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«Los locos de Valencia», entre el destierro y el confinamiento
Madness in Valencia, between Exile and Confinement

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 9, núm. 2,

Instituto de Estudios Auriseculares

Alejandro González Puche

Universidad del Valle Departamento de Artes Escénicas, Colombia

Recibido: 02/02/2021

Aceptado: 24 Febrero 2021

Resumen: El presente artículo propone una reflexión sobre Los locos de Valencia de Lope de Vega desde la perspectiva que se utiliza en la creación escénica, según algunos principios del denominado «análisis activo» desarrollado por Stanislavski. El estudio establece un modelo de análisis a partir de los sucesos de partida y principal, establece el superobjetivo de algunos personajes que resume el propósito ulterior de los héroes como guía que explica sus comportamientos y genera la acción. Aunque hablamos de siglos teatrales completamente diferentes, este método nos ayuda a comprender el texto áureo desde las preguntas elementales de este viejo oficio y permite descubrir las intenciones de los personajes, ocultas bajo las palabras. El artículo establece un paralelo entre la condición de los expatriados y los confinados, dos asuntos neurálgicos en la actualidad y abordados por Lope. Desde esta perspectiva, Erifila se manifiesta como uno de los personajes más interesantes de la escena española, y quien merece de los directores, actrices y aficionados a este repertorio una valoración más compleja.

Palabras clave: Lope de Vega, Los locos de Valencia , análisis activo, superobjetivo.

Abstract: This article proposes a reflection on Lope de Vega’s Madness in Valencia from the perspective of stage creation, drawing on the set of principles developed by Stanislavsky known as «active analysis». The study establishes an analysis model based on the play’s inciting and main events and identifies the superobjectives of its main characters, summarizing the ulterior motives of the heroes as a guide to explaining their behaviors and to generating action. Althoug the play and the method are from completely different centuries, the method helps us understand the Spanish Golden Age text by asking the most basic questions of this age-old profession and allowing us to discover the intentions hidden under the characters’ words. The article draws a parallel between the condition of exiles and detainees, two very sensitive issues at present which were addressed by Lope. From this perspective, Erifila emerges as one of the most interesting characters on the Spanish stage, one who deserves a more complex assessment from directors, actors and fans of the Spanish repertoire.

Keywords: Lope de Vega, Madness in Valencia , Active Analysis, Superobjective.

Nuestra generación ha experimentado un inesperado confinamiento global gracias al perverso manejo ambiental al que hemos sometido al planeta; y por otra parte, pese a las restricciones y peligros ocasionados por la epidemia en varios países del mundo, incluida América Latina, miles de personas se ven obligadas a desplazarse por los caminos y mares para salvar sus vidas, debido a guerras internas y a las precarias condiciones económicas de nuestros países. Tratando de comprender los fenómenos del confinamiento y el destierro nos remitimos a la literatura áurea, y curiosamente, Lope de Vega en Los locos de Valencia, nos coloca ante las dos problemáticas expuestas, en una obra aparentemente ligera, frecuentemente llevada a escena y que resulta ser muy útil para valorar la condición de aquellos personajes que sufren una quiebra del espacio vital.

Los locos de Valencia, una comedia urbana, escrita entre 1590 y 1595, y publicada en 1620, refleja la convulsa expresión de un Lope joven, lejano aún a sus propias fórmulas, sin la presencia de personajes tópicos como el gracioso, el barba o el vejete. No podemos dejar a un lado el hecho de que el mismo Lope sea un madrileño en Valencia, que acompañado de su esposa, sufrió la crudeza del destierro, teniendo que, por ejemplo, afrontar la muerte de su madre en Madrid, permaneciendo al lado del Turia. Como los personajes de Los locos, Lope maduró en el exilio, su escritura y concepción teatral entraron en contacto con otros temas y con la experiencia de grandes dramaturgos como Cristóbal de Virués, Francisco Agustín de Tárrega y Guillén de Castro.

En nuestro caso, la comedia empezó a ser analizada y llevada a escena con estudiantes de la Licenciatura en Arte Dramático de la Universidad del Valle, con los que ya proyectábamos adaptar el patio central de nuestro edificio a una especie de corral de comedias, creando multitud de espacios y celdas con paja para los locos, en los tres niveles de la edificación. Pero súbitamente nos llegó la prohibición de volver a las aulas, y los actores pasaron a ser los confinados en cada una de sus casas, y su corral se convirtió en una pantalla de teléfono, a través de la cual se comunicaba con los otros personajes desde diferentes ciudades 1 .

La obra cautivó a los jóvenes actores con los que abordamos el estudio de la comedia a través de lo que pasa en ella; analizamos cómo lo que ocurre afecta a los personajes y es valorado de manera diferente por cada uno de ellos, según algunos principios del denominado «análisis activo» desarrollado por Stanislavski. Aunque hablamos de siglos teatrales completamente diferentes, este método nos ayudó a comprender el texto áureo desde las preguntas elementales de este viejo oficio: ¿Qué acción tengo que mover? ¿Cuál es la acción a justificar con mis decisiones y comportamientos?

En Lope, parece que aquello de identificar la acción no tuviese problema; es un dramaturgo reconocido por tener claro que en cada escena debe pasar algo, que coloca siempre a los personajes en aprietos. Estos sucesos son importantes porque afectan a los protagonistas y modifican sus relaciones y comportamientos. Igualmente, en Lope las escenas se caracterizan por mantener una tensión constante, gracias al choque entre los superobjetivos de los personajes, otro eje fundamental del análisis activo, y que resume el propósito ulterior de los héroes; aquel proyecto que siempre se mantiene y que da coherencia a todas sus acciones. A partir de esta disposición ocurren un dechado de acontecimientos en nuestro autor.

Aventurar un suceso de partida, es decir, aquello que ocurre antes de que se abra el telón, y que afecta a todos los personajes, no es difícil, aunque tiene dos líneas argumentales, al parecer completamente independientes, y con dos protagonistas prófugos. Por un lado, tenemos a Floriano un exiliado político-judicial que asesinó a su contrincante en una confusa noche; por otra parte, a Erifila una despatriada del amor, que iba a ser entregada en matrimonio a un hombre que no quería y decide fugarse con su criado Leonato. Sin embargo, «el asesinato de Reinero, príncipe de Aragón por parte de Floriano» se convierte en el suceso de partida de la comedia; un magnicidio que altera la vida de todos los protagonistas, principalmente la del asesino, la de la víctima y su entorno, que es todo el reino, y a Valerio, el amigo que acoge al prófugo en Valencia. Igualmente afecta a todos los habitantes del hospital de los locos, e involucra en la trama a la pareja de Erifila y Leonato, así lo desconozcan en un principio.

¿Por qué los protagonistas coinciden en la importante ciudad de Valencia? Floriano porque tiene un gran amigo; Erifila porque sabe que no la conoce nadie y no será identificada por pariente o amigo de sus padres. Los dos protagonistas saben que se trata de un activo puerto, donde tienen la intención de abordar una nave que los lleve a otro lugar, a continuar su destino como desterrados. «Valencia era una ciudad rica y populosa, con una floreciente actividad comercial: abierta al Mediterráneo y mirando a Italia […], no solo florecían los negocios, sino también la vida cultural y artística, que estaba en pleno desarrollo» es el contexto que nos ofrecen Ignacio Arellano y Carlos Mata 2 . Los despatriados buscan inefablemente los pueros, y el exilio trae madurez, experiencia; el exilio es sufrimiento, pero también es conocimiento.

Con este suceso de partida empecemos a observar el desarrollo de la trama. Floriano llega como alma en pena desde Zaragoza, después de haber asesinado al príncipe Reinero, en una reyerta callejera por una dama llamada Celia; crimen que lo conduce al desarraigo. Ante la inminente pena de muerte, recorre velozmente los caminos y llega, presumiblemente en la madrugada, a Valencia. Su amigo Valerio, un caballero, con excelentes conexiones en la ciudad, lo está esperando, sin presumir la gravedad de sus actos. Cuando lo sabe, se le ocurre la genial industria de llevarlo al lugar donde nadie lo encontrará. Idea genial, pero con un error de cálculo: el terrible lugar, seguramente similar a una cárcel, tiene la particularidad de ser un atractivo turístico en la ciudad. Un plan perfecto siempre tiene un error. Floriano acepta y aunque cree «mas no perderé el juicio, / que ha días que no le tengo», está en un terrible error, nadie sale igual de la experiencia de un confinamiento en un hospital de locos. Floriano es un personaje sin un superobjetivo claro, parece no contar con un ideal que revista de coherencia sus actos, quizás la magnitud de su crimen lo truncó. Por ahora su superobjetivo es mantenerse como incógnito, lo que le permitirá seguir vivo. De alguna manera, quiere emprender una nueva vida, borrando su pasado y todas sus decisiones dependerán de esto.

Erifila es una heroína que huye de la casa paterna con Leonato, su sirviente, al que le jura un frio amor, con el objetivo de esquivar un matrimonio arreglado al que la querían arrojar sus padres. Pero a Leonato, el exilio también le permite revelar su verdadera identidad, al descubrir que su dignidad está siendo vulnerada, y que no es el galán elegido para una fuga amorosa; entonces ejerce su libre albedrio, deja de pensar como sirviente y decide cortar toda relación con su pasado. Roba, mancilla y deja desnuda a su ama, quizás en un acto de justicia social que tenía hace tiempo guardado. Extraño hecho del que después dice arrepentirse y queda vagando por Valencia. No es un ladrón, es un vengador. Despoja a su ama para dejarla humillada como él, para que experimente cómo es aquello de no tener nada.

Todas las decisiones de Erifila tienen como superobjetivo: ejercer la capacidad de decidir sobre su amor. Es un personaje cuyo cuerpo determina su destino, como en el mito de Adán y Eva, vuelve a nacer en una nueva personalidad de despojada, literalmente desnuda, en las calles aledañas a la casa de un hospital de locos. Es importante señalar que Erifila, pasa de ser una inmigrante con dinero, con ciertas posibilidades de elección; a ser una inmígrate pobre, incluso sin ropa, como dios la trajo al mundo. Tiene que empezar a vivir como otra persona, y una mujer pobre, desnuda, sin conocido alguno, que grita en las calles es, por supuesto, considerada como una loca. En este segundo nacimiento, Erifila se convierte en una heroína enfrentada a tomar sus propias decisiones y ejerce su libre albedrío, condicionada, eso sí, por las normas del hospital de locos. Allí encontrará el verdadero amor y desamor, descubrirá el poder de la traición y de la reconciliación. En un solo día, Erifila pasa por tantos estados que la transforman en un personaje complejo; el exilo se convierte en un rápido aprendizaje, y ella madura en un día lo que le hubiese costado años.

Leonato, después de robarla y dejarla desnuda, busca algún empleo, porque una vez alguien se convierte en inmigrante no hay marcha atrás. Posteriormente, encuentra un puesto con el príncipe asesinado, el personaje determinante en el suceso de partida y que en un principio parecía no tener relación con la pareja en cuestión. Después encontrará el amor, en un acto de recompensa un tanto extraño para un personaje que no ha hecho nada mas que acciones reprochables. Su superobjetivo lo podríamos definir como: ejercer su libertad y encontrar personas que lo valoren como individuo; pero para alcanzarlo traiciona a los padres de Erifila y, posteriormente, a su hija. Creo que, pese a lo cómica de la situación, Leonato entrega a Erifila a una degradación de su cuerpo. De este personaje se puede pronosticar que traicionará a Reinero, así como a su esposa Laida; una mujer ingenua y generosa, que es capaz de ceder a Fedra su enamorado y la industria de hacerse pasar por loca. Pobre empleada, la espera lo peor al lado de semejante canalla.

Floriano, al saber que lo busca Liberto, se disfraza tiznándose el rostro, un juego de humor lopesco, pero tiene lógica, ¿quién va a buscar a un exiliado político camuflado bajo la apariencia de loco y además negro? Floriano degrada su propia situación, tiñéndose como otra de las figuras cómicas del teatro del Siglo de Oro, la de negro, reconocido por su ingenuidad. Pero hay que tener en cuenta, como señala Baltazar Fra Molinero, que reconoce a nuestro autor como gran dinamizador de la imagen del negro en el teatro: «Lope pone, en boca de negros, un mensaje de apariencia subversivo: lo natural está en los negros, mientras que el artificio es el producto de los blancos» 3 . Quizás Floriano busca una apariencia de inocente a través de este recurso.

Pero dentro de su superobjetivo surgen obstáculos. Floriano es obligado a casarse dentro del hospital, ya que los confinados no pueden decidir sobre estas cosas, no son dueños de su voluntad. El pacto del matrimonio fingido para curar a Fedra, sobrina del administrador, se convierte en el suceso principal de la obra e involucra a todos los protagonistas. El suceso principal en el análisis activo identifica aquello que modifica la relación entre todos los protagonistas. Este suceso así planteado, determina el rompimiento y fuga de Erifila con Valerio y, posteriormente, la delación sobre su identidad frente a todos. Floriano acepta casarse, dentro de un tratamiento para sacar de la locura a Fedra. Pero esta convención no es admitida en la locura del amor de Erifila y la hace marcharse del hospital presa de celos. El suceso de la boda fingida provoca que la locura del amor se convierta en la pesadilla de los celos.

El matrimonio perturba y transforma la tranquilidad del día de los santos inocentes, modifica el acontecimiento turístico consistente en apreciar a los internos hacer monerías y pedir limosna. Los libres gozan viendo a los internos, a confinados locos, inocentes y perdidos. Pero los locos no hacen ningún tipo de gran representación teatral, son simplemente un circo deprimente de atracciones. Ahora los turistas observarán el espectáculo de un matrimonio entre cuerdos que se fingen locos, remedio pactado según recomendaciones geniales de Verino, un doctor innovador, que cura a los locos desde la ficción, pero que conduce a un efecto contrario del planificado y produce un brutal encuentro entre el artificio de la boda y la realidad cruenta de los prófugos. La paradoja es maravillosa en «el día de los santos inocentes» se descubre al culpable del magnicidio; se convierte en «el día de los santos culpables».

La boda fracasa porque la locura del amor no conoce límites y los poseídos por Cupido son capaces de luchar por su amado poniendo en riesgo su propia vida. Curiosamente, el único tratamiento que se realiza a los locos en la obra, es precisamente a la sobrina rica del administrador, para el resto de los locos confinados solo hay descuido, paja de establo, mandados, cadenas en los pies y esposas en las manos.

¿Qué es peor? ¿estar en condición de expatriado, de inmigrante, abandonado por familiares y amigos, enfrentado a las sorpresas de los caminos y el día? O ¿estar confinado, con cadenas y grillos, sin poder siquiera decidir con quién casarse, y con riesgo de perder su equilibrio mental? En esta valoración de los sucesos, para Floriano el encierro es la salvación, mientras que Erifila la considera como su perdición.

Erifila tiene un superobjetivo claro: elegir al hombre que ama y casarse con él; por eso se escapó de casa y desdeñó a su lacayo. En el confinamiento descubre que puede alcanzar ese objetivo, y elige a Floriano, un loco apuesto y joven. Erifila devela una gran prisa en la elección de su amado, es la manera de realizar su superobjetivo, o ¿es una decisión coherente y cuerda enamorarse de un paciente psiquiátrico? Floriano, que ha matado por amor a Celia, olvida su anterior pasión y se enamora de la bella Erifila, pero simultáneamente tiene que jugar a las cosas que le imponen su condición de prófugo confinado.

Erifila al verse traicionada abandona el hospital, cae en otra cárcel al marcharse con Valerio, sacrificando su superobjetivo. Pero si bien alcanza una libertad de muros, cae nuevamente en el yugo de las decisiones de otro, ya no son los padres los que eligen su esposo sino su condición de despatriada, y se enfrenta nuevamente a un matrimonio no deseado, arreglado por las autoridades y que ella considera, equivocadamente, como una decisión propia. Por eso, se arrepiente y decide volver a la reclusión del hospital. En esas condiciones es mejor estar confinada que estar libre. Mientras que, para Floriano, lo importante es estar confinado y defender su vida. En ese sentido Lope fabrica un conflicto maravilloso. Al final le toca casarse con Erifila, a quien ama, que es bella, pero que sabe que fue capaz de delatarlo.

Como lo mencionamos, Erifila es uno de los personajes más interesantes de la escena española, y quien merece de los directores, actrices y aficionados a este repertorio una valoración más compleja. A parte de tener un sugestivo universo poético donde su amor está inspirado en Doralice, la heroína que se fuga con Mandricanto en Orlando furioso de Ariosto. Si la vemos a partir de sus actos, es una especie de Desdémona, que también se fuga con el subalterno de su padre, pero en su caso, finge una relación de conveniencia que pronto se desvanece. Sin embargo, interpretar a Desdémona es relativamente más sencillo, porque la única decisión importante que toma es fugarse con Otelo, y después se transforma es una mujer sumisa, que sólo recibe improperios y que no toma ninguna otra decisión fundamental. Mientras que Erifila es arrojada a una situación más compleja: creyendo que utiliza al empleado de sus padres es robada por su liberador, despojada y mancillada. Su condición de despatriada la lleva a ser confundida y capturada, tomada por loca. Eso de explicar su situación y que nadie le crea solo le pasa a un inmigrante. Al inmigrante no lo salva ni la belleza. Después se enamora perdidamente, jura lealtad y, posteriormente cree equivocadamente que fue traicionada, a lo que decide partir del hospital ofreciendo su integridad. Erifila pasa a ser una especie de Medea, una extranjera abandonada por su esposo y despiadadamente vengativa.

El hospital de los locos que es uno de los patrimonios de Valencia, es el eje de nuestra reflexión sobre los confinados. Como Afirma Hélené Tropé, «los administradores del hospital histórico ofrecían la locura de los internos: una locura desbordante, festiva y burlesca pero domada, encauzada y controlada» 4 . Es una institución que está en un permanente déficit económico y sus rentas dependen, prácticamente, de la limosna pública. Sin embargo, adentro viven confinadas personas con más juicio y entendimiento que los que están afuera. Tendremos que preguntarnos si ¿uno de los motivos de la locura es precisamente el exilio?, como en el caso de Mordacho, portugués condenado a sufrir el destierro; también tiene víctimas de la inquisición, que posiblemente huyeron desde otra ciudad. Las causas de la locura pueden ser diversas, pero el desarraigo es, sin duda, una de ellas. Los locos manejan un interesante mundo poético, hablan de filosofía, de poesía, son frágiles en extremo. Ninguno de los supuestos locos comete actos tan bochornosos y demenciales como a los que se atreve Erifila.

Mientras que los confinados son mentes creativas, supuestamente perturbadas, los expatriados son sinónimo de cuerpos útiles para satisfacer el deseo, que excitan a los internos y a los hombres libres. Erifila como Rosaura, es inmediatamente sujeto de deseo. Rosaura oculta su identidad, mientras que a Erifila le fue imposible. La condición del expatriado como objeto de deseo la confirma también los hombres; Floriano, quien se convierte en la obsesión de dos mujeres cuerdas, que viven, de alguna manera, bajo las condiciones del confinamiento. Sobrina y criada del administrador Gerardo, son dos personajes que habitan el hospital no por su locura sino por su condición social de dependientes. Provenientes del poblado valenciano de Segorbe, de la provincia profunda, son quizás emigrantes económicas. A Fedra la enviaron sus padres con su criada, para que su tío le busque marido. ¿Floriano es deseado como loco o como hombre cuerdo? Si prestamos atención es deseado como loco por Fedra y Laida; tiene mayor éxito como demente que como galán. Hasta donde sabemos, en la libertad Celia lo traicionó, mientras que, en el hospital, consigue a tres enamoradas en una sola jornada. Pero también es amado sinceramente como prófugo por Erifila. Su amor pudiese ser una bella historia de amor entre despatriados letrados, que comparten un imaginario proveniente de la lectura de Ariosto; estos dos elementos los unen y fortalecen su elección.

El entorno del hospital es bastante sórdido. A todas luces Pisano, empleado de Gerardo, el director, es un funcionario corrupto, que no sabe leer, acepta coimas por ingresar pacientes, y manda a los internos a cobrar «peaje» a los nuevos. Pisano tiene además un familiar que trabaja en pesquisas policiacas, otro personaje un tanto oscuro; un caza recompensas.

En Los locos de Valencia hay dos categorías de locura, la clínica, la de aquellos que se agravan con «la luna», a la que pertenecen Tomás, Martín, Mordacho, Belardo y Calandrio. Curiosamente, los personajes a la que la obra debe su título son pocos: Tomás, cuya tema es su padre muerto por la inquisición y necesitado del amor de cualquier Tisbe; para él «Todo este mundo es locos / y encubiertos». Martín, un bastardo cuya tema es la supuesta hidalguía de su padre, Belardo, matemático y astrólogo, y Calandrio, un portugués nostálgico. El panorama de los locos dibujado por Lope guarda cierta semejanza con los internos del «Hospital de la Resurrección que está en la ciudad de Valladolid» protagonistas del Coloquio de los perros de Cervantes, cuyos pacientes con mayor seso mantienen un continuo debate sobre ciencia, literatura y economía, sin que sean escuchados por una sociedad convaleciente.

A los dementes clínicos se les suman los locos de amor, a los que Cupido toma las riendas de su voluntad y que son más frenéticos y peligrosos: Fedra y Laida se convierten en unas posesas del juguetón dios, en una clara evocación a la imagen de amor inscrita en la tradición del teatro renacentista de Juan del Encina en la Égloga de Placida y Vitoriano. Valerio no entra en esa categoría, no es un loco de amor, es un aprovechado.

Tendríamos que sumar a la categoría de los locos a los inmigrantes, los despatriados, los desterrados, en la que figuran Floriano, Erifila y Leonato. Esta condición de despatriados es la que prima sobre las pocas decisiones que pueden tomar. Floriano al final de la comedia entra en la categoría de los locos clínicos, «con tema». Si estudiamos con cuidado el desenlace de la obra, no creo que Floriano, después de ser delatado por la mujer que amaba, aprendido por los funcionarios y locos del hospital que sueñan con cobrar la recompensa; luego de ver vivo al príncipe, que con su propia espada mató, y el cual le cuenta que todo fue un engaño, quede tan cuerdo como antes. Recordemos la amplia disertación que sobre el tema realiza Dostoievski en El idiota cuando el príncipe Mishkin recurre permanentemente sobre el tema de los condenados a muerte, a los cuales en el último minuto les conmutan la pena. Floriano nunca podrá superar la perturbación mental de ese momento. Debajo del final feliz de la comedia lopesca tenemos a un héroe que con dificultad regresa a la vida, como inocente de un delito y que tendrá que casarse con su delatora. Su paso por el hospital de los locos lo marcará para toda su vida, y puede ser que en algunos años regrese.

Según los expertos, los migrantes internos y externos en la Colombia actual, el segundo país del planeta con mayor migración y desplazamiento interno, factores como la alteración del sueño, la mala alimentación, la violencia, la explotación, la discriminación o la xenofobia, y, en fin, la situación de vulnerabilidad constante, generan ansiedad, depresión y alteraciones mentales que deben ser posteriormente tratadas por especialistas.

BIBLIOGRAFÍA

Arellano, Ignacio, y Mata, Carlos, Vida y obra de Lope de Vega, Madrid, Homolegens, 2011.

Ariosto, Ludovico, Orlando el furioso, Barcelona, Espasa, 2017.

Cervantes, Miguel de, Novelas ejemplares, ed. Juan Bautista Avalle-Arce, Madrid, Castalia, 1987.

Dostoievski, Fiódor M, El idiota, Bogotá, Random House, 2015.

Encina, Juan del, Teatro completo, ed. Miguel Ángel Pérez Priego, Madrid, Cátedra, 1991.

Fra Molinero, Baltazar, La imagen de los negros en el teatro del Siglo de Oro, Madrid, Siglo xxi, 1995.

Vega, Lope de, Los locos de Valencia, ed. Hélène Tropé, Madrid, Castalia, 2003.

Vega, Lope de, Los locos de Valencia, versión virtual a cargo de los estudiantes de la Licenciatura en Arte Dramático de la Universidad del Valle (Cali, Colombia).

Notas

1. Los locos de Valencia fue estrenada de manera virtual, por los estudiantes de la Licenciatura en Arte Dramático de la Universidad del Valle, en el Congreso Internacional «Confinados y expatriados. La quiebra y recomposición del espacio vital en el Siglo de Oro», el 19 de octubre del 2020, con el siguiente reparto: Floriano: Juan David Núñez; Erifila: Rosa Virginia Salazar; Valerio, Gerardo: Luis, Alejandro Idárraga; Fedra, Belardo: Angie Melissa Bravo; Laida: Lucía Mallorquín Cardona; Liberto, Martín: Mishelle Omen Timana; Leonato, Pisano, Verino: Brayan Soscue Yotengo; Reinero, Calandrio, Tomás: José Fernando Ordóñez. Imagen afiche: Mishelle Omen. Edición video: Juan David Núñez. Asesor plástico: Ricardo Herrera. Dirección: Alejandro González Puche.

2. Arellano y Mata, 2011, p. 72.

3. Fra Molinero, 1995, p. 40.

4. Lope de Vega, Los locos de Valencia, ed. Tropé, p. 64.

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