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Reseña de Entremeses y mojigangas para autos sacramentales. Burlas profanas y veras sagradas, ed. Victoriano Roncero López y Abraham Madroñal Durán, Kassel, Reichenberger, 2020, 347 pp. ISBN: 978-3-967280-04-3

Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 9, núm. 1,

Instituto de Estudios Auriseculares

Ignacio D. Arellano-Torres

University of Louisiana Monroe. ESTADOS UNIDOS, Estados Unidos

Recibido: 15/03/2021

Aceptado: 24/03/2021

Cualquier lector familiarizado con el trabajo de Victoriano Roncero López y Abraham Madroñal Durán sabe, desde ya, que nos encontramos con un volumen cuya edición ha sido mimada al detalle y con una reseña principalmente elogiosa. Esta reciente compilación de los entremeses y mojigangas compuestos por Pedro Calderón de la Barca para sus autos sacramentales es un libro cuya principal característica lo distancia de otras obras académicas. Esto es, no solo es un libro para aprender, sino como le gusta recordar a Roncero López en sus observaciones sobre la literatura áurea, es un libro también para disfrutar. Esto se debe, eso sí, no tanto al loable hacer de los editores, sino a la naturaleza de los textos que nos vamos a encontrar, y es que el humor y la risa son siempre lugar para la esperanza.

El prólogo del volumen avisa del valor y el papel de lo cómico en la literatura áurea. Esta edición es un magnífico ejemplo de cómo las letras españolas del periodo, y algunos de sus críticos contemporáneos, estiman merecidamente lo gracioso, lo burlesco o lo cómico. Siempre, por supuesto, siendo conscientes de sus muy diversas modalidades y su compleja riqueza heterogénea. Es decir, bien sabido es que el espectro del humor recorre diferentes sensibilidades: graves, irónicas, de calado moral o puros ejercicios de entretenimiento aparentemente vacuos. Sus posibilidades y funciones, como demuestran los numerosos ejemplos de autores como Calderón, Quevedo o Cervantes, son múltiples. Se le otorga, pues, su justa valía a aspectos que en otros contextos, tiempos o lugares serían discriminados frente a formas más serias y, por qué no decirlo, en ocasiones más aburridas. Tanto más interesante si, como es el caso, lo cómico queda asociado a una festividad de exaltación religiosa como el Corpus. No hay que olvidar que los editores se centran en unas obras –entremeses y mojigangas– que complementan e intercalan el plato principal de la fiesta teatral: el auto sacramental. La trasmisión a través del teatro de un mensaje evangélico o eucarístico no queda reñida con la inclusión de géneros que acompañan, atenúan y contribuyen a dar forma al carácter festivo del espectáculo en su conjunto. Para los editores, el interés en estas producciones anejas, dicen, está justificado por la necesidad de completar nuestro conocimiento de las representaciones teatrales del Corpus y por la urgencia de recuperar unos textos de Calderón que fundamentalmente han sido olvidados por el público.

Olvidados por el público y solamente parcialmente atendidos por los especialistas. En su prólogo los autores presentan un breve, pero no por ello menos completo, estado de la cuestión acerca del estudio y atribución de estos entremeses y mojigangas. En este estudio introductorio hay algunas cuestiones que merecen ser comentadas, ya que pueden ser útiles a potenciales lectores. En primer lugar, la interesante decisión de incluir unos ejemplos concretos que sirven como análisis de caso para mostrar las dificultades de encontrar un padre a obras huérfanas de autor. En mi opinión siempre es bueno conocer de primera mano el quehacer analítico de colegas de consolidada posición en el campo. El lector puede así asomarse al proceso por el cual nacen atribuciones apócrifas, errores, confusiones, etc. Del mismo modo, vemos la argumentación comparatista que los editores usan para, en el caso de los ejemplos concretos propuestos, dudar de la atribución a Calderón (Las jácaras primera parte) o directamente asociarla a otro autor (Servía en Orán al rey, Moreto). Interesante y valioso aporte, digo, aunque no estrictamente fundamental ni necesario. Del mismo modo que quizás tampoco lo sea la sección del prólogo que se centra en la figura del actor Juan Rana. Hay que entender que, ya sea en el estudio introductorio, en la anotación o en la fijación de un texto; los editores toman una serie de decisiones que hay que respetar, independientemente de que estas nos parezcan ya oportunas, ya sobrantes. Por supuesto, estas decisiones pueden ser discutibles, acertadas o directamente erróneas (que no es el caso). En la edición, en su conjunto, funcionan bastante bien a la hora de iluminar aspectos sobre una serie de obras que se busca rescatar para el público. Si algún académico puntilloso estima dichas elecciones desenfocadas o inoportunas, pues bienvenida sea la discrepancia. Aquí esperamos gustosamente su edición y estudio para poder tener un todavía más completo entendimiento de la obra de Calderón.

En el prólogo también contamos con una presentación de los textos compilados. Se nos da una descripción de los argumentos y personajes, a la vez que se ofrecen al lector breves comentarios y claves de lectura. En esta antología se recogen trece textos: ocho entremeses y cinco mojigangas. Los entremeses son: Los instrumentos, El convidado, El mayorazgo, Los degollados, La melancólica, La barbuda 1ª parte, La barbuda 2ª parte . El escolar y el soldado. Las mojigangas: La garapiña, Las visiones de la muerte, Los guisados, Las lenguas . El que busca la mojiganga. Es importante mencionar que los editores subrayan que los entremeses guardan afinidades temáticas, ya sean de argumento o de sus personajes, con el texto central del auto. Es decir, cumplen una función específica que equilibra y sirve de contrapunto cómico a la intensidad religiosa de los autos.

A esta introducción le sigue un magnífico estudio en profundidad de los elementos relativos a la comicidad que nos vamos a encontrar en estas obritas de Calderón. Sin negar las lecturas didácticas de los escritos de tradición cómica, en esta ocasión los editores se centran en lo jocoso, en los divertimentos y en la condición lúdica de los escritos. Aupados en las burlas, los espectadores cabalgan una serie de entremeses y mojigangas que los llevan a través de diversas sensibilidades y grados de intensidad. De la turpitudo et deformitas a las burlas edulcoradas, como las definen los editores. Todo cabe, pues, en los límites del humor calderoniano. Se pasa a establecer una serie de categorías (empezando por los aspectos visuales y lingüísticos). Este análisis de la comicidad lingüística y visual es un fantástico trabajo que debieran archivar todos aquellos estudiosos interesados en los temas humorísticos, cómicos y/o burlescos. Se hace a través de un esquema que revisa los textos utilizándolos como ejemplo para mostrar y comentar esa diversidad anteriormente referida en torno a las múltiples caras del humor y la risa. Estos ejemplos sirven para revisan las estrategias del humor. Y es que, como señalan acertadamente, la comicidad rebosa el ámbito del lenguaje o las imposiciones temáticas de un determinado género o formato. Hay mecanismos escénicos que, más allá del aparato oral de la representación teatral, trasmiten unidades de significado cómicas a través de lo visual, como el vestuario y los objetos accesorios. El estudio introductorio dedica a ello varias suculentas páginas y es quizás una de las grandes contribuciones de la presente edición.

Sobre las cuestiones de edición textual, qué decir que no sepamos de la labor de Roncero y Madroñal. Su trayectoria es su mejor aval. La rigurosidad y precisión de la que hacen gala es exquisita, así como la fiabilidad de sus propuestas y decisiones. La anotación es puntual y exhaustiva sin ser excesiva ni impertinente. Las notas son lo que deben ser: un instrumento al servicio de la lectura, no una excusa para lucimientos ni florituras. No se adornan de más, ni quitan más de lo necesario.

En conclusión, invitamos a los lectores a asomarse a este volumen de entremeses y mojigangas calderonianas. Agradecemos a los editores su buen hacer y deseamos que los lectores aprendan, sí, pero que sobre todo disfruten.

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