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El destino de un letrado. Reflexiones en torno a la novela cervantina El licenciado Vidriera
The Destiny of a letrado. Reflections on Cervantes’ novella El licenciado Vidriera

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 9, núm. 2,

Instituto de Estudios Auriseculares

Wolfgang Matzat

Eberhard Karls Universität Tübingen, Alemania

Recibido: 04/03/2021

Aceptado: 04/05/2021

Resumen: La novela cervantina El licenciado Vidriera, al tratar el destino de un letrado proveniente de las capas inferiores de la sociedad, señala tanto el hecho de que la carrera del letrado constituya, en la temprana modernidad, un medio de ascensión muy atractivo como la disminución de esta oportunidad de movilidad social en el transcurso del Siglo de Oro. Al mismo tiempo, la novela presenta la relación entre individuo y sociedad y los límites de la autoformación individual de manera mucho más abierta que la novela picaresca.

Palabras clave: Carrera del letrado, autoformación individual, novela picaresca.

Abstract: Cervantes’s novella El licenciado Vidriera follows the fate of a letrado from the lower echelons of society, demonstrating that the study of law provided an attractive means of social advancement during early modernity, and that such opportunities for social mobility declined in the latter part of the Golden Age. At the same time, the novel describes the relationship between individual and society and the limits of individual self-fashioning in a more open way than the picaresque novel.

Keywords: Career of letrado , Individual self-fashioning, Picaresque novel.

1. EL LICENCIADO VIDRIERA: LA VIDA DE UN LETRADO

Al considerar la representación literaria de los letrados en el Siglo de Oro hay que tener en cuenta que todavía estamos muy alejados del realismo decimonónico. Por esto, no nos debe sorprender el contraste entre la importancia social que tienen las funciones jurídicas y administrativas designadas por el término ‘letrado’ en la temprana modernidad y la relativa escasez de su tratamiento en los textos literarios. La forma principal para referirse a la sociedad contemporánea en esta época es la sátira de las costumbres que reduce a los representantes de los grupos e instituciones sociales —particularmente estamentos y oficios— a meros tipos y prefiere representar sus rasgos negativos. En el caso de los letrados, este procedimiento es particularmente evidente. En los textos de la época abundan los retratos satíricos de los ministros de la justicia. Los ejemplos más conocidos se encuentran en los textos de Mateo Alemán y de Quevedo 1 , que no se cansan de denunciar la avaricia, ignorancia y venalidad de jueces, escribanos y abogados; y también Cervantes, aunque menos inclinado a la sátira, no deja de lado los clichés correspondientes, como lo muestran, sobre todo, algunos episodios del Persiles 2 . Sobre este trasfondo la novela El licenciado Vidriera, publicada en 1613 como una de las Novelas ejemplares, destaca por el tratamiento notablemente serio y diferenciado del tema 3 . En este caso, la pintura del personaje del letrado no está limitada a alguna escena costumbrista, sino que se presenta su biografía entera otorgándole así la posición del protagonista.

El texto introduce a este protagonista ya en la primera página al contar como dos «caballeros estudiantes» 4 encuentran, en los alrededores de Salamanca, a un muchacho, todavía casi un niño, durmiendo debajo de un árbol. El joven, que tiene la apariencia de un hijo de labradores, declara no acordarse de sus padres y, a continuación, asume el nombre de Tomás Rodaja. Es acogido por los nobles como criado y adquiere así la posibilidad de estudiar con ellos. Es así como este joven logra no solo adquirir el grado de bachiller, sino también, después de largos años de estudios, el de licenciado. Sin embargo, esta carrera brillante no lleva a los resultados anhelados. Al final del texto, Tomás, que ahora se llama «el licenciado Rueda» 5 , tiene que darse cuenta de que no puede ganarse la vida como abogado, y, por tanto, se decide a seguir una carrera militar que termina con su muerte en los campos de batalla de Flandes. Este camino de vida aparentemente sencillo se complica por dos interrupciones. La primera tiene lugar cuando Tomás, regresando a Salamanca después de haber acompañado a sus amos a su patria andaluza, se decide a emprender un largo viaje que le lleva a Italia y Flandes. El segundo episodio que tuerce la anhelada carrera de letrado consiste en un estado de locura causado por un hechizo de amor malogrado en el que el licenciado cree que es un hombre de vidrio. Durante la existencia como licenciado Vidriera ya anunciada en el título de la novela, Tomás se destaca por una larga serie de dichos satíricos que admiran a un público popular tanto en Salamanca como en Valladolid, entonces sede de la corte. Sin embargo, la fama de ingenioso no le sirve para nada después de recuperar la salud gracias a los cuidados de un compasivo fraile jerónimo, ya que, como licenciado Rueda, se queda sin clientela.

Son sobre todo los episodios intercalados en el relato de la carrera de letrado los que dificultan la interpretación del texto. Sin embargo, antes de volver a ellos, detengámonos en los aspectos de la novela relacionados con la representación del estudio de las leyes y sus consecuencias. Al comienzo de la novela, al encontrar a los dos nobles, Tomás afirma que quiere honrar a sus padres, que se niega a nombrar, a través de los estudios, añadiendo que «de los hombres se hacen los obispos» 6 . Lo que dice el muchacho de la carrera clerical como medio para ascender socialmente vale también, y quizás en un grado más alto, para una carrera de letrado, sobre todo en la España renacentista 7 . En la primera mitad del siglo XVI los esfuerzos para crear un estado centralizado, comenzados por los Reyes Católicos, causan una fuerte demanda de juristas calificados con estudios universitarios. Es así como el estudio de las leyes se vuelve una materia principal en las universidades españolas, entre las que destacan Salamanca, Alcalá de Henares y Valladolid por la calidad de la formación brindada en ellas. El auge del estudio de las leyes se vincula con una apertura de las universidades a estudiantes de extracción humilde, así que se ha afirmado que la universidad española conoce una de sus fases más democráticas 8 . En la primera parte de la novela cervantina, el protagonista parece poder aprovechar esta situación. Es admitido, junto con sus amos, al estudio para conseguir el título de bachiller, y después de haber pasado el examen con éxito, puede continuar hasta graduarse como licenciado, grado alto que equivale al doctorado, frecuentemente obtenido al mismo tiempo. Tales estudios tenían normalmente la duración de diez años, y así sucede también en la novela cervantina. Se indica que la primera etapa de los estudios que Tomás pasa junto a sus amos dura ocho años, a los que se añaden algunos años más, no concretados en el texto, después de regresar de su viaje. Según todos los indicios, Tomás es un estudiante brillante, aunque al comienzo no sabe más que leer y escribir. Él mismo subraya su alta calificación al buscar clientela al final de la novela: «llevé segundo en licencias; de do se puede inferir que más la virtud que el favor me dio el grado que tengo» 9 .

Mientras que la primera parte de la novela se refiere a las condiciones oportunas para el estudio de las leyes y las posibilidades de ascensión que ofrecía durante gran parte del siglo XVI, el final evoca la evolución ulterior de este campo del saber y sus funciones sociales. Al auge de los estudios y las profesiones de letrado sigue una fase de estancamiento y de decadencia, evidenciada de manera obvia por el declive en el número de estudiantes y exámenes, constatado en los estudios de Richard Kagan, fundamentales para este asunto 10 . Esta situación resulta del hecho de que las perspectivas de ejercer una profesión lucrativa basada en el estudio de las leyes están en receso desde finales del siglo XVI. Como se señala en el trabajo de Jean-Marc Pelorson, existe una desproporción notable entre los graduados en leyes y las posibilidades profesionales en la España de Felipe III 11 . Las víctimas de esta evolución negativa son sobre todo los estudiantes pobres, los que no provienen de una familia de la nobleza o de la alta burguesía, ya que, al mismo tiempo, crece el porcentaje de estudiantes nobles que ahora frecuentemente obtienen puestos en la administración estatal. La así llamada «refeudalización» que marca la sociedad española sobre todo a partir del reinado de Felipe III comprende también la alta administración en la que dominan ahora los representantes de las élites tradicionales. La dificultad de lograr un puesto de jurista basado solo en el mérito personal se representa a través del protagonista de nuestro texto que, al ser trasladado a la corte durante la fase de locura, comenta: «yo no soy bueno para el palacio, porque tengo vergüenza y no sé lisonjear» 12 . Un tono aún más acerbo marca la crítica de la corte que enuncia Tomás antes de marcharse a Flandes: «¡Oh Corte, que alargas las esperanzas de los atrevidos pretendientes y acortas las de los virtuosos encogidos, sustentas abundantemente a los truhanes desvergonzados y matas de hambre a los discretos vergonzosos!» 13 . Se trata, por supuesto, de los clichés de una crítica de la corte bastante tradicional que recuerdan, por ejemplo, al tratado de Antonio de Guevara. Sin embargo, en las circunstancias descritas, adquieren una actualidad particular, ya que prevalecen cada vez más las relaciones personales y la facultad de aprovecharlas frente a la calificación obtenida gracias a los estudios. Otro requisito de acceso que gana cada vez más importancia es la riqueza: por una parte, crecen los costes de los estudios, por otra, incrementa la venalidad de los oficios 14 .

En fin, no podemos dejar de lado otro obstáculo mayor, sugerido por el texto, que dificulta la carrera de licenciado. Ya al comienzo, llama la atención que el joven, al encontrar a sus futuros amos, no quiere nombrar a sus padres y así encubre su procedencia; y, al final, el licenciado se comporta de manera parecida, al cambiar su nombre de Rodaja a Rueda. Para los lectores contemporáneos el encubrimiento del origen constituye un indicio bastante fuerte de que Tomás proviene de una familia conversa 15 . Aunque el texto no lo dice claramente, es obvio que Cervantes juega con esa posibilidad y así evoca el peso inmenso que tenían los estatutos de la limpieza de sangre en el ámbito de los letrados. De hecho, la rigidez creciente de los estatutos, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVI, hacía cada vez más difícil el acceso tanto a la universidad como a los puestos en tribunales y consejos de administración para descendientes de judíos 16 . Aunque había no pocas excepciones, esto significaba no solo la discriminación de un sector de la sociedad particularmente apto para ejercer las funciones de una burguesía confiada en sí misma, sino también un debilitamiento grave en la evolución del saber y del nivel académico. Es así como un crítico influyente como Francisco Márquez Villanueva no duda en erigir al licenciado Vidriera en símbolo de una tragedia nacional: «El licenciado Tomás Rueda, confesor, virgen y mártir en una pieza de la buena nueva del valer personal» 17 , no solo representa el destino de los letrados, sino que también es un ejemplo del desprecio del mérito personal que inhibe gravemente la evolución de la sociedad española.

2. LOS MOTIVOS DEL FRACASO: INTERPRETACIONES

A pesar de las alusiones muy obvias a la situación histórica de los letrados contenidas en el texto, la novela ha dado lugar a interpretaciones muy diversas. Como ya hemos mencionado, son sobre todo los episodios que se refieren a las interrupciones de la carrera de letrado de Tomás los que se prestan a la discusión crítica. Es así como Alban K. Forcione, en uno de los estudios más profundos de la novela 18 , ve en la descripción del viaje por Italia los primeros indicios para que el texto proponga una visión crítica del protagonista. Subraya que el motivo del viaje consiste en una mera curiosidad intelectual —es verdad que el narrador llama a Tomás, en un pasaje, «nuestro curioso» 19 — para vincularlo con la condenación de la búsqueda de un saber secular en la tradición cristiana. Otro argumento en apoyo de su lectura resulta de la forma en la que se produce el intento de hechizo de amor: la dama enamorada de Tomás se sirve de un membrillo envenenado, lo que, por supuesto, se deja comprender como alusión al pecado original, es decir, en palabras de Forcione, «to the archetypal Christian tale of the dangers of illicit curiosity» 20 . Con esto Forcione retoma la tesis de Joaquín Casalduero, que ya había constatado que el episodio atribuye a Tomás el «pecado de la inteligencia» 21 . La lectura de Forcione culmina en la interpretación crítica de la fase de locura o más bien de las máximas satíricas pronunciadas por el licenciado Vidriera. Se trata, según Forcione, de un tipo destructivo de la sátira que recuerda la tradición cínica 22 , condenado por Cervantes en otros textos como El coloquio de los perros. Por tanto, señala una inteligencia descaminada —«misguided intellectualism» 23 — y un saber enfocado demasiado en las manifestaciones de lo malo («an exaggerated knowledge of evil» 24 ). En su conjunto, la novela presenta para Forcione «a tale of failed education» 25 , y así atribuye al texto una visión conservadora de la carrera del licenciado como símbolo de los peligros del saber secular y del intento de ascensión social vinculado con ello. Aunque adscribir tal visión a Cervantes puede dar lugar a dudas, hay que conceder que se corresponde con una época que tiende más bien a una crítica del comportamiento individual que a la noción moderna de que el individuo cae víctima de una sociedad hostil a la realización de sus deseos.

La parte de la responsabilidad individual en el destino del letrado cervantino se subraya también en otra de las lecturas canónicas, la de Ruth El Saffar 26 . Según ella, la visión de sí mismo que Tomás desarrolla durante su locura, la visión de un hombre de vidrio, es una imagen de la falta de competencia social que marca a Tomás también en su estado normal. Está obsesionado por el miedo al otro —«fear of the other» 27 —, y carece de la facultad de establecer vínculos sociales verdaderos con sus prójimos. La postura distanciada frente a su entorno se muestra, según la crítica, en el ocultamiento de su origen, en su reserva frente a los soldados, en el deseo de viajar solo y también en su trato con las mujeres, su «avoidance of love and marriage» 28 . La fantasía de tener un cuerpo de vidrio señala, además, una postura intelectual exagerada que se vincula con la incapacidad de asumir las condiciones de la existencia física, el hecho de estar sujeto al tiempo y a la muerte. Por esto, El Saffar concuerda con la lectura crítica de Forcione respecto a los aforismos satíricos, que, para ella, manifiestan un carácter demasiado abstracto debido a la condición alienada («alienated being» 29 ) del licenciado. Así, al censurar las malas costumbres, falla en su objetivo de la misma manera que Don Quijote en su intento loco de servir a la sociedad mediante el papel providencial del caballero andante.

Estas lecturas han sido puestas en duda por una serie de trabajos más recientes. Uno de ellos es el de Stanislav Zimic que, de manera explícita, lleva la contraria a Forcione y El Saffar 30 . Para él, la ambición intelectual del licenciado no tiene nada de pecaminoso, sino que manifiesta una «discreción mental» opuesta a «toda vanidad o soberbia intelectualista» 31 . Tampoco comparte la opinión de El Saffar de que Tomás muestra una relación alienada con su entorno, sino que afirma que es «persona educada, culta y también muy agradable, simpática, atractiva» 32 , y puede probar este aserto por la popularidad de Tomás entre los estudiantes —de hecho, se dice de él en el texto que «de todo género de gentes era estimado y querido» 33 — y por la amistad duradera con el capitán. Esto lleva a una interpretación negativa del final que consiste en considerar la resolución por las armas como inconsciente «deseo suicida» motivado por el «ostracismo» sufrido por parte de la sociedad 34 . Por tanto, el pasaje satírico no se debe a un gusto malsano de criticar las costumbres, sino a la afición a la verdad, así que la novela, en su conjunto, ilustra «el precario destino de la verdad en el mundo» 35 . Mientras que Zimic, de manera algo abstracta, interpreta el fracaso del licenciado como tragedia de un defensor de la verdad, Joseph V. Ricapito atribuye la mala suerte del protagonista cervantino directamente a la situación de los letrados, basándose sobre todo en los trabajos de Kagan 36 . Sin embargo, tal interpretación, que en vista de los datos históricos esbozados más arriba parece bien fundada, no puede dar cuenta del intento de seducción a través del hechizo de amor. Ricapito se limita a citar a Casalduero con el comentario algo superficial de que se ha dejado seducir por la posibilidad de establecer una relación con el pecado original 37 . La lectura de la novela en el sentido de un intento de crítica social se acentúa en dos trabajos actuales. Para William H. Clamurro, la novela presenta la imagen crítica de un país empobrecido, obsesionado con la Inquisición, el honor y las cuestiones de identidad («an impoverished and inquisitorial, identity and honra-obsessed country» 38 ); Manuel Parodi Muñoz subraya el posible estatus de converso del protagonista, que para él es una realidad, para leer la novela como una acusación de la discriminación de los descendientes de judíos en la España de los Habsburgos. Comprende el final, por tanto, como «la condena de muerte […] que la sociedad ha dictado contra el intelectual converso» 39 , y hasta el intento de seducción de la dama enamorada, para él una prostituta sin más, se vincula con la tesis correspondiente de que la dama como «trampa, es una representación de la misma sociedad» 40 .

El debate alrededor de nuestro texto no sólo constituye un ejemplo interesante de la evolución de la crítica cervantina, sino que toca una cuestión sumamente importante para la literatura del Siglo de Oro en su conjunto, la cuestión de en qué medida los textos literarios de la época tienen la posibilidad de establecer una oposición entre individuo y sociedad en un sentido moderno, en la que el destino del individuo se atribuye a condiciones históricas y sociales fuera de su alcance. Por supuesto, no tengo la pretensión de aportar una solución a esta cuestión; sin embargo, en el caso de nuestro texto, es posible concretar algo más este asunto gracias a la comparación, sugerida de manera obvia por el protagonista, con la novela picaresca.

3. DIÁLOGO CON LA NOVELA PICARESCA

La novela cervantina describe, como la novela picaresca, el intento de ascensión social de un joven de extracción humilde. Ya el comienzo del texto sugiere este parecido al presentar a un muchacho solitario en búsqueda de amos a quienes servir 41 . A continuación, el hecho de que el joven, al entrar al servicio de estudiantes nobles, adquiera la oportunidad de estudiar recuerda al Buscón, donde el joven Pablos sigue a su amigo y amo Diego a Alcalá de Henares para participar en sus estudios. También podemos pensar en el Guzmán de Mateo Alemán quien, después de haber hecho un viaje a Italia, pasa algunos años como estudiante de teología también en Alcalá, pero interrumpe sus estudios seducido por los encantos de una mujer con la que se casa. Comparado con tales ejemplos, el Tomás cervantino adquiere un estatus ejemplar como criado que sirve «a sus amos con toda fidelidad, puntualidad y diligencia, con no faltar un punto de sus estudios» 42 . Parece, de esta manera, un verdadero anti-pícaro, y confirma esta impresión durante su vida independiente. Al aceptar la invitación del capitán a viajar con él, rechaza la oferta de recibir la paga de un soldado de su compañía por ser contrario a su conciencia, «conciencia tan escrupulosa», según la opinión de su amigo, que «más es de religioso que de soldado» 43 ; y tampoco durante el transcurso ulterior del viaje se notan hechos que contradigan una estricta honestidad, con excepción de algunas alusiones veladas a los «regalos y pasatiempos» de Venecia 44 .

Más difícil es responder a la cuestión de en qué medida los aforismos de Tomás constituyen una forma destructiva de la sátira que sigue el modelo de la novela picaresca. Según Forcione, el licenciado Vidriera se hace culpable del tipo de murmuración condenado en el Coloquio de los perros: murmuración «de sangre», como dice Cipión, que no se limita a señalar los desperfectos sociales, sino que quiere herir a los representantes de tales desperfectos 45 . De hecho, no es fácil atribuir a todos los dichos de Tomás un carácter positivo, como intentan algunos críticos 46 . En cuanto a los oficios que constituyen el blanco preferido del discurso satírico premoderno, el boticario, el médico, el sastre y el juez, los dichos de Tomás están impregnados por el mismo pesimismo misántropo que las afirmaciones correspondientes del narrador de Alemán 47 . Resulta aún más dudoso el nivel ético de las salidas ingeniosas respecto a las mujeres y los conversos. A mi parecer, no es posible negar el significado misógino de algunas de ellas, por ejemplo la consolación brindada a un marido abandonado por su mujer que consiste en el consejo de dar gracias a Dios «por haber permitido que llevasen de su casa a su enemigo» 48 . Respecto al tema converso, un intento malicioso parecido caracteriza la respuesta a una ropera que afirma no poder llorar y que consiste en la cita bíblica: «Filiae Hierusalem, plorate super vos et super filios vuestros» 49 . Es así como Tomás, por lo menos en algunas partes de su práctica satírica, ataca, de la misma manera que Quevedo en el Buscón, a los grupos sociales discriminados por una sociedad conservadora, anti-semítica y machista. También recuerda a Alemán y Quevedo el hecho de que la nobleza y el clero se libren del ataque satírico, tan virulento a este respecto en el Lazarillo, y ahora frenado por las tendencias conservadoras de la era postridentina.

Llegamos a la conclusión de que al comienzo anti-picaresco de la novela sigue, en su parte central, la puesta en escena de una visión del mundo francamente picaresca. De esta manera, la novela cervantina constituye una respuesta intertextual muy elaborada al género en auge 50 . La novela picaresca une el tema de la ascensión social a un discurso satírico que abarca tanto el entorno del pícaro, los medios sociales representados por sus amos, como al mismo pícaro. Mientras que este esquema narrativo en el que la crítica social recae en el autor mismo de la sátira —autor ficticio, por supuesto— se puede, en el caso del Lazarillo, entender como una estrategia para proteger los intentos críticos, en cambio sus versiones barrocas, las de Alemán y sobre todo de Quevedo, condenan de manera obvia, junto con las costumbres incriminadas, el proyecto picaresco de ascensión. Cervantes retoma este esquema al poner en escena, a través de la locura del protagonista, una crítica social articulada por un individuo marginado y poco fiable. Sin embargo, antes de su locura y después de recuperar la salud, el licenciado cervantino manifiesta una estatura ética que le exime de toda crítica y así de la condena del deseo de ascensión implicada en la representación de los pícaros por Alemán y Quevedo. Es así como, al vincular la sátira picaresca al estado pasajero de la enfermedad, Cervantes señala las limitaciones del género picaresco para su proyecto más moderno de representar la existencia social 51 . Respecto al final queda por constatar que, a pesar de su dejo amargo, no se limita a poner en escena la actitud polémica —cínica o desengañada— del pícaro hacia la sociedad, sino que constituye un ejemplo más profundo de la dependencia del individuo del contexto social. Al letrado que no encuentra una profesión correspondiente a sus estudios le queda la solución de una carrera militar que le da la posibilidad de adquirir, por lo menos en cierto grado, el reconocimiento social anhelado. A la picaresca barroca se añaden así elementos de una novela de formación burguesa.

4. LOS LÍMITES BARROCOS DE LA AUTO-DETERMINACIÓN INDIVIDUAL

Al comparar El licenciado Vidriera con los relatos picarescos, llegamos a la conclusión de que la relación entre individuo y sociedad se presenta aquí de otra manera. En la picaresca, la representación de esta relación está marcada por una doble cautela: por una parte, el reconocimiento del deseo de ascensión social implicado en el tratamiento literario se expone junto al rechazo de este deseo. Por otra, el relato del pícaro está marcado por los procedimientos ambivalentes de la sátira en los que la radicalidad de la postura crítica se vincula con la libertad de la invención literaria. Es así como el pícaro, al poner en duda las estructuras de la sociedad de manera desvergonzada, manifiesta los rasgos de un ente de ficción al servicio de la intención satírica. La oposición entre individuo y sociedad se presenta, por lo tanto, como un experimento literario, en el que la conciencia de ficción sirve para mitigar la implacabilidad aparente del antagonismo. Cervantes muestra, en sus juegos intertextuales con la novela picaresca, haber comprendido muy bien este esquema. Mientras que en el Coloquio de los perros la invención de los perros hablantes señala el carácter experimental de la picaresca, en El licenciado Vidriera es la fantasía de tener un cuerpo de vidrio la que tiene esta función. Sin embargo, en este caso, se trata de un episodio picaresco dentro de un relato que marca un paso más en dirección de la novela realista. Al otorgar a su protagonista una estatura ética que falta en el pícaro, Cervantes renuncia, por una parte, a las provocaciones de la picaresca y, por otra, eleva el conflicto entre individuo y sociedad a otro nivel. El proceder serio y honesto que Tomás manifiesta en sus intentos de ascender en la escala social no restringe el antagonismo, sino que hace más visible la dependencia del individuo de las circunstancias sociales. Tomás se presenta como un hombre dispuesto a asumir la responsabilidad de llevar adelante su vida gracias a sus propios esfuerzos, pero el texto muestra, de manera muy clara, que esto significa, antes de todo, tener en cuenta las posibilidades que le brinda la sociedad; y es así como, al final, decide renunciar a sus proyectos de letrado para ganarse la vida como soldado.

Sin embargo, no es suficiente comprender la novela como una representación casi moderna de un individuo dependiente del contexto socio-histórico, ya que también pone en escena otro tipo de dependencia. Ya hemos visto que una interpretación exclusivamente sociológica no puede aportar una explicación satisfactoria para los episodios que desvían a Tomás de la carrera de letrado, el viaje a Italia y el encuentro fatal con la dama que se presenta, de cierta manera, como su consecuencia. El viaje se motiva por un acontecimiento fortuito que tiene lugar durante el regreso de Tomás a Salamanca: el encuentro con el capitán que da lugar a una amistad espontánea y la invitación de acompañarle. La resolución de Tomás de aceptar esta oferta es motivo para un comentario del narrador no exento de cierta crítica: «la discreción de nuestro Tomás Rodaja comenzó a titubear» 52 . A continuación, Tomás logra recuperar por lo menos parte de su discreción, al rechazar la propuesta de hacerse soldado y al superar las tentaciones de prolongar demasiado su viaje, así que puede terminar sus estudios con éxito. No es posible una interpretación unívoca del episodio, ya que manifiesta tanto una cierta disponibilidad de Tomás para dejarse distraer como el anhelo de una formación que una los estudios teóricos con el conocimiento del mundo, y, además, el conocimiento de la Italia renacentista y barroca. Sin embargo, lo más importante del episodio consiste en que, independientemente de esta alternativa, tiene la función de señalar los límites de la gestión autónoma de la vida humana en la medida en la que esta está sujeta a la contingencia.

También es una manifestación de la contingencia que la dama que causa su enfermedad logre atraerle por el hecho de que ella también ha viajado por Italia. A continuación, el horizonte de interpretación se alarga aún más, ya que, en este episodio, el estado contingente de la vida humana señala, al mismo tiempo, la necesidad de la gracia. Estoy de acuerdo con Casalduero y Forcione en que no es posible dejar de lado la alusión al pecado original implicada en el fruto envenenado ofrecido por la dama a Tomás. No obstante, a mi parecer, no es forzoso asociarlo con pecados individuales de Tomás, como lo sería el pecado de curiosidad o de inteligencia que le atribuyen estos críticos. La ambición intelectual de Tomás se presenta en el curso del texto de una manera exclusivamente positiva, y la calificación de Tomás durante el viaje como «nuestro curioso» 53 delata más bien una ironía mezclada con simpatía que una reprobación. Es así como el deseo amoroso de la dama salmantina más bien tiene la función de señalar que este mundo terrestre está marcado por el pecado de antemano y que, por tanto, aún el más virtuoso no puede eludir las consecuencias de tal estado de cosas. Como otros jóvenes virtuosos en los textos cervantinos —podemos por ejemplo pensar en algunos episodios del Persiles— Tomás está amenazado por el pecado en forma de lujuria femenina, y como Antonio hijo y el mismo Periandro, logra rechazar la tentación. A pesar de esto, Tomás tiene que soportar las consecuencias del pecado ajeno hasta que la Providencia, a través de la intervención del jerónimo compasivo, le permite recuperar la salud. El episodio nos muestra, por tanto, que el hombre no sólo depende de las circunstancias sociales, sino también —y en primer lugar— de la gracia divina. Y esto hace posible la ironía profunda del final: aunque Tomás obtiene los favores de la Providencia, no consigue los favores sociales que le permitirían seguir con su carrera de letrado. El texto recuerda al lector que el hombre del barroco vive sujeto a dos instancias de autoridad: la autoridad metafísica y la autoridad social, que dominan su existencia a través de sus juegos complicados. Se señalan, de esta manera, los límites tanto de la auto-determinación individual como de la puesta en discusión de la sociedad por el individuo. El antagonismo entre individuo y sociedad se restringe por el hecho de que la sociedad se comprende menos como producto de un proceso histórico que como parte de un inmutable orden metafísico.

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Notas

1. Para Quevedo véase Schwartz-Lerner, 1986.

2. Un ejemplo se halla en el capítulo III, 4, donde se relata como “los peregrinos” son detenidos por la Santa Hermandad y corren el riesgo de hacerse “trasquilar”, «como es uso y costumbre, hasta los huesos» (Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, p. 467); en el capítulo IV, 5 se afirma que los jueces italianos «no desdicen nada de los de España» (p. 654), cuando, en Roma, se salva el criado Bartolomé de la horca por «el favor y las dádivas» (p. 656).

3. Cervantes Novelas ejemplares, vol. 2, pp. 41-74.

4. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 43.

5. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 73.

6. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 43.

7. Para lo que sigue compárese Kagan, 1974; Pelorson, 1980; García, 2013, pp. 220-226.

8. Pelorson, 1980, p. 199.

9. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 74.

10. Kagan, 1974, pp. 212-225.

11. Pelorson, 1980, p. 117.

12. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 56.

13. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 74.

14. Pelorson, 1980, pp. 199-203.

15. Este asunto se ha observado sobre todo en la crítica reciente. Veáse Parodi Muñoz, 2018, pp. 210-231; Ricapito, 1996, pp. 69-95.

16. Pelorson, 1980, pp. 195-199.

17. Márquez Villanueva, 1985, p. 226.

18. Forcione, 1982, pp. 225-316.

19. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 51.

20. Forcione, 1986, p. 240.

21. Casalduero, 1969, p. 148.

22. Los parecidos entre el personaje de Tomás y el cínico Diógenes se subrayan particularmente por Riley (1976).

23. Forcione, 1986, p. 275.

24. Forcione, 1986, p. 289.

25. Forcione, 1986, p. 305.

26. El Saffar, 1974, pp. 50-61.

27. El Saffar, 1974, p. 56.

28. El Saffar, 1974, p. 57.

29. El Saffar, 1974, p. 59.

30. Véase Zimic, 1996, pp. 163-194.

31. Zimic, 1996, p. 166.

32. Zimic, 1996, p. 179,

33. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 44.

34. Zimic, 1996, p. 193.

35. Zimic, 1996, p. 193.

36. Ricapito, 1996, pp. 69-95.

37. Ricapito, 1996, p. 93.

38. Clamurro, 2015, p. 119.

39. Parodi Muñoz, 2018, p. 229.

40. Parodi Muñoz, 2018, p. 216.

41. Según Gerli, en un estudio muy sugestivo de la relación entre El licenciado Vidriera y la novela picaresca, este parecido se subraya aún más por la mención del río Tormes como lugar del encuentro (1995, p. 12).

42. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, pp. 43-44.

43. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 46.

44. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 51.

45. Forcione, 1986, pp. 281-296; compárese Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, pp. 306-307.

46. Compárese Edwards, 1973, pp. 565-566; Zimic, 1996, pp, 180-188; Parodi Muñoz, 2018, pp. 217-228.

47. Compare, por ejemplo, el capítulo II, 4 de la Primera Parte donde se afirma, acerca del sastre, del albañil, del herrero y «otro cualquier oficial, sin que alguno se reserve»: «Todos roban, todos mienten, todos trampean […]» (Alemán, Guzmán de Alfarache, vol. 1, p. 297). Antes, ya se censuran el procurador, el letrado y el juez, después también el boticario y el médico.

48. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 55.

49. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 55.

50. Respecto a la actitud crítica de Cervantes frente a la picaresca sigue teniendo una importancia fundamental la contribución de Blanco Aguinaga (1957).

51. Estoy de acuerdo con Gerli (1995) respecto al carácter picaresco de los aforismos satíricos (p. 15), pero, a mi parecer, la distancia crítica de Cervantes hacia este tipo de sátira social es más marcada de lo que opina Gerli, que se limita a señalar, por supuesto con razón, el efecto distanciador de la narración en tercera persona (pp. 20-21).

52. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 45. Para la relación entre narrador y personaje véase la interpretación perspicaz de El Saffar (1974).

53. Cervantes, Novelas ejemplares, vol. 2, p. 51.

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