una pierna […]. El portero del convento se apiadó más en particular y le rogó que se encomendase a nuestra Santa Madre, en cuyo servicio andaba ocupado, y aplicole a la parte donde él se quejaba un pañito de los que andan de la Santa. Y luego, de improviso, quedó de manera que, afirmando estar bueno y sin dolor alguno, luego volvió con mucha alegría a sus invenciones y las dispuso y ejecutó admirablemente (Compendio, fol. 89v).

En Calatayud intentaron organizar torneos, juegos de cañas y toros, pero fueron prohibidos por considerarse celebraciones poco piadosas. Sí se admitió, no obstante, un certamen poético y fiestas teatrales. Todo transcurrió con normalidad hasta el último día de la semana, cuando el hijo del comendador se cayó de un tablado que se había dispuesto para la lectura de los versos del certamen. Todos pensaron que se le había abierto la cabeza, pero salió sin daño alguno y todos lo atribuyeron a la Santa:

Un sobrinico suyo, de la edad de cuatro años se subió al teatro […] y descuidándose la persona que lo tenía a su cargo y asomando por uno de los antepechos, turbado de la altura que había, cayó de allí abajo y dio de cabeza en el suelo. Pensando todos que se la habría abierto, acudieron a él, el cual se levantó por sí mismo sin daño alguno, teniendo todos cuantos allí estaban este caso por milagroso y atribuyéndolo a nuestra Santa Madre (Compendio, fol. 126r).

Concluimos este grupo con las fiestas de Lucena 15 , descritas por el prior de la localidad en una breve carta en la que da cuenta de los regocijos populares organizados por el duque de Cardona tras conocerse la noticia. Antes de concluir, el prior da gracias a que no ocurriese ninguna desgracia y alude a que «ocurrieron algunas cosas, que todos las atribuyeron a milagros» y continúa diciendo que «acabaré mi carta contando alguna que sin duda son maravillosas»:

Entre los toros que habían encerrado, dicen que estaba uno bravo como un león y todos esperaban que se había de comer la gente. Al lado del toril estaba un corralillo y en él se habían metido muchas personas para después ver la fiesta subiéndose a las bardas. Buscando, pues, este toro bravo por dónde huir, saltó desde el toril a este corralillo. La gente se puso en cobro cuando le vido saltar, quedando en aquel manifiesto peligro un muchacho de doce años. El toro envistió con él y con extraña furia le dio tres botes en alto. Viendo este caso tan lastimoso […] dieron muchas voces invocando a la Santa Madre Teresa de Jesús […]. El muchacho […] se arrimó por entonces a una grande piedra que allí estaba, al fin quedó sano y sin lesión alguna. Todos atribuyeron esta maravilla a nuestra Santa Madre (Compendio, fol. 169v).

Llegamos así al tercer grupo de ciudades, que corresponden a Burgos y Toledo. En Toledo, la noticia de la beatificación de Teresa de Jesús había llegado el 25 de mayo, e inmediatamente la ciudad dispuso varias noches de fuegos artificialesy luminarias. Todo era fiesta y regocijo cuando el día 27 se obró el milagro: una religiosa del convento de Santa Fe llamada doña Bernardina de Peralta, gran devota de la madre Teresa, sanó milagrosamente:

Fue el caso que teniendo esta señora una pierna seca y estando en la cama por esta causa, mientras las demás religiosas atendían al regocijo de la fiesta de aquella noche […], le sobrevinieron a la enferma grandes y extraordinarios dolores, con lo cual y con verse impedida para no poder concurrir con las demás al tañer de las campanas y a las demás demostraciones que en aquel santo convento se hacían, creció su pena y aun su fe y confianza en la Santa, y como pudo, aunque con trabajo, llegó a asir la soga de una campana, [e] invocando a nuestra Santa Madre y encomendándose a ella, comenzó a tañer su campana. Cosa maravillosa que desde aquel punto tuvo conocida mejoría, de suerte que el día siguiente se levantó sin dolores y con la pierna sana y llena como la otra. Llegó luego el médico y afirmó haber sido este notorio milagro y que él declararía esto siempre que sele pidiese (Compendio, fols. 28v y 29r).

La noticia se recoge brevemente en Tomo V del Año Teresiano 16 , en el que su autor, Fray Antonio de Joaquín, citando el Compendio vuelve a referirse al notable caso de la religiosa. No fue el único suceso en el que estuvo involucrada doña Bernardina de Peralta. De hecho, su nombre vuelve a aparecer en una obra dedicada a Mariana de Austria a mediados del siglo XVII, y que se dedica a la vida y milagros de doña Sancha Alfonso de León (1220-1270), dama leonesa primogénita del rey Alfonso XI. En ella se cuenta cómo en una misa, doña Bernardina de Peralta, gravísima y perfectísima religiosa de gran de espíritu, de continua y alta contemplación, tuvo un éxtasis en el que se le apareció un coro de vírgenes descendiendo del cielo; y que meses más tarde consiguió sanar a uno de los feligreses ofreciéndole unos polvos milagrosos.

Pero sin duda, uno de los casos más célebres fue el de Burgos, donde fueron testigos de la resurrección de un niño que había fallecido unos días antes:

Un insigne y notorio milagro que obró nuestro señor por medio de la Santa causó general alegría y devoción […]. Murióseles un niño a unas personas honradas y muy devotas de nuestra Santa Madre. El sentimiento y lágrimas de la que lo parió fueron grandes, y con la invocación de la Santa y ponerle un retrato suyo al niño sobre la cabeza, resucitó. Extendiose el milagro por la ciudad, y a petición nuestra mandó el señor arzobispo hacer información y averiguación jurídica, con todas las solemnidades del derecho; y en juicio contradictorio salió probado el milagro con muchos testigos y con la deposición de los médicos y teólogos graves que su ilustrísima mandó juntar para este caso. Y así lo declaró por milagro patente y lo mandó publicar por toda la ciudad con trompetas y atabales, y en toda ella se hicieron muchas fiestas de fuegos y tañido solemne de campanas […] (Compendio, fols. 63r y 63v).

La historia dio lugar a otras dos de relaciones (una en prosa y otra en verso) publicadas en Barcelona. La primera 17 , de carácter anónimo, fue publicada en Burgos el 17 de octubre de 1614 (apenas seis meses después del suceso) por mandato del entonces arzobispo Fernando Acebedo. En su portada aparece el título y el escudo de la Orden del Carmelo, y a lo largo de sus cuatro folios describe la enfermedad y resurrección del pequeño. La segunda, con un título prácticamente idéntico 18 , está formada por tres extensos romances compuestos por el licenciado Andrés de Angulo, en los que versifica la relación anónima en prosa.

La transmisión del suceso fue recuperada a finales del siglo XIX por el padre Bonifacio Moral 19 , quien narra la historia del milagro en un tono más grandilocuente; además, aporta nuevos datos, como el nombre del niño (Agustín José de Alba) y de su familia (Nicolás de Alba y Mariana González). El autor sitúa la fecha del suceso el 8 de septiembre de 1614 (no en mayo como Diego de San José) y añade contenido a la historia: después de haber sanado, algunas personas piadosas recomendaron a los padres que llevasen a la criatura a la procesión que iba a celebrarse en honor de la Santa; ellos respondieron que no lo llevarían hasta que el niño tuviese edad para poder ir por su propio pie. El niño cayó de nuevo enfermo y solo se recuperó cuando los padres prometieron llevarle a todas las procesiones de la Santa.

En conclusión, queda claro que la intención del padre Carmelita no fue solo la de reseñar el programa de las celebraciones teresianas, sino la de elaborar un meditadísimo entramado literario que apoyase la canonización de la Santa. Teniendo esto presente, sería conveniente estudiar, en primer lugar, las fiestas teatrales y parateatrales que se describen en el Compendio y comprobar en qué medida responden también a este afán por perpetuar su Santidad. Asimismo, habría que analizar otras relaciones sobre la beatificación ajenas a los conventos carmelitas y comprobar si el tono difiere. Por último, sería interesante realizar un estudio comparativo Compendio y otros libros de fiestas publicados por motivo de beatificaciones en la misma época y analizar cuáles son los mecanismos propagandísticos más habituales.

BIBLIOGRAFÍA

Arellano, Ignacio, «Un ejemplo de fiestas barrocas. Beatificación de Santa Teresa de Jesús en la villa de Corella», Pamplona, GRISO / Universidad de Navarra, 2007 (colección «Pliegos volanderos del GRISO»). En línea: http://hdl.handle.net/10171/18799.

Arellano, Ignacio, «Celebraciones teresianas en el Siglo de Oro», Hispania Sacra, vol. 70, núm. 141, 2018, pp. 283-293. En línea: https://doi.org/10.3989/ hs.2018.021.

Cammarata, John, «El espectáculo y la divinidad: la relación de fiestas por la beatificación de Santa Teresa de Jesús», en Actas del XIV Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, coord. Isaías Lerner, Roberto Nival y Alejandro Alonso, Nueva York, Juan de la Cuesta, 2004, vol. 2, pp. 56-66.

Cruz Casado, Antonio, «Fiestas barrocas en honor a Santa Teresa en la provincia de Córdoba (1615)», Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, 164, 2015, pp. 249-262.

García Bernal, José Jaime, El fasto público en la España de los Austrias, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2006.

García Bernal, José Jaime, «Esclavitudes festivas de Santa Teresa: espectáculos de la luz y la palabra en el ciclo de su beatificación», en Fastos y ceremonias del barroco iberoamericano, ed. María Ángeles Fernández Valle, Carme López Calderón e Inmaculada Rodríguez Moya, Santiago de Compostela / Sevilla, Andavira / Enredars, 2019, pp. 199-222.

Ledda, Giuseppina, «Contribución para una tipología de las relaciones extensas de fiestas religiosas barrocas», en Las relaciones de suceso en España (1500-1750), ed. María Cruz García de Enterría, Henry Ettinghausen, Víctor Infantesy Augustin Redondo, Alcalá de Henares, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá, 1996, pp. 227-237.

Manero Sorolla, María Pilar, «Las relaciones de las solemnes fiestas que en toda España se hicieron en la beatificación de N. B. M. Teresa de Jesús, de Diego de San José», en La fiesta. Actas del II Seminario de Relaciones de Sucesos, ed. Sagrario López Poza y Nieves Pena Sueiro, Ferrol, Sociedad de Cultura ValleInclán, 1999, pp. 223-234.

Milagro insigne y famoso que obró Dios por intercesión de la bienaventurada virgen Santa Teresa, reformadora de la Orden de Nuestra Señora del Carmen: dando vida a un niño muerto, en la ciudad de Burgos, a ocho de setiembre de este año de 1614, en el tiempo que se celebraba su alegre beatificación. Compuesto por el licenciado Andrés de Angulo, Barcelona, Sebastián Matevad, 1615 [Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, B-1615 8.º op. 1 ANGULO]

Moral, Bonifacio, Vida de Santa Teresa de Jesús: para uso del pueblo, Valladolid, Leonardo Miñón, 1884.

Relación de un milagro que Nuestro Señor ha obrado por intercesiones de la gloriosa virgen Santa Teresa de Jesús, reformadora de la Orden de Nuestra Señora del Carmen, en esta Ciudad de Burgos, a ocho de setiembre de este año de mil y seiscientos y catorce. Aprobada y calificada por el ilustrísimo y reverendísimo señor don Fernando de Acebedo, arzobispo de la dicha ciudad, s. l., s. i., [1614] [Biblioteca de la Universidad de Barcelona, MSS. 1956-9].

San Joaquín, Antonio de, Año Teresiano. Diario histórico panegírico-moral en el que se describen las virtudes, sucesos y maravillas de Santa Teresa de Jesús, Madrid, Imprenta de Manuel Fernández, 1749.

Notas

1. Para una visión de conjunto de las fiestas por la beatificación de Teresa de Jesús, se remite a Arellano, 2018 y Cammarata, 2004.

2. García Bernal (2006, p. 273) denomina a cada una de las partes anuncio, despliegue procesionaly función litúrgica de elevación del santo.

3. Se remite a García Bernal, 2019, para un estudio de los sermones dedicados a Santa Teresa en las fiestas de su beatificación y su relación con las escenografías festivas.

4. Diego de San José, Compendio, fol. 18r.

5. Diego de San José, Compendio, fol. 23v. Hubo espectáculos similares en Barcelona y en otras ciudades.

6. Estos libros de fiestas constituyen extensas relaciones que conforman volúmenes de entre 300 y 500 páginas, que reúnen cartas, edictos, noticias, datos de la vida del santo, topografías, materiales poéticos y literarios o descripciones de representaciones (Ledda, 1996, p. 227).

7. Con el fin de simplificar las citas del Compendio, estas se realizarán como si la relación no estuviese dividida en dos partes, cada una con su propia numeración. Por ello, si se habla de las fiestas de Madrid, deberá consultarse la primera parte; el resto de ciudades aparece en la segunda.

8. Manero Sorolla, 1999, p. 233.

9. Compendio, Prólogo.

10. Manero Sorolla, 1999, p. 233.

11. Compendio, fol. 63r.

12. Compendio, fol. 107r.

13. Compendio, fol. 145v.

14. Arellano, 2007, p. 3.

15. Las fiestas de Lucena han sido estudiadas por Cruz Casado, 2015.

16. San Joaquín, Año Teresiano, pp. 374-375.

17. Relación de un milagro que Nuestro Señor ha obrado…, 1615.

18. Milagro insigne y famoso que obró Dios…, [1614].

19. Moral, Vida de Santa Teresa de Jesús, pp. 448-449.

Buscar:
Ir a la Página
IR
APA
ISO 690-2
Harvard
powered by cygnusmind