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Inés Suárez, conquistadora de Chile: Isabel Allende y la reescritura femenina de la Historia
Women Rewriting History: Inés Suárez and the Conquest of Chile

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 9, núm. 1,

Instituto de Estudios Auriseculares

Carmen Rivero

Universität Münster. ALEMANIA, Alemania

Recibido: 20/11/2020

Aceptado: 18/01/2021

Resumen: La española Inés Suárez formó parte de la expedición de Pedro de Valdivia y desempeñó un papel fundamental en la Conquista de Chile. Siguiendo la estela de otras novelas históricas o biografías noveladas en el siglo XX, Isabel Allende le dedica una novela en el año 2006 con la que busca reescribir el discurso de la Conquista y, dando forma literaria a las reivindicaciones del feminismo europeo y americano de la segunda mitad del siglo XX, replantear la identidad de la mujer así como su papel en la Historia.

Palabras clave: Inés Suárez, Isabel Allende, Conquista, identidad femenina.

Abstract: The Spanish Inés Suárez was part of Pedro de Valdivia’s expedition and played a fundamental role in the Conquest of Chile. Following the example of other historical novels or fictionalized biographies written in the 20th century, Isabel Allende dedicated a novel to her in 2006. The novel seeks to rewrite the discourse of European colonialism in Latin America. By way of giving literary form to the claims of French and American feminism of the second half of the 20th century, Allende seeks to reconceive the identity of women as well as their role in history.

Keywords: Inés Suárez, Isabel Allende, Conquest of the Americas, Female identity.

Si bien se sabe, a través de crónicas, de la participación de mujeres en la Conquista del Nuevo Mundo (María de Toledo, María Dávila, Isabel de Guevara, Elvira Hernández, María Sánchez, María de Estrada…) aún se dispone de muy poca información sobre ellas e Inés Suárez no constituye, en este sentido, una excepción. Los fragmentos que se conocen de su historia son, fundamentalmente, herencia de crónicas del siglo XVI, como la Crónica de los reinos de Chile de Jerónimo de Vivar, la Crónica del Reino de Chile de Pedro Mariño de Lobera, que dan breve cuenta de su participación en la defensa de Santiago, o la Historia de todas las cosas que han acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado, en la que Alonso de Góngora Marmolejo solo se refiere a ella de forma escueta y peyorativa, sin mencionar siquiera su nombre, como a la amancebada española de Pedro de Valdivia. El hecho de que no se le dedicara ulterior atención despierta la atención de Isabel Allende: «Cuando leí sobre Inés Suárez entre líneas en un libro de Historia —rara vez hay más que un par de líneas cuando se trata de mujeres— me [picó] la curiosidad. Era el tipo de personaje que normalmente debo inventar. Al hacer la investigación comprendí que nada que yo imaginara podría superar la realidad de esa vida» 1 .

Siguiendo, entonces, la estela de otras obras de la segunda mitad del siglo XX, Isabel Allende reconstruye la vida de la placentina Inés Suárez (1507-c. 1580) 2 a través de una crónica ficticia narrada por la propia Inés Suárez y supuestamente entregada a su muerte a la iglesia de los dominicos por su hija Isabel de Quiroga, en la que fuentes y hechos son reproducidos y ordenados por la autora «con un ejercicio mínimo de imaginación» 3 . Allende recupera, así, la idea de Walter Benjamin de que la Historia siempre ha sido escrita por los vencedores 4 y se propone reescribir el discurso de la Conquista otorgando a la mujer una voz en el proceso histórico para devolverla, de este modo, al rol que le corresponde en la fundación del Nuevo Mundo: «La Historia ha sido escrita por los vencedores, generalmente hombres blancos y las mujeres, los niños y los derrotados no tienen voz en la Historia; es como si nunca hubieran estado ahí. Si lees la Historia, parece como si el planeta hubiera estado habitado solo por varones» 5 .

Isabel Allende encuentra en las feministas europeas y americanas un lenguaje a través del que articular el desafío al patriarcado que la impulsa desde la infancia 6 . Un importante hito lo marca, en este sentido, Simone de Beauvoir, que con su obra Le deuxième sexe reformularía, desde una perspectiva existencialista, la concepción de la identidad femenina. Beauvoir sitúa el origen de la estructura opositiva masculino-femenina, que condena a la mujer a una desfavorable otredad, en los albores del pensamiento Occidental y vuelve, desde esta perspectiva, a afirmaciones como la de Pitágoras: «Existe un principio positivo que ha creado el orden, la luz y al hombre y un principio negativo que ha creado el caos, las tinieblas y a la mujer» 7 . Desde esta asociación de la mujer a la oscuridad y el caos, el discurso feminista postmoderno se acercará al discurso postcolonial y establecerá profundas analogías entre la situación de las mujeres y la de los negros: «Los africanos son negros, el negro es peligroso, en el negro no ves nada, tienes miedo. “No te muevas, puedes tropezar y caerte” y así interiorizamos el horror al negro» 8 . Mujeres y negros se emancipan, según Hèlène Cixous, de un mismo paternalismo y una clase dominante que quiere mantenerlos en su sitio, estableciéndose, así, una filiación indisoluble entre patriarcado y colonialismo. Esta filiación se manifiesta en la novela de Isabel Allende en el paralelismo existente entre la Conquista y la represión de la mujer 9 . Por ello, Allende busca reescribir una Historia en la que los dos sexos, tal y como denunciaba Beauvoir, nunca se han repartido el mundo a partes iguales 10 ; en la que la mujer se concibe, si no como esclava del hombre, sí como una vasalla que sirve a sus intereses, lo que se proyecta en estructuras jurídicas desiguales. La justicia, denuncia la voz narrativa de Allende, está hecha, en efecto, a la medida del hombre 11 .

La afirmación de Beauvoir de que «una mujer no nace, sino que se hace» 12 resume una nueva concepción de la identidad femenina que rechaza de plano el carácter esencialista de afirmaciones como la de Marthe Borély, que atribuye a la condición femenina la ausencia de genio creador. Beauvoir volverá, por el contrario, a la profecía de Rimbaud:

¡Las poetas serán! Cuando se termine con el servilismo infinito de la mujer, cuando ella viva por ella y para ella, […] ¡ella será poeta, también ella! ¡La mujer encontrará lo desconocido! ¿Diferirán sus mundos de ideas de los nuestros? Ella encontrará cosas extrañas, insondables, repugnantes, deliciosas, nosotros las aceptaremos, las comprenderemos 13 .

La mujer conquistará su libertad, entonces, a través de la escritura, hasta el momento reservada a los grandes hombres, 14 cuando tome la palabra para contar su propia historia. Sin embargo, mientras para Beauvoir la palabra femenina conquista el espacio de la masculina, asimilándose a ella 15 , Cixous defenderá la necesidad de una escritura femenina que se distinga de la masculina, que oculta a la mujer, y que presente una identidad femenina libre de los prejuicios de una tradición construida por el hombre:

Es necesario que la mujer se escriba a sí misma: que la mujer escriba sobre la mujer y lleve a las mujeres a la escritura de la que han sido alejadas […]. Es necesario que la mujer se introduzca en el texto —al igual que en el mundo y en la Historia— por propia iniciativa 16 .

Desde esta perspectiva, Isabel Allende se propone reescribir la Conquista de Chile haciendo protagonista a una mujer. Aunque no es el único caso de mujer que forma parte de las tropas que se lanzan a la conquista del Nuevo Mundo 17 , Inés Suárez no se disfraza de hombre, como la monja Alférez, para poder hacerlo. Frente a Isabel de Guevara, que presenta la labor de las mujeres como una ayuda a los hombres en la Conquista del Río de la Plata con el objeto de pedir repartimiento para su marido, Pedro de Esquivel, el objetivo de la crónica de Inés Suárez es dar testimonio a las generaciones futuras de la participación activa y directa de las mujeres en la Conquista, sin que se destaque en ningún momento de forma especial la virtud, tradicionalmente asociada al hombre, de la fuerza física. A diferencia de las anteriores no es, además, ni religiosa ni noble, sino una costurera de familia humilde que acaba convirtiéndose, sin embargo, en «conquistadora y fundadora del Reino de Chile» 18 .

Para subrayarlo, Isabel Allende introduce, tal y como es característico en la novela neofeminista 19 , una voz femenina autodiegética, esto es, que cuenta su propia historia y participa de forma activa en la narración, rompiendo, con ello, con las estructuras narrativas características de la novela de los siglos XVIII y XIX, en las que aún se daba la oposición entre una narradora que presenciaba los hechos (witnessing) en oposición a una narradora que los construía a través del relato (plotting) 20 . La voz narrativa femenina de Allende no presencia sino que, como en el caso de Ercilla en La Araucana, participa activamente en la Conquista.

Ella salva a la expedición guiada por Pedro de Valdivia de morir de sed en el desierto, al ser la única capaz de encontrar agua; evita una conspiración y forma parte, como única mujer, de un consejo de guerra compuesto exclusivamente por hombres; ella es la que advierte a Valdivia de la treta de los mapuches y la que, finalmente, defiende Santiago con éxito mientras Valdivia es engañado.

Las hazañas de Inés Suárez, lamenta sin embargo Allende, fueron casi olvidadas por los historiadores durante más de cuatrocientos años 21 , y ello es debido a que las disciplinas humanas, incluida la Historia, siempre han reproducido un discurso masculino que obliga a la mujer a reescribirla si quiere tener cabida en ella 22 . No es casual que la narradora de Inés del alma mía sea una madre que escribe para su hija, doña Isabel de Quiroga 23 , pues la madre es entendida, por pensadoras tan señeras en el marco del feminismo postmoderno como Helène Cixous, como una metáfora que hace posible la vida, el pensamiento y también la transformación 24 .

Nace así una nueva escritura que permitirá efectuar una ruptura con las antiguas estructuras patriarcales y realizar a partir de ella transformaciones indispensables en su historia, que pasará a integrarse en una Historia, a la vez personal y nacional, individual y global, con la mujer como sujeto 25 . La historia protagonizada por Inés Suárez es, así, a la vez, la historia de la conquista de Chile 26 . Al igual que en La casa de los espíritus, en la que Clara, Blanca y Alba representan una luz que lleva las páginas en blanco de la historia femenina, iluminando las verdades que han quedado ocultas en la oscuridad 27 , el relato de Inés Suárez completa desde una perspectiva femenina, tal y como es característico en las novelas de Allende 28 , un capítulo esencial de la historia de Latinoamérica.

A pesar de que el poder político y económico está en manos de los hombres 29 , en las obras de Allende las protagonistas femeninas son las que reciben la responsabilidad de rescatar el pasado 30 . Inés es un personaje que al igual que Alba en La casa de los espíritus, ha comprendido que su oficio es rescatar la memoria y evitar el olvido por medio de la escritura. Allende elige, en este sentido, mujeres extraordinarias que simbolizan su visión de lo femenino, que escapan de una manera u otra a las limitaciones impuestas a su sexo 31 . Con ello da expresión literaria a la reivindicación de una escritura femenina que se distinga de una masculina que, o bien somete a la mujer a las estructuras patriarcales tradicionales o bien la hace caer en el olvido 32 .

Juicios como el de Angélica Gorodischer, que critica que la literatura de Allende forma parte de la literatura escrita por mujeres pero con permiso, esto es, de acuerdo a lo que el mundo hecho a la medida del hombre espera de una mujer 33 , se tornan incomprensibles. Las heroínas de Allende son rebeldes y excéntricas y se alejan voluntariamente de una cultura hostil a su desarrollo 34 . La voz narrativa de la obra que nos ocupa confiesa, en efecto, vivir rabiosa con el mundo por haber nacido mujer y decide, en consecuencia, romper con la prisión de las costumbres. No responde a los cánones de belleza de la época y reconoce no ser precisamente un dechado de dulzura. No es sumisa, ni como hija ni como esposa. Rechaza imposiciones matrimoniales y decide casarse libremente con un hombre al que mantendrá económicamente con su sueldo de costurera 35 . Mientras su España natal le reserva el papel de esposa y, desaparecido su marido, el luto con velo tupido en la cara, la renuncia a la vida social y el sometimiento a la vigilancia de familia, del confesor y de las autoridades, ella sueña con América y no por seguir a su marido ni por volver enriquecida sino porque en una tierra donde hasta el más humilde puede encumbrarse sospecha que hay algo más valioso: la libertad 36 .

Como para los españoles de la época 37 , también para Inés Suárez América es una utopía descrita en varias ocasiones como la naturaleza más espléndida del mundo o como un Edén en la tierra 38 . Ella imagina Chile, junto con Pedro de Valdivia, como una nación utópica que fundarán juntos. La conquista, narrada ahora desde una perspectiva femenina, permite a la mujer ocupar un nuevo espacio en el que las mujeres comienzan a adquirir una igualdad social, que se materializa primero en el ámbito privado y luego en el público 39 . A pesar de que Pedro de Valdivia le advierte que la Conquista no es una empresa para mujeres 40 , Inés Suárez no solo tomará parte activa en ella sino que desempeñará, además, un papel central. Mientras Valdivia, que ha pasado a la Historia como Conquistador de Chile, es engañado, a pesar de las advertencias de Inés, por los mapuches y deja Santiago desprotegida, es Inés la que, dando muestra de su talento estratégico, salva a la ciudad y pone en fuga a los atacantes 41 . Mientras en España su papel se habría limitado a esperar 42 pasivamente, como fiel Penélope, a su infiel esposo desaparecido, América le reserva un papel activo en la Historia 43 . En la reescritura de la Conquista de Allende, Inés Suárez se separa de los modelos clásicos, tan presentes en la Araucana 44 , para escribir la Conquista desde una perspectiva femenina carente de tradición literaria.

Valdivia se ve forzado a retractarse de la afirmación de que la conquista de Chile no es una empresa para mujeres porque «no pueden pensar en grande, no imaginan el futuro, carecen de sentido de la Historia, sólo se ocupan de lo doméstico e inmediato» 45 , cuando Inés le recita la lista de las contribuciones femeninas en la tarea de conquistar. Inés Suárez ganará, así, valiosas tierras y encomiendas, que administra, según se nos relata, con el sentido común heredado de su madre.

En la reescritura de la Conquista de Chile, Isabel Allende une, entonces, el descubrimiento de América con el descubrimiento, a su vez, de una nueva concepción de mujer, que se libera de estructuras patriarcales y escribe para inspirar a futuras generaciones con su testimonio. En consonancia con su trayectoria literaria, Allende presenta en su obra a mujeres que se realizan sin ser dependientes de un hombre 46 . Siguiendo la estela de La casa de los espíritus, la cuestión generacional desempeña un importante papel; la única vez que su marido le levanta el puño la protagonista le da «con una sartén de hierro en la cabeza, tal y como había hecho mi abuela con mi abuelo y después mi madre con mi padre» 47 . Las protagonistas de Isabel Allende luchan, así, generación tras generación 48 contra los valores tradicionales patriarcales 49 . Al igual que también en La casa de los espíritus la autora describe, con ello, un proceso de evolución de la sociedad y del papel de la mujer en ella 50 . Mientras las madres como Inés (o Blanca en La casa de los espíritus) no consiguen todavía romper o cambiar completamente las estructuras, su escritura siembra la semilla, sin embargo, para que las nuevas, representadas por Isabel (o Alba), puedan hacerlo. En este sentido, la obra de Isabel Allende puede comprenderse como todo orgánico en el que pasado, presente y futuro se hallan indisolublemente unidos.

Para Allende, como para Cixous, la identidad femenina no puede ser sino subversiva. Inés es, en este sentido, el primer ejemplo históricamente hablando de su trayectoria literaria a través del que demuestra la inexistencia de todo destino biológico, económico o histórico que determine a la mujer. Inés demuestra que la mujer, tal y como sostenía Beauvoir, no nace sino que se hace y, haciendo uso de su libertad, forja su propio destino:

Si me hubiese quedado en mi pueblo natal, hoy sería una anciana pobre y ciega de tanto hacer encaje […] Aquí soy doña Inés Suárez, señora muy principal […] conquistadora y fundadora del Reino de Chile 51 .

Como en La casa de los espíritus . De amor y de sombra 52 , obras en las que la Historia posee, asimismo, una importancia capital, Allende crea en Inés del alma mía una protagonista femenina cuya identidad, performativa 53 , se constituye en el texto mismo. Marginada o inexistente en el discurso masculino, la mujer pasa a adquirir en la obra de Allende el papel protagonista 54 . Mientras la voz masculina tiende a asociarse al autoritarismo y al discurso imperialista, la voz femenina es presentada como una voz personal y subjetiva 55 . Como crónica, el relato de Inés Suárez es una ordenación individual de los acontecimientos, a partir de una memoria revuelta y sin lógica 56 . Inés reconoce, en este sentido, que «la línea que divide la realidad de la imaginación es muy tenue y […] no interesa porque todo es subjetivo» 57 . Allende comparte así la visión postmoderna de la Historia en la que esta se funde con el mito 58 . Así lo afirma explícitamente cuando presenta su obra como histórica y de intuición 59 . La narradora piensa a menudo en la derrota de las tropas españolas de Valdivia por los mapuches el 11 de septiembre de 1541 y trata de entender los sucesos, admitiendo, con todo, «que nadie puede describir con exactitud cómo fueron [porque] cada uno de los participantes tiene una versión diferente, según lo que le tocó vivir» 60 . Sermo historicus . sermo poeticus, entonces, se identifican. Al igual que Ercilla en su poema épico sobre la conquista de Chile 61 «inventa la Historia» 62 , Inés Suárez siente la necesidad de aportar su versión de lo acontecido para dejar memoria (y la memoria no es sino ficción) 63 de los trabajos que las mujeres han pasado en Chile y que suelen escapar a los cronistas. La voz narrativa no es, con todo, exclusiva sino inclusiva, al presentarse al lado de otras voces que relatanla historia desde su propia perspectiva, dando lugar, de este modo, a la característica polifonía de la escritura femenina 64 .

La postmodernidad implica el fin de los grandes relatos e Isabel Allende desmitifica el de una Conquista llevada a cabo solo por hombres como una historia fabulosa más asociada al Nuevo Mundo. Inés Suárez es, de hecho, la que traduce a Ercilla la historia de la creación, las leyes, las tradiciones y los relatos de héroes de pueblo mapuche y Ercilla le deja a cambio un primer bosquejo de la Araucana en el que, de acuerdo a Inés Suárez, exagera en su retrato de Chile, que no es tan principal y poderoso ni su gente tan gallarda como él dice, aunque sí está de acuerdo en que los mapuches son belicosos, sin haber sido nunca sometidos, con anterioridad a la llegada de los españoles, a dominio extranjero 65 . Ercilla habla del amor con el que los indígenas tratan a sus mujeres, mientras Inés Suárez da constancia de cómo cada hombre tiene a varias mujeres a las que trata como bestias de trabajo y crianza y a las que en ocasiones humilla de forma extrema, no mejorando su suerte con los españoles, que las destinan a su holgura y servicio 66 .

A pesar de que, según la reescritura de Allende, Inés Suárez proporciona valiosa información acerca de la cultura y tradiciones de los indígenas 67 , la Araucana pasará a la posteridad mientras el relato de Inés Suárez caerá en el olvido y con él la derrota de las tropas de Valdivia, que intencionadamente dejó de ser comunicada al rey 68 . Por otro, el relato de Inés Suárez supone, tal y como es presentado por Allende, una visión crítica de la Conquista por parte de un conquistador, frente a la visión de aquellos que conciben su misión literaria ya como didáctica (dar a conocer América a Europa y Europa a los indios educándolos) ya como eulogística 69 . Así, frente a la Araucana de Ercilla, que aunque critique la figura de Valdivia y relate la dura resistencia de los araucanos, no deja de cumplir con las características propias de su género ni de ser un texto exaltador del proyecto imperial 70 , el relato de Inés Suárez se aproxima, más bien, al de Bartolomé de las Casas 71 , en la medida en que también ataca los argumentos de legitimidad de la guerra esgrimidos por Sepúlveda 72 y denuncia la brutalidad de los españoles en América, indigna de cristianos, con la excusa de civilizar a un pueblo primitivo.

Inés Suárez confirma en su crónica la destrucción de Chile por los conquistadores, al no poder resistir los mapuches la guerra, la esclavitud y las enfermedades que traen los españoles. La visión femenina y crítica de Inés contrasta, de este modo, con la masculina y autoritaria de Valdivia:

—Dudo que someterlos los beneficie, Pedro.

—¿Dudas de los beneficios del cristianismo y la civilización? —me refutó—.

—¿No estaban mejor antes de nuestra llegada?

—No, Inés. Bajo el dominio del Inca padecían más que ahora. […] Un día habrá una nueva raza en esta tierra, mezcla de nosotros con las indias, todos cristianos y unidos por nuestra lengua castellana y la ley. Entonces habrá paz y prosperidad.

Él así lo creía pero se murió sin verlo y también moriré yo antes de que […] se cumpla porque estamos a fines de 1580 y los indios todavía nos odian 73 .

Inés Suárez rechaza que el supuesto primitivismo de los indígenas justifique la conquista. Da cuenta de la perplejidad de los españoles no solo ante los fastuosos paisajes sino también ante las magníficas obras de arquitectura e ingeniería, los tejidos y las joyas elaboradas por los indígenas. Aunque carecen de escritura y de una técnica bélica desarrollada, se les describe como más civilizados que muchos pueblos de Europa; los incas tienen conocimientos avanzados de astronomía y un calendario solar, llevan un censo de los millones de habitantes de su vasto Imperio y lo controlan con admirable organización social y militar. El relato introduce las voces de otros cronistas que también ven en aztecas, mayas e incas pueblos avanzados. La Conquista es, desde esta perspectiva, solo una cuestión de codicia, desconocida para los indígenas 74 .

También el canibalismo es presentado en el relato de Inés Suárez como una excusa de los españoles para justificar la necesidad de someterlos, civilizarlos y cristianizarlos al no existir mayor prueba de barbarie. Pero los mapuches, según se nos relata en la obra de Allende, nunca habían caído en el canibalismo antes de la llegada de los españoles. Es la falta de alimento y la necesidad la que les induce a comer la carne de sus semejantes. De acuerdo a la protagonista, las cédulas reales de Carlos V, que obligan a tratar a los nativos con respeto y a evangelizarlos y civilizarlos por la bondad y las buenas obras, son dictadas a miles de kilómetros de distancia y, a causa de la codicia, vilmente ignoradas por los conquistadores en territorio americano. La Conquista no es presentada, de este modo, como una gran hazaña llevada a cabo por hombres nobles sino como una empresa injusta llevada a cabo por hombres sin educación, ambiciosos y lascivos, que cometen vilezas indignas de un cristiano en nombre de España y de la Iglesia, para acabar destruyendo con pólvora a un pueblo que solo puede defenderse con piedras 75 .

A partir de la crónica de Inés Suárez, Allende presenta, en resumen, una reescritura de la Conquista en consonancia con las reivindicaciones del discurso feminista de la segunda mitad del siglo XX, en el que la autora ve expresado su profundo desacuerdo con el patriarcado 76 . Si, según Lyotard, la postmodernidad trae consigo el fin de los grandes relatos 77 , Isabel Allende desmitifica aquí el de la Conquista. La narradora autodiegética se convierte en protagonista activa del relato y, de este modo, el descubrimiento de América es equiparado al descubrimiento de una nueva identidad femenina. La reescritura femenina de la Conquista se distingue de la masculina en la apelación a la metáfora de la madre, que da vida a algo nuevo; en la corrección o matización crítica del discurso imperialista masculino; en su carácter, no obstante, polifónico y en una voz narrativa que renuncia a toda autoridad, en la medida en que reconoce la subjetividad de su testimonio. Se produce, pues, la indistinción característicamente postmoderna entre Historia y Literatura, precisamente en un género marcado por la interacción de elementos históricos y épicos 78 , quedando difuminada aquella línea divisoria trazada por Aristóteles, si bien, el objetivo de la ficción de Allende nunca deja de ser, según afirma la propia autora, alcanzar la verdad a través de la ficción 79 .

Alejándose de un concepto tradicional de la Historia y de una concepción dela cultura latinoamericana homogénea y monolítica 80 para partir más bien de influencias transculturales y globalizadoras 81 , Allende se adhiere en esta obra a una estética realista 82 y a una literatura de compromiso y de denuncia que busca desmontar los clichés que asocian la identidad femenina a la dependencia, la obediencia y la conformidad 83 o a las imágenes tradicionales de esposa sumisa y madre doméstica 84 para construir un nuevo discurso que reconozca el papel fundamental que la mujer ha desempeñado en la Historia.

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Notas

1. Allende, La suma de los días, p. 323.

2. María Correa Morandé publicó en 1964 la novela Inés y las raíces en la tierra; Josefina Cruz de Caprile en 1968 La Condoresa, una biografía novelada de Inés Suárez, mientras en 1993 veía la luz la novela histórica Ay mamá Inés (Crónica testimonial) de Jorge Guzmán. Ninguna de estas obras logró, sin embargo, la amplia repercusión que alcanzaría la obra de Allende y a la que sin duda seguirá contribuyendo su reciente adaptación como serie televisiva por RTVE, Boomerang TV y Chilevisión bajo la dirección de Alejandro Bazzano y Nicolás Acuña.

3. Allende, Inés del alma mía, p. 9.

4. Benjamin, 2010, pp. 82 y ss.

5. Portocarrero, 2010, p. 230. La cita procede de una entrevista de Isabel Allende con Lathan, 2007, pp. 5-6: «History is written by the winners, usually white males, and women, children and the people who are defeated have no voice in history, as if they were never there. If you read history, it seems that the planet was inhabited only by males». La traducción en el texto, al igual que las que siguen, es mía.

6. Allende, Amor, pp. 18, 21; Allende, Mujeres del alma mía, pp. 9-16.

7. Beauvoir, 1986, p. 10: «Il y a un principe bon qui a créé l’ordre, la lumière et l’homme et un principe mauvais qui a créé le chaos, les ténèbres et la femme».

8. Cixous, 2010, pp. 41-59.

9. Allende, Inés del alma mía, p. 162.

10. Beauvoir, 1986, pp. 23, 239.

11. Allende, Inés del alma mía, pp. 69, 270, 295.

12. Beauvoir, 1986, p. 13: «On ne naît pas femme: on le devient».

13. Rimbaud, «Lettre à Pierre Demeny», 15 mai 1871 (ver Beauvoir, 1986, p. 631): «Les poètes seront! Quand sera brisé l’infini servage de la femme, quand elle vivra pour elle et par elle […] elle sera poète, elle aussi! La femme trouvera l’inconnu! Ses mondes d’idées différeront ils des nôtres? Elle trouvera des choses étranges, insondables, repoussantes, délicieuses, nous les prendrons, nous les comprendrons».

14. Cixous, 2010, p. 39.

15. Beauvoir, 1986, pp. 631-633.

16. Cixous, 2010, p. 37: «Il faut que la femme s’écrive: que la femme écrive de la femme et fasse venir les femmes à l’écriture, dont elles ont été éloignées […]. Il faut que la femme se mette au texte —comme au monde et à l’histoire— de son propre mouvement».

17. Lerner, 2017, p. 33.

18. Allende, Inés del alma mía, p. 14.

19. Morgan, 1978, pp. 274-275.

20. Case, 1999, pp. 4-14.

21. Allende, Inés del alma mía, p. 9

22. Cixous, 2010, pp. 55-59.

23. Allende, Inés del alma mía, p. 9.

24. Cixous, 2010, pp. 35-68.

25. Cixous, 2010, pp. 45-49.

26. Allende, Inés del alma mía, p. 100.

27. Lucas, 1991, pp. 305-324.

28. Allende, 2000a, p. 57.

29. Allende, Mujeres del alma mía, p. 16.

30. Camacho Gingerich, 1992, pp. 15-22.

31. Citado por Agosin, 1985, p. 449.

32. Cixous, 2010, p. 43.

33. Gorodischer, 1989, p. 17.

34. Pratt, 1981, p. 169.

35. Con ello, Inés Suárez responde a la caracterización típica de las protagonistas femeninas de Isabel Allende que son, en general, «mujeres desafiantes, que nacen pobres o vulnerables, destinadas a ser sometidas, pero se rebelan, dispuestas a pagar el precio de la libertad a cualquier costo. [Por ello, no le] interesan las reinas o las herederas, que vienen al mundo en cuna de oro ni las mujeres demasiado bellas, que tienen la ruta pavimentada por el deseo de los hombres (Allende, La suma de los días, p. 323)».

36. Allende, Inés del alma mía, pp. 24-28.

37. Maravall, 1982, p. 79.

38. Allende, Inés del alma mía, pp. 74, 183, 206.

39. Allende, Inés del alma mía, p. 322.

40. Allende, Inés del alma mía, p. 118.

41. Allende, Inés del alma mía, pp. 227-229.

42. Allende, Inés del alma mía, p. 29.

43. La reescritura de Isabel Allende responde, entonces, a la necesidad de definir la identidad femenina y a la problematización de la supuesta falta de agencia de las mujeres como parte de un movimiento global que, también en España, había comenzado a finales de los años 70, recién terminada la dictadura franquista (Gascón Vera, 2009, pp. 429-430).

44. Lerner, 2017, p. 39.

45. Allende, Inés del alma mía, p. 214.

46. Allende, 2000a, p. 59.

47. Allende, Inés del alma mía, p. 25.

48. Allende, Inés del alma mía, p. 19.

49. Arango, 2003, p. 59.

50. Gnutzmann, 1989, p. 103.

51. Allende, Inés del alma mía, p. 14.

52. Camacho Gingerich, 1992, p. 15.

53. Butler, 2006, p. 34.

54. Agosin, 1985, p. 455; Strosetzki, 1991, p. 472; Frenk, 1996, p. 83.

55. Birk y Neumann, 2002, p. 131.

56. Allende, Inés del alma mía, p. 17.

57. Allende, Inés del alma mía, p. 55.

58. Foucault, 1969, pp. 278 y ss.

59. Allende, Inés del alma mía, p. 9.

60. Allende, Inés del alma mía, p. 223.

61. Alonso de Ercilla, La Araucana.

62. Allende, Inés del alma mía, p. 80.

63. Allende, Retrato en sepia, p. 358.

64. Birk y Neumann, 2002, p. 131.

65. Allende, Inés del alma mía, p. 136.

66. Allende, Inés del alma mía, p. 79.

67. Las fuentes de Ercilla, de hecho, no nos son completamente conocidas (Durand, 1978, pp. 367-389).

68. Allende, Inés del alma mía, p. 317.

69. Alegría, 1966, p. 13.

70. Lerner, 2017, pp. 29-50.

71. Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destruición de las Indias.

72. Sepúlveda, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios.

73. Allende, Inés del alma mía, p. 116.

74. Allende, Inés del alma mía, pp. 50-79.

75. Allende, Inés del alma mía, pp. 50-53, 95-96, 241.

76. Ver nota 3.

77. Lyotard, 2018, p. 7.

78. En este sentido llega a afirmar Alejo Carpentier que «Bernal Díaz del Castillo es mucho más novelista que los autores de muy famosos romances de caballería (1981, p. 25)».

79. Allende, 2000b, p. 78.

80. González Echevarría y Pupo-Walker, 2006, p. 16.

81. Welsch, 2009, pp. 39-66.

82. Allende, 2000c, p. 175; Strosetzki, 1991, p. 473.

83. Arango, 2003, pp. 59-61.

84. Lucas Dobrian, 1991, pp. 321-322.

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